Título: La inteligencia estratégica argentina y los desafíos del siglo XXI
Fecha: 01/10/2002
Idioma: español
LA INTELIGENCIA ESTRATÉGICA ARGENTINA Y LOS DESAFÍOS DEL SIGLO XXI
Manuel C. Giavedoni Pita (*)
Esa extraña posguerra fría
Para comprender lo que ha ocurrido con la falta de adaptación que sufren las agencias responsables de la defensa, la inteligencia y la seguridad a los desafíos que les presenta el nuevo siglo resulta necesario recurrir una vez más a las enseñanzas de la historia. La naturaleza humana posee una irrefrenable tendencia a evaluar el futuro de acuerdo a las enseñanzas que ha proporcionado el pasado. Las experiencias efectivamente vividas suministran una confortable sensación de certeza que actúa como talismán para aventar la terrible carga de incertidumbre que es atributo principal de un futuro que se desconoce.
Sobre esta particularidad de la mente del hombre el Contralmirante (USN) Bradley A. Fiske, en su obra El Arte de la Batalla, apuntaba: "El sine qua non del estratega es la imaginación. El debe prever las circunstancias bajo las cuales el próximo gran conflicto será combatido, y preparar planes e instrumentos del más elevado orden de completamiento e innovación para satisfacerlos con éxito. Es correcto estudiar las campañas de los grandes conductores del pasado, pero esto no es suficiente. La guerra que los estrategas deben ganar no es la guerra pasada sino la próxima guerra".
Refiriéndose a las características particulares de la Guerra Fría, y a su perdurable herencia psicológica y cultural, que impregna fuertemente hasta nuestros días el pensamiento de la mayoría de los líderes del mundo occidental, algunos meses atrás un analista estadounidense planteaba un ejemplo comentando que esta carga psicológica había llegado a generar una discontinuidad histórica dentro del proceso rearme-desarme-rearme que había caracterizado a los EE.UU. desde su independencia hasta mediados del siglo XX. Así, el país del norte había concretado un colosal proceso armamentista en ocasión de su Guerra Civil, proceso que se revirtió a la finalización de ese conflicto mediante la desmovilización de las tropas y la subasta del material bélico excedente, y del que fuera testigo privilegiado Domingo F. Sarmiento, que en esa época era el embajador de nuestra República ante el gobierno en Washington.
Luego de la Primera Guerra Mundial también se asiste a un amplio proceso de desarme por parte de los EE.UU. de tal suerte que a finales de la década de los '30 sus fuerzas terrestres sumaban poco más de cien mil efectivos, muy por debajo de los de cualquier otra potencia principal de la época.
El enorme proceso de rearme ocasionado por la Segunda Guerra Mundial también es sucedido por un amplio desarme a su finalización, de tal suerte que la Guerra de Corea resulta sorpresiva y se torna imprescindible una amplia convocatoria de las reservas. Como parte de ese desarme, centenares de naves de guerra y miles de aeronaves, blindados y piezas de artillería son entregadas por los EE.UU. desde 1946 en adelante a países aliados o amigos bajo la figura de distintos programas de asistencia militar.
Estos ciclos de rearme-desarme-rearme experimentados a lo largo de casi cien años no encuentran, sin embargo, continuidad luego de la Guerra Fría. Opinan los analistas que la explicación para esto reside en la extraordinaria duración de ese conflicto, al que algún estudioso ha denominado La Guerra de los Cuarenta Años (ubicando su inicio en la Crisis de Berlín en 1948 y su finalización en la caída del muro berlinés), duración que ocasionó que a su finalización quienes conducían los destinos de los EE.UU. ya no poseían vivencias respecto a lo que había sido habitual hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
También en Europa se ha producido una particular combinación de estructuras militares remanentes de la Guerra Fría con un cambio de mentalidad, que podríamos denominar el desarme de los espíritus, provocada por una particular percepción por parte de gobiernos y poblaciones de la distensión provocada por el colapso soviético.
Esta situación ha bloqueado la adaptación de los aparatos militares europeos a la nueva situación global de seguridad. Así, aunque la Unión Europea en su conjunto posee mayor población y mayor riqueza (medida por el PBI sumado de sus países miembros) que los EE.UU., su capacidad militar y, fundamentalmente, su capacidad de proyección de poder resulta ínfima comparada con la de la hiperpotencia anglosajona.
Esta disparidad de capacidades se basa en el hecho de que Europa no ha modificado sensiblemente su estructura de defensa, diseñada en los años '50 para hacer frente a una ofensiva soviética, fundamentalmente terrestre, en Europa Central.
La incompatibilidad militar europea de miras a la situación estratégica actual quedó seriamente en evidencia durante la campaña militar de la OTAN en Kosovo, entre marzo y junio de 1999. Apunta el Strategic Survey: "Todos los 19 miembros de la OTAN participaron de un modo u otro, pero los EE.UU. desempeñaron el rol dominante. Ese país pagó alrededor del 80% del costo de la campaña aérea y del despliegue de apoyo a las fuerzas, con Francia y Gran Bretaña aportando prácticamente la totalidad del resto. Las marinas de nueve miembros de la OTAN participaron, pero los EE.UU. proveyeron la gran mayoría de los portaaviones, aviones y misiles crucero. los aviones de los EE.UU. lanzaron más del 80% del armamento, volaron el 52% de todas las misiones de ataque y concretaron más del 70% de las misiones de apoyo".
Más adelante dicha publicación agrega: "Como lo destacara Lord Robertson, los ejércitos europeos de la OTAN tuvieron que esforzarse para desplazar 40.000 efectivos a Kosovo, que representan tan solo el 2% de su efectivo combinado total de alrededor de 2.000.000. Esos ejércitos todavía se parecen mucho a lo que eran durante la Guerra Fría... Carecen de la movilidad necesaria para desplazarse rápidamente fuera de las propias fronteras. También carecen del apoyo logístico para operaciones de combate sostenidas".(1)
Esta cultura de Guerra Fría ha persistido también en la comunidad de inteligencia de los EE.UU. En una reunión académica realizada hacia fines de 2001, en la que se consideraron las reformas a realizar en las áreas de defensa, inteligencia y seguridad del país en respuesta a los atentados del 11 de septiembre, Morton Halperín, conocido analista y miembro del Council on Foreign Relations expresó: "Lo cierto es que hoy tenemos un servicio de inteligencia clandestino, la mayoría de cuyos agentes están encubiertos en nuestras embajadas debido a que ellos piensan que su tarea es reclutar personas dentro del gobierno soviético. Ellos no entienden que no se puede reclutar agentes en las organizaciones terroristas en base a tener gente en las embajadas bajo cobertura oficial".(2)
Esta influencia central de la cultura del enfrentamiento entre bloques también se refleja en la metodología del esfuerzo de reunión de inteligencia de los EE.UU. que en la actualidad privilegia los medios tecnológicos y la inteligencia de señales e imágenes (ELINT) por sobre la inteligencia humana (HUMINT).(3)Esta parafernalia tecnológica, de enorme costo y sofisticación, confirmó ser muy eficiente para monitorear las actividades militares de la Unión Soviética durante la década de los '80, pero se reveló impotente durante la intervención norteamericana en Somalia en 1993 y también para generar preaviso respecto a las pruebas nucleares simultáneas de India y Paquistán en mayo de 1998. (4) Los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington fueron la cruel confirmación de esa falta de adecuación de la inteligencia norteamericana a la situación actual de la seguridad global.
La perpetuación de esta mentalidad de Guerra Fría crea serias dificultades a los gobiernos de los actores estatales internacionales para enfrentar las amenazas de nuestros días pues éstas, las que se experimentan con fuerza desde la finalización del enfrentamiento entre bloques, han cambiado su naturaleza. En un reciente y estimulante trabajo Mariano Bartolomé apunta: "El nuevo paradigma (de las amenazas) refleja un alejamiento de los enemigos "conocidos" hacia conjuntos más globales y generalizados de competidores, adversarios y circunstancias conflictivas, las cuales pueden no coincidir con las definiciones tradicionales del Estado, e incluso trascender limitaciones territoriales y políticas. El resultado es que este nuevo paradigma está caracterizado por una alta heterogeneidad, que puede fluctuar a lo largo de todo el espectro de conflicto, desde el momento en que su expresión física varía fuertemente según cuáles sean el lugar y las circunstancias imperantes".(5)
Al mismo tiempo, se ha podido verificar que esta etapa de la humanidad, que algunos han denominado Postguerra Fría, ha resultado abundante en conflictos, tornando infundadas las previsiones que se hacían a inicios de la década de los '90 acerca del advenimiento de una prolongada etapa de paz. Pero estos conflictos son y serán de nuevo tipo, no respondiendo en general al esquema tradicional de agresión por parte de fuerzas regulares de un actor estatal.
Ese criterio tradicional de agresión se resume en lo que también Mariano Bartolomé ha definido como los modelos Westfalia (actores únicamente estatales ) y Clausewitz (Estado que monopoliza el poder, ejército organizado, pueblo al margen de las acciones). Aparece aquí un concepto novedoso y crucial, el de la transnacionalidad de las amenazas. Dice Bartolomé: "Hoy, buena parte de los postulados del modelo Westfalia y el modelo Clausewitz han quedado perimidos. Pero esta caducidad relativa no ha sido repentina, sino el resultado de la interacción de diversos factores. Indudablemente uno de ellos ha sido la aparición y difusión del concepto de transnacionalidad....".(6)
Esta transnacionalidad de las amenazas actuales afecta en forma destacada a la Argentina en materia de seguridad y es uno de los factores que ataca en su esencia a la dualidad del concepto defensa nacional-seguridad interior. Esto ha sido descrito con notable claridad por Eric de la Maisonneuve en los siguientes términos: "De esta manera, todo parece mostrarse como una amenaza, todo salvo lo que nos habíamos acostumbrado a designar como tal. La amenaza era extranjera, es interna; era militar, se volvió civil; era a menudo visible y burda, es vaga e insidiosa; estaba perfectamente localizada, no está en ningún lado y está en todas partes; nos reforzaba y nos unía, nos debilita y nos divide pero todo eso esencialmente es porque no nos animamos a llamarla por su nombre".(7)
Nuestra región, tradicionalmente pacífica, padece una renovada conflictividad
Nuestra región, América del Sur, que tradicionalmente ha sido una de las zonas del globo menos conflictivas en términos de guerra clásica y, como tal, una de las más desarmadas, ha visto reforzado ese perfil por la consolidación del proceso prácticamente generalizado de institucionalización puesto en marcha en los países de la región durante la década de los '80. Adicionalmente y a caballo de ese proceso se han desarrollado mecanismos de integración regional como el Mercosur que, a diferencia de la suerte corrida por otras iniciativas similares de las décadas de los '60 y '70 (ALALC y ALADI), pareciera gozar de buena salud y cierto nivel de consenso favorable entre los sectores dirigentes y la población en general de sus países miembros y asociados.
Al mismo tiempo, y contrastando con el enfoque optimista antes expuesto, la región se ha convertido desde fines de la década de los '80 en un campo de acción principal para las denominadas nuevas amenazas, caracterización poco precisa pues esencialmente la mayoría de ellas no son realmente nuevas, entre las que, sin pretender ser taxativos, deberíamos incluir a la producción y tráfico de sustancias ilegales, al terrorismo, la criminalidad organizada, el deterioro ambiental, los flujos migratorios ilegales masivos, los movimientos violentos de capitales y el lavado de dinero, la proliferación de armamentos sensitivos y las tecnologías duales, el infowar, el contrabando y la proliferación de armas livianas, entre otras.
Al mismo tiempo, las presentes amenazas a la seguridad de la nación, que como se ha dicho tienen orígenes distintos a las que fueron comunes durante la Guerra Fría, no por ello revisten menor gravedad que aquellas, poseyendo además la particularidad de ser mucho más insidiosas que las tradicionales por lo que suponen nuevos y potentes desafíos a la inteligencia nacional. A esta altura resulta fundamental resaltar que el grueso de las amenazas actuales a la seguridad argentina tienen origen en la propia región sudamericana. En base a esto, se presenta la particular situación en la cual amenazas que se originan en el exterior tienen efectos decisivos sobre lo que, según los criterios que han prevalecido durante las últimas dos décadas en nuestro país, se ha dado en denominar seguridad interior.
Respecto a la producción y el tráfico de estupefacientes, a nadie escapa que la Argentina se encuentra frontera por medio con uno de los principales productores y procesadores mundiales de hoja de coca y sus derivados. Allí, la campaña de erradicación de cultivos, financiada por los EE.UU., ha encontrado dura oposición por parte de los campesinos, incluyendo la acción de francotiradores contra los efectivos de las fuerzas legales y la colocación de trampas explosivas del tipo cazabobos en las áreas de cultivos sometidos a erradicación, principalmente en la zona del Chapare en el Departamento de Cochabamba. (8) La oposición no se ha centrado únicamente en el terreno de la acción física, sino que también se ha desarrollado en el campo político. Más aún, el líder de los plantadores de coca, Evo Morales, se ubicó en segundo lugar, muy cerca de quien resultara ganador, en las elecciones presidenciales que tuvieron lugar durante agosto del corriente año.
En otra área geográfica de la región, la Argentina también es fronteriza con el principal productor y exportador regional de cannabis. Ese país también se caracteriza por albergar importantes manifestaciones de distintas variantes del crimen organizado, entre ellas el contrabando y el tráfico de armas. Más preocupante aún, este país está señalado por distintos organismos de inteligencia extranjeros como sede de un santuario de grupos terroristas ligados al conflicto de Medio Oriente.(9)
Esta última situación, según las mismas fuentes, es extensible a otros países de la región. El último informe general sobre la situación del terrorismo internacional emitido por el Departamento de Estado de los EE.UU. indica al respecto: "Existe evidencia de la presencia de miembros o simpatizantes del Hizballah también en otras áreas de América Latina: en el norte de Chile, especialmente en la zona de Iquique; en Maicao, Colombia, cerca de la frontera con Venezuela; en la Isla Margarita, en Venezuela; y en la zona de libre comercio de Colon, en Panamá".(10)
Por otra parte, un reporte del Congressional Research Service, organismo de investigación para la acción legislativa del Congreso de los EE.UU., paradójicamente emitido el 10 de septiembre de 2001, en un apartado especial dedicado a Usama bin Ladin, afirmaba que existían sospechas y evidencias de la presencia de células de Al Qaeda en 34 países, a los que identificaba por su nombre, incluyendo entre ellos a Ecuador y Uruguay.(11)
Otras fuentes señalan además a la zona fronteriza uruguayo-brasileña de Chuy como área de descanso y refugio para terroristas islámicos. También existe amplia información en el sentido que la banda terrorista vasca ETA desde hace años utiliza a distintas localidades uruguayas como zona de refugio para integrantes cuya identidad haya sido difundida y requieran alejarse de Europa.(12)
En otro orden de cosas, durante la década de los '90 ha existido migración ilegal masiva hacia la Argentina desde Bolivia, Brasil, Uruguay, Paraguay y Perú, existiendo también varios casos de tráfico de migrantes provenientes de Paraguay y de Chile.(13) Existen al mismo tiempo combativos movimientos campesinos en Brasil y en Paraguay. En Brasil, bajo la denominación Movimiento Sin Tierra, se extiende una organización que nuclea a millones de adherentes que han protagonizado serios hechos de violencia desde hace más de una década. Su accionar en varias oportunidades ha tocado los límites de nuestro país, llegando a bloquear pasos internacionales entre la Argentina y Brasil e, inclusive, participando en la ocupación del consulado argentino en Paysandú, Uruguay, el 9 de abril de 2001.
A raíz de la creciente insatisfacción social instalada en el país a partir de 1999 y la secuela de marchas de protesta, cortes de ruta, piquetes, actos de saqueo, etc., que han sido sus manifestaciones más visibles, en reiteradas oportunidades desde algunas fuentes se ha mencionado la posibilidad de que en el país estuvieran operando elementos pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esto no ha podido ser comprobado, pero si existen constancias de la presencia en la Argentina de un virtual representante diplomático de ese movimiento insurgente colombiano de inspiración marxista.
Este estado de cosas, tal como se había anticipado, genera importantes desafíos para la inteligencia tanto estratégica como táctica argentina, desafíos que al presente muy difícilmente pueden ser encarados con éxito por el sistema nacional de inteligencia. Para afrontar esos desafíos con aceptable probabilidad de éxito, la inteligencia nacional requeriría contar con un eficaz aparato de reunión de información en los países de la región en los que se genera todo este amplio repertorio de amenazas a las que hemos hecho mención.
Como veremos más adelante, por un conjunto de motivos, esta condición no se ha cumplido en el pasado reciente y tampoco se cumple en la actualidad, dejando librado al país a la influencia negativa de esas amenazas que tienen fuerte repercusión sobre la seguridad interior.
Un ejemplo de lo anterior son los atentados terroristas ocurridos en Buenos Aires en la década de los ´90. Una investigación llevada adelante en el Congreso Nacional sobre estos terribles hechos concluía lo siguiente: "Que la consumación del segundo atentado confirmó la incapacidad del sistema nacional de seguridad interior e inteligencia para prevenir y/o conjurar este tipo de hechos, y para seguir, investigar y conocer el accionar del o de los grupos mafiosos y terroristas capacitados para llevarlos a cabo".(14)
La faceta positiva de los hechos más negativos consiste en que pueden extraerse valiosas enseñanzas de ellos, pero pareciera que esto no sucedió en el tema que nos ocupa. En mayo de 2000, el gobierno argentino no recibió ningún preaviso desde el aparato nacional de inteligencia respecto de la frustrada tentativa de golpe de estado ocurrida durante la noche entre el 18 y el 19 de ese mes en la capital paraguaya, Asunción. Estos hechos de violencia, de haberse extendido en el tiempo, hubieran podido generar un aluvión de miles de refugiados y pedidos de asilo de paraguayos en localidades fronterizas argentinas.(15)
La Inteligencia Nacional: recursos mal asignados
Más allá de la crisis política, económica y social que abruma a nuestro país en los actuales momentos, durante los últimos años no han sido escasos los recursos presupuestarios y extra presupuestarios que se han aplicado al área de la inteligencia, cuando menos en lo que hace a la antigua Secretaría de Inteligencia del Estado.
Estos recursos, que en alguno de los últimos años han superado para la SIDE los 400 millones de dólares, en modo alguno se han reflejado en la dimensión del aparato de reunión exterior ni mucho menos en la preparación del material humano que desempeñó esas funciones. Tampoco en lo que hace a la magnitud y calidad de los grupos de análisis o al equipamiento tecnológico en general. Lo anterior, que a la luz de los acontecimientos que han rodeado a lo político en el país durante los últimos diez años podría parecer una obviedad, servirá sin embargo para abordar la cuestión central a que se refiere este trabajo: las características y particularidades del sistema de inteligencia nacional de cara a los desafíos del nuevo siglo.
En la introducción hacíamos referencia a los resabios de la Guerra Fría o el efecto remanente de sus concepciones derivadas sobre los sistemas de defensa e inteligencia de las principales potencias. No era nuestra intención recurrir con ello al tan remanido concepto acerca de mal de muchos, consuelo de tontos, sino llamar la atención sobre la potencia y perdurabilidad de aquellas concepciones, características derivadas de la extrema duración y virulencia, tal vez más ideológica que física ésta última, de ese conflicto.
Dentro de esta concepción, nos interesa destacar que el que podríamos denominar "efecto Guerra Fría" pareciera afectar menos a un gran sistema de inteligencia, como el que poseen los EE.UU., que según distintas fuentes posee unos cien mil funcionarios y un presupuesto de entre 27.000 y 36.000 millones de dólares al año, (16) y además se apoya en la tecnología más avanzada disponible en el mundo, que al modesto sistema de que dispone nuestro país, fundado sobre la base de HUMINT y fuentes abiertas. Lo anterior no significa perder de vista los atentados del 11 de septiembre, pero al mismo tiempo debemos tener muy presentes los atentados de Buenos Aires de la década del '90.
Volviendo al centro de la cuestión, el aparato nacional de reunión de inteligencia exterior se compone del personal de la SIE destacado en el exterior, el personal de las agregadurías militares acreditado en distintas embajadas argentinas y unos pocos agregados pertenecientes a las Fuerzas de Seguridad, fundamentalmente a la Gendarmería Nacional.
La distribución geográfica del personal de la SIE, y de allí la larga introducción, no ha variado fundamentalmente desde la finalización de la Guerra Fría, es decir, se concentra preferentemente en las capitales o ciudades principales de los países centrales en perjuicio de la atención debida a los lugares desde donde se genera la mayoría de las amenazas a la seguridad, esto es los países de la región sudamericana.
Un listado extraoficial de los lugares de destino de los agregados de la SIE en el exterior revela que ellos están basados en Montevideo, Foz de Iguazú, San Pablo, Brasilia, Asunción, La Paz, Santiago, Lima, Bogotá, Caracas, México, Miami, Washington, Madrid, Londres, París, Bonn, Roma, Cairo, Tel Aviv, Beirut, y Moscú.
Lo que cabría preguntarnos es si esta distribución no se ha visto también afectada por el componente político-partidario que en gran medida ha afectado buena parte de las designaciones de delegados durante cuando menos la última década. Lo mínimo que debería exigirse a quien se va a desempeñar como funcionario de la inteligencia nacional en el exterior es que posea una formación específica, varios años de experiencia concreta en tareas de inteligencia y que maneje con fluidez el idioma del país en el que va a estar destacado. Estas condiciones, bastante modestas en esencia, en general no se han cumplido en muchas de esas designaciones.
Por otra parte, la distribución geográfica de las agregadurías militares muestra un esquema bastante similar al antes apuntado, ya que comprende los EE.UU., el Reino Unido, España, Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Rusia, China, Israel, Egipto, Canadá, México, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela y Sudáfrica, con la particularidad que las mayores dotaciones de personal se encuentran en lugares como Washington o París. Esto último bajo el rótulo general de la necesidad de realizar adquisiciones de equipos y repuestos con destino a las distintas fuerzas, aún teniendo en cuenta que durante los últimos años esas adquisiciones han sido prácticamente inexistentes.
En estos casos, las designaciones por lo general se basan en los antecedentes profesionales del personal designado, constituyendo en la mayoría de los casos una recompensa hacia quienes se han destacado en la carrera. Esto, que en principio no resultaría criticable, lo es en función de que pocos de los designados poseen una formación específica en inteligencia, lo cual, más allá de la dedicación y voluntad de los individuos, generalmente redunda en aportes marginales al esfuerzo global de reunión de información.
Esta distribución de personal en el exterior, que como se ha mencionado privilegia la cobertura de los países centrales, tradicionalmente se ha apoyado en la idea de que es posible obtener información valiosa a través del contacto estrecho con los servicios de inteligencia de esos países amigos. Esto, que generalmente resulta factible en la práctica, obvia la realidad en cuanto a que esos países poseen, respecto de cada situación problemática o conflictiva en desarrollo en el mundo, sus propias visiones y sus propios intereses, los que en muchas ocasiones pueden no ser coincidentes con los de nuestro país.
Una situación similar ha sido observada para los servicios de inteligencia de los EE.UU. en el reporte de la investigación parlamentaria de las fallas que condujeron a los atentados del 11/9/2001, generado por el Subcomité sobre Terrorismo y Seguridad Interna del Comité Selecto Permanente en Inteligencia de la Cámara de Representantes, de julio de 2002, el que apunta al respecto: "La CIA necesita realizar inversiones a largo plazo en nuevas plataformas para recolección sobre el objetivo Al Qaeda. Utilizando tanto recursos propios como de enlaces (aliados) de acuerdo a la necesidad. Reconociendo que los enlaces asociados (aliados) pueden tener diferentes intereses, mantener capacidad unilateral es de importancia clave".(17)
Si la primera potencia del mundo recomienda no confiar demasiado en la información de inteligencia que le suministran sus aliados, mal puede la Argentina depositar su seguridad en la información suministrada por los servicios de terceros países (debe recordarse que la Argentina, a diferencia de los EE.UU., no tiene tratados de alianza firmados con ningún país).
En el final, un marco legal insuficiente
Existe también una reciente restricción legal que afecta adicionalmente la capacidad de reunión exterior del sistema nacional de inteligencia. La Ley 25.520, de Inteligencia Nacional, promulgada en diciembre de 2001, en su artículo 10, párrafo tercero, apunta que: "Los organismos de inteligencia de las Fuerzas Armadas tendrán a su cargo la producción de la inteligencia estratégica operacional y la inteligencia táctica necesarias para el planeamiento y conducción de operaciones militares y de la inteligencia técnica específica". Esta prescripción, que en el contexto de la inteligencia de una potencia de primer orden podría resultar adecuada, en el marco de las restricciones cuantitativas y cualitativas que afectan al sistema nacional limita más aún la efectividad del sistema e impide la generación de las sinergias que podrían contribuir a paliar algunas de esas restricciones.
Resulta difícil entender, a la luz de lo exiguo del esfuerzo nacional de reunión exterior, cuales son los derechos individuales de los ciudadanos argentinos que podrían verse comprometidos si la inteligencia militar realizara reunión de información en el exterior respecto de los cuatro factores o campos que maneja la estrategia nacional, es decir el político, el económico, el psicosocial y el militar.
Por otra parte, y como se ha demostrado en otros países, la coordinación del esfuerzo nacional de inteligencia, clásico talón de Aquiles de los aparatos de inteligencia estatales a través de la historia moderna, no se ha visto favorecida por la disolución, en virtud de la Ley citada, de la Central Nacional de Inteligencia que, a semejanza de la Dirección de Inteligencia Central (DCI) de los EE.UU., tenía confiada esa coordinación en el sistema nacional de inteligencia.
Conclusión
Para finalizar y como resumen de lo expuesto, el sistema nacional de inteligencia no se encuentra adaptado a los desafíos de seguridad que presenta al país el nuevo siglo. Por un conjunto de cuestiones, entre las que no han resultado menores el desinterés y la falta de conocimientos específicos de muchos de los funcionarios políticos que han tenido a su cargo estas responsabilidades, sumado ello a la fuerte inercia cultural generada por la Guerra Fría que, al igual a lo ocurrido en mayoría de los países, ha afectado a los profesionales de esta actividad, todo ello junto a lo que podríamos identificar como la tradicional desatención de la dirigencia nacional respecto a la problemática regional, no se ha logrado construir el instrumento de inteligencia que resulta imprescindible para apuntalar la diaria toma de decisiones por parte de los más elevados niveles de la conducción política nacional.
El conjunto de nuevos desafíos y crecientes restricciones a que hemos hecho referencia, lejos de conducir al desánimo o a la indiferencia, deberá inspirar a quienes en el futuro reciban la responsabilidad de diseñar e implementar las políticas públicas en este campo para encontrar, con voluntad, conocimientos e imaginación, los mecanismos que permitan al país contar con un sistema de inteligencia adecuado a las posibilidades materiales pero también a la magnitud de las amenazas, y así garantizar un umbral de seguridad que brinde las condiciones de marco para el desarrollo económico y social de la nación.
Bibliografia consultada
"After September 11: A Conversation. Domestic Security Implications and Policy", en The National Interest, Special Issue, Number 65-S, Washington, Thanksgiving 2001, pp.105-116.
Bartolomé, Mariano C., "Más allá de Westfalia y Clausewitz", en Agenda Estratégica, 7 de julio de 2002, www.agendaestrategica.com.ar/EstrategiaDetalles.asp?IdMaterial=298
Bartolomé, Mariano C., "Amenazas a la Seguridad de los Estados: La Triple Frontera como "Area Gris" en el Cono Sur Americano", Seminario Terrorismo: Vulnerabilidades en el Nuevo Escenario Internacional, Fundación Novum Millenium/Grupo Innova/Bloque de Diputados Acción por la República, Buenos Aires 29 de noviembre de 2001.
Betts, Richard K., "Fixing Intelligence", en Foreign Affairs, January/February 2002, pp.43-59.
Congressional Research Service, CRS Report for Congress, Terrorism: Near Eastern Groups and State Sponsors, 2001, Code RL31119, Washington, September 10, 2001.
Congressional Research Service, CRS Report for Congress, Terrorism: Near Eastern Groups and State Sponsors, 2002, Code RL31119, Washington, February 13, 2002.
"Counterterrorism Intelligence Capabilities and Perfomance Prior to 9-11", a Report to the Speaker of the House of Representatives and the Minority Leader from the Subcomitee on Terrorism and Homeland Security, July 2002, www.intelligence.house.gov/Word/THSReport071702.doc.
Chandler, Robert W., The New Face of War, AMCODA Press, McLean,Virginia, 1998.
"Detuvieron a un líder etarra en Uruguay", en La Nación, jueves 1 de agosto de 2002, p.5.de la Maisonneuve, Eric, La metamorfosis de la violencia, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1998.
Escuela Superior de Gendarmería Nacional, "Crimen organizado en el Mercosur", XVII Seminario de Fronteras, Buenos Aires, 1999.
Federation of American Scientists (FAS), "Intelligence Agency Budget and Personnel (1998)", www.fas.org/irp/agency/budget1.htm
Giavedoni Pita, Manuel C., La avalancha silenciosa. Las migraciones ilegales y la seguridad argentina, Universidad Católica de Salta, Subsede Buenos Aires-Gendarmería Nacional, Buenos Aires, julio de 1999.
República Argentina, Ley 25.520, de Inteligencia Nacional.
Romero, Agustín M. (compilador), Las Nuevas Amenazas a la Seguridad, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales y Escuela Nacional de Inteligencia, Buenos Aires, 2002.
Strategic Survey 1999/2000, The International Institute for Strategic Studies, London, May 2000. U.S. Department of State, Patterns of Global Terrorism 2001, Latin America Overview, May 2002.
* Ingeniero y Magíster en Defensa Nacional. Miembro de la Academia de Estrategia y del Instituto de Investigación sobre Seguridad y Crimen Organizado (ISCO), se ha desempeñado como Director Nacional del Centro de Planeamiento y Control de la Secretaría de Seguridad Interior. Es Profesor de la Escuela Superior de Gendarmería Nacional. E-mail: mgiavedoni@arnet.com.ar
1. "The NATO Capability Gap", en Strategic Survey 1999-2000, Londres, May 2000, pp.15-16.
2. "After September 11: A Conversation. Domestic Security Implications and Policy", en The National Interest, Special Issue, Number 65-S, Washington, Thanksgiving 2001, p.109.
3. Puede consultarse un trabajo legislativo sobre el particular en "Counterterrorism Intelligence Capabilities and Perfomance Prior to 9-11", a Report to the Speaker of the House of Representatives and the Minority Leader from the Subcomitee on Terrorism and Homeland Security, July 2002, www.intelligence.house.gov/Word/THSReport071702.doc
4. Un comentario acerca de las dificultades de la inteligencia norteamericana durante la intervención en Somalia puede encontrarse en Giavedoni Pita, Manuel C., La avalancha silenciosa. Las migraciones ilegales y la seguridad argentina,Universidad Católica de Salta, Subsede Buenos Aires-Gendarmería Nacional, Buenos Aires, julio de 1999, pp.22-23.
5. Bartolomé, Mariano César, "Más allá de Westfalia y Clausewitz", en Agenda Estratégica, 7 de julio de 2002,www.agendaestrategica.com.ar/EstrategiaDetalles
6. ibídem, p.3.
7. de la Maisonneuve, Eric, La metamorfosis de la violencia, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1998, p.156.
8. U.S. Department of State, Patterns of Global Terrorism 2001, Latin America Overview, May 2002.
9. Ibídem.
10. Ibídem.
11. Congressional Research Service, CRS Report for Congress, Terrorism: Near Eastern Groups and State Sponsors, 2001, Code RL31119, Washington, September 10, 2001, p.CRS-13.
12. "Detuvieron a un líder etarra en Uruguay", en La Nación, jueves 1 de agosto de 2002, p.5.
13. Escuela Superior de Gendarmería Nacional, "Crimen organizado en el Mercosur", XVII Seminario de Fronteras, Buenos Aires, 1999, pp.76-79.
14. Comisión Bicameral Especial de Seguimiento de la Investigación de los Atentados a la Embajada de Israel y al Edificio de la AMIA, Primer Informe, Congreso Nacional, Buenos Aires, 1997, p.185
15. "Paraguay: 'situación bajo control', dice Macchi", en BBC Mundo.com, 19 de mayo de 2000.
16. Extraído de la página Web de la Federation of American Scientists (FAS), "Intelligence Agency Budget and Personnel (1998)", www.fas.org/irp/agency/budget1.htm.
17. "Counterterrorism Intelligence Capabilities and Perfomance Prior to 9-11", a Report to the Speaker of the House of Representatives and the Minority Lgeader from the Subcomitee on Terrorism and Homeland Security, July 2002, p.ii, www.intelligence.house.gov/Word/THSReport071702.doc
Fuente:
Ponencia preparada para el V Encuentro Nacional de Estudios Estratégicos, Buenos Aires, 1 al 3 de octubre de 2002