Existe mucha bibliografia(1) sobre como fue la elaboración de ese cuerpo de ideas que unificara a las FFAA del continente y que junto a una casi homógenea provisión de equipamiento en los EEUU (con las escasas excepciones de Argentina y Peru durante fines de los 60 y al principio de los 70 y Chile al final de esa misma década) lograron conformar una eficiente subordinación de las FFAA latinoamericanas y a través de ellas de los Estados a los intereses de los EEUU en su lucha bipolar contra la URSS.
Esta subordinación de los regímenes militares latinoamericanos se continuó ejercitando aún durante los breves interregnos democráticos que tuvieron algunos países (como los casos de Argentina entre 1958/62, 64/66 y 73/76) a través de lo que dio en llamarse la diplomacia militar paralela.
Esta cohesión se alcanzó por encima incluso de los distintos regímenes políticos de cada una de los actores estatales y de las claras diferencias que existieron entre la versión conservadora de la DSN en el Cono Sur y la reformista en los gobiernos militares andinos, más reactiva en inicio a los mandatos de los EEUU. Así la DSN mantuvo la unificación a través de los dictados del Departamento de Defensa. Para eso estaban las Conferencias de Ejércitos Americanos y sus similares de las Fuerzas Aérea y las Armadas. También la Junta Interamericana de Defensa y en particular la llamada escuela de dictadores, la tristemente famosa Escuela de las Américas en Panamá. No voy a extenderme en este tema histórico pues ha sido desarrollado con amplitud por muchos autores.
El objetivo de este trabajo es encontrar una serie de remanentes de ese pensamiento paternalista y autoritario que no tuvo suficiente análisis y por lo tanto no fue identificado durante las transiciones como un elemento a procurar eliminar para la consolidación democrática. Hoy esas rémoras conceptuales y no claramente identificadas de la DSN son las que amenazan nuevamente convertirse en instrumento ideológico para una nueva reformulación autoritaria del continente subordinada otra vez a los intereses de algunos sectores del aparato político-militar y financiero de los EEUU.
Decimos algunos sectores pues resulta claro que en las últimas administraciones de los EEUU no ha habido una visión homogénea acerca de como relacionarse y colaborar con la consolidación de la democracia en América Latina. Esto ha resultado a veces en situaciones por demás paradojales donde quienes se definen como los verdaderos amigos dentro de los EEUU de las democracias latinoamericanas terminan siendo por una acción demasiado vehemente los que más llevan a generar peligros para las mismas; mientras que quienes ignoran a la región a veces justamente por esa omisión deja que ésta encuentre soluciones más propias.
Estas soluciones más adaptadas a las particularidades de la historia de cada pueblo y por tanto que van fortaleciendo una cultura del quehacer cooperativo que desde lo externo (pero en este caso de cada subregión) penetra a los modos de comportamiento interno fortaleciendo así los procesos de consolidación democrática.(2)
Respecto a esto no puedo evitar mencionar lo sucedido hace diez años en nuestro seminario permanente que desarrollamos en SER en el 2000 en cuanto a la incapacidad en los mas de 30 analistas políticos, militares, académicos y periodistas para llegar a un consenso acerca de si una mayor preocupación de los EEUU al considerar como área estratégica de importancia a nuestra región era bueno o malo para nuestras democracias.(3)
2. La DSN y la democracia hoy
Lo primero que quiero señalar es que para entender esta relación entre DSN y democracia hoy debemos comprender un elemento de ese cuerpo de ideas que quedó oculto desde la relevancia que se dio al tema descripto de su uso para subordinar a las FFAA y a los gobiernos a través de ellas. Esa fue la lógica que llamo externa de la DSN a las necesidades de la doctrina de contención del comunismo que los EEUU llevo a delante durante la Guerra Fría. Este aspecto opacado entonces y aun ahora es el que hace referencia no al rol externo de los militares ni a su rol como adversario del comunismo, sino a la lógica de la relación profesional de los militares con el gobierno de sus respectivos países, en cuanto a los limites de los campos de acción de las políticas de defensa en dichos estados.
La clave para esto es la relación que la DSN establecía entre el concepto de Seguridad Nacional y el de Defensa Nacional. Esta relación enseñada durante décadas en las escuelas militares de toda AL (y significativamente sin rastros en ningun otro ámbito del globo salvo casualmente España y a la vez todavía vigente en gran parte de nuestra región) es la que definía a la Seguridad Nacional como una situación en la cual los intereses vitales de una nación se encuentran a cubierto de graves amenazas y a la Defensa Nacional como toda medida que se adopta para alcanzar tal situación.
Esta definición que parecía no tener demasiadas consecuencias cuando en el Norte la seguridad era fundamentalmente basada en la capacidad de disuasión militar se convirtió en absolutamente disfuncional para el funcionamiento democrático de un estado (especialmente del Sur) cuando dicho concepto se extendió ad-infinitum tanto en sus niveles de análisis como en sus dimensiones como sucedió a instancias del Norte a partir de los ´90.
El cambio en las agendas de seguridad
Durante todo el período de la guerra fría las agendas de seguridad de todas las potencias (no solo los EEUU y la URSS) giraron alrededor de temas de clara connotación estratégica militar. Sin duda el peligro de la confrontación nuclear y el llamado equilibrio del terror hicieron que los aspectos relativos al poderío mutuo en materia de armas nucleares y convencionales tanto tácticas como estratégicas constituyeran el núcleo duro de los aspectos de seguridad para los países del Norte, ya fueran del bloque occidental o de la órbita soviética.
Los problemas de seguridad que estos países advertían respecto del resto (aceptando una generalización diríamos el Sur) hacían relación con el mantenimiento de los mismos y de sus capacidades militares dentro de la órbita de poder. De allí que tanto la doctrina Brezhnev de la soberanía restringida para los países del este como la DSN en el ámbito interamericano constituyeran simple expresión de la voluntad de ambas superpotencias de impedir la ocupación por la otra parte de aquellos espacios geográficos considerados como vitales para su seguridad.
Frente a esta situación los países del Sur pugnaban - ya fuera a través de los No Alineados u otros agrupamientos como los 77 y en la Asamblea General de la ONU-, por incluir entre las preocupaciones de seguridad temas vinculados con otros aspectos más globales como ser la problemática económica generada por el subdesarrollo, la deuda externa, la pobreza extrema, la salud, los derechos humanos, etc. Esto fue siempre rechazado con el argumento de que transformaba a la seguridad en algo casi inasible, que esos temas correspondían a foros específicos y que debilitaban el enfrentamiento contra el enemigo real. Así por ejemplo argumentó los EEUU en la Xma Conferencia de Ejércitos Americanos de Caracas en 1973 -cuando perdió por primera y ultima vez una votación dentro de ese organismo-, rechazando lo que dio en conocerse como la doctrina Carcagno que vinculaba la existencia de problemas de seguridad con los niveles de subdesarrollo. También cuando vetó en 1975 la cláusula económica impuesta por los latinoamericanos en la revisión del TIAR argumentando que lo tornaba poco operativo.
A partir de la caída del Muro paradójicamente esos mismos países del Norte comienzan a proponer que las cuestiones de seguridad ya no deben ser vistas desde la óptica de los asuntos estratégico-militares, sino atendiendo a otros tipos de problemática. Esto se ve muy claro a partir del Consenso de Washington cuando los EEUU plantean como temas top en la agenda de seguridad interamericana los asuntos de mantenimiento de la democracia y los derechos humanos y luego van incorporando a lo largo de la década asuntos como migraciones, extrema pobreza, narcotráfico y criminalidad organizada en general.
Este proceso de extensión del concepto de seguridad ha sido sometido a varios análisis de ventajas y desventajas por parte de numerosos autores tanto en su concepción general como en cuanto a aspectos específicos que se van derivando de esa expansión tal como la modificación de las operaciones de mantenimiento de la paz y el llamado intervencionismo humanitario.(4)
Sin embargo es un tema importantísimo la aparición del nuevo concepto de seguridad humana donde ya sí esta expansión se consagra como dijimos ad infinitum. No vamos a hacer una detallada descripción de este proceso, lo que dejaremos para las citas bibliográficas pero si mencionar a una autora Miriam Villanueva Ayon que haciendo una síntesis de la evolución del concepto en los documentos del PNUD de los últimos diez años (por cuanto el concepto nace en dicho organismo) identifica siete dimensiones de la seguridad humana: la cultural, la política, la económica, la laboral, la comunitaria, la social y la delictual.(5)
Si aceptamos el carácter multidimensional de la seguridad que señalaron los expertos de la ONU y estas nuevas expansiones de lo que llamamos(6)niveles de análisis y dimensiones comprenderemos la inconveniencia de definir una sola de las herramientas: la defensa como la que pretende alcanzar el grado de seguridad en todas esas dimensiones y análisis; en esa simplificación se corre el riesgo de desnaturalizar y dejar vacío de contenido a la acción propia defensiva y a su vez crear situaciones de inseguridad en la Nación.
Imaginemos sino cómo operacionalizaríamos una política de seguridad y defensa si al concepto de seguridad amplísimo de las siete dimensiones de la seguridad humana le aplicamos el molde remanente de la DSN. La ley 16.970 sancionada durante la dictadura de Onganía en Argentina decía exactamente que: "La seguridad nacional es la situación en la cual los intereses vitales de la Nación se hallan a cubierto de interferencias y perturbaciones sustanciales" (art. 2do), al mismo tiempo que la defensa nacional era entendida como "el conjunto de medidas que el Estado adopta para lograr para lograr la seguridad nacional" (art. 3ro). La "política y estrategia nacionales" darían "las bases necesarias para establecer el grado de seguridad nacional concordante con las exigencias del desarrollo" (art. 4to). La seguridad nacional requiere de "la formulación, planeamiento y programación de las medidas de la defensa relacionadas con el desarrollo nacional; la preparación y alistamiento de los medios del potencial militar; y el planeamiento y conducción de las operaciones militares", así como también "la determinación de las funciones atribuciones y obligaciones de todas las autoridades nacionales, provinciales y municipales" y "el fortalecimiento de la conciencia nacional sobre la importancia de los problemas inherentes a la seguridad nacional", (art. 6to).
Definiciones muy similares pueden encontrarse hoy no solo en las doctrinas en vigencia en academias militares sino incluso en leyes vigentes en varios países de América latina y hasta en prescripciones constitucionales. Veamos algunas definiciones vigentes solo como ejemplos: PARAGUAY: defensa nacional es la ación coordinada de todas las fuerzas espirituales y materiales de la Nación con el objeto de garantizar en todo tiempo y ocasión y ante cualquier forma de agresión, la seguridad e integridad de sus territorio, habitantes e instituciones. PERU: El Estado garantiza la seguridad nacional mediante el sistema de defensa nacional. La defensa nacional es integral y permanente y se desarrolla en los ámbitos externos e internos. Es el conjunto de previsiones y acciones que el gobierno adopta para lograr la Seguridad Integral del Estado.(7)
Resulta casi imposible imaginar como puede funcionar una República en el marco del estado de derecho democrático si los ministerios de defensa (encima en muchos casos todavía en manos de militares en actividad) deben encargarse de formular todas las medidas para alcanzar la seguridad nacional en las siete dimensiones del concepto de seguridad humana.
Recientemente un analista centroamericano se refería a la transformación de los militares centroamericanos en militares ecologistas o catastrofistas como consecuencia del impulso que los EEUU a través del Comando Sur dio a las instituciones militares centroamericanas para que desarrollaran este tipo de funciones. El analista se quejaba de que ello impedía el fortalecimiento de los órganos civiles necesarios para hacer frente a esas temáticas tales como las emergencia o los problemas ecológicos y que además desnaturalizaba la función de las FFAA en todos los países.(8)
Imaginar lo que esto significaría si los ministerios de defensa se tienen que encargar de adoptar todas las medidas para hacer frente a los problemas de seguridad comunitaria, laboral, política, económica y delictual por decir algunos ejemplos francamente resulta por demás imposible de congeniar con ningún modelo de democracia por más flexibles que los elijamos.
3. La reformulación conceptual hacia una seguridad y defensa para la vida democrática
Las particulares características de transición por ruptura del caso argentino permitieron que en un proceso relativamente rápido de nueve años se produjese un cambio en el andamiaje legal que sostenía la DSN. Desde una óptica legal, hoy la República Argentina cuenta con un plexo de leyes que marca de manera clara la distinción entre seguridad externa del país, asociada a la defensa militar y seguridad interior, vinculada a la seguridad pública y al accionar de las fuerzas policiales, de seguridad y otros organismos estatales afines.(9)
En este contexto la defensa nacional abarca - tal cual el significado y el sentido establecido en la Ley 23.554 de Defensa Nacional (10)- un conjunto de medidas, acciones y mecanismos institucionales decididas e implementadas por el gobierno nacional y destinadas a prevenir o enfrentar distintos tipos de situaciones de riesgo, conflictos o amenazas, potenciales o efectivas, que provengan de agresiones militares de origen externo y que hagan peligrar la integridad territorial y la autodeterminación de nuestro estado.
Las fuerzas armadas conforman entonces el instrumento militar de la defensa nacional y las funciones que se derivan de ésta configuran el único ámbito de competencia exclusiva en el que las fuerzas armadas cumplen sus funciones institucionales. Por su parte la seguridad interior abarca el conjunto de acciones y mecanismos por los cuales el Estado garantiza la seguridad pública, perpetuando el resguardo de las garantías y los derechos políticos, civiles y sociales de los habitantes y la vigencia plena de las instituciones del sistema democrático; y en esta dimensión se hallan comprendidos aspectos económicos, políticos y sociales sustancialmente diferentes de aquellos que forman parte del ámbito de la defensa nacional
En este sentido se debe señalar que la Ley de Defensa Nacional puntualiza específicamente que a los efectos de dilucidar las cuestiones relativas a la defensa nacional, "se deberá tener permanentemente en cuenta la diferencia fundamental que separa a la defensa de la seguridad interior". Es decir que la legislación vigente en la República Argentina ha definido a la defensa nacional como una proyección institucional del estado tendiente a garantizar exclusivamente la seguridad externa del mismo, y configura de este modo, un ámbito de competencia institucional particular y diferente del correspondiente a la seguridad interior Reafirmando esta disquisición pero desde la perspectiva de la seguridad interior, la legislación específica - Ley 24.059 de Seguridad Interior - establece la posibilidad de que las Fuerzas Armadas puedan intervenir en asuntos de la seguridad interna en tres situaciones distintas y en cumplimiento de tres funciones diferentes.
La ley habilitó la posibilidad de que en caso de solicitud del Comité de Crisis, el Ministerio de defensa pueda disponer que "las Fuerzas Armadas apoyen las operaciones de seguridad interior mediante la afectación, a solicitud del mismo, de sus servicios de arsenales, intendencia, sanidad, veterinaria, construcciones y transporte, así como de elementos de ingenieros y comunicaciones [...]" (art. 27). También fijó como "obligación primaria de la autoridad militar, la preservación de la fuerza armada y el restablecimiento del orden" dentro de la "jurisdicción militar", frente a "todo atentado en tiempos de paz" perpetrados contra dicha jurisdicción. (arts. 28 y 29). Finalmente determinó que las Fuerzas Armadas sean empleadas, bajo criterios por cierto restrictivos, en el "restablecimiento de la seguridad interior dentro del territorio nacional" solamente en "aquellos casos excepcionales en el que el sistema de seguridad interior [...] resulte insuficiente a criterio del Presidente de la Nación" (art. 31) Asimismo señala que este tipo de actividad de carácter excepcional y que solo se desarrollará en condiciones de extrema gravedad, "no incidirá en la doctrina, organización, equipamiento y capacitación de las Fuerzas Armadas, las que mantendrán las características derivadas de la aplicación de la ley 23.554" (art.32). Esto último resulta clave para la cuestión de la no intervención militar en temas de seguridad interna, tal como lo afirma un autor:(11)
Este andamiaje legal que supone la definición de la defensa como el esfuerzo nacional dirigido a conjurar todo tipo de agresiones militares de origen externo, la distinción legal e institucional entre defensa nacional y seguridad interior, la expresa prohibición que pesa sobre de las Fuerzas Armadas respecto a la producción de inteligencia referida a los asuntos de política interna del país y el carácter excepcional que se le asigna a toda eventual intervención militar para conjurar situaciones vulneratorias de la seguridad interior, constituyen los criterios político-institucionales sobre los que está sustentado un consenso básico, interpartidario, de carácter general y mayoritario en materia de defensa y seguridad. Este mismo, resultante de una serie de acuerdos alcanzados y ejecutados entre los sucesivos gobiernos democráticos y las principales fuerzas político-partidarias de la oposición, se constituye en la más consistente limitación a la intervención castrense en asuntos de seguridad interna(13).
No es tan seguro que hayamos logrado todavía el cambio conceptual en la mayoría de los miembros de las FFAA, aunque ciertas expresiones surgidas durante la actual crisis económica y social y sus derivaciones políticas parecieran demostrar que así ha sucedido. Nos referimos a la negativa de los militares ha intervenir en asuntos de seguridad interna a pesar de los reclamos de lo viejos sectores golpeacuarteles de las oligarquías vernáculas para que los militares salgan a la calle tanto para hacer frente al crecimiento de los índices de delitos comunes como a las crecientes protestas sociales que incluyen cortes de rutas por desocupados.
En este cambio hemos adoptado el concepto de seguridad nacional que utiliza la ONU y que dice SEGURIDAD NACIONAL Es la condición en que la nación se considera libre de amenaza militar, coerción económica o presión política para continuar su camino propio de desarrollo(14)
Las características de esta seguridad así definida son:
* Dinámica, no estática
* Percibida
* Multidimensional
* Instrumento y no fin (para continuar el desarrollo y alcanzar el bienestar).
Esta situación buscada es una de las finalidades fundamentales del Estado Nación y por lo tanto es una responsabilidad de la conducción superior del Estado. Es decir que toda la acción de gobierno se orienta también a mantener y/o mejorar la situación de seguridad.
Los caminos para alcanzarla se definen en función de la determinada cosmovisión que una fuerza política plantea a la sociedad y es preferida sobre otras en una contienda electoral. Luego las acciones se instrumentan a través de las políticas y estrategias sectoriales que corresponden a las distintas dimensiones.
Una de estas dimensiones es la que denominamos estratégica (en sentido restringido) y que se refiere a la seguridad en el plano de los conflictos en los que se prevea el empleo disuasivo o efectivo del instrumento militar. Este es el campo de la defensa nacional y así lo dice como veíamos nuestra ley 23554 de defensa nacional.
La defensa integral
Por lo expuesto sobre el concepto de seguridad nos permite entender mejor cuál es el campo de la defensa y como aplicar adecuadamente el sentido de integralidad de la misma sin cometer los errores del pasado donde militarizamos la seguridad y desmilitarizamos la defensa.
Hoy sostenemos sin temor a equivocarnos que todas las políticas nacionales contribuyen a aumentar nuestra seguridad, también la del área de defensa. Por eso la copa de leche ó el catastro sanitario contribuyen a nuestra seguridad y también a nuestra capacidad defensiva pero no son medidas de seguridad ni de defensa, sino de acción social o de salud.
Sin embargo la interrelación imprescindible hoy de todos los campos de la conducción política del Estado nos debe impedir caer en la exageración contraria de que una política de defensa se limite al campo de su instrumento militar. Y aquí entra entonces la correcta interpretación del concepto integral de la defensa. Es integral no porque sea omnicomprensiva sino porque requiere de su articulación con las demás políticas, lo mismo que sucede con la política económica, la educacional, la laboral, la social, etc.
4. La resistencia al cambio y el retorno de los brujos
Podría pensarse que cuando decimos que existe este resabio de la DSN nos referimos a algún debate antiguo. Lamentablemente no es así y vamos a demostrarlo utilizando material del IIIer Encuentro Nacional de Estudios Estratégicos realizado en nuestro país en octubre del año 2000. Allí se presentaron más de sesenta ponencias de los más diferentes sectores académicos y tomaremos algunas de ellas.
Por ejemplo un general retirado argentino que si bien perteneció a las generaciones involucradas con el último golpe militar mantiene todavía un alto prestigio en las FFAA por sus cualidades intelectuales y fue nombrado por un gobierno democrático para representar al país en debates estratégicos con otros países, decía en su capítulo de definiciones: "SEGURIDAD NACIONAL: Es la situación en la cual los intereses vitales e importantes de un Estado se encuentran a cubierto de interferencias y perturbaciones. DEFENSA NACIONAL: Comprende el conjunto de medidas que el Estado adopta para lograr la seguridad nacional.(15)
Luego continuaba "En nuestro país, la Seguridad, que constituye una sola situación ha sido fraccionada en una seguridad exterior y una seguridad interior (pública), correspondiente la primera al empleo de la Fuerzas Armadas y la segunda, a las Fuerzas de Seguridad y Policiales, tal vez por razones ideológicas, aspecto que se comprenderá mejor al tratar la semántica de la palabra seguridad. La Defensa Interna, por su parte, debe comprender una Acción Preventiva, que se realiza en tiempos de normalidad y consiste en el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas a las Fuerzas Policiales y de Seguridad, para el mantenimiento del orden público."
Si bien creemos que este ejemplo contiene la más absoluta y clara ratificación de todo lo antedicho respecto a la vigencia del pensamiento "interno" y casi diría "intrínseco" de la DSN hay aquí un segundo elemento además de la clásica definición de defensa como todo lo que se hace para dar seguridad y que es otra vez el tema de la relación con la seguridad pública. Como el esfuerzo al que hicimos referencia de los sectores políticos en el Parlamento logró destruir uno de los principios de la DSN que era la confusión del monopolio de la violencia estatal sin discriminar entre las funciones policiales y militares entonces este general que acepta "democraticamente" este principio -aunque claramente no lo comparte-, le pone entonces un nombre "defensa interna" que no solo no existe en ninguna de las normas sancionadas sino que además vulnera la esencia de lo que los legisladores quisieron señalar al formular la distinción explícita entre defensa nacional y seguridad interior. Este concepto de defensa interna sigue vigente también en muchos países especialmente en el arco andino pero sorprendentemente también en el muy democrático y liberal Uruguay.
Pero sigamos con los ejemplos y en este caso es la ponencia de otro general pero en este caso lo notable es que ya es un hombre mucho más cercano a las actuales generaciones y que además goza de un alto prestigio como tecnólogo habiendo conducido el más alto organismo de investigaciones científico tecnológicas del sistema de defensa. Veamos que dice:
"El término "Defensa Nacional" no es un concepto claro para algunos autores. Sería el accionar sobre los factores que pueden perturbar o interferir los objetivos e intereses nacionales (de ahí la necesidad del sentido de Nación) que aspiran a que su población acceda a mejores condiciones de vida. Tiene que ver con el mantenimiento de la integridad del Estado y con el monopolio de la fuerza por parte de éste. Los conflictos sectoriales violan esto. En nuestro país separamos las palabras Defensa y Seguridad pero a nivel de instituciones y cabría preguntarse si debe ser así o no.(16)
Otra vez sobran explicaciones pero fijémonos en la insistencia en fundir en la defensa la respuesta a cualquier perturbación. La idea absolutamente insostenible en cualquier clase de ciencia política moderna de que los conflictos sectoriales perturban el logro de los objetivos en vez de ser considerados motores del crecimiento- y otra vez la idea de que el monopolio de la violencia del estado debe ser ejercido bajo un solo concepto: la defensa
Acercándonos ya a expresiones del pensamiento estratégico en centros de estudio de las FFAA vamos a analizar un trabajo donde ya resulta mucho más exigente el esfuerzo para encontrar las rémoras de la DSN en lo que parecería una formulación muy moderna. Veamos un trabajo de un equipo actual de especialistas de la ESG de nuestro ejército.(17)
"El empleo del poder nacional, y según sea la naturaleza del conflicto que afecte la consecución de los Objetivos Nacionales, exige que se formulen hipótesis que contemplen la aplicación de las diversas expresiones que lo componen, para su superación.
Así, la "Hipótesis de Conflicto" es la predeterminación de un cuadro de situación, nacional o internacional, que exija el empleo de cualquier medio del poder nacional, solo o conjugado con otros, para superar las presiones existentes de modo pacífico."
Para comprender esta afirmación debemos entrar en un análisis que hace referencias a conceptos como el de nación en armas y guerra total. El paso de un concepto a otro se produjo en la segunda mitad del S XX. Esta adecuación del pensamiento a las nuevas condiciones fue recogida en nuestro país en la reformulación de la doctrina de defensa que hiciera el gobierno de Perón:(18)
"En ese marco, Perón dijo que las Fuerzas Armadas no eran más que "el instrumento de lucha de ese gran conjunto que constituye la «Nación en armas»".(19)
"Un país en lucha puede representarse con un arco con su correspondiente flecha, tendido al límite máximo que permite la resistencia de su cuerda y la elasticidad de su madero, apuntando hacia un solo objetivo: ganar la guerra. Sus fuerzas armadas están representadas por la piedra o el metal que constituye la punta de la flecha; pero el resto de ésta, la cuerda y el arco, son la Nación toda, hasta la mínima expresión de su energía y poderío [...]. La defensa nacional de la patria es un problema integral, que abarca totalmente sus diferentes actividades; que no puede ser improvisada en el momento en que la guerra viene a llamar a sus puertas, sino que es obra de largos años de constante y concienzuda tarea; que no puede ser encarada en forma unilateral, como es su solo enfoque por las fuerzas armadas, sino que debe ser establecida mediante el trabajo armónico y entrelazado de los diversos organismos del gobierno, instituciones particulares y de todos los argentinos, cualquiera sea su esfera de acción; que los problemas que abarca son tan diversificados, y requieren conocimientos profesionales tan acabados, que ninguna capacidad ni intelecto puede ser ahorrado".
De acuerdo con esta visión", Perón asumía que, desatado un enfrentamiento bélico y dados los avances de la tecnología militar, la totalidad de los recursos humanos y materiales de un país así como sus fuerzas productivas nacionales debían comprometerse -y ser organizadas por el Estado- en el sostenimiento del esfuerzo bélico militarmente consumado por sus Fuerzas Armadas.
Así, la defensa nacional era conceptualizada como el esfuerzo desarrollado por el país en función de hacer frente a situaciones conflictivas derivadas de agresiones militares de origen externo, esto es, agresiones contra el territorio nacional llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas de otros países.
Sin embargo en la Guerra fría ya el concepto de guerra ideológica vino a desnaturalizar esta concepción de la guerra total por otra que considera que la guerra es desarrollada por cada uno de los factores del poder nacional con lo cual aparece el concepto de guerra cultural, económica, etc. Esta idea es funcional al concepto marxista de guerra permanente con lo cual ambas interpretaciones se retroalimentan y llegamos a la famosa concepción de la guerra total y permanente contra la fuerzas de la SUBVERSIÓN (entendida como la máxima expresión del mal permanente).
Si bien toda esta parafernalia ya fue descarnadamente analizada por muchos autores, el trasfondo de esta idea aun puede encontrarse en esta formulación que señaláramos al inicio de este ejemplo. Es decir la defensa nacional ordena y determina como cada uno de los componentes del potencial nacional debe librar su propia guerra para hacer frente a la hipótesis de conflicto. Ahora bien resulta que la hipótesis de conflicto es un método de planeamiento de la defensa nacional de modo que aquí se está utilizando una facultad que la ley de defensa otorga al Consejo de Defensa Nacional para que sea aplicada al conjunto del gobierno nacional.
El propio Perón diferenciaba esto cuando decía que si hay una agresión cultural el no respondía con la defensa sino con medidas culturales positivas para fortalecer la identidad cultural nacional y lo mismo planteaba para lo económico, es decir que diferenciaba la defensa de las otras actividades que tienen otra lógica que no es la de las Hipótesis de Conflicto. Nuevamente nos resultaría imposible imaginar un funcionamiento republicano y democrático donde el Ministro de Defensa en la reunión de gabinete le indicase al ministro de economía como librar su guerra contra los organismos financieros internacionales que perturban evidentemente el logro de LOS GRANDES OBJETIVOS NACIONALES. Detrás de supuestas consideraciones tecnocráticas tales como las hipótesis de conflicto y como deben ser enfrentadas se está negando el funcionamiento habitual de las relaciones de conflicto y cooperación en los distintos ordenes de la vida y pretendiendo regular lo irregulable, para reemplazarlos por el concepto remanente de la DSN de la guerra total y permanente.
Como podrá advertirse todos los ejemplos se han referido al pensamiento de personas o ámbitos de reflexión ligados al ejército. Esto es perfectamente comprensible pues son las fuerzas terrestres de todo el mundo las que más sufren cuando no se les puede definir con claridad a que enemigo deben enfrentarse. Su medio y los condicionamientos que éste le impone hacen más difícil una preparación en orden a capacidades militares y no ya a las avenidas de aproximación o las líneas de avance para una maniobra sea defensiva u ofensiva en un espacio determinado de la frontera.
Por ello en todos los países latinoamericanos el remanente oculto de esta concepción de la DSN se encuentra mucho más presentes en los militares de tierra que en sus pares de la Armada o la Aeronáutica. Estos con la sola idea de que su función es el control del mar o el espacio (aunque en realidad debería decirse ayudar al estado a ese control que es una función de policía como tantas otras) pueden pelear sus presupuestos sin inventar los enemigos. En cambio ningún sistema democrático toleraría que su ejército dijera que su función es el control del espacio terrestre pues ello significaría renegar del poder del estado en los distintos niveles de gobierno nacional, provincial y municipal o local.
5. Conclusiones
Estos ejemplos que hemos colocado de la presencia del costado oculto de la DSN aún en un país como la Argentina que reformuló sus leyes para eliminar justamente esos componentes, se tornan mucho más graves para el sistema democrático a la hora de definir los modelos de seguridad para el continente.
Allí los EEUU insisten en inventar misiones para los militares tales como la defensa ecológica o la lucha contra el sida o el tráfico ilícito de sustancias ilegales y aún cuando muchos militares sensatos no quieran aceptar esas propuestas se ven compelidos frente no solo a la presión sino frente a la zanahoria de los ingentes recursos para quienes acepten esos roles, frente a las desgracias presupuestarias de quienes simplemente creen haber nacido para la vigilia de armas del soldado y no para ser médicos, ambientalistas o policías antinarcóticos.
Finalmente consideramos sería sumamente importante que las Conferencias de Ministros de Defensa del continente pudiesen poner alguna vez atención en estas supuestamente aburridas e innecesarias discusiones conceptuales en las que se juega sin duda la salud de nuestras democracias.