FUERZAS ARMADAS DE REPÚBLICA DOMINICANA

Lilian Bobea*
Agosto 2008


La historia institucional de las Fuerzas Armadas dominicanas intersecta los procesos de conformación del Estado y de la nación caribeña, caracterizados por momentos de inestabilidad política, dictaduras, y caudillismos, que acompañaron varios intentos de modernización sin democracia.

Tal como sucediera con la mayoría de los ejércitos caribeños -configurados como fuerzas constabularias- el Ejército dominicano asumió desde su constitución, conceptual y pragmáticamente, el objetivo de garantizar la integridad territorial, en respuesta a los temores, principalmente por parte de las elites políticas y gobernantes, de que se produjesen eventuales fraccionamientos, provenientes de las frecuentes luchas intestinas. Más tarde se conformaron como fuerzas de choque y contrainsurgencia frente a los movimientos sociales, huelgas y movimientos de oposición que -se asumía- atentaban contra el Estado1. Todo ello enfatizó, desde muy temprano, su rol como mecanismo de control hacia el interior de la República.

En el transcurso de más de un siglo y medio de independencia, la nación dominicana ha dibujado una trayectoria zigzagueante, marcada por procesos de alternancia autoritaria hasta mediados de los '60, y por una convulsionada transición democrática desde finales de los '70, hasta su lenta reafirmación en el presente. Dinámicas externas e internas han condicionado el desarrollo de las estructuras y de los lineamientos políticos y administrativos estatales. Entre las externas se cuentan el influjo de la revolución cubana en los movimientos nacionales de oposición política, que contrapuntearon las preocupaciones e intervenciones de los Estados Unidos; la siempre presente "cuestión haitiana", vista tradicionalmente como un desafío a la seguridad nacional; y, más recientemente, el creciente reto de las amenazas transnacionales. En el ámbito nacional, los procesos de reconfiguración militar estuvieron empujados por momentos de rupturas políticas y crisis sociales, antes que por imperativos institucionales. Ello es corroborado por la prolongada ausencia de una explícita política de defensa, la inexistencia de una burocracia civil al interno de la institución, y la aletargada actualización de la doctrina militar.

Con sus aproximadamente 9 millones de habitantes, la nación dominicana cuenta al día de hoy con unas Fuerzas Armadas relativamente voluminosas en comparación con el resto del Caribe: entre 40.000 y 45.000 hombres y mujeres uniformados activos, distribuidos en las tres Fuerzas, bajo el comando de la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas2. La dirección de toda la Fuerza es delegada por el Presidente en el Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas; no existe aún, por tanto, un Ministerio de Defensa civil, ni una burocracia civil integrada a la estructura de planificación de políticas, a excepción de aquella que revista en el Ejecutivo. Las decisiones son asumidas por un Estado Mayor General, que sigue las directrices del Ejecutivo y cuyas funciones están consignadas en la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, actualmente sometida a revisión.

A pesar de múltiples escollos en el seno mismo de las instituciones, los mediados de los '90 inyectaron un ímpetu a favor de las reformas al sector, en parte bajo el influjo de las reconfiguraciones producidas en el ámbito hemisférico y regional, sobre todo en Centroamérica pero también en el Cono Sur. Y en parte, también, por la necesidad (admitida por las fuerzas de seguridad dominicanas) de articularse con sus homólogos internacionales, y lograr así por primera vez insertarse en términos más globales en los nuevos escenarios de la seguridad. Esto marca un cambio de la visión insular, siendo el sector sujeto de dinámicas de revisión y de apertura sin precedentes en su historia institucional.

En 1996 se creó una Comisión Permanente de Reforma, avalada por el decreto 605/05 del 2 de noviembre del 2005. Hacia finales de los '90, y por la iniciativa de instituciones académicas, políticas, y organizaciones no gubernamentales, se produjeron amplias discusiones entre civiles y militares acerca de la cuestión de las misiones, roles y funciones de las Fuerzas Armadas. En ese contexto se planteó la necesidad de desarrollar un Plan Estratégico con proyección a dos décadas, cuyos objetivos específicos apuntaban a:
La iniciativa se extendió por un par de años, y arrojó el Libro Blanco de la Defensa Nacional Dominicana (pendiente de publicación), que sirvió de base para discusiones posteriores. Este fue el resultado de varias mesas de debates e intercambio de visiones entre militares y civiles. Introdujeron por primera vez una reflexión colectiva acerca de los componentes y parámetros que esbozarían las políticas de seguridad y defensa, y sus correspondientes sistemas y estructuras. Sin dudas, el Libro Blanco constituyó un parte-aguas importante en la democratización del sector. Sin embargo, el objetivo primordial de coadyuvar a transparentar las políticas públicas de seguridad continúa rezagado y relegado a las esferas militares, debido en parte a la ausencia de contrapesos civiles que participen activamente y den seguimiento a la formulación, conceptualización y operacionalización de las políticas.


Iniciativas de Reformas

Recientemente, en el marco de un debate nacional promovido por el Ejecutivo sobre la reforma constitucional, se abordaron nuevamente cuestiones relacionadas al sector. Un paso importante en esta dirección ha sido la reciente disposición de la Presidencia de la Directiva de Seguridad y Defensa3. En su artículo 3 la directiva estableció los parámetros para el desarrollo de la política de seguridad y defensa, en base a: la "aprobación de una Ley de Seguridad y Defensa Nacional. Esta ley redefinirá las misiones y objetivos de las Fuerzas Armadas y organismos de seguridad pública, así como la inclusión de nuevas figuras como el Consejero de Seguridad Nacional. Asimismo establecerá las bases para la movilización nacional y delimitará las zonas de seguridad dentro de nuestro territorio (…) destacando el carácter preventivo de nuestra doctrina". También propone: "La participación activa de la sociedad civil en el debate de las grandes cuestiones de política de seguridad y defensa, así como la participación de las Fuerzas Armadas en los planes de desarrollo nacional".

En respuesta a este mandato, las instituciones castrenses protagonizaron por primera vez desde su fundación una revisión de sus normativas fundamentales. Entre 2007 y el presente, se elaboró la Estrategia Militar Nacional, que propugna por "Unas Fuerzas Armadas disciplinadas y motivadas que garantizan efectivamente la soberanía, integridad y orden público de la República Dominicana, con alto sentido de lealtad al poder civil legalmente constituido y capaces de disuadir, neutralizar, detener, o destruir, cualquier tipo de amenaza en contra de la Seguridad y la Defensa Nacional"4. Similarmente, se actualizaron el Reglamento Disciplinario y la Ley Orgánica castrenses, como resultado de la actualización del marco doctrinario. Actualmente se revisa la normativa correspondiente a la justicia militar.

Además del desarrollo de una doctrina de acción conjunta, el mandato ejecutivo propugna por el establecimiento de sistemas más integrados de inteligencia, el desarrollo de mecanismos de coordinación interinstitucionales (especialmente en situaciones de emergencia y crisis nacionales), y la articulación a las iniciativas de cooperación militar internacional, de diplomacia militar, y de desarrollo y fomento de la confianza mutua entre los Estados de la región, y a nivel hemisférico. En tal sentido, se han redefinido las misiones a partir de un glosario de desafíos o amenazas de seguridad entre las que se destacan el narcotráfico; la violencia social y callejera; la delincuencia organizada; la degradación medioambiental; los desastres naturales; la inmigración ilegal; la pesca ilegal y la piratería; el tráfico de armas y personas; y el terrorismo.

Recientemente, como parte de las adecuaciones del sector de la defensa frente a las consideradas amenazas no convencionales, las Fuerzas Armadas se han constituido en un eje clave, en la no siempre bien definida estrategia regional contra la criminalidad organizada y, con ello, en el plano más doméstico, en el combate al narcotráfico. Muchas de estas áreas trascienden el campo de acción de la defensa, y por ende de la institución militar. Así, su intervención en condiciones de crisis debe estar regulada y sancionada por poderes civiles, a quienes les toca deliberar sobre su ámbito jurisdiccional. Otro aspecto crecientemente controversial es el rol cada vez más relevante que juegan los militares en el control del orden público: tanto la estrategia como la política deben partir de establecer la distinción entre seguridad nacional, defensa y seguridad interna (ciudadana), y sus conexiones. De esta manera, se busca desdibujar el carácter constabulario que conformó a las Fuerzas en sus inicios, y que resulta discordante con las tendencias de profesionalización y modernización.

Trascendiendo el ámbito institucional, una razón suficiente para revisar el involucramiento recurrente de las Fuerzas como garantes de la seguridad ciudadana, tiene que ver con la forma en que este involucramiento repercute en el sistema democrático, al establecer un triángulo cívico-militar-policial difícil de conciliar en beneficio del control civil ampliado. Por lo tanto, y reconociendo las inconmensurables presiones que encaran los gobiernos frente a los crecientes desafíos en el ámbito de la seguridad nacional, es imperativo establecer las delimitaciones de funciones y misiones entre las fuerzas de seguridad, así como las correspondientes coordinaciones entre los ámbitos del orden público y de la seguridad nacional.


Desafíos y Prospectivas

La gestión de la defensa sigue siendo aún un campo no consensuado en la República Dominicana, especialmente porque la incorporación de civiles al debate de los asuntos de defensa y seguridad es de factura muy reciente, y aquellos con responsabilidades en este campo carecen del dominio conceptual en los asuntos estratégicos. A continuación, se destacan algunas áreas que requieren de un acelerado tratamiento:


* Profesora e investigadora, FLACSO. Consultora de Newlinkcorp.
(1) Las cifras varían de un autor a otro, pero se estima que entre 2.000 y 3.000 opositores a los gobiernos de Balaguer, durante los doce años consecutivos que duró su mandato, fueron físicamente eliminados a través de mecanismos militares y paramilitares.
(2) A inicios del 2004, el recién elegido presidente Leonel Fernández Reyna realizó una reducción importante (especialmente en los altos niveles de la jerarquía castrense), poniendo en retiro cerca de cien generales.
(3) Directiva de Seguridad y Defensa Nacional, Decreto Presidencial No. 189-07. Santo Domingo de Guzmán, Republica Dominicana, 3 de abril de 2007.
(4) Estrategia Militar Dominicana, Santo Domingo, Republica Dominicana, 25 de noviembre 2007.