Título: El regreso a los cuarteles: militares y cambio político en España (1976-1981) - Capítulo 5 - La reforma profesional de Gutiérrez Mellado (1977-1981)

CAPÍTULO 5 - LA REFORMA PROFESIONAL DE GUTIÉRREZ MELLADO (1977-1981)
Resulta común que se presente a Gutiérrez Mellado y a sus colaboradores como liberales que apoyan la transición hacia la democracia537. En lo que parece una contradicción también se afirma que éstos sorprenden a sus compañeros, los que inicialmente confían en sus credenciales de militares franquistas, para que tutelen una reforma tranquila del sistema y que más tarde se encuentran impotentes por los cambios que el país ha experimentado: se ha mostrado anteriormente el desacuerdo con este punto de vista, y la complejidad que preside las actitudes de los militares en el final del franquismo.
En este capítulo se comenta y discute las ideas que los diferentes autores han aportado sobre la reforma profesional impulsada por Gutiérrez Mellado, y se desarrolla la perspectiva que relaciona profesionalidad y neutralidad política de los militares como eje fundamental de este proceso. Enmarcada como una de las medidas que el Gobierno impulsa para la Reforma política del país, la reforma militar es una condición indispensable para el apartamiento de los militares del mundo político, pero no es suficiente para que este área de política se integre plenamente en una sociedad democrática.
También se hace referencia a las tensiones que las FFAA sufren especialmente tras las elecciones de junio de 1977. El terrorismo, y los problemas propios de la transición provocan crispación y la atención se fija especialmente en las reacciones militares que pueden poner en riesgo el proceso de transformación político. Tras el Golpe del 23 de febrero de 1981 estas incógnitas se despejan al mostrarse claramente que la mayoría de los militares apuestan por no rebelarse contra el proceso político que se ha iniciado.
Del pronunciamiento militar se derivan tres importantes conclusiones: la sociedad española ya no permite la intervención militar pretoriana tradicional, pero tampoco la intervención indirecta que los servicios de inteligencia, y las elites militares han realizado de acompañamiento de la transición; así mismo el Rey deja de asumir las funciones de "timonel del cambio", porque ya se ha definido en la Constitución las reglas del juego, y quién ha de ser el protagonista de las transformaciones.
El debate sobre la reforma militar
En este apartado se presentan y discuten, en el orden temporal con el que han sido desarrolladas, las principales aportaciones que han desarrollado lo que hoy en día se conoce sobre la reforma militar española de la transición. Gomáriz538 señala que a finales de 1975 las FFAA como institución del Estado continúan comprometidas en la escena política, presentándose el "retorno definitivo a los cuarteles", según su propia expresión, como una de las reivindicaciones más importantes de los sectores profesionales; ya que independientemente de la existencia de unas minorías activas progresistas o integristas, la mayoría de oficiales se preocupan principalmente de su estabilidad económica y política. Según sus propias palabras "la evolución de las FFAA va a condicionar el proceso político de la transición", y en ello tiene un papel importante la "reforma militar que va a modificar profundamente en el plano legal la normativa interna de las FFAA"539.
En opinión de Gomáriz pueden distinguirse dos fases referidas a los cambios institucionales internos en las FFAA y sus relaciones con el poder civil. La primera fase llega hasta las elecciones de 1977, representa los inicios de la reforma del Estado, y en ella los sectores integristas todavía se encuentran tanto en las instituciones políticas como en las militares. Este período se caracteriza por una especie de "guerra de posiciones" que se articula por el fenómeno de acción/reacción: el gobierno no toma la iniciativa, sino que espera a que los integristas actúen, para responder colocando a los militares de la reforma en las posiciones clave de la cúpula militar.540 La segunda fase se caracteriza, después de comprobarse el acceso de la izquierda al Parlamento, por lo que Gomáriz califica como "guerra de movimientos" que los integristas no consiguen hacer cuajar por una parte, y que gana el Gobierno al plantear la reforma militar que modifica profundamente en el plano legal la normativa interna de las FFAA. Autorizado por la Corona, Suárez pasa de la "guerra de posiciones" a la "operación ofensiva" con la legalización del partido comunista, rebajando el Rey la tensión entre los altos mandos a través de la intensificación de su presencia entre los militares541.
Esta reforma de las FFAA tiene para Gomáriz dos aspectos generales: el primero la necesidad de desactivar el mecanismo legal franquista por el cual las FFAA están comprometidas en la escena política, y el segundo ubicar a éstas en un Estado democrático de derecho542. La tendencia a la separación de las tareas propiamente militares del escenario político se inicia el 8 de febrero de 1977, con la institucionalización de la Junta de Jefes de Estado Mayor543, y la regulación del ejercicio de actividades políticas y sindicales por parte de los componentes de las fuerzas armadas.
El texto constitucional según Gomáriz muestra la delicadeza con que las fuerzas parlamentarias tratan los aspectos que tienen alguna relación con las FFAA. Éste señala las presiones que por parte de las fuerzas armadas se ejercen para regular temas como el de la pena de muerte en la Constitución, o la propia participación de la Institución militar en la elaboración de leyes como las Ordenanzas, que no sean obra de una comisión especial del Parlamento, sino que llegan formuladas desde el propio aparato militar544.
Después de apuntar algunas de las reformas más importantes llevadas a cabo por el Gobierno en relación a los ejércitos durante este período545, Gómariz afirma que el hueso duro de la reforma es sin duda el rejuvenecimiento de los ejércitos, ya que esto supone un golpe político contra el integrismo dentro de las FFAA. En su opinión la reforma, también hecha por técnicos militares, como la mayoría de las que se impulsan durante estos años en el área de la defensa, supone plantearse un rejuvenecimiento muy lento de los ejércitos, lo que quiere decir que: "el integrismo puede permanecer bastante tranquilo con el plan anunciado"546. A pesar de ello en opinión de Gómariz los resultados de la reforma son positivos, y el gobierno de la UCD se encuentra en 1979 en mejores condiciones que en 1976 para neutralizar la minoría integrista activa dentro de las FFAA.547
El trabajo de Pere Vilanova548 presenta aspectos particularmente interesantes; por una parte valora positivamente la transformación que el gobierno está tratando de realizar, y destaca el consenso que las fuerzas parlamentarias están manteniendo para que la reforma militar llegue a buen puerto549 y los militares acaben con su tradicional presencia política; pero también critica como se está realizando la reforma, ya que "la neutralidad política de la institución militar no queda garantizada de forma inequívoca ni por la influencia de la tecnología y la ciencia en lo militar, ni por la profesionalidad (...) es la resultante de un conjunto de factores entre los que destaca: la consolidación de la supremacía del poder civil, apoyada en un amplísimo consenso social (la consolidación del sistema institucional); la disminución del divorcio entre institución militar y sociedad civil, admitido por muchos militares incluso, o lo que es igual, eliminación al máximo de las barreras que hoy hacen de los militares un grupo social aparte; transformación en el proceso de formación técnica, humana, profesional y cívica de los militares de carrera; facilitación de los medios adecuados al desempeño de la función militar; y sobre todo, definición clara de cuál ha de ser esta función militar -el objeto de la defensa nacional hoy-, dentro de la distribución general de competencias que asume el Estado"550.
Además de esta critica sobre las supuestas bondades de la profesionalidad de Huntington, Vilanova muestra su preocupación por los efectos que el terrorismo puede tener sobre los sectores involucionistas de las FFAA, y advierte de su temor ante la posibilidad de una acción militar que no puede ser descartada.
Para Vilanova el proceso de transición a la democracia, en lo relativo a la cuestión militar ha sido marcado por "un ambicioso programa de reforma militar de largo alcance"551, cuyos efectos afirma que no se conocerán hasta que pase un tiempo, que el cifra en unos cuatro años552. Los puntos más importantes de esta reforma son: una primera fase de desarticulación profunda de la estructura militar heredada del franquismo; una segunda de creación del ministerio de defensa y de impulso de la reforma militar; y una tercera donde se toman medidas sobre el funcionamiento, la composición del mando militar: "todo ello acompañado por la promulgación de las nuevas Ordenanzas, cuya puesta en marcha ha de contribuir a la transformación de la institución militar, así como la modificación del Código de Justícia militar (...) problemas colaterales, como el rejuvenecimiento de los mandos, su promoción en base a criterios no cerrados, sino de profesionalidad, la reforma misma del sistema de formación técnica y humana del oficial, todo ello está sometido a esta dinámica de cambio, pero sin dejar de producirse, evidentemente, fuertes resistencias"553.
La política de consenso parlamentario, como voluntad de acercamiento y entendimiento entre las Instituciones democráticas y las Fuerzas Armadas, especialmente es destacada por Vilanova que recoge dos muestras de ésta: por una parte a finales de marzo de 1978 la comisión de defensa del Congreso de los Diputados, presidida por Enrique Múgica (PSOE), y formada por los vicepresidentes Jordi Pujol (PDPC) y Antonio Pérez (UCD), y los secretarios Emilio Martín Villa (UCD) y Alonso Puerta (PSOE), aprueba una resolución por la que se acuerda prestar la mayor atención a la problemática de la Defensa Nacional554; por otra el Presidente de la Comisión del Senado el 5 de abril de 1978 publica en La Vanguardia unas declaraciones, en las que afirma que "se ha creado un auténtico clima de cordialidad y entendimiento entre las Fuerzas Armadas y el Senado y luego como imagen ante el pueblo español un lazo entre las Fuerzas Armadas y Parlamento"555. Según Vilanova durante el período constituyente la política de consenso sigue de una forma prácticamente unánime entre las fuerzas parlamentarias, y no únicamente por cuestión de oportunidad, que busca no incomodar a un poder importante, que ejerce perceptiblemente su influencia en muchas ocasiones, y que el Rey tiene que frenar más de una vez, sino también por un amplio acuerdo sobre el tipo de Estado y de Instituciones que el país necesita556. El ingreso en la OTAN es una buena muestra de ese consenso: al evidenciarse claramente la división de las fuerzas políticas en torno a este tema, y valorarse que el debate político puede enfrentar seriamente al país en dos bloques se decide retrasar la integración -a pesar de que las FFAA en su conjunto son favorables a ella- .557
El tercer tema que destaca en el trabajo de Vilanova es el anuncio de la posibilidad de una intervención militar que interrumpa este proceso. En este sentido el terrorismo es una "tentativa de crear unas condiciones políticas tales que el ejército se decida a intervenir (...) es la voluntad de forzar a las FFAA para que rompan su neutralidad política y su acatamiento de la legalidad"558. En general las actitudes de los militares serán reivindicar "disciplina" y "lealtad", pero cada vez será más difícil mantener la unidad, y la ultraderecha utilizará los funerales para provocar la reacción de las FFAA559. Vilanova se muestra preocupado y prudente al mismo tiempo, y concluye su estudio con la siguiente afirmación que muestra perfectamente las dudas que la evolución de la transición plantea a un atento observador de ésta: "En suma, no parece probable (aunque sea técnicamente posible) la intervención militar fuera del ámbito que le es propio, en función de los datos hoy disponibles (y que pueden variar), y si se mantienen una serie de supuestos básicos: mantenimiento del terrorismo dentro de unas cotas no fatales (aunque el techo es, hoy, indeterminable), contención de la crisis general dentro de unos límites sociales no críticos, mantenimiento de una situación internacional razonablemente estable, desarrollo del contenido de la Constitución de forma coherente con el espíritu que presidió el período constituyente, y profundización de la reforma militar planteada como operación de largo alcance. Por lo demás, la opacidad de la institución militar, el peso de la tradición histórica, el análisis de diversos casos contemporáneos de intervención militar, etc. dejan abierta una puerta a todas las posibilidades, si se llegan a dar las condiciones requeridas"560.
Julio Busquets dirige en el año 1986 un número monográfico de REIS donde se analiza el papel de las Fuerzas Armadas en la Transición561. Uno de los trabajos que interesa remarcar por el enfoque que aporta es el de Diego López Garrido que analiza datos sobre el control de la política de defensa en el congreso de los diputados entre 1977 y 1985562. Su lectura sobre la participación de los grupos políticos en la elaboración de la política de defensa difiere un tanto de la de Vilanova, ya que en su opinión no se debe de hablar de consenso, y de "buenas relaciones" entre el Parlamento y las FFAA, ya que el grado de control parlamentario en esa época es muy débil, por no decir que sea inexistente. En su opinión a pesar de las importantísimas transformaciones que se producen en el seno de las Fuerzas Armadas, el grado de control que el Parlamento ejerce sobre todas estas cuestiones es muy inferior a la importancia de esas materias563.
En el fondo las dos opiniones no son contradictorias. El Gobierno adopta una política que se "encamina" hacia el "control civil objetivo" en el sentido de Huntington. Son los militares los que deciden su reforma, y los "profesionales" como Gutiérrez Mellado y su gabinete los que la impulsan. Los grupos parlamentarios optan por apoyar esta política, y por dejar prudentemente que sean los militares los que acomodan los ejércitos a las nuevas circunstancias. De ahí que sea correcto decir que hay apoyo y buenas relaciones, y que existe poco control parlamentario. Se utiliza expresamente el concepto "encaminarse" hacia el control objetivo, porque éste según Huntington implica autonomía militar, pero también la dirección y control político. La reforma está inspirada en este principio, pero insiste mucho más en la autonomía, mientras se dirige prudentemente hacia lo que Huntington califica como el tipo de control político ideal.
En este mismo número de REIS Rodríguez Sahagún añade un nuevo matiz al estilo como se diseña esta política. El que fuera primer ministro de defensa civil de la transición hace un comentario muy positivo de la reforma emprendida destacando que se realiza "tratando de hacer siempre las cosas desde la comprensión y el afecto a las Fuerzas Armadas como institución, pero sin renunciar tampoco en ningún momento a las facultades que le correspondían al Gobierno564. En su opinión esta reforma es "necesaria, posible y conveniente", y sus características principales son "la globalidad de su enfoque; y que cuenta, desde su inicio, con la decidida voluntad política de los Gobiernos de Adolfo Suárez de llevarla a cabo, y con el aliento y estímulo de S.M. el Rey para la modernización de las Fuerzas Armadas y el mejor cumplimiento de su misión constitucional"565.
Ya se ha comentado algún aspecto de la tesis doctoral de Fernando Rodrigo en otro capítulo. En lo que hace referencia a la transformación militar que impulsa los gobiernos de la UCD este autor aporta una interesante interpretación sobre el significado de la reforma. Según su opinión "el espíritu" de la reforma es explicado por Gutiérrez Mellado ante los miembros de la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados el 10 de enero de 1978; ésta consiste en la creación del Ministerio de Defensa, y en la separación de la cadena de mando militar y de la rama político administrativa, estableciéndose -afirma Rodrigo- el equilibrio en las relaciones civiles-militares que Huntington juzga como necesario para el surgimiento de actitudes profesionales entre los miembros de las FFAA566. Ello significa la remilitarización de los militares, devolver a éstos a los cuarteles y alejarles de la vida política.567
Esta orientación profesional requiere una importante inversión económica que tranquilice y la haga creible para los militares, lo que se evidencia un año antes, el 21 de enero de 1977, al aprobarse un Real Decreto sobre dotaciones presupuestarias de la Defensa Nacional, que concede 686.948 millones de pesetas para la modernización del material de las Fuerzas Armadas.568. Este argumento lo lleva más lejos Rodrigo al señalar la importancia del decreto que iguala los sueldos de los militares a los funcionarios civiles, ya que la pérdida de poder adquisitivo durante las décadas de los años 1960 y 1970, les obliga a pluriemplearse, y es necesario darles tranquilidad en un momento político muy delicado569: "En consecuencia, las FFAA españolas a la muerte de Franco estaban mal organizadas, mal equipadas y sufrían de exceso de personal y, lo que era más importante a efectos políticos, no estaban satisfechas de la respuesta que el régimen había dado a sus propuestas de modernización. Esta situación era pues muy favorable para los dirigentes de la transición, que tenían oportunidad de asociar el cambio de régimen con un programa de reformas militares largamente deseado por la mayoría de los profesionales de los Ejércitos, que facilitaría enormemente la retirada de las Fuerzas Armadas de la vida política y su inserción en el nuevo sistema político democrático"570.
Rodrigo afirma que si bien Gutiérrez Mellado va ganando apoyo político y popular para realizar su reforma, esto no se traduce en un apoyo de sus compañeros. Acosado por los sectores militares partidarios de la intervención militar, a ellos se le une la división también de los reformistas571. Rodrigo pone en duda el éxito de la reforma, y trata a Gutiérrez Mellado como a un fracasado incapaz de consolidar la creación del Ministerio de Defensa, que a finales de 1978 no es más que una realidad legal572. Esa debilidad inicial del Ministerio se muestra, según su opinión, con que en el presupuesto de 1979 sólo se distribuye para el organismo central del ministerio un 5% del dinero programado para la defensa. Este autor critica la lentitud y la debilidad del vicepresidente del Gobierno, no teniendo en cuenta ni la visión de largo plazo, a la que Vilanova se refiere, ni la "prudencia" con la que el gobierno les pide que se muevan a los grupos políticos en cuestiones militares, como confirma Busquets recientemente en sus memorias573.
El siguiente trabajo que destaca, siguiendo el orden cronológico de publicación, es el de Felipe Agüero, que como se ha comentado, trabaja con Fernando Rodrigo mientras está en España a finales de la década de 1980, y que como también se ha visto, parte de la posición, de que en España los militares tienen escasa influencia en la formulación de los objetivos de la transición, porque el franquismo posibilita que los políticos civiles dominen la agenda de las transformaciones.574
Según el punto de vista de Felipe Agüero normalmente en los regímenes militares el ejército está al frente de las negociaciones sobre su retirada e impone medidas protectoras para sí575. En el caso español esto no sucede así, ya que los militares sólo participan como uno más de los muchos grupos o familias del régimen que Franco mantiene en equilibrio576. El ejército como institución no delibera en torno a la política, ni toma decisiones críticas, lo que hace que la marcada presencia y notoriedad militar no signifique que el franquismo sea un régimen autoritario militarizado577. Para Agüero en España los militares no participan en el núcleo de elite que toma las decisiones esenciales, y los militares no intentan obtener ventajas para sí578.
En la transición el papel de los ejércitos, en opinión de Agüero, es meramente reactivo, y de respuesta apresurada al ritmo que les marca el gobierno, con el que no estan de acuerdo; así no reaccionan con más fuerza ante la legalización del partido comunista por miedo al nombramiento de un ministro de defensa civil579, y no participan en la elaboración de la Constitución, -aunque intentan ejercer algunas presiones no tienen éxito-580. Agüero descalifica el papel del CESEDEN como creador de pensamiento militar, ya que "era más un aparato burocrático para la formación de oficiales de alta graduación y el desempeño de funciones de relaciones públicas que un influyente patrocinador de doctrinas o políticas"581, y parece llegar a la conclusión, como ya se ha comentado en otro lugar, que los ejércitos obligatoriamente deben ser contrarios a la democracia.
Agüero justifica la reforma militar por la existencia de unos militares liberales que son indispensables para que el gobierno de Suárez neutraliza la oposición que existe en las FFAA, y que a cambio de ser beneficiados con su ascenso a puestos de mando, pueden realizar la modernización militar582. Esta existencia de un grupo de liberales en la elite militar española da a los reformadores civiles una ventaja de la que se carece en Sudamérica583. En palabras de Agüero: "sólo en España supuso el carácter de estas divisiones una oportunidad para la colaboración de líderes civiles y militares en pro de la democratización y la modernización y reforma del ejército"584.
La biografía de Gutiérrez Mellado elaborada por Puell de la Villa muestra tres aspectos particularmente interesantes. Por una parte la justificación de la elección de un militar para encargarse de la reorganización de los temas de la defensa; por otra el desarrollo de los componentes, y del estilo de trabajo del equipo de Gutiérrez Mellado; y finalmente la explicación de la reforma desde el punto de vista gubernamental. Para tratar estos temas, a parte de su experiencia personal como antiguo colaborador del vicepresidente militar, Puell de la Villa recurre a entrevistas personales, y a la consulta de un fondo documental que se encuentra en el Ministerio de Defensa.585
En opinión de Puell de la Villa puede calificarse al general Gutiérrez Mellado como "el último espadón" de la historia de España586, ya que Suárez piensa de que cualquier proyecto de reforma política resulta viable si cuenta con la comprensión y conformidad del mundo militar; y por el contrario se dificulta mucho sin este importante apoyo. En palabras de Puell de la Villa: "para cubrir ese flanco, necesitaba contar, a semejanza de sus colegas decimonónicos, con el apoyo y colaboración de un espadón, un teniente general con prestigio entre sus compañeros, capaz de transmitirles los siguientes mensajes: que la reforma era necesaria para la estabilidad de la Monarquía, que el pueblo español la deseaba, que era posible llevarla a cabo sin vulnerar la legislación vigente, y que su consecución no provocaría fisuras entre los españoles, ni el Gobierno permitiría alteraciones del orden"587.
Según Fernando Puell el nombramiento de Gutiérrez Mellado tiene una doble significado. Por una parte su presencia en el Gobierno quiere decirle a la sociedad que la transición va a ser pacífica y que se conduce a través de la reforma, recordando con la presencia del teniente general que el ejército está alerta y vigilante, y que no permitirá que la transición se vaya de las manos. Por otra parte hay implícito también un mensaje a los ejércitos, a los que tiene que convencer tanto de la bondad de la reforma, como de la necesidad de una amplia modernización588. Su elección como "espadón" es acertada, a pesar de que moleste a algunos que se creen capacitados para asumir esa responsabilidad, porque aunque un año después, Gutiérrez Mellado, sea la bestia negra de amplios sectores de los ejércitos, sin embargo en otoño de 1976: "era muy probablemente, el general con mayor prestigio profesional en el Ejército; querido por todos, absolutamente por todos los jefes y oficiales que, en sus diversos destinos, habían trabajado con él; admirado por los muchos más que le conocían de referencia, y respetado por el resto de sus compañeros de armas"589.
Uno de los errores que el biógrafo atribuye al general es que se equivoca sobre la ideología y mentalidad de la oficialidad590. La creencia de Gutiérrez Mellado es que los militares jóvenes son reformistas y desean fervientemente la modernización militar en el sentido de las democracias occidentales, estando únicamente las viejas generaciones ancladas al pasado. Por esta razón, parece deducirse del argumento de Puell, que la estrategia del general relaciona la reforma política del país, con la modernización militar profesional, utilizando la segunda como un cebo que conduce a los militares durante toda la transformación política. Así la mayoría de jóvenes que ansían modernizarse, por las frustraciones y por las influencias que anteriormente se han analizado, desean también la reforma política del país.
Puell de la Villa se precipita al sugerir este error de cálculo, ya que es perfectamente posible que efectivamente esta sea la situación. El que Gutiérrez Mellado tenga una imagen tan negativa entre el conjunto de la oficialidad al final de transición, y el que sea objeto de críticas por parte de sus compañeros no tiene nada que ver con las expectivas iniciales de los militares. Los problemas políticos de la transición, el terrorismo que se centra con especial dureza en los militares, y las campañas de la extrema derecha desgastan al gobierno generando inquietud, y desconcierto, y se encuentran en la base de este cambio en la percepción. A pesar de ello no es lo suficientemente importante como para minar la obediencia y la disciplina de la mayoría de éstos que acompañan la transición591.
La descripción del gabinete es otro de los aspectos valiosos que aporta Puell de la Villa. Gutiérrez Mellado se rodea de un pequeño equipo de colaboradores, caracterizados por su juventud, a los que ha ido conociendo en distintas circunstancias -especialmente en el Alto Estado Mayor, y en el comité militar que negocia bajo su dirección con los Estados Unidos entre 1974 y 1975-592. La edad media de éstos ronda los cuarenta años, todos son diplomados de Estado Mayor, con conocimientos en varios idiomas, y han tenido relación con ejércitos extranjeros593. El gabinete lo dirige el capitán de navio Luis Torres Caplane -después que el general de aviación Emílio García-Conde rechace el puesto-; y está compuesto por los comandantes de artillería Angel de Lossada, y Gonzalo González Gullón, el de infantería Agustín Muñoz-Grandes, que dimite tras la legalización del Partido Comunista, y posteriormente el teniente coronel de ingenieros Miguel Iñiguez del Moral, y el comandante del ejército del aire Carlos Alonso del Río, que sustituye al también aviador Carlos Gómez Coll.
El trabajo se organiza, según Puell de la Villa, de acuerdo a un típico Estado Mayor, marcando objetivos conjuntos, y realizando un verdadero trabajo de equipo: "los numerosos y variopintos asuntos que hubieron de analizarse y resolverse, se discutieron alrededor de una gran mesa de reuniones, en maratonianas sesiones de tarde que se prolongaban hasta bien entrada la noche. Gutiérrez Mellado presidía las reuniones de forma discreta, casi tratando de pasar desapercibido, abierto a las ideas e iniciativas de los miembros de su gabinete"594.
La explicación de la reforma desde el punto de vista de Gutiérrez Mellado es el tercer aspecto que se destaca de esta parte del estudio595. Según Puell, Gutiérrez Mellado afirma que inicialmente no existe una idea clara en cuanto a los alcances y objetivos de la reforma militar, y que éste lo único que tiene claro es que hay que actualizar a las FFAA y hacerlas más eficaces. Sin embargo esta falta de previsión es cuestionable ya que los meses de otoño de 1976 se dedican a marcar objetivos y establecer el calendario de la reforma, y a finales de diciembre se crea una "Comisión del Gobierno para Asuntos militares"596, que es la que en su primera reunión del 4 de enero de 1977 definie las líneas maestras y fija los objetivos básicos de actuación597.
Según Puell a pesar de que el general considere exagerado hablar de "reforma", lo cierto es que el mero hecho de plasmar en un papel un programa, apenas transcurridos cien días de su llegada al Gobierno, es ya una clara prueba tanto de la intencionalidad, como de la propia autoría de la refoma: "lo fundamental de su programa fue la creación del Ministerio de Defensa, pero lo más entrañable para él era la institucionalización del Día de las Fuerzas Armadas, ligada al Homenaje a la Bandera; la aprobación de la ley de Reales Ordenanzas; la puesta en marcha del Instituto Social de las Fuerzas Armadas; la constitución del Grupo Aeronaval de la Flota y la concesión del empleo de almirante de la Armada a don Juan de Borbón"598. En opinión de Puell de la Villa se decide reorganizar los Ministerios militares, de forma que sus titulares cedan el mando sobre las unidades a los jefes de Estado Mayor, utilizando para convencer a éstos el argumento de que en un futuro no muy lejano los ministros militares deben ser civiles, y creando la figura de la Junta de Jefes de Estado Mayor, cuyo Presidente es la cabeza visible de los ejércitos. Esta modificación pretende establecer en el terrero organizativo una clara diferenciación entre la rama político-administrativa y la de mando militar, dejándose el camino libre para que en el momento que sea conveniente se cree el Ministerio de Defensa599.
Según Puell de la Villa el modo de proceder del ministro, que para todo cuenta con sus compañeros de milicia, y sigue los pasos reglamentarios, muestra lo errados que estan aquellos que aceptan el rumor de que los planes de reforma son obra de una camarilla de leales colaboradores, y que no carecen del respaldo de la jerarquía militar, ya que "en el proceso de elaboración la corporación castrense desempeñó un papel que excedía con mucho sus propias competencias (...) La prueba más palpable de ello era el acusado talante corporativo de la norma: todos y cada uno de los altos cargos del Ministerio debían ser desempeñados, precisamente, por militares profesionales, fijando incluso sus empleos y situación"600. Otras muestras de la utilización de las estructuras existentes en las FFAA para elaborar las tareas de la reforma son por ejemplo: 1.la equiparación de los sueldos de los funcionarios civiles y militares, que se encarga a una comisión interministerial de retribuciones del Alto Estado Mayor; 2. El rejuvenecimiento del personal; 3. La creación del Instituto Social de las Fuerzas Armadas, que provoca una larga discusión entre el Alto Estado Mayor y los médicos militares; y 4. La aprobación de las Reales Ordenanzas, para la que también se crea una comisión de militares que son los que elaboran y llevan un proyecto al Congreso de los Diputados cuatro meses después.601
Otro de los autores que analiza este período es Javier Fernández López en "El Rey y otros militares". Su relación personal con Sabino Fernández Campo, y las grabaciones de los tenientes generales Vega y Sáez de Tejada que se conservan en la Fundación Ortega y Gasset son utilizadas para caracterizar la gestión de Gutiérrez Mellado. El tono que preside el discurso en relación a la reforma del Gobierno es negativo, buscando siempre resaltar los errores en los que la administración centrista incurrie. Este autor -que se cataloga como un militar demócrata-, destaca en su estudio los problemas que el vicepresidente tiene con la Institución, utilizando para ello la opinión, más o menos interesada, de una serie de militares que a su manera colaboran con la transición. Según éstos Gutiérrez Mellado es el causante de que se enturbie el ambiente entre los militares por su falta de práctica en el mando, y por falta de mano izquierda.602 A pesar de ello afirma que conforme se va produciendo la transición se produce un cambio muy significativo, ya que se desarrolla la profesionalidad, cambiándose la percepción del enemigo que pasa de estar en el interior, para estarlo en el exterior, lo que a pesar de ser un proceso lento, permite que el camino no tenga vuelta atrás603.
Fernández López604 defiende la idea de que las FFAA españolas desempeñan un papel muy importante en el cambio de régimen: "en ningún caso comparto la teoría de que las Fuerzas Armadas en el instante de fallecer el general Franco sean mayoritariamente involucionistas". Aparte parece afirmar este autor que conjuntamente con otros factores desestabilizadores, otro de los principales problemas del país que genera crispación innecesaria, y que finalmente conduce a que algunos militares promuevan el golpe de Estado es la actitud del gobierno con los militares. Ya que el vicepresidente del gobierno es de trato imposible, y no sabe encontrar equilibrio entre las diferentes medidas que toma605: "Gutiérrez Mellado no tenía dotes de mando. Era un militar atípico, muy bien preparado, muy de despacho, pero no tenía experiencia de mando. El mando hay que ejercerlo y sólo con los años se adquiere soltura en el mismo (...) [según Vega] el principal problema de Gutiérrez Mellado es que no sabe mandar y por eso sus arengas, sus voces destempladas, su insensatez al reunirse con mil mandos en una sala para hablar de la Constitución le han llevado de disgusto en disgusto. Otros generales que también le conocían bien opinan de forma similar"606. Fernández une las figuras y la imagen de Suárez y Gutiérrez Mellado en su relación con el ejército, y afirma que los que son demócratas los ven con simpatía a ambos, aunque no puedan justificar sus errores607, y los que tienen simpatías franquistas, después de la legalización del Partido Comunista les ven como el enemigo a combatir608.
En buena lógica con el monarquismo que preside su argumentación, su opinión es que la figura del Rey es la que conduce a que muchos militares se identifiquen con la democracia609, ya que, como se ha afirmado, parece querer decir que el gobierno lo único que hace es viciar el ambiente610. Relacionado con este aspecto es interesante el resumen y la reflexión que desde la perspectiva jurídica realiza sobre la posición que la Constitución determina para el Rey y las FFAA, y que le impulsa a caracterizarse con la posición mayoritaria de los juristas que tratan sobre este tema: "la doctrina mayoritaria en el estudio de este mando constitucional del Rey sobre las FAS concluye que no se trata de un mando efectivo, técnico, militar, sino de un mando de carácter político, simbólico, debiendo ser considerada esta función regia como el resto, precisada de refrendo y correspondiendo la responsabilidad del acto al refrendante y la decisión al órgano del Estado que así determine la Constitución, en este caso el Gobierno. Una parte de la doctrina, muy minoritaria, hace otra interpretación pretendiendo atribuir al Rey cierta posibilidad de mando efectivo"611. Éste punto es importante en su trabajo por la importancia que atribuye a la corona en la función de liderazgo de la Institución militar.
Otro de los aspectos interesantes del trabajo de Fernández López es su afirmación de que las Ordenanzas militares son claramente anticonstitucionales. Ésta ley de la que, como señala, Gutiérrez Mellado se muestra especialmente orgulloso, y que es muy importante en el proceso de cambio mental de los militares es un nuevo error del Gobierno: tanto la concepción, como la elaboración, como el rango jerárquico y contenido de las Reales Ordenanzas, a pesar de que son un avance, no pueden considerarse un acierto, y es aconsejable, en su opinión, una revisión en profundidad de éstas612.
Este autor a medio camino entre militar y jurista simplifica "el deber ser", y abusa en exceso de la "experiencia personal". No explica la complejidad del proceso de transición, ni contextualiza adecuadamente las situaciones, destacando únicamente lo que le parece convenir a su argumentación. El ordenamiento del texto es confuso, y se encamina a explicar el golpe de Estado, y a defender la positiva actuación del Rey613, sin profundizar como hubiera podido hacer tanto en el analisis de la reforma militar, como en el papel de los militares en el cambio de régimen político, de lo que únicamente aventura una serie de hipótesis, con las que a pesar de que se puede coincidir en algunas de ellas, no demuestra convenientemente614.
De las memorias de Julio Busquets en relación a este período, destaca sobre todo lo relativo a la dinámica entre las FFAA, el Parlamento, y los grupos políticos. Su doble condición de militar retirado y diputado del PSOE le lleva a conocer desde el Parlamento todo lo que tiene que ver con la reforma militar.615 La intención de la legislación militar durante la transición pretende, según Busquets, resolver los problemas heredados de la dictadura: la profesionalidad y el apartamiento de las tareas políticas, judiciales y policiales por una parte; y la modernización de la administración militar con la creación del ministerio de Defensa por otra616. En su opinión, que difiere de la de López Garrido, los parlamentarios tuvieron gran responsabilidad, destacando sobre todo los grupos socialistas por su gran actividad617. A pesar de ello la labor del legislativo en la política de defensa durante estos años es modesta y la comisión actua poco: "después de casi cuarenta años de dictadura, había gran cantidad de problemas que resolver y había que hacerlo de forma eficaz y rápida, pero en una transición en la que los militares van asumiendo lentamente la democracia no conviene inquietarlos con debates que se pueden evitar y que al ser divulgados por la prensa puedan dar lugar a crispaciones en los cuarteles dado que los militares son excesivamente suspicaces ante la crítica y la letra impresa"618.
Para evitar los problemas según Busquets se utilizan tres recursos: utilizar el decreto del Gobierno siempre que sea posible, desviar a otras comisiones temas de Defensa para que pasen desapercibidas (Presupuestos, Hacienda, Interior, Justicia y Relaciones Internacionales)619, y finalmente publicar muchas preguntas sobre temas militares en el Boletín Oficial con títulos intencionalmente crípticos620. Esta prudente forma de actuar evita problemas, pero al mismo tiempo devalua la Comisión de Defensa, lo que produce desencanto en algunos sectores democráticos621. La teoría de la autonomía militar, en opinión de Busquets, quiere acentuar la independencia de las FFAA del gobierno, organizándose bajo la dirección suprema del Rey, lo que obliga a que se tenga que actuar durante todo el proceso de reforma "con paciencia y prudencia, modificando lentamente la estructura de la cúpula militar mediante un excesivo número de decretos y leyes sucesivas"622. Esta prudencia hace que en diferentes ocasiones Gutiérrez Mellado pida a los otros grupos políticos que rebajen sus pretensiones, y que incluso se trate de impedir que algunos proyectos se desarrollen623; y también tiene como resultado que partidos como el PSOE adopten en muchas ocasiones un tono moderado en sus propuestas de enmiendas, o en sus críticas al gobierno.624
A pesar de la prudencia el objetivo es consolidar la democracia, y hacerla irreversible; para ello, según Busquets se toman distintas medidas relacionadas con los aspectos simbólicos, éticos y jurídicos, lo que es significativamente importante para los militares, ya que éstos prestan mucha atención a los símbolos externos. En esta línea se hacen cuatro leyes que afectan a la jura de bandera, al escudo, a las Ordenanzas militares, y al Código de Justicia Militar. La nueva fórmula de jura de bandera incluye el acatamiento a la Constitución, y el cambio del escudo, que es iniciativa de Luis Solana, sirve para que con el reemplazo de la bandera en las unidades muchos mandos militares vean que la situación ha cambiado definitivamente. Las nuevas Ordenanzas, que son elaboradas, como ya se ha comentado, por una comisión de militares625, y que eliminan el concepto de obediencia debida a raíz de las enmiendas del grupo socialista, y la Reforma del Código de Justicia militar son también reformas muy importantes.
El tratamiento dado a los temas militares en la Constitución española es acertado en opinión de Busquets, y se deriva del esfuerzo colectivo de los diferentes actores. Existe presión de los militares sobre los constituyentes que se centra en tres temas concretos: los Tribunales de Honor, la objección de conciencia y la pena de muerte; con el resultado que el parlamento cede ante la primera presión, llega a una transacción en el segundo de los temas, y se niega a las pretensiones militares en relación a la pena de muerte626. Los grupos parlamentarios quieren suprimir los tribunales de honor, ya que es un instrumento anticuado y sin garantías para los militares que se someten a su disciplina, pero finalmente se prohiben en todos los ámbitos de la administración civil, sin hacer referencia a la militar, con lo que "se estaba diciendo in senso contrario, que allí estaban autorizados"627. El tema de la objección de conciencia incomoda a los militares, y Gutiérrez Mellado pide una redacción discreta que no lo considere un derecho fundamental que figure en el título primero de la Constitución, retirándose finalmente hasta el artículo 30 que lo asocia al servicio militar628. El de la abolición de la pena de muerte acarrea una tensión importante, en el que Gutiérrez Mellado y la UCD se baten decididamente por miedo a las reacciones militares. Finalmente después de que el Congreso las acepte, en el Senado se prescinde de las presiones y se aprueba la redacción actual que sólo permite la pena de muerte en caso de guerra: "y en contra de lo que nos decía el gobierno de la UCD, la abolición de la pena de muerte no provocó ninguna crispación entre los militares y no pasó absolutamente nada"629
En el debe de las reformas impulsadas durante este período Busquets señala a la Ley de Criterios básicos de la Defensa de julio de 1980. Su disconformidad parte de la idea de que "el gobierno remitió al Congreso un proyecto de ley, que era prácticamente igual a otro muy anterior que había sido presentado a las Cortes de Franco630 y aún cuando allí no se aproba, no deja de ser chocante presentar el mismo proyecto de ley a las Cortes franquistas y a las democráticas"631. Esta ley finalmente tiene que esperar a ser modificada totalmente hasta la Ley Orgánica 1/84 de 1 de julio de 1984 que en opinión de Busquets establece finalmente la debida subordinación de los mandos militares al gobierno acabando con el autonomismo; y que permite crear un organigrama coherente que facilita una eficaz gestión del Ministerio de Defensa, lo que "puso fin en lo jurídico-formal a la transición, al subordinar claramente el poder militar al poder político y acabar con la confusión generada por la anterior existencia de dos líneas de mando del Ministerio de Defensa, la militar (de la JUJEM) y la político-administrativa (dependiente del ministro)".632
Narcís Serra publica un artículo titulado "La reestructuración de las Fuerzas Militares españolas 1976-1989"633 en el que hace una serie de reflexiones que interesan en este estudio. Según su punto de vista ya sea por activa, como en el caso de Portugal, o por pasiva aceptando y apoyando el proceso, como en España, los militares son obligatoriamente protagonistas de los procesos políticos de transición634. Es necesario que los militares acepten el proceso democrático para que éste pueda triunfar. En el caso español el diálogo entre Suárez y los mandos es siempre muy difícil, y está basado en la desconfianza mutua, y condicionado; por lo que el poder civil no ejerce el mando de las Fuerzas Armadas en el sentido real635.
Gutiérrez Mellado plantea su actuación como ministro desde la óptica del militar demócrata, demostrando a sus compañeros que las cosas deben ir unidas. Teniendo en cuenta las dificultades del período las reformas son numerosas, y destacan por su énfasis en la eficacia de las FFAA y la necesidad de su acción conjunta., pero al conceder el mando máximo colegiado de la cadena militar a la JUJEM, con la única instancia superior del Rey, se consolida los deseos de los militares que pretenden constituir un poder autónomo vinculando al Estado a través del Rey, y no del Gobierno, y ello se convierte en un problema que dificulta las tareas del ministro y el avance de las reformas durante este período636. A juicio de Serra se esbozan líneas de trabajo importantes y valientes entre las que destacan: la decisión de crear un verdadero Ministerio de Defensa; la limitación o eliminación de factores de poder militar sobre la sociedad civil como los Tribunales de Orden Público, o los cargos en la administración civil; la creación de la acción conjunta de los ejércitos; la programación y prioridad de la inversión en material y armamento como condición para aprovechar las posibilidades de la ley de dotaciones; y la indicación de la apertura a los Ejércitos de los países democráticos europeos637.
Resumiendo su punto de vista señala que en este período: "prima la gestión de los problemas derivados de la transición política sobre las posibilidades de una reforma en profundidad de las FFAA (...) deja al siguiente la herencia de una situación en la que el ministro debe dedicar la mayor parte de su tiempo y energías al control de los Ejércitos y de la situación (...) aparecen progresivamente procesos de involución y manifestaciones externas de indisciplina, en parte por la protección ideológica de los mandos, por la tolerancia corporativa y por querer demostrar autonomía respecto del poder ejecutivo contra el que se dirigían estos hechos; pero también por la debilidad progresiva del gobierno"638.
Un punto de vista totalmente diferente plantea Platón, que defiende además con mucha rotundidad su argumento, afirmando que la imprecisión ha sido la tónica de muchos de los análisis efectuados hasta el momento639. En su opinión los ejércitos no son un obstáculo para la libre actuación de los gobiernos durante la transición, y no tiene sentido hablar de presiones del mando militar sobre el ejecutivo; así esta voluntad de no intervenir no es un objetivo que se plantea expresamente Gutiérrez Mellado, sino que es una práctica y una convicción del mando militar640. Según Platón para comprender la actitud de las FFAA españolas durante este período hay que partir de tres premisas: la primera es la complejidad del proceso transicional, que hace que los ejércitos no se libren de la confusión que existe en toda la sociedad; la segunda el mutuo desconocimiento entre los profesionales de las FFAA y el mundo de la política, lo que lleva a que la mayoría de los nuevos dirigentes políticos sólo tengan un conocimiento superficial del mundo militar; y finalmente el proceso de común evolución que lleva a que la sociedad española de 1939, no tenga nada que ver con la de 1975, incluyendo a los militares y a los ejércitos en esta transformación, y afirmando que "las FFAA de mediados de los años setenta eran, por su composición y mentalidad, diferentes de las que habían ganado la guerra civil"641.
Es interesante la referencia que Platón hace sobre la aceptación por parte de los militares de la vicepresidencia primera del gobierno, que concede, en principio, prioridad a este militar sobre el resto del gabinete, exceptuando al Presidente, y cuyo mensaje político es que las FFAA constituyen el pilar más importante del régimen. Esta decisión en su opinión es tomada unilateralmente por los políticos, y no existe ninguna toma de posición por parte de las Fuerzas Armadas; la consecuencia para los ejércitos es que se ven situados en primera línea de la política, y que se ven comprometidas de una forma institucional en el proceso de la reforma política del país. A pesar de ello Platón señala que no existe contradicción con lo que anteriormente afirma, ya que no hay presión alguna, ni siquiera petición de las FFAA para tener ese protagonismo, y que ello tiene como efecto político favorecer el proceso de transición642. En su opinión que Adolfo Suárez confirme a los cuatro ministros militares del Gobierno de Arias, como miembros de su gabinete, es una muestra más de que los mandos de las Fuerzas Armadas se encuentran al margen de las rivalidades políticas643.
El tratamiento cambia sin embargo cuando se refiere a Gutiérrez Mellado, del que afirma que se convierte, probablemente sin desearlo, en un político al acceder a la vicepresidencia644. A pesar del tratamiento descriptivo que realiza, que sugiere una neutralidad prudente645, Platón se detiene especialmente en señalar los factores que crean inestabilidad, y problemas en las Fuerzas Armadas durante la transición, situando el origen de éstos la gestión del vicepresidente del Gobierno. Las crisis de las FFAA ante la legalización del PCE, y otras manifestaciones que detalla, no son consideradas presiones militares por el autor, que afirma por el contrario, que no sólo los militares no quieren participar del poder, sino que acogen con satisfacción las normas de 1977 que prohiben la actividad política de los militares646, y ven como normal el perder los ministros militares en el gabinete tras la unificación de éstos en el Ministerio de Defensa647. Los militares estan en otras actividades de tipo profesional, y respaldan los valores que se esconden tras informes como el que Gutiérrez Mellado difunde el año 1977: "conseguir unas Fuerzas Armadas firmes, solidarias, modernas, operativas, unidas, adecuadas siempre a las posibilidades económicas y sociopolíticas nacionales, fuertes en cohesión y disciplina, capaces de constituir un eficaz instrumento de nuestra política exterior y decisivo factor de disuasión contra todo lo que pueda atentar a la seguridad, unidad e independencia de la Patria y el orden institucional establecido según las leyes vigentes"648.
Esta neutralidad sobre el tratamiento de la figura y la política de Gutiérrez Mellado es justificada por el propio Platón que reconoce que veinte años después la figura del general todavía resulta controvertida en el mundo castrense. No consigue un consenso entre sus colaboradores para valorar la figura. Aquellos que fueron parte de su equipo respaldan su actuación, otros piensan que su actuación tuvo más sombras que luces, y un tercer grupo afirma que a pesar de los errores, el balance es positivo, dada la extrema dificultad de las circunstancias en las que tuvo que actuar como vicepresidente649. De hecho esta es la posición del propio autor que afirma que no se ha destacado suficientemente la dificultad y trascendencia de dos responsabilidades que le correspondieron a Gutiérrez Mellado: transmitir el espíritu de la transición a las FFAA, e iniciar la estructura y funcionamiento del Ministerio de Defensa: "Responder con suficiente éxito a cualquiera de las dos responsabilidades citadas bastaría para acreditar la categoría personal de un profesional militar. Lograrlo en las dos simultáneamente tiene un mérito excepcional. Los errores que pudo cometer y las situaciones incómodas, o incluso violentas, que pudo originar se justifican, o por lo menos se disculpan, por las dificultades inherentes a ambos cometidos. Con el paso del tiempo la opinión general se ha ido decantando hacia el reconocimiento de su hombría de bien y su patriotismo. En 1994 y a consecuencia de una propuesta del Consejo Superior del Ejército, el Consejo de Ministros le concedió, a propuesta del Ministro de Defensa, el ascenso honorífico al empleo de Capitán General del Ejército"650
Profesionalidad y neutralidad política de los militares
Motivaciones, significado y características de la reforma
Existen dos preocupaciones que coinciden en el momento de afrontar la reforma militar en España: una es la necesidad de modernizar las FFAA, y otra la de transformar un modelo de ejército en orden a respetar los cambios políticos que la sociedad está experimentando651. Una buena parte de los militares son defensores de la idea que la relación del Estado con las FFAA ya desde el franquismo responde a un modelo de "control objetivo", y sostienen que los ejércitos no cambian con la sociedad, porque su esencia fundamentalmente es la misma; según esta visión durante el franquismo los ejércitos son autónomos, obedientes al poder del Estado y neutrales políticamente hablando. Estas percepciones son las que hacen fácilmente entendible para la mayoría de los militares el reclamo hacia la profesionalidad y la neutralidad que los altos mandos militares demandan durante la transición hacia el interior de las FFAA, y orientaran la reforma que desde una perspectiva profesional impulsa el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado.
A pesar de esta convicción lo cierto es que la Institución militar es uno de los apoyos políticos fundamentales del franquismo, y que durante la transición, como afirma Puell de la Villa, se tiene que recurrir a un "espadón" que asegure a la Institución que la transformación política se va a producir dentro de la legalidad, y sin mayores problemas de orden interno para la sociedad. La idea de Gutiérrez Mellado y de sus colaboradores responde fundamentalmente a la primera de las preocupaciones apuntadas: éstos quieren modernizar las FFAA, y la relación con el Estado no debe plantear ninguna preocupación puesto que los ejércitos se han configurado según las características previamente descritas, y no tienen que tener, salvo excepciones, ningún problema en seguir comportándose de esta forma652.
Este planteamiento inicial impulsa un modelo de política militar determinado por los propios militares, y condiciona la actuación de las diferentes fuerzas políticas, que tienen que mostrar su "paciencia", y que tratan con extrema delicadeza los asuntos relacionados con la reforma militar apoyando las medidas que el Gobierno impulsa, interviniendo casi únicamente para recalcar la subordinación de las FFAA a la Constitución. Estas acciones contribuyen a que se consolide el definitivo regreso de los militares a los cuarteles, y si bien no es todavía suficiente para poder considerar a la defensa una política pública impulsada, decidida, e implantada en igualdad a otras del Estado, los ejércitos finalmente se encaminan en la dirección hacia la que la sociedad quiere que vayan: el proceso se vuelve irreversible.
La transición no tiene una agenda definida y se va resolviendo según se plantean los problemas, no siendo el tema militar una excepción a la regla: "la transición no se decidió, ocurrió"653. En este sentido Pere Vilanova, como se ha visto, señala que tal y como se vaya produciendo la evolución de las FFAA, esto condiciona el proceso político, ya que durante buena parte de ésta se vive con la posibilidad de una intervención militar que interrumpa el proceso654. En los ejércitos el sentimiento de inevitabilidad del cambio está generalizado655, y la mayoría es reformista656, estando contentos con el aumento de los sueldos, con la modernización de las unidades, y con las medidas que impulsa el Gobierno657, no obstante se les manipula en contra de esas reformas, y el terrorismo y las campañas de la ultra derecha logran su efecto; todos estos factores han de ser comprendidos para entender la complejidad tanto del proceso como de las actitudes de los militares658.
El programa de reforma militar es un ambicioso programa de largo alcance que pretende actualizar, y hacer más eficaces a las FFAA. Para el general del Ejército del Aire Fernández Sequeiros la reforma tiene dos planos: uno institucional que se concreta con la ley orgánica de 1980, y que se revisa en 1984 -al dejarse claro de quién dependen los militares-; y otro personal que se completa en 1989 con las leyes del régimen del personal militar659. El ritmo de implantación es relativamente lento, el que se considera como posible, ya que bien o no hay tiempo de hacerlo más deprisa660, o bien hay que dejar que se asimilen las primeras reformas imprescindibles para adaptarse a la democracia, para después ir a las que tienen que ver con las estructuras que afectan a las FFAA661.
Narcís Serra apoya la idea de la "profesionalidad" como motivación de esta reforma, ya que ésta se impulsa desde la óptica de un militar demócrata, que defiende un modelo claro de lo que deben de ser las FFAA en democracia: "que los militares sólo hicieran de militares"662. Según Fernando Puell de la Villa de esta "profesionalidad" es de donde surge la gran discusión de la transición española. ¿De quién dependen los militares? Se crea un ministerio de defensa absolutamente militarizado, sin ningún resquicio al poder civil, ya que la concepción de Gutiérrez Mellado es la de una administración totalmente militar con una doble cadena de mando que se define en la ley de 1980, y que según las palabras de Puell: "no hay quien la entienda"663: la cadena administrativa dirigida por el ministro, que se convierte en una especie de gestor; y la cadena de mando militar que coordina la Junta de Jefes de Estado Mayor, y el Jefe de Estado Mayor en relación directa con el Rey. Esto genera confusión ya que la sensación que produce el autonomismo, es que el poder militar no está claramente subordinado al poder político664.
El papel de los grupos políticos en todo el proceso está bien desarrollado por Julio Busquets en sus memorias, y es confirmado tanto por Oliart, como por Luis Solana, y Narcís Serra665. El gran problema es resolver de una forma eficaz, rápida, y sin inquietar a nadie con costosos debates, lo que hace necesario utilizar la paciencia, la prudencia, y el consenso durante la mayoría del tiempo. Hay que desarrollar la profesionalidad para que se cambie la percepción del enemigo del interior al exterior, y para que de esta forma no exista posibilidad de marcha atrás. Oliart insiste en este aspecto y comenta que existe una especie de prudencia y de temor justificado que hace que no se manden muchas leyes al Congreso sino únicamente las esenciales666. Luis Solana habla de las constantes conversaciones que existen entre el Gobierno y el PSOE buscando la colaboración, lo que a veces pueda transmitir la sensación de que en este tema se actuase como en una especie de coalición: "las conversaciones las tenía Suarez con el propio Felipe González... y algunas enmiendas me las tumbaba, porque había tenido algunas conversaciones con Suárez, y Gutiérrez Mellado, donde le habían pedido que no apretase mucho el acelerador... no se cuántas enmiendas, de proyectos de ley... por llamadas... de mira no fastidies... que esto es complicado..."667.
El equipo de Gutiérrez Mellado y la autonomía militar
Señalar la íntima relación personal existente entre los generales que ocupan puestos de responsabilidad durante la transición, es una de las aportaciones que hace en su biografía Fernando Puell de la Villa:"en su mayor parte, procedían de la Academia General durante la dirección de Franco, habían combatido como tenientes y capitanes en la Guerra Civil, [además] muchos volvieron a encontrarse en las aulas de la Escuela de Estado Mayor, durante treinta años compartieron despachos en Buenavista y Vitrubio y, de nuevo, pupitres en la Escuela Superior del Ejército. Les unían, por tanto, fuertes lazos de amistad, iniciados en la adolescencia, mantenidos durante la juventud y reforzados en la madurez. Su carrera había sido poco competitiva, regida por el férreo principio castrense del ascenso por antiguedad, que excluía celos y agravios comparativos, y su vida profesional [había estado] ajustada a principios y valores, considerados sagrados, inmutables y tácitamente asumidos por toda la corporación"668.
Precisamente porque los ascensos siempre respetan los cauces reglamentarios lo cierto es que son dos compañeros de promoción de Gutiérrez Mellado los que le promueven a los puestos más importantes de su carrera militar. Coloma Gallegos, compañero de la Escuela de Estado Mayor, le destina como general de división a Ceuta669, y Félix Álvarez Arenas, compañero en la Academia General Militar, a la Jefatura del Estado Mayor Central del Ejército. Por otra parte, también es interesante darse cuenta de que en el momento en que se hace cargo de la Vicepresidencia del Gobierno, dos de los otros ministros militares, Álvarez Arenas, Ejército, y Franco Iribarnegaray, Aire, han estudiado con él en la segunda promoción de la Academia General dirigida por el general Franco y son amigos suyos. Otros compañeros de promoción también son muy conocidos durante el período que estamos tratando: Emilio Villaescusa Quilis, secuestrado por ETA, y colaborador de Gutiérrez Mellado, forma parte de la misma promoción, de la que también son dos generales luego tachados de liberales: Federico Gómez de Salazar, y Tomás Liniers Pidal670. La autonomía de los militares y este sistema de promoción militar basado en la antiguedad y el escalafonamiento tiene una doble consecuencia: por una parte "liga" el futuro a una serie de oficiales predeterminados, pero también permite que el conocimiento entre ellos sea muy grande lo que facilita que el pequeño margen de discrecionalidad que se deja para la elección de los colaboradores se base en un conocimiento muy profundo.
A los compañeros de promoción con los que tiene especiales lazos de amistad se unen, entre los que pueden ser seleccionados para los ascensos, y para ocupar los puestos decisivos, otros militares que tienen experiencias similares a Gutiérrez Mellado, ya sea el tener que dejar temporalmente las FFAA para dedicarse a actividades empresariales por tener problemas económicos para poder mantener a la família; el estar obsesionados en que no se repita una guerra entre españoles; o el apoyar abiertamente el cambio por otra serie de motivos. Este tipo de militar es especialmente promocionado a los puestos más cercanos al general Gutiérrez Mellado.
En opinión de Puell de la Villa la excedencia del ejército influye en la forma de enfocar los problemas de la sociedad de su tiempo, y replantea muchos de los juicios preconcebidos que el militar mantiene acerca de la sociedad civil. Entre otros Ibañez Freire o Gabeiras671 forman parte de estos militares que llevan a que Puell se pregunte si la transición hubiera sido viable sin la existencia de este tipo de generales, "a los que nadie se había preocupado de preparar y que, probablemente, ni ellos mismos eran conscientes de que sus pautas de conducta seguían derroteros distintos de las de sus compañeros de armas"672.
Otros militares que colaboran activamente con Gutiérrez Mellado comparten el horror por la guerra civil. Conformados por un fuerte cuadro de valores conservadores estan traumados por el recuerdo de la guerra, y quieren evitar que una situación así se repita: el general Bourbón, primer director del CESID que es fusilado con su padre en Santander, y salva su vida porque su padre le cae encima, tiene una auténtica obsesión porque no se repita un episodio de confrontación armada de este tipo 673; del mismo modo otros como Javier Calderón y Andrés Casinello pierden a sus padres en la guerra civil y participan de este sentimiento que fomenta la tranquilidad y el cambio pacífico, otros procedentes de los alféreces provisionales como Sáenz de Tejada y Marcelo Aramendi también pueden clasificarse en este grupo. Entre los que además de este pavor por la posibilidad de un nuevo conflicto, también tienen una fuerte convicción de la necesidad de la transformación, y lo han explicitado públicamente se encuentra el general Luis Pinilla que recibe un encargo de Gutiérrez Mellado para que le haga sugerencias sobre como se puede transformar el ejército, y abrirse hacia la sociedad, y que más tarde es elegido director de la Academia General Militar de Zaragoza674.
Los atentados terroristas sobre los militares generales se ceban especialmente en los colaboradores cercanos a Gutiérrez Mellado, por lo que la reacción de la ultraderecha agrava el daño y la crueldad contra el equipo que el general conforma para llevar adelante la transición. El secuestro de Villaescusa, que se resuelve finalmente positivamente; el asesinato del teniente general jefe de Personal Gómez Hortiguela, que es el encargado de llevar adelante la reforma del personal militar; el posterior suicidio de su principal colaborador en esa reforma, el general de división, y Director General de Enseñanza Marcelo Aramendi; y el asesinato del general de división Constantino Ortín a la sazón Gobernador Militar de Madrid, y del general Gonzalez de Suso, antiguo director de la oficina de Información del recién creado Ministerio de Defensa son una muestra de la presión con la que se vive en esos años675.
El suicidio del General Marcelo Aramendi el 13 de mayo de 1981676