HAITI MERECE VIVIR

Dr. Ramón B. Martínez Portorreal
Febrero 2004


La historia de Haití es tan vieja, que se asemeja a las corrientes del río, el agua de ayer no es la de hoy, aunque es el mismo río. Haití nos lleva y nos trae, desde haber sido el Primer Estado constituido por una población de ex-esclavos negros, hasta romper el récord de haber tenido mas gobiernos de factos, nacido por minigolpes de estados y revueltas palaciegas del hemisferio. Las estadísticas de Haití, en todos los renglones nos señalan un panorama que no admite interpretaciones, una cosa es con guitarra y otra es con violín. Y surgen las necesarias interrogantes:

¿Cuál es el problema? ¿Es un país viable o ha tocado fondo la crisis institucional? ¿Real y ciertamente la llamada comunidad internacional ha ido en ayuda y asistencia al Pueblo de Haití? ¿Existen políticas de dobles estándares aplicables a la realidad de Haití? ¿Sólo era manejable Haití en el curso de la guerra fría, y ya no?

¿Es la formalidad democrática, que se emplea y se usa en el resto del continente, aplicable a la realidad de Haití? ¿Qué significa elecciones cada 7 años para una población que no comprende de formulismo, sino de necesidades diarias de Comida, Agua, Energía, Salud y Libertad? ¿Se corresponden los programas diseñados fuera de Haití, para superar la realidad interna? ¿Es lo mismo: Proceso Democrático para la OEA y para las gentes de las Calles de Port-au-prince? ¿Representa al pueblo de Haití, un gobierno electo en circunstancias de extremas precariedades electorales? ¿La formalidad "democrática" de los organismos internacionales es la formalidad democrática que desean las gentes de las calles de Haití?

Podríamos continuar nuestro rosario de interrogantes, pero todas sólo tienen una contesta cierta: No hay salida a la situación de Haití sin tomar en cuenta al Pueblo Haitiano y sus precariedades.

A veces, se confunden aspiraciones con la realidad, y tratamos de confundir nuestros deseos con los deseos de las personas ordinarias y sencillas, de los barrios, de los mercados, de los caminos, de las aldeas, de los bohíos, de las villas miserias; muchas veces nuestro lenguaje académico y retórico, se encuentra muy lejos de sus aspiraciones inmediatas. A veces somos Embajadores de países "humanitarios" y nuestro comportamiento no dicta mucho de ser el de un proconsul, que estruja en las caras de los miserables, las ayudas que se ofrecen. A veces, realizamos determinadas consultas, que solo en su preparación gastamos mas dinero, que el que se necesita para abrir un puesto de comida caliente, para ser vendida a bajo costo. A veces realizamos intervenciones "humanitarias" más costosas que edificar un hospital general, para dar consultas rápidas a quienes necesita un diagnóstico de emergencia. A veces diseñamos políticas de contención migratoria, que se contraponen a otras políticas diseñadas en la región para resolver problemas similares. A veces, en medio de la crisis escogemos a "nuestro delincuente preferido", no importa que sea un emulo de Al Capone o Don Corleone, pero es nuestro delincuente protegido. Todavía retumban en nuestros oídos los apellidos de Duvalier y Trujillo, dos protegidos de otras épocas, pero protegidos que llenaron una historia de crueldad en la isla, y marcaron con sus particulares "estilos democráticos".

Es posible que antes de concluir estas líneas, la realidad sea otra diferente a cuando empezamos.

Es posible que eso que llamamos eufemísticamente Gobierno de Aristide, se llame Gobierno de las Fuerzas Alternativa de la Resistencia. ¿Estamos preparado a enfrentar esta realidad o nos aferramos a las resoluciones que nadie cumple, comenzando por los propios organismos que las emiten?.

Dejemos estos comentarios hasta aquí. Luego podríamos volver, cuando la realidad nos nutra con hechos irreversibles.