¿ES POSIBLE EL DESARME EN HAITÍ?
María Pía Devoto y Carina Solmirano (Asociación Para Políticas Públicas)
Julio 2004
La resolución del Consejo de Seguridad que creó la Misión de Estabilización en Haití (MINUSTAH)(1) especifica que el mandato de la misión comprenderá -entre otras medidas- la "asistencia al Gobierno de transición, en particular a la Policía Nacional de Haití, mediante programas amplios y sostenibles de desarme, desmovilización y reinserción para todos los grupos armados, incluidas las mujeres y los niños asociados con esos grupos, así como mediante medidas de seguridad pública y control de armas".
Es un hecho que la situación de violencia que afecta a Haití tiene orígenes multicausales y de larga data: niveles de pobreza extrema, falta de control institucional, corrupción policial y estatal, existencia de bandas criminales, etc. La posesión de armas pequeñas en manos de la sociedad y de las bandas impacta directa y negativamente en los esfuerzos por estabilizar al país, impide el desarrollo social, económico y político y fomenta la criminalidad.
El establecimiento de un programa de desarme efectivo debe ser una prioridad para la Misión de Naciones Unidas en Haití, puesto que a partir del mismo se darán las condiciones para avanzar en la pacificación, democratización y desarrollo del país. Sin embargo, en un contexto de inestabilidad y violencia como el imperante en Haití, las probabilidades de éxito de un programa de desarme son mínimas si no se genera primero un entorno seguro y estable para la población, los grupos políticos, y la oposición.
En la actualidad, las armas constituyen un elemento de presión política y en ese sentido las elecciones del año 2005 marcarán un punto de inflexión al incorporar a los grupos armados a la vida política. Naciones Unidas calcula que el número de rebeldes armados llega a los 25.000(2), y este grupo ha trasladado su accionar político al accionar criminal, al punto de interferir en las tareas de ayuda humanitaria desarrolladas por Naciones Unidas en la región.
Al pensar en un plan de canje de armas hay que tener en cuenta la modalidad que tendrá el mismo. Las experiencias internacionales demuestran que el canje de armas por dinero no es aconsejable puesto que nadie puede asegurar que el destino de ese dinero no sea para comprar armas más modernas, por ejemplo. Y de utilizar el fundamento de que el dinero lo que hace es aumentar el precio, corremos el peligro de que sólo unos pocos puedan acceder a las armas, alentando la conformación de mafias con poder de ejercer presión social y política.
Para que se efectivice la entrega del arma, el incentivo debe ser tal que justifique el desprendimiento de la misma. Trabajar seriamente en los incentivos requiere un conocimiento previo de la cultura y del entorno socioeconómico, ya que solamente con algún elemento verdaderamente atractivo se logrará una entrega de armas. En Centroamérica, donde se han desarrollado programas de desarme y de reinserción de ex combatientes a la vida civil, los canjes incluyeron el intercambio de armas por bienes de consumo, materiales de construcción, medicamentos o juguetes. Otras medidas tomadas fueron la declaración de amnistías para aquellos que poseían armas ilegales o la realización de destrucciones públicas de las armas capturadas o entregadas por la población.
En Haití, el único incentivo para la entrega de un arma parecería ser el fútbol. En una entrevista publicada en el diario Folha do San Pablo, el Primer Ministro haitiano, Gerard Latortue afirmó que "Algunas pocas estrellas de fútbol brasilero pueden hacer más por el desarme de Haití que millares de las tropas de paz". La Confederación de Fútbol Brasilero y el Gobierno de Brasil están organizando un partido de fútbol para el 18 de agosto próximo, en Puerto Príncipe. Para ello, se convocó a la selección de fútbol brasileña y sus principales figuras ya se han comprometido con esta propuesta. También participará del encuentro el Presidente de Brasil, Ignacio "Lula" Da Silva. Es de esperar que la situación de seguridad que vive Haití permita la realización del encuentro, que podría peligrar si no están dadas las condiciones para llevarlo adelante. La propuesta consiste en canjear un arma por una entrada para asistir al partido. El canje se realizaría una semana antes del encuentro.
Paralelamente al programa de desarme, deben mejorarse los controles fronterizos, las leyes referidas a la compra, tenencia, portación y circulación de armas, fortalecer el papel del organismo registral y, fundamentalmente actuar sobre los motivos de la demanda.
En una entrevista otorgada a la Radio Metropole, el General Augusto H. Ribeiro Pereira, comandante de MINUSTHA, expresó que para desarmar a los grupos es prioritario una mejora en la situación económica y que con el desarrollo económico asegurado, la población irá progresivamente entregando sus armas al mismo tiempo que se reducirán los delitos.
La cuestión del desarme en Haití figura desde hace años en las preocupaciones de la comunidad internacional. En el año 2002, la Resolución 822(3) de la OEA hizo un llamado al gobierno de Haití para fortalecer las instituciones democráticas, profesionalizar la Policía Nacional, promover el diálogo y el consenso entre el gobierno, la sociedad y los partidos políticos, y desarrollar e implementar un programa integral de desarme. Hasta el momento ese plan no ha tenido éxitos.
Entonces, ¿es posible el desarme en Haití? Lamentablemente no estamos en condiciones de afirmarlo. En la medida en que se diseñe una estrategia integral que contemple el desarrollo socioeconómico, la reinserción de los grupos armados, el fortalecimiento de las instituciones democráticas y de las que controlan la circulación de armas, y una reforma legal profunda, parte del trabajo se habrá cumplido.
Fuente:
Artículo publicado en el Boletín de RESDAL Nº 15, julio 2004.
(1) S / Res. 1542 (30 de abril 2004)
(2) Para el Primer Ministro de Haití, Gerard Latortue, el número de rebeldes es de 15.000.
(3) CP/RES. 822 (4 de septiembre 2002)