AMÉRICA LATINA A LA MITAD DEL PRIMER DECENIO DEL SIGLO XXI. ¿HACIA DÓNDE ES EL VIRAJE?

19 de Abril de 2006
Juan Rial


1. El contexto

En los años 60, 70 y todavía adentrándose en los ochenta, una buena parte de América Latina era el escenario caliente, aunque marginal, donde las grandes potencias disputaban la guerra fría. Guerrilleros y militares eran los principales actores de una confrontación que tuvo lugar en buena parte de esa región. En América del Sur no hubo abiertas fuertes, salvo episodios excepcionales, pues las operaciones de las guerrillas urbanas pudieron ser contenidas, aunque con la práctica de "guerras sucias", apelando a la tortura, la delación la desaparición clandestina, la supresión de garantías individuales, cuyo costo en cuanto a fractura social fue alto y que hoy continua sin ser saldado en la memoria histórica de cada sociedad. Salvo en Ecuador y en Paraguay este tema de cómo clausurar el pasado sigue siendo parte de la agenda política. En Perú en los ochenta y 90 fue escenario de un movimiento milenarista de ideología maoísta, también suprimido, aunque quedan restos operando en remotas partes de la sierra y la ceja de selva de ese país. También los costos fueron similares a los de sus antecesores más tradicionales, pero gran parte de los afectados fueron los sectores más desfavorecidos de la sierra peruana. Bajo una nueva forma pervive el enfrentamiento en Colombia, iniciado hacia fines de los años cuarenta del siglo pasado.

En América Central se registró un triunfo revolucionario en Nicaragua revertido por una combinación de confrontación armada y política en 1990/1 y hubo lucha abierta en Guatemala y El Salvador. En el Caribe se registró la insurrección de Santo Domingo en 1965. Fue también arrasado el régimen de Noriega en Panamá y Haití cayó en una crisis permanente de la que aún no ha emergido.

El sistema económico y social de los años 60 hasta 70 continuaba siendo, con variantes, el que describió la CEPAL, la Comisión Económica para América Latina, que daba cuenta de las políticas prácticas llevadas a cabo por la mayoría de los estados, basado en la sustitución de importaciones y con un estado de tipo asistencial para atender a los sectores más necesitados, mediante esquemas que combinaban el clientelismo tradicional con el "horizontal" para vastos sectores.

Era tiempo de inestabilidad política y autoritarismo. Pocos países escaparon a los golpes de estado y las dictaduras, entre los cuales deben citarse a Costa Rica y Venezuela. Colombia mantenía esa estabilidad, pero a costa de perder el control de una buena parte de su territorio en manos de organizaciones armadas. Era el tiempo de la "dictadura perfecta" en México, bajo el control del dominante Partido de la Revolución Institucional. La democracia no era parte sustancial de la agenda política.

Los años 80 y 90 trajeron un cambio fuerte. Primero la ola de democratización que llevó a que la casi totalidad de la región pasara por procesos de transición de muy diversa intensidad. Abarcó desde México, donde un acuerdo de elites abrió el sistema y permitió que triunfara el Partido Acción Nacional hasta la Argentina de la "guerra sucia", donde la falta de una salida ordenada introdujo un componente extra: rebeliones de militares que se extendieron hasta 1990, pasando por acuerdos de paz en Centro América, las peculiares transiciones de Uruguay y Chile, la dictadura de Alberto Fujimori y su caída, y la emergencia al fin de la década del 90 de Hugo Chávez como líder de un movimiento político que tomo el poder en Venezuela.

El segundo gran cambio fue en el campo socioeconómico. El llamado consenso de Washington fue la política dominante en la región, con ciertas restas en más de un país. Este "consenso" realmente no existió, sino que fue un conjunto de medidas recomendadas por las organizaciones multilaterales de crédito y monitoreo, fundamentalmente el Fondo Monetario Internacional el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo inspiradas en los cambios registrados en Gran Bretaña bajo el premierato de la Sra. Tatcher y en medidas parciales llevadas a cabo en EEUU a partir de la administración de Ronald Reagan. De acuerdo con el economista inglés John Williamson, que acuñó el nombre para estas políticas, estas comprendían lo siguientes medidas.

(1) Disciplina fiscal: Debía reducirse el déficit fiscal y alcanzar presupuestos balanceados. Un déficit de presupuesto operacional que sobrepase un 1% a 2% del PIB se consideraba prueba de una falla en la política aplicada, a menos que este exceso se haya utilizado en inversiones de infraestructura productiva. Se recomendaba estabilizar la proporción deuda-PIB a no más de 0.4.
(2) Prioridades en el gasto público. La necesidad de cubrir el déficit fiscal presenta la disyuntiva entre aumentar los ingresos fiscales o reducir el gasto público. El consenso de Washington, influido por los economistas "reaganianos" ("supply-siders"), optó por favorecer la reducción del gasto público Esto implicaba una reducción muy importante del estado de bienestar social. Debían reducirse los subsidios, la educación y la salud debía reorientarse así como la inversión en la infraestructura pública. No se consideraba el tema gasto militar.
(3) Reforma Tributaria. El aumento del ingreso vía impuestos se considera una alternativa a la reducción del gasto público para paliar déficit fiscal. La base tributaria debe ser amplia, mientras que la tasa tributaria marginal debe ser moderada. Obviamente al no poder lograr ensanchar la base, vista la fuerte informalidad de la economía, la tributación no ha sido moderada.
(4) Tasas de interés. Existen dos principios generales referentes a los niveles de las tasas de interés el primero es que deben ser determinadas por el mercado, para evitar distorsiones en la asignación de recursos como resultados de criterios burocráticos arbitrarios. El segundo principio apunta a la necesidad de tasas de interés real positivas, para incentivar el ahorro, por un lado y desalentar la fuga de capitales, por el otro.
(5) Tipo de cambio. Como en el caso de las tasas de interés, la tendencia es inclinarse por tipos de cambio determinados por el mercado.
(6) Política comercial que apunta a la liberalización de las importaciones constituye un elemento esencial en una política económica orientada hacia el sector externo (orientación hacia afuera). Una política proteccionista en favor de la industria nacional y en contra de la competencia extranjera es vista como una distorsión costosa que en última instancia termina por penalizar el esfuerzo exportador y por empobrecer la economía local. El sistema de permisos de importación es considerado el un ejercicio de proteccionismo, y además da oportunidades para la corrupción. En opinión de Williamson, una tarifa general moderada entre un 10% y un 20%, con poca dispersión es aceptable como mecanismo para proteger y orientar la diversificación de la base industrial, sin mayores costos.
(7) Inversión Extranjera Directa. (IED). La liberalización de los flujos financieros externos no fue vista como una alta prioridad, pero una actitud restrictiva que limitara la entrada de la inversión extranjera directa (IED) era considerada inadecuada. La IED, además de aportar capital necesario para el desarrollo, provee capacitación y know-how para la producción de bienes y servicios tanto para el mercado interno como para la exportación.
(8) Privatizaciones. Ha sido el pilar de esas políticas basándose en que los empresarios privados administran más eficientemente que los burócratas de las empresas estatales, lo que en buena medida, y al menos teóricamente parecía correcto. En general, se consideraba que la privatización de empresas de propiedad estatal (EPE) constituye una fuente de ingresos de corto plazo para el Estado. En el largo plazo, se argumentaba, el Estado se liberaba de la responsabilidad de financiar ulteriores inversiones. La promoción de las privatizaciones en el extranjero como política oficial de EEUU data de 1985, con la promulgación del Plan Baker para reducir el endeudamiento externo y el ex Secretario de estado Kissinger ya abogaba por las mismas a fines de los 70. El FMI y el Banco Mundial han incentivado las privatizaciones en Latinoamérica y en el resto del mundo desde entonces. En opinión de Williamson, la privatización puede ser muy constructiva en el caso que promueva mayor competencia. Sin embargo, declara no estar persuadido de que el servicio público es siempre inferior a la avidez privada como fuerza motivadora. Por otra parte, bajo ciertas circunstancias, cuando los costos marginales son inferiores a los costos medios (por ejemplo, en el caso del transporte público) o en presencia de impactos ambientales demasiado complejos para ser fácilmente compensado por regulaciones (por ejemplo, en el caso de las sanitarias), Williamson continúa creyendo que la propiedad pública es preferible a la propiedad privada. Pero este no es el punto de vista de Washington, concluye.
(9) Desregulación. Una forma de promover la competencia es mediante la desregulación. Este proceso fue iniciado en Estados Unidos por la administración Carter, pero fue profundizado durante el mandato de Reagan. En un buen número de países de América Latina, las normas de regulación eran y aún son administradas por burócratas mal pagados, dejando un margen alto para la corrupción. La actividad productiva puede ser regulada por la vía legislativa, por decreto gubernamental o por decisión tomando caso por caso. Esta última práctica es bastante difundida y perniciosa en Latinoamérica ya que crea incertidumbres y provee oportunidades para la corrupción. También suele ser discriminatoria en contra de los pequeños y medianos empresarios, los cuales, a pesar de que son importantes fuentes creadoras de empleo, raras veces tienen acceso a las esferas más altas de las burocracias.
(10) Finalmente, Williamson refería a la defensa del derecho de propiedad intelectual, visto que el mismo era prácticamente desconocido en buena parte del tercer mundo.

El control de la inflación según Williamson no aparece claramente promovido por Washington, pero las política antinflacionarias han sido una consecuencia del régimen de disciplina fiscal recomendado.

Tampoco son parte del consenso, pero son consecuencias obvias el crecimiento del desempleo y el incremento concurrente del mercado informal en todas sus manifestaciones1. La misma tuvo también expresión política. Como lo había adelantado Hernando De Soto, el "otro sendero", el de la informalidad, llevo también a una expresión política: la elección del "nuevo caudillo" el outsider Alberto Fujimori en 1990.

En lo que va de la primera década del siglo XXI, la región parece encaminarse hacia otro rumbo. De acuerdo con la corriente dominante en los medios de comunicación, políticamente parece que es la hora del centro hacia la izquierda. Pero estas viejas "etiquetas" no suelen ayudar mucho. Los fenómenos de los que hay que dar cuenta son más profundos.

Clivajes de clase y de etnia, o mejor dicho, de percepción de pertenecer a una etnia o grupo factible de ser caracterizado racialmente, y, fundamentalmente, lingüísticamente han provocado nuevos alineamientos sociales con fuertes efectos en la política.

El ideal de la clase media no muy alejada de los sectores trabajadores encuadrada en partidos políticos ha entrado en crisis. Los partidos han perdido el monopolio de la representación legítimamente aceptada por la ciudadanía. Pertenecer a la clase política ha dejado de ser apetecible para buena parte de las elites de la región. Poderes fácticos, fragmentados, sin capacidad legal, pero con fuerza compiten, efectivamente, por el poder.

Chávez marcó el camino reciente en la región con su "revolución bolivariana". Sobreviviente de un golpe de estado fracasado contra el entonces presidente Arlos Andrés Pérez, Chávez constato que podía utilizar los mecanismos básicos de la democracia, las elecciones y el uso de los medios masivos de comunicación social para lograr el poder y "representar" los grandes sectores mayoritarios que son o que se consideran desposeídos. Chávez agregó a su arsenal de mecanismos los recursos provenientes de las exportaciones de petróleo, favorecidos por los precios excepcionalmente altos. Ello le permite practicar un neo-populismo con movilización muy limitada de la población, y con límites controlados a sus acciones. También pudo sobrevivir a un intento de golpe de estado en su contra y a una movilización de parte de quienes se auto -percibieron como afectados por su gobierno de revocar su mandato en las urnas. Si bien la verborrea antisistema es grande y la oposición a los EEUU marcada, la misma no pasa de un nivel retórico fuerte. En los hechos se trata de un régimen asistencialista con fuerte simbolismo revolucionario. Calificarlo de izquierda quizás es un exceso.

Con un crecimiento del 0.5% de su PBI en el 2005, una deuda de 3000 millones de dólares sólo con el BID, el BM y la CAF y con reservas de 30000 millones de dólares el régimen que controla el país con el quinto nivel de exportaciones de petróleo a nivel mundial tiene recursos para seguir adelante, aunque la pobreza afecte al 70% de su población. La pobreza es una forma "políticamente correcta" para definir una situación de de privación producto de la existencia de una vasta clase social, o mejor dicho un vasto estrato prácticamente desclasado, que simplemente busca reproducir su vida cotidianamente. Políticamente en el 2005 Chávez superó una nueva elección donde la oposición no se presentó a disputar bancas parlamentarias y la participación fue extremadamente baja, del entorno del 20%, sin que ello signifique que haya un deterioro para el presidente, que ahora se encamina hacia su reelección.

Esta situación, anómala, según la teoría democrática, muestra que los alcances de los esquemas interpretativos son bajos. No basta tener elecciones para lograr instituciones democráticas. No basta tampoco que las mismas representen a la mayoría. El viejo concepto de la "tiranía de las mayorías" es fácilmente aplicable. Pero, también es cierto, no hay una oposición que merezca esa denominación. Muchas de las fuerzas que se oponen a Chávez actúan bajo la lógica de las ONGs, constituyendo "opongos"2

El triunfo de Lula en Brasil pareció conducir a un nuevo estilo de gobierno de izquierda. Pero su condición de minoritario en el Congreso los llevó rápidamente al centro izquierda, producto de los compromisos que tuvo que realizar el partido de Lula con el partido del Frente Liberal que llevó a que practicase política como era usual en el país. Ello sumió a su partido en el desprestigio pues apelaron a prácticas de corrupción en las que se suponía que el Partido dos Trabalhadores no podía incurrir. ¿Pero, como se puede gobernar sin tener mayorías propias en los ámbitos parlamentarios? La reelección de Lula parece posible, fundamentalmente porque los otros contendientes posibles también pertenecen al mismo sistema de partidos más o menos denostado por las mayorías. Sin embargo, el sistema todavía parece tener reservas de "estabilidad", aunque el descontento ciudadano puede producir señales importantes en la próxima elección.

Con un grado fuerte de desigualdad social, uno de los mayores de la región, sin embargo no se registran explosiones sociales, aunque sí hay un aumento notorio de la violencia urbana y la confrontación a niveles comunales y barriales. Parecería que por esa vía y no por la acción colectiva de grandes conglomerados se canaliza la energía y el descontento social, que mucho tiene de acomodamiento y ajuste al sistema. Los más "desencantados" suelen ser lo sectores sociales que creían que la retórica tradicional de la "nueva" izquierda del partido creado en los ochenta iba a traer una nueva forma de hacer política.

El triunfo de un marginal de la política argentina, el hasta ese momento gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, supuso un cambio en el viejo esquema de conducción peronista. Se trata de un nuevo estilo, que aunó la vieja impronta setentista de la juventud peronista de ese tiempo, con el presente y ha logrado un cambio fuerte en el movimiento justicialista. Del populismo de tiempos del primer peronismo, se paso al decadente y fracturado peronismo de los 70, luego al peronismo neoliberal de Carlos Menem, y ahora al de la centro - izquierda "transversal", que reúne a antiguos izquierdistas y justicialistas más o menos tradicionales que conduce Néstor Kirchner. La fraseología de los setenta, remozada, parece dar el tinte izquierdista a este gobierno. Sin duda, Kirchner ha logrado acumular poder, no siempre en sintonía con las mejores formas democráticas, pero los éxitos de una economía exportadora en el pasado reciente y la política símbolos que implicó imponer constantes humillaciones a los militares ha sido rentable para su imagen de conductor. Pero, pese a que la deuda con el FMI fue cancelada, y a que el crecimiento de la economía ha sido espectacular, hay un problema, el ritmo más lento en que se producen inversiones y el crecimiento de la inflación3. Puede que Kirchner afronte con éxito la próxima reelección, pero el país sigue estando lejos de la estabilidad y del camino del crecimiento sostenido y constante. El descontento se manifiesta de distintas formas, desde la acción callejera de los llamados "piqueteros", a las marchas reclamando orden que organizan víctimas de acciones delictivas, pasando por el discurso tremendista que dice que "se vayan todos", refiriéndolo a la clase política y que tiene por efecto que sólo se tienen que ir algunos.

Chile ha venido experimentando un modelo moderado de aplicación del consenso de Washington, cuyo éxito también debe mucho a la percepción interna y a un muy buen mercadeo exterior, además del innegable crecimiento económico constante que ha registrado el país4. No hay duda que ha tenido éxito, pero se sabe que la desigualdad es importante5. El miedo heredado del fracaso de la Unión Popular y de la represión subsiguiente ha permitido la recomposición de una clase política y dirigente que negocia constantemente, sectores medios que apoyan el régimen y un sector social subalterno que trata de acomodarse en la situación. El nuevo gobierno de Michelle Bachelet con un Congreso dominado por la alianza de fuerzas de centro y la izquierda moderada, la Concertación, que con diversos estilos y formas ha imperado desde 1990, seguirá el camino ya trazado con sólo ajustes de estilo. Se trata del régimen donde la representación republica sigue los cánones clásicos y donde no se percibe un descontento social.

También se dice que Uruguay viró a la izquierda, pero, más allá del convencionalismo con puede apreciarse el triunfo de Tabaré Vázquez y su alianza progresista en octubre de 2004, se constata que fue más un cambio de estilo y forma que de sustancia. En un país con una demografía que no favorece el cambio, anclado en un imaginario colectivo situado vagamente en los años cincuenta del pasado siglo, para buena parte de la ciudadanía, simplemente, se desea perpetuar un estado asistencial difícil de financiar. Con tres millones largos de habitantes casi 300 000 tienen alguna prestación estatal como funcionarios y cerca de 700 000 una como retirados a los que se agregarán unas 20 000 prestaciones de un plan de emergencia para indigentes. Todas son remuneraciones de poco monto, por cierto, pero que pesan terriblemente en el presupuesto de un país con escasos recursos. Sin embargo, con una carga impositiva regresiva alta, basada en un impuesto a las ventas del 23% y en impuestos a los combustibles del 44% se logra mantener y la mayoría de la población se contenta con este estado de cosas, pues teme que haya cambios realmente importantes en los que hay muchos más para perder que para ganar. Pese a todo el desempeño de la economía ha sido bueno en los últimos años6.

El resultado más espectacular en política en la región latinoamericana en el 2005 fue el triunfo de Evo Morales en Bolivia, que se supone introduce una dimensión de incertidumbre acerca de cómo se conducirá en el gobierno con una abigarrada coalición de apoyantes con intereses contradictorios. Sólo hay que señalar el problema autonómico que plantea Santa Cruz, cuya elite blanca, donde la presencia de emigrados libaneses es notoria, así como la de emigrados del altiplano, "collas" que dejan de ser tales para portarse como el más "camba" de los cambas"7 maneja el 30% del PBI del país, el 50% de las exportaciones y 50% de los préstamos bancarios del país. Si bien Morales obtuvo el 30% de los votos de la región provenientes de sus coterráneos collas emigrados, esa no es su "plaza fuerte", su territorio. Ahora plantea una constituyente y referenda autonómicos, pero sus votantes ya exigen cambios, que presuponen mejorar su nivel de vida, que el gobierno no puede proporcionar al carecer de los recursos para hacerlos. Todo lo que quieren aquellos que apoyaron su ascenso a la presidencia es reconocimiento social, más aún que compensaciones, subsidios. Dado que en el marco actual de relaciones económicas no hay mucho espacio para compensaciones económicas, el nuevo régimen apunta a la política simbólica que busca dar compensaciones no materiales, por la vía de arriesgadas propuestas de cambio político. Calificar de izquierdista al gobierno es simplificar demasiado la situación.

En Colombia, donde el presidente Uribe parece tener asegurada la reelección, es de esperar la continuación de la política discursiva de confrontación y de solución militar, que en la práctica se lleva adelante limitadamente, acompañada de conversaciones de paz y desarme. Las mismas han permitido trasformar a buena parte de las autodefensas en auxiliares de esta guerra contra las FARC, al tiempo que otro de los grupos insurrectos el ELN sigue en conversaciones de paz. Aunque siguen persistiendo una situación de territorios no controlados en manos de señores de la guerra, la acción de Uribe a favor de la confrontación llevó a Colombia a un cambio de percepción de la naturaleza del conflicto -definición que el gobierno de Uribe no acepta-, que, no es la deseada por una parte de la comunidad internacional que desearía seguir por el camino convencional de las conversaciones de paz. Las mismas, sin embargo, si bien llevaron a varios grupos armados a abandonar las acciones violentas y no parecen tener ningún incentivo para que el grupo principal involucrado, las FARC, se vea tentado a seguirlo, sino hay una presión militar convincente.

El posible resultado de la elección en Perú de junio de 2006 es incierto. No se ha logrado reinstitucionalizar la política luego del período de informalidad de tiempos de Fujimori. El fracaso de su primer presidente de ancestros indígenas, Alejandro Toledo, en obtener apoyo popular, abre interrogantes acerca de hacia adonde irá ahora el Perú cuando el electorado peruano castigó al presidente y su partido al no otorgarle ni una sola banca en el futuro Congreso8. Lourdes Flores no logró más que un sexto de los congresistas y la mayoría de sus votos provienen claramente de las clases medias y medias altas. Ollanta Humala, que se presentó como un líder nacionalista, ocultando su pasado etnocacerista9 disputará la segunda vuelta con quién tiene la llave de la elección Alan García y con un convidado no presente, el ex presidente Fujimori, preso en Chile, pero que obtuvo una bancada importante en las elecciones legislativas. Cualquiera que gane debe llevar adelante, aunque sea en política simbólica un importante cambio de estilo. De las 25 regiones del país, Flores sólo ganó en Lima, donde está un tercio del electorado. Humala se impuso en 19 regiones, quedando el resto para el APRA de Alan García. Asimismo en noviembre de 2006 deben realizarse elecciones en los 25 departamentos (regiones) que componen el país, donde nuevamente es de presumir una acentuación de la fractura en la integración política de este país.

Calificar de giro a la izquierda tampoco da cuenta de la complejidad del proceso, donde buena parte de los votantes de Humala son aquellos que desearían tener el mismo estatus que los favorecidos por el modelo económico vigente, no en eliminarlo. Tampoco de los intereses del grupo político que se conformó en torno al comandante, que reúne desde ex servidores de Vladimiro Montesinos, a empresarios, a dirigentes cocaleras, pasando por aventureros diversos y por quienes realmente quisieran una política social "justa".

Sin embargo, socialmente se ha registrado una fuerte adaptación al "otro sendero" del que hablaba Hernando de Soto en 1987, por la vía de la informatización del mercado laboral, que ha llevado a que el país tenga un crecimiento económico importante10. Pero su expresión regional, muy desigual, también explica el descontento y el apoyo al comandante Humala. La izquierda tradicional apenas juntó un poco del 1% de los votos y perdió toda representación en el Congreso.
En Ecuador la dispersión es el resultado de la desinstitucionalización que sigue afectando al país y es muy arriesgado hacer un pronóstico acerca de cómo será la orientación del país tras una próxima elección. Si hay que consignar que la diferenciación regional tiene como efectos que, en la práctica el país funcione como una "federación de alcaldías". Crecientemente las alcaldías principales, Quito11, Guayaquil, Cuenca, son las responsables de proyectos de desarrollo y sus líderes, impulsan este proceso descentralizador de hecho12. En los últimos diez años en tres ocasiones, protestas callejeras focalizadas en ciertos sectores de Quito lograron sacar del poder a los jefes de estado, aunque en cada caso diversos sectores de la clase dirigente, de la clase política y de las fuerzas armadas estuvieron de acuerdo en promover las destituciones de los presidentes Bucaram, Mahuat y Gutiérrez13.

En Centroamérica se produjo a fines del 2005 la elección en Honduras donde se pasó de un gobierno de centro derecha marcada a uno centro derecha moderada con el triunfo de Mel (Manuel) Zelaya. Pero, en sustancia no hay cambios sustanciales. El grado de pobreza de la población sigue siendo el más alto luego de Haití y en línea con la situación boliviana. Sin embargo no hay movimientos sociales antisistema. El descontó tiene expresión en una difícil situación de seguridad pública.

En Costa Rica logró ser electo nuevamente Oscar Arias, en el marco de un proceso lento de desintegración de los partidos tradicionales que presagia que este país poco a poco se deslice como los otros al camino de una institucionalización de nuevo tipo.

En Guatemala, aunque falta tiempo para nuevas elecciones no se perciben quienes pueden ser los próximos líderes partidarios, mientras el país no ha avanzado en un grado mayor de presencia estatal que permita mejorar la situación de los sectores más desposeídos. En el Salvador a pesar de la polarización manifiesta en elecciones recientes sigue conduciendo el país ARENA el partido más cercano al sector empresarial.

La política nicaragüense continúa siendo un sofisticado juego de caudillismo y personalismo, revestido de una retórica ideológica heredada de la confrontación de los a los tiempos de la lucha contra el sandinismo. La pobreza es alta, pero no se registran movimientos sociales antisistema.

En toda Centroamérica el papel de las remesas de los migrantes al exterior es muy relevante para atenuar tensiones. Constituyendo el principal rubro de ingresos, permite crear a partir de esos ingresos un estrato medio –bajo que gracias a esas ayudas del exterior tiene por referencia no sólo la situación interna sino la acción de sus compatriotas afuera del país, constituyendo un entramado de relaciones que no se planteaba dos décadas atrás. En otra forma también influye notoriamente en Dominicana, y en grandes países como Ecuador, Colombia y muy específicamente en México. En conjunto América Latina recibió por remesas, de acuerdo a la estimación del BID, unos 53.600 millones de dólares en el correr del 200514.

Muy relevante será la elección mexicana, donde Manuel López Obrador, el alcalde de la ciudad de México, puede alcanzar la presidencia, siendo percibido como otro gobierno de un tinte izquierdista, cuando en la práctica es un régimen que acentuará el nacionalismo retórico, frente a la práctica que indica que, cada vez más la integración económica, física de la infraestructura y social con EEUU crece. Sin embargo todavía no está claro si será López Obrador el ganador o continuará el PAN a cargo del gobierno.


2. La representación y los intereses ciudadanos

Gran parte de estos problemas indicados para varios de los países de la región tienen como síntoma la crisis de los partidos políticos, el desprestigio de los integrantes de la clase política, de los parlamentos y más genéricamente de la política concebida tradicionalmente como un espacio donde constantemente se dirimen disputas mediante confrontación y consenso.

En la América Latina de hoy sus vínculos con la ciudadanía, la capacidad de agregar y articular voluntades de las organizaciones políticas, se encuentra en cuestión y en algunas regiones es claro que han perdido esa capacidad de representación efectiva. Los partidos quedan reducidos, entonces, a ser meras máquinas del proceso electoral que se ajusta a la ingeniería pensada para hacer efectiva la representación.

En los países latinoamericanos la disputa por el poder hoy en día se da en sociedades altamente desiguales, con baja institucionalidad y con reglas de juego que no son homologables para todos los actores. Más aún, en las sociedades actuales, los partidos interactúan con un sinnúmero de organizaciones sociales y con los ciudadanos independientes a través de intermediaciones que generan los medios de comunicación (opinión publica). Si bien los partidos políticos funcionan, además, en el contexto un sistema de partidos, más o menos regulado, que determina incentivos (premios y castigos) que suelen reducirse a las posiciones que se adoptan para obtener mejores resultados electorales, aún esta actividad presenta problemas visto el descontento ciudadano. De alguna manera se está en una suerte de campaña electoral permanente, donde apenas se sale de una competencia se trata de lograr mejores situaciones para los próximos comicios

Los poderes fácticos en más de un caso, siguen sosteniendo sus intereses evitando pasar por el marco estatal o gubernamental. Pero, por otra parte parecen nuevos actores. Pueden ser movimientos centrados en la reivindicación de una identidad con muy diversas referencias, entre los cuales lo más relevantes son los indígenas y los que hacen referencia al género, de las nuevas formas de representación menos formales, como los movimientos de ciudadanos muchas veces formados en un entorno regional, los que pugnan por construir nuevas formas de expresión ciudadana.

Es cierto que la estructura formal de la democracia implica la competencia electoral y esto asegura a los partidos un espacio. Pero pueden ser "estuches vacíos de contenido", contenedores para la acción de grupos de interés, de "nuevos caudillos" que apelan a nuevas formas de "neopopulismo" que parten de la idea que los recursos estatales son limitados –salvo casos muy excepcionales, como el de los países con abundante petróleo cuyo precio ha subido notoriamente en el mercado internacional- y deben actuar en consecuencia. Por lo general, ante la falta de recursos que no permite practicar el clientelismo vertical y horizontal del pasado, practican formas política simbólica, combinadas con alguna atención especial a los sectores menos favorecidos, pero enfrentan el descontento de los debilitados estratos medios.

Ante esta situación se produce la situación de "ciudadanos en fuga". Ellos dejan de interesarse en las actividades formales relativas a la política. Sólo demandan a través de los viejos mecanismos clientelares, cada vez más estrechos, aún los de carácter "horizontal" o a través de la protesta. En muchos casos las mismas determinan que se comporten como "mano de obra" no consciente de muy diversos intereses. Pero, la mayoría, excluidos de posibles beneficios estatales, desertan, fugan. Pueden hacerlo literalmente, inmigrando, aunque no signifique que pierdan su arraigo familiar o territorial de origen, como lo muestra el flujo de remesas, o pueden hacerlo moviéndose en el marco informal de la economía y la sociedad dejando de interesarse por los caminos formales de la integración social.

En buena parte de América Latina, especialmente en la región andina y en algunos de los países centroamericanos los partidos políticos han perdido su centralidad. No sólo orientan a la opinión pública, sino que, por el contrario, suelen estar orientadas o, lo que es más preocupante, son rechazados por ella.

La formación de esa opinión pública ahora, en buena parte de los países ha dejado de ser la tarea de los partidos, sino de muy diversos grupos de interés, muchos de ellos encabezados por políticos, que actúan como personalidades muchas a veces al servicio de intereses empresariales. En más de un caso el político es, él mismo, también un empresario. Los partidos han perdido la capacidad de movilización que exhibían en el pasado. No resisten las demandas de corporaciones y grupos de interés, y les es difícil permanecer en la escena política, por lo que mantener su existencia es un desafío constante y tienden a convertirse exclusivamente en máquinas de arrastre electoral, desapareciendo en los períodos entre las consultas populares como los principales actores.

En resumen el problema básico que afecta a buena parte de la gobernabilidad de la región es la falta de adecuación de las instituciones políticas a los grandes cambios económicos, tecnológicos, sociales y culturales que se han registrado en los últimos. Para entender la situación se necesita un marco holístico que comprenda la situación de las instituciones del sistema político, en el contexto de una región que ha registrado cambios tales que hacen que, el pensamiento dominante en los años 90 sobre la consolidación de las incipientes democracias de América Latina, necesita una revisión fuerte.


3. Las preguntas a realizarse

¿Hacia donde se dirige América Latina con estos cambios proyectados a partir de resultados electorales que llevan al centro izquierda?

Si se toman en cuenta también las nuevas relaciones internacionales que plante el cambio de las relaciones con el FMI, que con el pago de la deuda que tenían con esa institución Argentina (unos 10 mil millones) y Brasil (unos 15000 millones de dólares) que deja a Uruguay como el principal deudor de la región y que hace que el consenso de Washington ya muy denostada empieza a perder capacidad operativa al romperse la condicionalidad impuesta por las organizaciones de monitoreo y crédito, puede decirse que la zona, en su conjunto entra en una etapa de incertidumbre acerca de cuáles serán las políticas económicas predominantes.

Chile es claramente el país que sigue su versión de economía abierta, orientada a la exportación, y que constituye un lugar apreciado por parte de los inversores del exterior. Pero, otros países que dicen no seguir esas políticas, en la práctica siguen recorriendo ese camino.

A ello se agrega la continuada importancia de las remesas de los inmigrantes que hace que casi todos los países de América Central y el Caribe -la excepción fuerte es Costa Rica- tengan como principal ingreso del exterior ese rubro, que sea el segundo de Colombia y Ecuador y tercero de México donde alcanza a unos 20 000 millones de dólares.

La región macroeconómicamente presenta cifras adecuadas, pero la situación social sigue siendo explosiva. Es la que tiene mayor desigualdad a escala mundial y la pobreza sigue afectando al 43% de sus habitantes15. Es la que presente fuerte polarización entre sectores sociales.

En ese marco las expectativas acerca de la democracia, por lo general altas, no ayudaron. La democracia introdujo mecanismos para dirimir conflictos por vía de las urnas en lugar de confrontaciones armadas, pero obviamente no podía solucionar los problemas referidos al empleo, la educación, la salud, y la reducción de la pobreza.

Ninguna república puede sacrificar los derechos de casi la mitad de la población sin perder legitimidad para su régimen político. En este marco las instituciones formales pierden relevancia para la masa de ciudadanos. Hay un descontento, aunque realmente no es con la, sino en la democracia. La masa de los habitantes de la región no quiere que los apaleen, o que les quiten libertades y que se vuelva a un régimen autoritario, pero anhela un cambio en su situación económica y social.

Los sectores desfavorecidos, los pobres, para atenuar sus penurias, los sectores medios para lograr consolidarse en su muy precaria situación que amenaza llevarlos hacia abajo en la escala social.

¿Qué medidas de macroeconomía se pueden plantear como consenso post – Washington? Admitidos los beneficios de la disciplina fiscal, de la contención del gastos, y de ciertas privatizaciones realizadas con controles adecuados, de la instauración de unidades reguladoras de servicios públicos, del establecimiento de bancos centrales con grados de autonomía adecuados, de simplificar los sistemas impositivos, ¿que debe seguir ahora? ¿Cómo lograr más inversión para crecer y crear oportunidades de vida mejor para la región?

Hasta ahora el problema central es que la inversión extranjera sólo ha creado muy poco empleo, pues las iniciativas de tecnología de punta suelen requerir poco personal. Un buen número de personas con habilidades, o al menos con una titulación que dice que la poseen16, no logra inserción en esos proyectos. La masa de trabajadores sin habilidades no tiene posibilidad de tener un empleo formal, y pasa a ingresar ese gran "ejército de reserva" de desocupados y de informales, que trata, simplemente, de sobrevivir en un marco desfavorable.

La constante modernización de los sectores económicos, tiene como requerimiento mejor personal entrenado y eso supone empleo genuino para algunos, pero no para todos los que lo quisieran.

Pero, también es cierto que la regulación de actividades y su formalización es uno de los débitos fuertes de casi todos los gobiernos y sus equipos económicos. Preocupados por los grandes números, no atienden los problemas sociales que ya han llevado a la quiebra a más de uno de los regímenes políticos de la región, como aconteció en Argentina en el 2001, en Bolivia en el 2003 y 2004.

Los datos demográficos indican que una clase media cada vez más temerosa del futuro no asegura la reproducción biológica. La misma queda en manos de los sectores bajos. Pero, este hecho indica que hay en proceso nuevas generaciones de excluidos sociales. ¿Que clase de programas pueden plantearse para reducir la desigualdad social y reducir la exclusión? La idea de implantar una renta básica, un pago parte en especie, en acceso a la salud y educación, más un estipendio mínimo, independientemente de tener o no una ocupación no es factible financieramente por falta de un excedente, de un surplus adecuado. ¿Entonces, cómo lograr que haya una ciudadanía social que acompañe a la ciudadanía política? Supone que se generen recursos necesarios para tener formas de asistencia social adecuada. Por el momento ningún país de la región puede afrontarlo.


La ciudadanía en fuga y el cuestionamiento de la representación política es el resultado de la desconfianza en las instituciones y en cierto modo en su desprecio. La consigna "que se vayan todos", expresada en el 2001 por una parlamentaria argentina, indicaba ese sentimiento que apunta a la futilidad de las esas institucionalidad.

La "onegenización" de la implementación de políticas públicas (por parte de ONGs) si bien permite mayor participación, por otro lado debilita aún más al estado. Muchas de las organizaciones políticas de reciente data actúan más con un estilo de ONGs, promoviendo intereses limitados, muchas veces los de sus propios miembros exclusivamente, y no se preocupan por articular o agregar intereses como en los viejos partidos de definición ideológica en el caso de los articuladores o los partidos "atrapa todo" en los que agregan intereses.

En este marco parece difícil que se pueda rescatar la institucionalidad política como principal referente de la conducción de una sociedad. Los parlamentos y sus integrantes son vistos como innecesarios, como lugares donde se da sólo discursos. Se prefiere apelar a las organizaciones sociales que pueden presionar por un tema específico, o llegar a los medios de comunicación, o usar la voz de las Iglesias para lograr ciertos objetivos mínimos.

La política se "informaliza" tanto como los mercados laborales y tiene expresiones acordes. Los "piqueteros" argentinos, las organizaciones ad hoc que se han manifestado constantemente en Bolivia o Ecuador son las muestras más claras de estas nuevas formas de hacer política.

Pero, las mismas coexisten con las tradicionales, con la representación parlamentaria, que supone elecciones. Las mismas tienden a dar, cada vez más, resultados poco favorables o claros para la gobernabilidad. El electorado se fragmenta y da como resultado parlamentos donde no hay mayorías que puedan respaldar adecuadamente al ejecutivo. Otra salida es la de mayorías fuertes, una suerte de "tiranía de las mayorías" que tiende a la tentación autoritaria.

En esta constante duda, si bien se produce crecimiento económico, muchas veces basado en la demanda agregada de ciertos productos básicos, o en el uso más barato de la mano de obra, más que en el uso de producción tecnológicamente avanzada, toda la región no obtiene los recursos necesarios para alcanzar el estilo y calidad de vida que desea buena parte de la población.

Quienes quieren manejar las políticas principales del país apegados a la ortodoxia propia del gerencia económico de acuerdo con las reglas del arte, tienen éxito en lograr ese crecimiento, pero no siempre pueden enfrentar con éxito las demandas, muchas veces meras protestas, que van más allá del contenido meramente reivindicativo económico y entran en el campo de las demandas simbólicas por reconocimiento de estatus, sea étnico, lingüístico o muchos más veladamente de clase.

Las organizaciones políticas deberían cubrir la brecha entre el manejo ortodoxo de la política económica y esas demandas simbólicas. Unos lo hacen negando las segundas y amparándose en argumentos puramente racionales. Pero como bien se sabe las estadísticas no suelen ser fácilmente convertibles en movilizadotes económicos, no despiertan pasiones, y la política es sustancialmente sentimiento. Otros apelan a éstos y olvidan los argumentos racionales. Todavía no se ha logrado una fórmula política que tienda a manejar estas visiones opuestas y conflictivas.

Mientras esta situación de des- institucionalización y difíciles gobernabilidad se da internamente en varios de los estados de la región latinoamericana, afortunadamente, y como resultado de una serie de factores no siempre queridos, han desaparecido la mayoría de las amenazas de confrontaciones formales entre estados. Los gastos militares son relativamente bajos, pero no se puede asegurar que el problema haya sido superado. La fuerte dependencia de la única potencia mundial que también está situada en el mismo hemisferio hace que ningún país intente salir de un marco en el que la "paz" aun con las excepciones que supone la existencia de une estado que no controla todo su territorio, como es el caso de Colombia, sea la única opción.

En cambio, la situación de la seguridad pública no es buena. La rápida urbanización de todo el continente, la falta de oportunidades para conseguir ingresos para buena parte de la población excluida favorece la caída en la delincuencia, que, además, adquiere connotaciones fuertemente violentas, ante la falta de mecanismos de contención y frente a los intereses cruzados que favorecen estas conductas.


Conclusión

Los procesos políticos descriptos muestran que es difícil decir simplemente que la región latinoamericana vira a la izquierda. No parece fácil definir que es "izquierda" en los tiempos de hoy. Sería más fácil definir una derecha como aquel sector que agrupa a quienes defienden los intereses de los estratos que tienen altos ingresos, a las clases dominantes que concentran propiedad y los recursos en conocimiento. Es más difícil definir precisamente al centro, aunque pertenecen al mismo la mayoría de los estratos medios que buscan mantener su situación intermedia frente a los excluidos de los sectores populares. La pérdida de las referencias de clase, motivadas por la des -industrialización ha llevado a que los sectores populares se dividan en dos grande sectores, Aquellos que están incluidos formalmente en el mercado laboral y aquellos que no lo están. Estos últimos suelen ser una parte sustancial de la ciudadanía, en más de un caso su mayoría. Pero, no pueden alinearse con la izquierda.

Las viejas definiciones ideológicas ya no tienen relevancia. A lo sumo la izquierda se identifica con protesta, o con la idea de justicia social, pero no con un planteo orgánico.

Por ello hablar de un giro a la izquierda es abusivo. La Argentina del presidente Néstor Kirchner no es más que un régimen en manos de un político hábil que ha sumado recursos de poder para salir de la situación de un hombre puesto por el ex presidente Duhalde para combatir al también ex presidente Carlos Menem. La circunstancia y su historia personal lo llevaron a posiciones cercanas a la izquierda tradicional "peronista", pero no hay un correlato de estas posiciones en el resto de los países de la región. El régimen es fuertemente pragmático, aunque se base en un momento de expansión económica agro-exportadora que no ha podido ir más allá en cuanto a crecimiento económico, a pesar de la innegable expansión. Para manejar sectores excluidos de la corriente dominante del peronismo "transversal" que apoya al presidente ha logrado que algunos de ellos pasen a la situación de "privilegiados" dividiendo la posible oposición social al régimen. Lo hace mediante el mero expediente de la transferencia de subsidios. Alienta constantemente situaciones de protesta, para poder cooptarlas y de este modo seguir incrementando un poder personalizado.

Es poco lo que hay en común de éste régimen con el chileno, basado también en la agro - exportación más la minería, pero conducido férreamente por una clase política y dirigente que sabe hacer el juego de gobierno y de leal oposición y dando un papel central al estado. Su acción pragmática difícilmente podría ser calificada de izquierda en términos tradicional, sino centrista.

Difiere también del régimen brasileño del presidente Lula, que de izquierda sólo tiene el discurso y el intento silenciado de terminar con la situación de hambre. La falta de mayorías obligó a pactos y practicar las formas tradicionales de la política, incluyendo la compra de votos y prácticas corruptas normales, que hicieron que el partido de los Trabalhadores pasara a ser una fuerza tradicional más. Ha sido más un régimen continuador del gobierno de Fernando Enrique Cardoso más que uno de ruptura. El cambio ha sido de personal político y el mismo implicó crear la idea que hay grandes diferencias con el gobierno anterior. Con una población afro descendiente numerosa, escasamente representada, que no se ha manifestado en pos de reivindicaciones Brasil puede llegar a ser un escenario futuro de fuertes tensiones sociales.

También es más un cambio de personal político mas que de políticas lo registrado en el Uruguay del presidente Tabaré Vázquez. Con un país estancado en su demografía de perfil envejecido, sin dinamismo, el cambio sustancial es de estilo. La mayoría de la reproducción demográfica está en manos de los sectores pobres y cada año que pasa, el perfil de país de clases medias va desapareciendo lentamente. El intento de convertirse en una suerte de "estado binacional asociado" a Brasil y Argentina a través del MERCOSUR no ha funcionado y el país hoy se encuentra ante la necesidad de abrir más su economía al mundo, vista la falta de apoyo de sus socios regionales. La idea de izquierda aquí no es más que la que acompaña a la reivindicación de un pasado de justicia social que se identifica con el estado de bienestar que existió en el siglo XIX.

En los países andinos es difícil también caracterizar a la izquierda. El nuevo gobierno de Evo Morales expresa el resentimiento y la postergación de los habitantes del altiplano, la mayoría del país que ha perdido su principal referencia económica con los cambios registrados en la minería. País de mestizos, aunque muchos prefieren tener una identidad indígena, los problemas socioeconómicos se mezclan con los referidos a la identidad ética y lingüística. La definición nacional está fuertemente cuestionada y el país tendría que avanzar hacia formas de descentralización de tipo federal para poder superar la actual circunstancia. Además necesita una negociación simbólica con Chile y Perú para poder cerrar el viejo tema de la mediterraneidad.

En Ecuador la inestabilidad no es más que la manifestación de un estado que ha perdido su capacidad centralizadora para dar origen a una federación de facto compuesta por las grandes alcaldías del país. Afectado también por problemas sociales de clase y de identidad está a la búsqueda de un liderazgo personalizado que, por el momento también ha fracasado.

Perú se ha orientado hacia esos liderazgos personales en los últimos treinta años. Lo fue bajo un régimen nacionalista militar bajo el "chino" Juan Velazco Alvarado. Luego de interregnos experimento el cambio nacionalista que promovió el APRA con Alan García. Luego el régimen de la "diarquía" de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos que enfrentó guerrilleros y reordenó la economía a través de un modelo que siguió el consenso de Washington y dejó en la marginalidad a la mayoría de la población. Intentó una salida bajo Alejandro Toledo, una persona de ancestro indígena y ahora enfrenta una nueva disyuntiva personalista.

La Venezuela de Chávez, a pesar de su verborrea "izquierdista" y de su coqueteo constante con Fidel Castro no es más que un régimen "sultanista"17 basado en la explotación del petróleo, cuyos altos precios le permiten practicar una política de "clientelismo horizontal"18 Los sectores medios son impotentes para poder agregar intereses en una oposición y el fuerte apoyo a Chávez hace que la democracia de ese país asuma el carácter de una tiranía de las mayorías19.

En México la posibilidad del triunfo de Manuel López Obrador hace que muchos hablen también del viraje a la izquierda, pero, en realidad, con un electorado fuertemente segmentado y sin apoyo mayoritario en el Congreso, su gobierno no sería mucho más que un cambio de estilo. La articulación de la economía mexicana a la de EEUU no permite transformaciones radicales.

En América Central el posible cambio puede darse en Nicaragua, pero aún falta mucho para la elección de octubre de 2006. El resto de los países muestra una orientación del centro hacia la derecha, si es que se utiliza la vieja terminología, al igual que Colombia y la República Dominicana.

En consecuencia hablar de un viraje a la izquierda parece un exceso. No se trata más que de cambios de estilo, muchas veces sólo perceptible en el discurso y en posiciones de política internacional. Pero, en lo sustancial, en la situación económica y social de todos los países sólo hay una atenuación del consenso de Washington, sin abandonar sus líneas rectoras básicas.



1. Según estudio del BID en lo que va del siglo XXI de cada 10 nuevos empleos que aparecen en la región latinoamericana, 7 son de carácter informal.
2. "Organizaciones no gubernamentales de la oposición".
3. Según el INDEC el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) llegó en el 2005 a 9,2 siendo el tercer año consecutivo de crecimiento y el más alto desde que la economía empezó a recuperarse tras la crisis del 2001. En total hay un crecimiento de casi el 30% desde el 2002. Con esta base, se estima para 2006 un crecimiento del 8%. El PBI ronda los 100 000 millones de dólares. LA construcción, el agro y el consumo son los pilares de este cambio, mientras que la producción industrial, aunque recuperada tiene menos dinamismo. La inversión y el inflación son el talón de Aquiles del actual proceso económico. La inversión si bien acumuló un 160% de crecimiento desde el 2002 y en el 2005 creció a un 22% pero todavía es insuficiente. En cuanto a la inflación el consumo público y privado promueve el 81% del PBI y por lo tanto si los precios suben, la actividad se retrae.
4. En el año 2005 el PBI se acercado a los 100 000 millones de dólares, siendo en 1985 18 200 millones.
5. De acuerdo con el Índice de Desarrollo humano del 2003 publicado por el PNUD el índice de Gini es de 0.538. Llegaría a 0.406 si se excluye al 5% de los que reciben más altos ingresos.
6. Para una pequeña economía como la uruguaya, el crecimiento de los últimos años ha sido relevante, del 11% en el 2004 y de un 6,6% en el 2005 siendo el PBI de casi 17.000 millones de dólares.
7. "Collas" nombre dado a los habitantes del altiplano, de habla aymara. "Cambas" a los del trópico santacruceño.
8. Si bien Carlos Bruce fue el segundo diputado más votado preferentemente en Lima no pudo obtener la banca al no sobrepasar el partido Perú Posible la barrera mínima del 4% de los votos nacionales.
9. El grupo tiene el nombre de quien peló contra los chilenos en el siglo XIX el mariscal Cáceres y sostiene que solo los que tienen piel cobriza son los verdaderos dueños del Perú, planteando un esquema de reivindicaciones de tipo étnico. Humala y sus familia fueron parte del grupo, pero el comandante Ollanta ("El que lo ve todo a lo lejos desde su atalaya", en quechua) consideró prudente sólo manifestarse como nacionalista.
10. Con la inflación más baja de la región en el 2005 (del 1.5%) con un PBI de cerca de 70 000 millones siendo la minería un sector sustancial. Perú es el segundo exportador mundial de plata, zinc y bismuto, tercero en el mundo en cuanto a estaño, cobre y telurio, cuarto de plomo y molibdeno y el sexto ,a nivel mundial, de oro.
11. Hasta funciones primarias, como las policiales, han pasado a tener responsabilidad parcial municipal. El alcalde Quito Paco Moncayo indica que buena parte de los costos de combustibles, así como algunos de los vehículso policiales se sustentan con el presupuesto del municipio.
12. Con un PBI de 30 000 millones de dólares corrientes, la inflación es uno de los indicadores macroeconómicos desfavorables, el 4.36% en el 2005 a pesar de la dolarización que rigen en el país hace seis años.
13. Simón Pachano, en declaraciones a la agencia de noticias AP resume así esos procesos: (parecería que la gente) "cree que es normal salir a la calle y derrocar un presidente". "El problema es que ni siquiera sabemos cuánta gente es la que sale, no sabemos que es lo que quiere, a quién representa ... está bien que la gente proteste, pero no puede ser esa la forma de tomar decisiones. La democracia tiene sus mecanismos" . Precisamente estos "golpes de la calle", sin embargo, ha sido presentados en más de un caso como un movimiento a favor de la democracia.
14. 20.000 millones para México (la casi totalidad proveniente de EEUU) , 6.000 para Brasil (una buena parte, unos 2.200 millones de inmigrantes a Japón), unos 4.400 para Colombia, mientras que América Central y República Dominicana habrían recibido 11.000 millones. Los bolivianos, paraguayos, peruanos y otros latinoamericanos que viven en Argentina envían anualmente alrededor de 500 millones de dólares a sus países de origen, mientras que Argentina recibe, a su vez, un estimado de 800 millones de dólares que envían sus propios emigrantes que residen en Estados Unidos. De acuerdo con datos de una encuesta de Bendixen y Asociados, para el BID Perú recibió unos 2.500 millones (de los cuales unos 365 millones provenientes de inmigrantes al Japón), Bolivia 860 millones. Ecuador recibe unos 1.800 millones, de los que unos 1.000 son provenientes de España
15. El conocimiento convencional aceptado refiere a las cifras de CEPAL que suponen ingresos de menos de dos dólares diarios. Pero, en rigor, estos datos no indican mucho. Una buena parte de la población no está en el circuito monetario y tiene otros recursos, difícilmente mensurables en términos de ingresos monetarios, que explican sus formas de supervivencia diaria. Estas apreciaciones no siempre coinciden con la auto - adscripción a estratos que suele realizar la propia población, aunque sí por parte de la comunidad de encuestadores que suele definir los sectores en base a ingresos.
16. Los organismos de enseñanza técnica y muchos de nivel terciario universitario, han pasado a ser parte de la economía de mercado y su fin es el lucro para lo cual deben satisfacer el deseo de su clientela de tener un diploma, pero, este hecho no siempre se acompaña con la adquisición efectiva de conocimientos y habilidades. Muchas de las titulaciones, de este modo promueven mayores frustraciones, pues la misma no tiene un valor relevante.
17. La referencia es a Max Weber. Ver Estado y Sociedad, México FCE, 1944, 4.vol.
18. Se supone que este clientelismo en lugar de ser individual refiere a vastos sectores, en este caso los populares que constituyen el apoyo político del comandante Chávez.
19. En el momento en que terminamos de escribir este artículo Teodoro Petkoff el antiguo comunista, antiguo guerrillero, ex ministro de Caldera, fundador del Movimiento al Socialismo indica que estría dispuesto a competir contra Chávez, pero no ha expresado, hasta el momento, si acudiría a las elecciones primarias propuestas para tener un único candidato de la oposición, en las que se esperan que participen el ex diputado y dirigente del partido Primero Justicia, Julio Borges, un claro representante de los sectores medios liberales y el periodista y líder del partido Un Solo Pueblo, William Ojeda, difícilmente "etiquetable" Se puede plantear irónicamente la siguiente pregunta: ¿quién es el izquierdista, entonces Chávez o Petkoff?