INTEGRACIÓN Y SEGURIDAD EN UN NUEVO REGIONALISMO

Pablo Celi*
Abril 2007


En América Latina se desarrollan procesos políticos y económicos que prefiguran el aparecimiento de un nuevo regionalismo, manifiesto en los diversos esquemas de integración y en las actuales tendencias de seguridad regional. Más allá de las convocatorias hemisféricas, propias del denominado sistema interamericano, la desagregación de la región ha sido la constante de una integración multicéntrica, sujeta a dinámicas heterogéneas, determinadas por la asimetría estructural, económica, social, política y militar de los países. En este contexto, se ha abierto el debate sobre un nuevo concepto de lo regional, tanto desde el punto de vista de la identidad, como de la proyección económica y geoestratégica de los países y sus sociedades.

Una perspectiva de integración regional diferente se proyecta desde los países de América del Sur frente a los de América del Norte. No se trata únicamente del progresivo distanciamiento entre los modelos políticos, económicos y sociales, sino de un proceso de búsqueda y definición de una identidad sudamericana, que propende a una reestructuración de las relaciones continentales.

Mientras en el norte avanza una integración silenciosa (a partir del TLCAN y las condiciones que impone su dinámica a México y Canadá, por su mayor proximidad con los Estados Unidos), en Sudamérica se desarrollan tendencias alternativas y, en algunos casos, contrapuestas, que parecen avanzar hacia un modelo regional propio.

La nueva integración sudamericana surge como consecuencia del desmembramiento del esquema hemisférico y de la resistencia a la extensión continental de la integración hacia el norte, bajo hegemonía de los Estados Unidos. En las renovadas tendencias integracionistas se plasma también la realidad geopolítica de la región, en un momento en que han crecido los disensos en lo económico (en relación con el modelo de integración hemisférica del ALCA), y en los aspectos de seguridad, dada la inviabilidad regional del modelo basado en la estrategia global antiterrorismo y la militarización de los programas antinarcóticos. En una perspectiva geoestratégica, el nuevo regionalismo responde también a los conflictos del viejo ordenamiento interamericano: la crisis sistémica de la OEA, la inexistencia de un sistema de seguridad hemisférico, la ausencia de un mecanismo multilateral efectivo de manejo de conflictos y la tendencia a la subregionalización de los esquemas de seguridad, a partir de la localización diferenciada de conflictos.

Redimensionamiento de la integración regional

En la última década, los esquemas de integración de mercados en la región, se reactivan como espacios de salvaguarda frente a problemas de inserción desventajosa de economías nacionales, poco competitivas, en los ciclos globalizadores del comercio internacional. Bajo el impulso de las políticas transformadoras presentes en varios países de Sudamérica, procesos de integración muy diferentes en su dimensión económica, política e institucional convergen en un nuevo regionalismo, aún incipiente, en medio de las tensiones entre el continentalismo bilateralista, y los enfoques subregionales de los estados sudamericanos.

Surge progresivamente una compleja regionalización en red que abarca desde los tradicionales bloques de área CAN, MERCOSUR, CARICOM, SICA hasta el mayor y más reciente proyecto subcontinental, la Comunidad Sudamericana de Naciones, cuya perspectiva está sujeta a la compleja y lenta convergencia de dos procesos de integración diferentes (el MERCOSUR y la CAN), poco consolidados, con dinámicas contradictorias y significativas distancias institucionales y de modelo.

La construcción de un nuevo espacio subcontinental integrado demanda la progresiva nivelación de las economías nacionales y subregionales, no solamente desde un principio de solidaridad, sino como una condición para la configuración de una zona de mercado equilibrada, propicia para el desarrollo de la complementariedad y especialización en la estructura de los procesos productivos, con un equitativo aprovechamiento de los recursos energéticos e infraestructura, y una distribución mejor proporcionada de los beneficios de la integración.

En este sentido, un aspecto fundamental en el proceso de configuración del nuevo regionalismo está en la revalorización del espacio regional para la consolidación de proyectos nacionales, en cuanto los mecanismos de integración potencian las capacidades de los Estados frente a relaciones de hegemonía y la coordinación para acciones políticas en foros multilaterales, respaldando una mayor autonomía en las decisiones de política exterior.

Redefiniciones estratégicas y desplazamiento del eje geopolítico

La articulación de las agendas de seguridad con las agendas política y económica es aún muy limitada en los nuevos modelos de integración. Sin embargo, ésta avanza junto al progresivo alejamiento de Sudamérica de la visión estratégica hemisférica.

En el proceso de reestructuración de las relaciones regionales, la integración constituye un mecanismo para elevar el peso estratégico de la región, redefinir su orientación e impulsar un cambio del eje de la seguridad continental. Los diversos esquemas desarrollan el supuesto de articular los acuerdos económicos a una mayor integración política, a fin de que la integración comercial constituya un factor para una política exterior común y una oportunidad para la redefinición estratégica de los procesos políticos regionales.

En este contexto de reordenamiento estratégico, los proyectos de integración en América del Sur requieren desarrollarse también en materia de política de seguridad, incluida la cooperación militar. A partir de la Conferencia Especial de Seguridad, se han profundizado las diferencias acerca del sentido direccional de la seguridad continental, que se desplaza de la dimensión hemisférica a los espacios subregionales. Esta actual tendencia a la subregionalización de la seguridad continental se expresa en una diversidad de instrumentos de cooperación, y acuerdos de establecimiento de zonas de paz.

Pero esta desagregación de la seguridad hemisférica en escenarios subregionales responde no solamente a la correspondencia de los modelos de integración con definiciones de política exterior y de seguridad común, sino a la efectiva localización de las tensiones y conflictos. La integración subregional, como factor de un nuevo equilibrio continental, supone también la construcción de prioridades estratégicas, orientadas a elevar el rol de Sudamérica en los escenarios internacionales con una perspectiva autónoma en los asuntos de seguridad y defensa, superando el modelo bilateralista hegemónico de cooperación militar.

La unilateralidad de la política de seguridad de los Estados Unidos frente una región no prioritaria en sus acciones globales, potencia el valor estratégico del nuevo regionalismo con esquemas de integración alternativos, y su aporte a la construcción de un orden internacional multipolar. Ejemplo de esta búsqueda es la ampliación de su entorno extracontinental, hoy desplegado en dos perspectivas: la profundización de la interrelación con la Unión Europea, y la ampliación de los intercambios con el Asia-Pacífico. La dinámica de estos procesos evidencia que la integración comercial, en las nuevas tendencias, tanto como en su forma tradicional, compromete una proyección estratégica fundamental para la agenda política y de seguridad colectiva.


* Universidad Central del Ecuador