COMENTARIO SOBRE LA "DECLARACIÓN SOBRE SEGURIDAD EN LAS AMÉRICAS"

Gabriel Marcella
(Profesor de Estrategia, U.S. Army War College, Carlisle, Pennsylvania. Las opiniones expresadas en este documento no representan el pensamiento ni la política del War College ni de otra entidad del gobierno de los Estados Unidos)

En paginas anteriores de RESDAL el colega Dr. Raúl Benítez Manaut observa con acostumbrada elocuencia y diplomacia que "En México se alcanzaron importantes consensos entre las naciones, pero también estuvieron presentes los viejos preceptos de seguridad." Esta apreciación es muy equilibrada y pone en contexto histórico lo que aconteció. Debe reconocerse que el documento representa un esfuerzo intelectual y diplomático que empezó en 1991, en plena primavera del fin de la Guerra Fría y la esperanza de una época de paz y de nuevo pensamiento sobre seguridad en el hemisferio.

¿Cómo se puede calificar el logro del documento? Primero, es preciso explicar su estructura. La estructura se basa en una ojeada histórica, que hace legítimo un proceso de consenso seguido en elaborar el documento. Luego vienen declaraciones sobre valores compartidos y enfoques comunes, las cuales son afectadas por amenazas tradicionales y amenazas nuevas, preocupaciones, y otros desafíos (terrorismo, delincuencia, drogas, corrupción, el lavado de activos, contrabando de armas, y las conexiones de estas amenazas con la pobreza extrema; los desastres naturales, VIH/SIDA, el tráfico ilícito de personas, los ataques a la seguridad cibernética, daños causados por materiales peligrosos o tóxicos, armas de destrucción en masa por terroristas). Para el documento la seguridad es un concepto multidimensional, cosa que mezcla desarrollo con defensa. Después viene el plato fuerte: la lista de 52 compromisos y acciones de cooperación que deben emprender entidades interamericanas existentes. Estos compromisos y acciones son exhortaciones hechas en la primera persona plural: afirmamos, reafirmamos, reiteramos, enfatizamos, declaramos, prevendremos, refrendamos, reconocemos, condenamos, combatiremos, etc.

Desde el punto de vista de un observador de estos foros durante los últimos 40 años me parece que el documento tiene más valor académico que político. Dicho en otra forma, los resultados de doce años de repensamiento son bastante magros. El listado de amenazas y de acciones trata de satisfacer a todos los países participantes; por ende es tan abarcante que resulta en satisfacer a pocos. Es tan amplio (por ejemplo, la pobreza extrema como amenaza) que difícilmente se podrán desarrollar planes de acción dentro de una estrategia de seguridad. Además entre los 52 compromisos y acciones no hay prioridad de importancia que se debe seguir. La primera regla en estrategia es prioritizar, diferenciar entre lo urgente y lo importante para entonces aplicar recursos. Además el documento no establece mecanismos para promover la agenda a acciones concretas.

Según el criterio de diversas autoridades que presenciaron el encuentro en México es imperativo subrayar otro punto que disminuye la utilidad y la credibilidad del documento. Lo que no se nota en el documento publicado pero sí que fue cierto es la escasez de asesoramiento militar en el desarrollo del consenso y de los borradores. Entonces, esta conclusión nos lleva a otra y mucho más pesimista: la declaración corre el riesgo de ser antidemocrática porque no integra el asesoramiento de las fuerzas armadas en la definición de por lo menos las amenazas y de las acciones a seguir para enfrentarlas. Entonces, un documento que define la "democracia representativa" como "indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de los Estados en el Hemisferio" pierde credibilidad. El documento no va a ser tomado en serio dentro de las fuerzas armadas del hemisferio, mientras la brecha de criterios entre norte y sur se va a ampliar.

Los organizadores y los lectores de RESDAL deberían preocuparse. Nos hemos esforzado por varios años en fortalecer los canales de comunicación entre civiles y militares, en promover el concepto de co-responsabilidad en asuntos de defensa, y en modernizar las estructuras que gobiernan políticas de seguridad pública y defensa nacional. El motivo de esta labor ha sido no solamente forjar estrategias de defensa más efectivas, sino también fortalecer la democracia. Marginando a los militares de una responsabilidad profesional y constitucional es dar un paso atrás. Este es un grave error que va a tener resonancia en las cancillerías y los ministerios de defensa. Al nivel interamericano es otro clavo en el ataúd de la Junta Interamericana de Defensa y el concepto de un brazo militar a la disposición de la OEA.


Fuente:
Artículo publicado en el Boletín de RESDAL Nº 13, Edición Especial, diciembre 2003.