Título: Libro de la Defensa Nacional de Chile - Parte II: Escenarios de la Defensa
2. LOS ENTORNOS QUE INCIDEN EN LA DEFENSA
La clasificación de los entornos que aquí se adopta debe entenderse en el siguiente
sentido: el entorno mundial comprende el ámbito internacional global; el entorno
continental abarca al conjunto del continente americano; el entorno regional se refiere
América del Sur; el entorno subregional alude a áreas o zonas dentro de esta región,
y el entorno vecinal está compuesto por los países limítrofes con Chile.
1. EL ENTORNO MUNDIAL
En el curso de la última década, tras el fin de la Guerra Fría, ha ido configurándose
una suerte de régimen de gobernabilidad global. Como se expuso en el
capítulo anterior, este concepto da cuenta de un fenómeno aún en desarrollo,
cuyo carácter vinculante es todavía laxo; no obstante, con él se alude a una serie
de procedimientos e instituciones que se articulan sobre la base de un conjunto
de valores compartidos: entre otros, la promoción de la democracia, la exigencia
de protección de los derechos humanos, la creciente desregulación de la
economía internacional y la preferencia por la cooperación como opción política
para abordar una agenda internacional compleja, de carácter global y transnacional.
De este régimen participan estados de diverso poder e influencia y se integran
también otros actores internacionales, incluyendo bloques de países o actores
no estatales. Cabe señalar que no todos los actores que concurren a este régimen
comparten idénticos enfoques de aquellos valores o asumen todos y cada
uno de los mecanismos internacionales en que se encarnan.
De su vigencia tampoco resulta forzoso que la opción por la cooperación necesariamente
impida la acción unilateral de los estados cuando éstos la consideren
necesaria. Incluso más, el marco de seguridad internacional que este régimen
global ha generado no resulta incompatible con la conformación de alianzas
bilaterales (por ejemplo, Estados Unidos-Japón) o multilaterales de alcance
regional (seguridad colectiva de la OTAN). Sin embargo, ha dado lugar al establecimiento
de un concepto de “paz democrática”,[11] así como a una tendencia a
limitar e inhibir el uso de la fuerza como resorte de resolución de conflictos al
interior de las áreas geográficas en que su gravitación es mayor.
En el plano mundial, Estados Unidos sigue manteniendo su supremacía, con
marcado acento en el aspecto militar. Sin embargo, la Unión Europea, Rusia,
China y el Sudeste Asiático comparten el poder económico y político.
La tendencia a la formación de grandes bloques políticos o político-comerciales
(NAFTA, UE, APEC, MERCOSUR) se ha acentuado, y en este sentido, se formulan
nuevas exigencias y se proyectan nuevas responsabilidades sobre la soberanía
estatal, la que adquiere dimensiones diversas en el ámbito de la adopción
de decisiones a nivel internacional y en su ejercicio.
En cuanto a las amenazas que se perciben, el terrorismo, en sus distintas manifestaciones
y asociaciones, las luchas étnicas, el narcotráfico, la corrupción,
los problemas de agotamiento de recursos naturales y las tendencias al integrismo
—e incluso fundamentalismo— religioso, determinan la actual agenda
internacional. Esto lleva, de una u otra forma, a la polarización de algunos estados,
en ciertos casos, o a su alineación con alguno de los polos, en otros. Destaca
el interés de EE.UU. por mantener la lucha internacional contra el terrorismo
como tema prioritario y por hacer de ella el denominador común de las
distintas prioridades nacionales en materia de seguridad y Defensa.
2. EL ENTORNO CONTINENTAL[12]
Desde una perspectiva general, la evolución de la región ha girado en torno a la
dinámica entre globalización y desarrollo regional. Por un lado, la globalización
ha tenido efectos positivos y negativos en el continente; por el otro, los gobiernos
y las sociedades americanas buscan políticas adecuadas para optimizar su
inserción en el proceso de globalización.
Aunque conserva algunas particularidades importantes, el continente americano
no es ajeno al impacto de las tendencias globales que exhibe la agenda de seguridad
internacional. En general, los países del continente participan del proceso
de globalización y comparten, en buena medida, valores e intereses con las
potencias que conforman los regímenes internacionales orientados a dar gobernabilidad
al proceso de globalización. Precisamente, algunos de los principios
más importantes que han orientado el proceso de Cumbres de las Américas
son: la promoción de la democracia, y en particular la consolidación democrática
de los países de América Latina y el Caribe; el respeto de los derechos
humanos; el desarrollo de un sistema internacional basado en el derecho y capaz
de distribuir los riesgos y beneficios de la globalización de manera más justa;
en fin, la búsqueda de un ambiente internacional más estable y seguro.
El examen de las tendencias más importantes que inciden en la seguridad del
continente debe considerar, entonces, los siguientes elementos:
2.1. América: una Zona que Contribuye a la Estabilidad Estratégica
Con la excepción de Estados Unidos y Canadá, el continente americano es, en
general, una zona al margen de los conflictos internacionales más significativos
y, considerado como unidad geográfica, es también un área que se encuentra libre
de conflictos intra-regionales importantes. La estabilidad estratégica relativa
del continente se refleja en que el índice de conflictividad entre los estados y
dentro de los estados es, pese a conflictos latentes y vigentes, el más bajo del
mundo. Según la información producida por el Instituto Internacional de Estocolmo
de Investigación para la Paz (SIPRI, en inglés), con la excepción del conflicto
colombiano, América no registra ningún conflicto mayor en su suelo desde
hace más de una década; incluso el conflicto entre Perú y Ecuador, que culminó
en 1998, no alcanzó a ser catalogado como un conflicto mayor.
2.2. Las Amenazas en el Continente
El continente americano encara problemas de seguridad de diversa gravedad,
tanto de carácter convencional como no convencional. La visión que aquí se entrega
corresponde a una evaluación relativa y se fundamenta en la comparación
con la situación de seguridad de otras regiones del mundo.
a) Amenazas Convencionales
En los últimos años, se ha consolidado en el continente americano una tendencia
a la disminución de los conflictos entre estados. No obstante, sería
prematuro sostener que la conflictividad inter-estatal ha desaparecido. Subsisten
algunas cuestiones territoriales pendientes entre algunos países, tanto
en América Central como en América del Sur, que eventualmente podrían
originar crisis, por lo que las políticas orientadas a la prevención de
conflictos y a la cooperación continuarán teniendo gran importancia.
b) Riesgos y Amenazas No Convencionales
Como se indicó antes, las riesgos y amenazas no convencionales que han
emergido durante el proceso de globalización afectan de manera diferente a
los estados; de aquí que corresponda a cada país definir soberanamente la
percepción de amenaza, así como las políticas e instrumentos que se emplearán
para encararlas (Ver Recuadro 4).
Es importante señalar que si bien los problemas tradicionales y emergentes de
seguridad pueden convertirse en amenazas y requerir eventualmente el uso de
la fuerza estatal -sobre todo de la fuerza militar—, una gran parte de ellos tiene
su origen en las dificultades que enfrentan los estados y las sociedades de la región
para tener procesos de desarrollo sustentables que fortalezcan la legitimidad
de las instituciones políticas, económicas y sociales. La resolución de muchos
de los problemas de seguridad de la región se encuentra, entonces, muy
vinculada al éxito de las políticas de desarrollo y a la legitimación de la democracia
como un régimen político eficiente.
2.3. Hacia un Régimen de Gobernabilidad en el Ámbito de la
Seguridad
La institucionalidad americana relacionada con asuntos de seguridad y Defensa
se encuentra transitando desde el marco de seguridad colectiva del sistema
interamericano surgido durante la Guerra Fría hacia un modelo más diverso y
amplio. Este modelo combina las instituciones ya vigentes con un número cada
vez mayor de regímenes cooperativos de carácter internacional de distinto
alcance (continental, regional, subregional y vecinal). En su conjunto, los diferentes
tipos de regímenes están dando paso a un régimen de hecho que genera
respuestas nuevas a problemas nuevos y que apunta a conseguir niveles crecientes
de gobernabilidad para el continente en el ámbito de la seguridad.
Desde un punto de vista conceptual, los principales elementos que configuran
este régimen en conformación son:
a) Democracia
La democracia ha sido adoptada como el régimen político por la casi totalidad
de los estados del continente americano. En ese contexto, y a pesar de
las diferencias que existan en el avance hacia la consolidación de los regímenes
democráticos, los países de la región han desarrollado numerosas iniciativas
en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA) y,
posteriormente, en el contexto más amplio del Proceso de Cumbres de las
Américas, orientadas a promover y fortalecer la democracia y los derechos
humanos como bases políticas que favorecen la estabilidad y la seguridad en
el continente. Este proceso ha tenido varios hitos durante los últimos años,
destacando la aprobación del Compromiso de Santiago y la Carta Democrática
de la OEA.
Por sí misma, la vigencia de la democracia no elimina el riesgo de conflicto
ni garantiza predictibilidad en el comportamiento internacional de los estados.
Sin embargo, el registro histórico internacional muestra que la democracia
ofrece mejores condiciones para la paz y la estabilidad que otros regímenes
políticos, así como mayores seguridades para que los países sujeten
sus relaciones mutuas a pautas de conducta más predecibles. Ello se explica
por las características del régimen democrático. En función de la separación
de poderes, de los mecanismos de control y balance entre ellos, de la sujeción
de las autoridades al escrutinio público y de las reglas del Estado de Derecho,
la democracia reduce las posibilidades de que las decisiones queden
entregadas al arbitrio de un gobierno unipersonal.
Al iniciarse el siglo XXI, la experiencia acumulada durante la última década
en el continente americano tiende a confirmar lo anterior. Pese a las dificultades
económicas e institucionales que a partir de fines de la década de
los años 90 comenzaron a afectar a diversos países, el régimen democrático
ha subsistido en el continente, favoreciendo un entorno continental relativamente
más estable. A este propósito ha concurrido también la idea de que
el mantenimiento de un ambiente internacional y continental estable es un
factor que coadyuva a la propia estabilidad interna necesaria para la consolidación
democrática y es un requisito para insertarse en un proceso de globalización
insoslayable; en particular, para participar en procesos de integración
regional o subregional que, precisamente, pueden mejorar las posibilidades
de cada país para participar de una globalización donde la competencia
entre distintas economías del mundo no ha desaparecido.
La vigencia de la democracia ha ido adquiriendo así una creciente importancia
estratégica, siendo institucionalizada a través de la incorporación de
cláusulas democráticas en las instituciones interamericanas, pero también
en los acuerdos de integración e incluso en acuerdos bilaterales.
b) Regímenes Cooperativos de Seguridad
La tendencia a la disminución de la conflictividad entre los estados en el
continente, aparecida con claridad en la década de los años 90, ha generado
espacio para un incremento importante de la voluntad para cooperar entre
los estados y avanzar así hacia un ambiente de seguridad genuinamente común,
es decir, fundado sobre la base de una percepción compartida por todos
y no en la adopción de una visión de seguridad asociada a una estrategia
global determinada.
En el ámbito de la agenda inter-estatal de seguridad, los principios crecientemente
compartidos que animan la evolución de las relaciones de cooperación
son al menos dos: la voluntad de hacer transparentes las intenciones
y las capacidades, y la voluntad de reducir la percepción de amenaza mutua
mediante iniciativas de facilitación del desarrollo en zonas fronterizas, medidas
de confianza mutua y acuerdos de control de armamentos (Ver Recuadro
5).
RECUADRO 4
AMENAZAS NO CONVENCIONALES MÁS SIGNIFICATIVAS
- Terrorismo
Entre los riesgos y amenazas surgidos con la globalización ha sido particularmente grave la irrupción de nuevas modalidades
de terrorismo, como las que se materializaron en territorio de los Estados Unidos en septiembre del año
2001. Con esos ataques, el terrorismo se ha convertido en la principal amenaza a la seguridad internacional. La respuesta
contra este tipo de acciones ha variado según la intensidad con que el fenómeno amenaza a cada país y la
capacidad de reacción que éstos tienen, pero la tendencia general es la de concurrir a una mayor cooperación internacional,
dinámica que también se ha manifestado entre los países americanos.15 En efecto, las nuevas modalidades
de terrorismo han tenido correlatos en otros países del continente: Argentina sufrió en territorio propio un atentado
terrorista que destruyó el edificio de la Asociación Mutual Israelita de Argentina, afectando masivamente a ciudadanos
argentinos durante los años 90.
- Narcotráfico
Hasta los ataques terroristas contra Estados Unidos del año 2001 el narcotráfico era la más importante de las amenazas
del período de la globalización en el continente. No obstante, el tráfico ilegal de drogas y su consumo sigue
desarrollándose y su importancia, como problema de seguridad para todos los países del continente -y de defensa
para algunos de ellos— no ha desaparecido; en particular, aquellos donde se concentra la producción de coca y
amapola y la elaboración de narcóticos (región andina), las principales rutas de distribución (América Central y el
Caribe), y el consumo (Estados Unidos).
De acuerdo con el proceso de Cumbres, la OEA ha logrado importantes acuerdos sobre control del narcotráfico, especialmente
el mecanismo multilateral de certificación, y el conjunto de acuerdos cuya supervisión fue radicada en
la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), tras la Cumbre de Santiago. Lo mismo puede
decirse en torno a los acuerdos logrados en un espectro amplio de temas relacionados con la transparencia en la
adquisición de armas convencionales (1999) y el control del tráfico de armas livianas (1997).
- Migraciones Masivas
En general, el fenómeno migratorio ha adquirido relevancia a nivel mundial, habiéndose constituido durante la década
de los 90 como uno de los cambios más importantes asociados a la globalización. Aunque este proceso puede
adquirir diversas expresiones (migración resultante de conflictos -desplazados— o migración resultante de cambios
societales), ha desafiado las capacidades de los estados receptores para ejercer jurisdicción efectiva sobre su territorio
y así poder ejecutar sus propias políticas internas y externas, definidas soberanamente, generando un fuerte impacto
político. Al mismo tiempo, se ha transformado en un factor importante en la generación de crisis internacionales
entre los estados afectados. Además de la diplomacia y de medidas internas, a veces los estados receptores se
han visto forzados a utilizar la fuerza armada, policial y/o militar, para controlar esta situación.
En el continente, y a partir de la década de los 90, se han producido numerosos problemas de seguridad originados
en migraciones ilegales masivas, principalmente hacia Estados Unidos, pero también hacia otros países americanos,
por lo que el tema migratorio se ha constituido en un tópico de la agenda continental.
[volver]
2.4. Instituciones de Seguridad Interamericanas
Una característica importante de la evolución de la seguridad en el continente
americano ha sido el surgimiento, desde mediados de la década de los 80, de
modalidades institucionales más diversas que las existentes hasta entonces. Estas
modalidades han ido conformando de hecho una nueva arquitectura de seguridad
cooperativa que confiere al continente un mayor grado relativo de gobernabilidad.
Hoy es claro que las instituciones de seguridad continentales no
se reducen a las establecidas por el Pacto de Río, en particular el Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca (TIAR). En este sentido, el sistema de seguridad
colectiva es sólo una parte de una red más amplia, creciente e interrelacionada
de regímenes de seguridad cooperativos.
De esta forma, se dispone de un sistema más funcional para encarar el conjunto
de problemas de seguridad que enfrenta el continente, es decir, tanto los vinculados
a la percepción de amenazas convencionales como los relacionados con
riesgos no convencionales.
La conformación de esta nueva arquitectura de seguridad se ha guiado por dos
criterios: el tipo de problema de seguridad a que responde (convencional o no
convencional) y el alcance que ellos tienen.
Así, por ejemplo, durante la década de los 90 una parte importante de los países
del continente adhirió y/o ratificó los regímenes internacionales más relevantes
del sistema de Naciones Unidas en materia de no proliferación y limitación
de armamentos de destrucción masiva. Igualmente, numerosos estados
continentales se incorporaron a otros regímenes internacionales, como la Convención
de Minas Antipersonal o el régimen de Control de Tecnología de Misiles,
y muchos han coincidido en el interés por incrementar su contribución a
las operaciones de paz de las Naciones Unidas.
Respecto de la agenda tradicional de seguridad, la OEA organizó, por iniciativa
de Chile, entre otros países, dos conferencias regionales sobre Medidas de Fomento
de la Confianza Mutua: una en 1995 y otra en 1999. A partir de ellas se
ha establecido un mecanismo de seguimiento de aquéllas, el que se suma a las
instituciones de prevención de conflictos establecidas en el sistema interamericano
y en el de Naciones Unidas.
RECUADRO 5
POSTULADOS DE LA COOPERACIÓN CONTINENTAL
- Transparencia
En el ámbito de la transparencia, ya se ha subrayado que los países están realizando importantes progresos con la
publicación o preparación de libros de defensa.
Otro esfuerzo ha sido el desarrollo de metodologías estándares comunes para medir el gasto en Defensa entre países
del continente. Algunos, como Estados Unidos y Canadá, aplican una metodología en uso dentro de la OTAN (es
decir, una alianza extra-continental). Sin embargo, hasta el año 2001 no existía un método estándar aceptado por
dos o más países continentales para comparar sus respectivos gastos en Defensa. Tras haber abordado la posibilidad
de impulsar esta iniciativa en 1997, Chile y Argentina aprobaron, el año 2001, una Metodología Estandarizada Común
para Medir los Gastos en Defensa, diseñada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Posteriormente,
en el primer semestre de 2002, Chile inició con Perú un esfuerzo apuntado al mismo propósito.
También existe un régimen de transparencia respecto de los armamentos convencionales que se adquieren o que se
poseen. Aunque sus reglas no son de cumplimiento obligatorio, Chile envía información anualmente a los registros
de armas convencionales que existen en la ONU y en la OEA.
- Medidas de Confianza Mutua (MCM)
En el plano estrictamente militar, el continente ha experimentado un incremento de la aplicación de Medidas de
Confianza Mutua (MCM), destinadas a atenuar las percepciones de amenaza recíproca, así como evitar situaciones
que, por sorpresa o error, induzcan a crisis y favorecer, por lo tanto, la estabilidad política entre los países que las establecen.
A grandes rasgos, las MCM son condiciones que pueden o no generar un régimen internacional. En la medida en
que las MCM no son un mecanismo supletorio de la defensa, ellas no pueden concebirse de manera tal que se debilite
el efecto disuasivo del aparato defensivo propio y que, como consecuencia, mengüe la capacidad de la Defensa
para cautelar los intereses nacionales.
Para que ellas tengan un efecto útil se requiere concebirlas como un medio y no como un fin en sí mismas. Además,
se debe fortalecer su naturaleza especial, aplicables a realidades concretas, que se orienten a enfrentar los
“nuevos factores de desestabilización”, como son -entre otros- las amenazas no convencionales. Previo análisis y evaluación
de sus resultados, estas medidas deberían concurrir a generar un régimen internacional de seguridad por el
que los estados se sometan a reglas universales y vinculantes para enfrentar conflictos.
- Control de Armamentos
El control de armamentos es un mecanismo que ayuda a alejar la posibilidad de conflictos y facilitar, en consecuencia,
la estabilidad en la región.
En relación con las armas convencionales, la comunidad internacional ha negociado un solo instrumento multilateral
denominado “Convención sobre Prohibición o Restricción del Empleo de Ciertas Armas Convencionales que pueden
considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados”. Esta Convención fue abierta para la firma en
1981 y entró en vigor a fines de 1983. A la fecha, Chile aún no es parte de la misma, encontrándose el proyecto de
adhesión en trámite legislativo.
Respecto de las armas de destrucción masiva, cabe señalar que ellas no son sólo de tipo nuclear, sino que también
químicas y biológicas. A pesar de no ser un país que las produce, Chile ha firmado las siguientes convenciones que
las regulan: la “Convención sobre Armas Químicas”, firmada en 1993 y ratificada en 1996, y la “Convención sobre Armas
Biológicas”, firmada en 1972 y ratificada en 1980.
Además, América Latina se ha beneficiado indirectamente con el “Tratado de No Proliferación Nuclear” (TNP), convirtiéndose
en una zona libre de armas nucleares. Chile ratificó este Tratado en mayo de 1995.
La calidad de zona libre de armas nucleares se consolidó con el Tratado de Tlatelolco. Este tratado no sólo prohíbe las
armas nucleares, sino que congela el desarrollo atómico con aplicaciones militares en el nivel que cada país alcanzó
al momento en que el instrumento entró en vigencia. De esa forma, redujo los efectos de la disparidad en el desarrollo
atómico en lo militar. No obstante, el desarrollo científico y el uso pacífico de la energía nuclear no se contraponen
con dichos tratados, de los que Chile es parte.
[volver]
3. EL ENTORNO REGIONAL
Las dificultades que desde fines de los años 90 han aparecido en el continente,
y particularmente en algunas de sus regiones, están asociadas a fuertes incertidumbres
de carácter económico y a la percepción de los electorados de que muchas
instituciones públicas y privadas no están respondiendo adecuadamente a
las demandas sociales ni frente a fenómenos que, como la corrupción, distorsionan
bienes especialmente sensibles para la sociedad. Aunque estas dificultades
no afectan a la totalidad de los países americanos, en algunos de ellos podría
llegarse a situaciones de anomia social y de precariedad institucional, deteriorándose
así la estabilidad que cada país requiere para desarrollar modelos
políticos, económicos y sociales sostenibles.
No obstante, tales dificultades no se han transferido al ámbito de la seguridad,
y de hecho, la tendencia a la disminución de los conflictos entre estados ha sido
especialmente relevante en la región sudamericana. Una primera etapa fue
la superación de situaciones de rivalidad o conflicto que afectaban las relaciones
en la subregión o área del Cono Sur, particularmente entre Argentina y Brasil,
así como entre Argentina y Chile, proceso que se inició a mediados de los
años 80, y continuó con fuerza en los 90.[13] Al cambio de la relación estratégica
entre Argentina, Brasil y Chile se sumó el término del diferendo entre Perú y
Ecuador. Por otra parte, en 1999 culminó la etapa de ejecución de algunas cláusulas
pendientes del Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario, entre Chile
y Perú.
Un conjunto de acuerdos de alcance regional han contribuido también a reforzar
el marco de seguridad inter-estatal en Sudamérica. El Grupo de Río, como
mecanismo de concertación, ha desarrollado un diálogo importante sobre no
proliferación, desarme, gasto militar, asuntos medioambientales, intervención
humanitaria y narcotráfico, entre otros temas.
Por otra parte, la experiencia desarrollada durante estas últimas dos décadas ha
enseñado que las políticas de seguridad deben asumir la diversidad y las lógicas
específicas de las distintas regiones del continente. Reconociendo el hecho de
que estas regiones presentan dinámicas con características propias, ha sido posible
desarrollar, en el ámbito de la seguridad, algunas políticas que han demostrado
ser particularmente eficaces para resolver conflictos o desarrollar cooperación
a escala regional o subregional. La dinámica de los procesos de integración
es visible en distintas regiones del continente.
En el plano subregional también es posible observar avances importantes, como
es el caso de la Comunidad Andina y de la zona MERCOSUR. En este último caso,
especialmente atingente para nosotros, Chile mostró su voluntad política de
sumarse al esfuerzo cooperativo subregional al tomar la iniciativa de una asociación
con el MERCOSUR en 1996, pese al hecho de que ha impulsado una política
de regionalismo abierto en el campo del comercio exterior y no obstante
tener una economía con particularidades que la diferencian de los fundamentos
económicos del bloque.
Aunque en el contexto de las actuales dificultades que golpean a algunos países
miembros es más complejo el avance hacia nuevos estadios de relación inter-estatal,
lo cierto es que el MERCOSUR ha adquirido las características de un espacio
de concertación subregional útil para abordar asuntos de seguridad, habiéndose
emitido, en 1998, la “Declaración del MERCOSUR, Bolivia y Chile como
Zona de Paz”. El desafío planteado consiste en desarrollar espacios de coordinación
o cooperación política para el logro de objetivos comunes.
Es indiscutible que la cooperación de nivel bilateral ha sido importante para
transformar positivamente el escenario subregional, en algunos casos impactando
incluso a la región completa, como fueron los acuerdos argentino-brasileños
en el ámbito nuclear o la cooperación chileno-argentina en materia de construcción
de confianza recíproca y transparencia.
4. EL ENTORNO VECINAL
Desde fines de la década del 80, y durante la década de los 90, los países del Cono
Sur de América iniciaron un esfuerzo de cambio político y de renovación de
sus modelos de desarrollo, impulso que ha tenido positivos efectos en el ámbito
de la seguridad y de la Defensa, con particularidades en cada uno de los pa
íses. Algunos avances importantes en este campo se han producido como resultado
de singulares procesos bilaterales de distensión. Por otra parte, el cambio
en los modelos de desarrollo, desde economías cerradas hacia economías
crecientemente abiertas, ha permitido abrir horizontes de cooperación y asociación
entre países vecinos que también inciden en el ámbito de la seguridad
y de la Defensa. Todo esto representa, sin duda, una transformación histórica
en la relación estratégica en el Cono Sur.
4.1. Chile y Argentina
En el lapso de poco más de una década, Chile y Argentina han trasladado el eje
de sus relaciones hacia la cooperación, la asociación y la integración.
Este cambio ha tenido efectos sustantivos para el campo de la seguridad y de la
Defensa. Al desplazarse la lógica de la relación desde la desavenencia a la asociación,
también se ha trasladado el eje de la relación estratégica hacia la cooperación
para identificar intereses compartidos en esta etapa de globalización e
integración y alcanzar objetivos comunes.
Durante estos años, los avances de este proceso bilateral en el área de la Defensa
se han fundado sobre la base de dos grandes pilares, elaborados gradualmente:
la construcción de confianza y la búsqueda de relaciones de asociación.
a) Construcción de Confianza
Se ha desarrollado tanto en el ámbito de la Política Exterior como en el de
la Defensa y, dentro de esta última, de la política militar.
En el ámbito continental americano, Chile y Argentina no tienen temas limítrofes
pendientes en su agenda bilateral. En la Antártida, ambos países
superponen sus sectores en 21º geográficos, entre las longitudes 53º y 74º,
donde la frontera no está definida, y se han reconocido mutuamente su soberanía
entre los 25º y 90º de longitud oeste, según lo dispuesto en la Declaración
Vergara-La Rosa del 4 de marzo de 1948. En la región antártica no
definida, se convino actuar conforme a un espíritu de cooperación. En 1984,
con la mediación de S.S. el Papa Juan Pablo II, se suscribió el Tratado de Paz
y Amistad entre ambos países, el que dejó definitivamente atrás uno de los
períodos más difíciles y riesgosos de la relación bilateral, respetando el derecho
internacional y consolidando el compromiso explícito de no recurrir
a la fuerza entre ambos países. En 1991, los Presidentes de Chile y Argentina
alcanzaron un acuerdo sobre 22 de los 24 puntos limítrofes sobre los que
se mantenían litigios pendientes. En dicho acuerdo convinieron también
someter a un procedimiento de arbitraje la controversia sobre Laguna del
Desierto, produciéndose una sentencia en 1994, la que fue debidamente
cumplida. Finalmente, en diciembre de 1998, se suscribió el Acuerdo para
precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet,
en Campo de Hielo Sur, ratificado por ambos Congresos en 1999.
Los esfuerzos del proceso bilateral de construcción de confianza se concentraron
inicialmente en iniciativas orientadas a estabilizar el ámbito pura
mente militar de los lazos entre ambos Estados. Estas tareas consumieron
gran parte de la primera mitad de la década del 90. Durante la segunda mitad
se avanzó hacia niveles más profundos, desarrollando variadas iniciativas
en otras áreas relevantes para la Defensa y, desde 1995, ambos países comenzaron
a institucionalizar las relaciones de cooperación en este ámbito.[14]
b) Asociación Política y Políticas Comunes
El segundo pilar sobre el cual se ha desarrollado la relación bilateral de defensa
con Argentina ha sido la paulatina convergencia de políticas en este
campo, sobre la base de la ampliación de una agenda de propósitos comunes
en el contexto de los procesos de globalización e integración.
Chile y Argentina han tendido hacia una creciente convergencia en materias
de defensa que tienen alcance mundial: por ejemplo, la importancia
que asignan a la tarea de mantenimiento y construcción de la paz internacional
bajo mandato de las Naciones Unidas. Esto ha posibilitado el desarrollo
de ejercicios militares orientados a lograr una mayor interoperatividad
entre sus fuerzas.
Ambos países han logrado también articular iniciativas comunes destinadas
a consolidar la estabilidad de la post Guerra Fría en el ámbito regional. Por
ejemplo, han promovido la proscripción de las armas de destrucción masiva
y han desempeñado, asimismo, un papel importante en el desarrollo de
las Conferencias de Ministros de Defensa de las Américas, cuya segunda
versión se realizó en Argentina (Bariloche, 1995), mientras que la organización
de la quinta recayó en Chile (Santiago, 2002, ver Recuadro 6)[15], y en el
fomento de la confianza mutua desde la reunión de expertos realizada en
Buenos Aires (1994) y la Conferencia de Santiago (1995).
En el ámbito subregional, ha sido muy importante la coordinación entre los
dos gobiernos en relación con iniciativas que van desde la lucha contra el terrorismo
hasta la protección medioambiental de la atmósfera y la Antártida.
En el ámbito estrictamente militar bilateral, las Armadas de Chile y Argentina
iniciaron, en 1999, las patrullas navales antárticas combinadas. Del mismo
modo, ambas Armadas suscribieron ese año un acuerdo de coproducción
de unidades navales, cuyo primer fruto fue la reparación, en los Astilleros
y Maestranzas de la Armada de Chile (ASMAR), del destructor Hércules,
buque insignia de la Armada Argentina. Ambos casos constituyen un excelente
ejemplo de las potencialidades que tienen las políticas de cooperación
militar como una forma de obtener objetivos políticos comunes.
RECUADRO 6
DECLARACIÓN DE SANTIAGO
Aprobada en la V Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, consigna un conjunto de recomendaciones
cooperativas para encarar de mejor forma los nuevos problemas de seguridad en la región. Entre otras:
- La consideración de la democracia y sus instituciones como elementos esenciales para la seguridad del continente
americano.
- La importancia del principio de la subordinación constitucional de las fuerzas armadas y de seguridad a las autoridades
civiles legalmente constituidas de cada Estado.
- La adopción de políticas efectivas para reducir la pobreza como contribución significativa a una mayor estabilidad
democrática y seguridad en la región americana.
- El rechazo a toda forma de terrorismo y el incremento de la cooperación internacional para enfrentarlo en forma
mancomunada.
- La constatación de que la región ha ido transitando paulatinamente hacia un sistema de seguridad complejo,
conformado por una red de antiguas y nuevas instituciones y regímenes de seguridad, tanto colectivas como cooperativas,
de alcance hemisférico, regional, subregional y bilateral, que han ido conformando en la práctica una nueva
arquitectura de seguridad flexible.
- La conveniencia de avanzar hacia la actualización y sistematización de los principios ordenadores comunes a la
seguridad de la región.
- La completa adhesión al Derecho Internacional Humanitario. Consecuentemente, el fortalecimiento de la implementación,
integración y continuidad de los programas de educación sobre Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario en el proceso de formación de las fuerzas armadas y de seguridad.
- La promoción de la publicación de Libros de la Defensa, conforme las realidades específicas de cada Estado.
- El fomento de la transparencia en los procesos presupuestarios en el área de la Defensa, así como el estricto cumplimiento
en la entrega anual de datos al Informe Estandarizado sobre Gastos Militares de las Naciones Unidas.
- El incremento de la cobertura y eficacia de las Medidas de Fomento de Confianza Mutua y Seguridad entre los Estados,
en especial la materialización de ejercicios combinados de fuerzas armadas.
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4.2. Chile y Perú
Una relación estrecha y fructífera con Perú constituye para Chile un objetivo de
gran relevancia, dadas la proximidad geográfica y las posibilidades de desarrollo
económico que la integración ofrece a ambos países.
Chile y Perú han expresado puntos de vista coincidentes sobre diversas materias
de interés global y regional, especialmente a partir de la suscripción del Acta
de la Comisión Mixta Chileno-Peruana encargada de verificar la posición del
Hito fronterizo N0 1 y señalar el límite marítimo, del 19 de agosto de 1969.
En los últimos años, ambos países han logrado nuevos avances. El “Acta de Ejecución”
del Tratado de 1929 y su Reglamento, suscrita en 1999, en virtud del artículo
5° del mismo Tratado y del artículo 2° de su Protocolo Complementario,
así como la inauguración del Cristo de la Concordia en el Morro de Arica, el año
2000, constituyen pasos trascendentales en sus relaciones.
En la Declaración Conjunta de los Presidentes de Chile y Perú, firmada el 30 de
julio del año 2001, los Mandatarios coincidieron en que ambos países están llamados
a desarrollar vínculos privilegiados y permanentes en el marco de una
asociación estratégica fundada en la voluntad de cooperación y coordinación de
sus gobiernos, en los principios, valores y objetivos que comparten, en su vecindad
y en una percepción común sobre el destino de sus respectivos pueblos,
a fin de impulsar el desarrollo y la integración regional. En particular, acordaron
fortalecer e intensificar las relaciones de cooperación y confianza mutua en
el ámbito de la seguridad y la Defensa, y acordaron desarrollar un proceso de
homologación del sistema de medición de los gastos de defensa respectivos.
En la oportunidad, los Presidentes dispusieron el inicio de las denominadas
“Reuniones 2+2” al crear un Comité Permanente de Consulta y Coordinación
Política integrado por los Ministros de Relaciones Exteriores y los de Defensa de
ambos países. Asimismo, acordaron constituir el Comité de Seguridad y Defensa
(COSEDE), integrado por altos funcionarios de los Ministerios de Relaciones
Exteriores y Defensa de cada país, incluidas las Fuerzas Armadas.
Hasta la fecha, este Comité se ha reunido en dos oportunidades: en Chile (Santiago,
25 de octubre de 2001), donde se aprobó el “Memorando de Entendimiento
entre la República de Chile y la República del Perú para el Fortalecimiento
de la Cooperación en Materias de Seguridad y Defensa de Interés Mutuo”,
y en Perú (Lima, 26 de marzo de 2002), oportunidad en que se acordó establecer
un grupo de trabajo para iniciar la elaboración de una metodología común
para medir el gasto en Defensa.
El 23 de agosto del año 2002 los Presidentes de Chile y de Perú se reunieron, en
Santiago, y suscribieron una Declaración Conjunta y varios acuerdos bilaterales.
Uno de ellos, precisamente, estableció los términos de referencia que servirán
de base para el trabajo de los expertos a cargo de elaborar una propuesta sobre
metodología estandarizada común para medir los gastos de Defensa.
4.3. Chile y Bolivia
La relación con Bolivia se caracteriza por el esfuerzo sostenido de diálogo instaurado
por los Presidentes de ambos países, con el objeto de alcanzar mayores
niveles de armonía y lograr entendimientos en vastas áreas de desarrollo, sobre
la base del marco fundamental en que se sitúan las relaciones bilaterales.
En tal sentido, en el diálogo se reafirman los principios, tratados y convenios en
que se sustenta esta relación, conforme a los cuales no existen temas territoriales
pendientes entre ambos países. A su vez, el régimen de libre tránsito que beneficia
a Bolivia en los puertos de Arica y Antofagasta, basado en el Tratado de
Paz y Amistad de 1904, constituye un aspecto fundamental a considerar en la
relación bilateral.
A partir del 2000, los encuentros entre los dos Presidentes, en el marco de reuniones
cumbres multilaterales realizadas en Brasilia, Québec, Santiago, Lima y
San José de Costa Rica, permiten señalar que estamos en presencia de una etapa
que ha permitido avanzar en el análisis de diversos temas de interés mutuo.
Los Presidentes han dado diversos pasos destinados, en primer término, a restaurar
confianzas y, a partir de ello, desarrollar diversas iniciativas que permitan
potenciar mutuas y convenientes posibilidades de desarrollo. En estas oportunidades,
se han analizado aspectos concretos de interés común, como los referidos
a las áreas de energía, minería, recursos hídricos, infraestructura ligada
al transporte, cooperación en temas agrícolas y desarrollo regional y local.
Los encuentros presidenciales han impulsado, asimismo, reuniones de diversas
instancias técnicas, entre las que se puede mencionar el Comité de Fronteras,
Consultas Políticas, la Comisión Mixta contra el Narcotráfico, y la negociación
de un Tratado de Intercambio de Personas Condenadas.
Chile y Bolivia presentan hoy un conjunto de vinculaciones políticas, económicas,
fronterizas y culturales que implican un trabajo sostenido en diversas instancias
bilaterales y un accionar coordinado en distintos foros de integración regional.
En este contexto, cabe destacar la constitución efectiva de corredores de
interconexión física con Bolivia, así como el proyecto tendiente a establecer un
acuerdo marco de interconexión energética. Estos son aspectos, entre otros, que
aportan elementos constructivos para una relación de mayor densidad política,
económica y estratégica.
Como un hecho sin precedente, debe mencionarse la visita del Comandante en
Jefe de cada Ejército al país anfitrión de la Conferencia de Ejércitos Americanos
(CEA), cuando se han realizado en Bolivia y Chile, respectivamente.
Dentro de este marco general, se interactúa frecuentemente con funcionarios
gubernamentales de Bolivia en diferentes actividades relacionadas con defensa
—tales como eventos académicos y profesionales—, y se cuenta con la presencia
boliviana en la FIDAE que cada dos años se realiza en Santiago. Del mismo
modo, el Hospital de la FACH ha atendido a miembros de las Fuerzas Armadas
bolivianas y, en el campo de la industria, ENAER ha realizado trabajos para material
aéreo de la Fuerza Aérea de Bolivia.
[11] Por “paz democrática” se entiende que
la probabilidad de conflicto bélico entre estados
democráticos es baja en comparación
con otros tipos de regímenes políticos.  [volver]
[12] Sobre las políticas de seguridad en el
continente que impulsa Chile a este respecto,
ver Política de Defensa Nacional, Parte
III, Capítulo I.  [ir] [volver]
[13] Chile y Argentina firmaron un Tratado
de Paz y Amistad en 1984, y Argentina y
Brasil acordaron, en 1991, un régimen de
control de materiales nucleares que se hace
efectivo por medio de la Agencia Brasileño-
Argentina de Contabilidad y Control de Materiales
Nucleares (ABACC).  [volver]
[14] Los mecanismos institucionales creados
se describen en la Parte III, Capítulo III.  [ir] [volver]
[15] La V Conferencia de Ministros de Defensa
de las Américas tuvo lugar en Santiago,
Chile, entre el 18 y el 22 de noviembre de
2002. En ella se aprobó la “Declaración de
Santiago” sobre seguridad en la región
americana.  [volver]