CHILE. REFORMA CONSTITUCIONAL
Por David Álvarez Veloso
Julio 2005
“Se ha cerrado la Transición”, con estas palabras calificó el presidente Lagos, de gira por Australia, la aprobación de las reformas constitucionales en el Congreso. El 14 de julio pasado, tras quince años de fallidos intentos, el Senado acordó finalmente 58 enmiendas a la carta fundamental chilena, la cual una vez promulgada llevará por primera vez en 25 años la firma de un presidente democráticamente electo.
Aunque el próximo 16 de agostó el Congreso Pleno deberá ratificar los cambios se da por descontado que este camino ha llegado a su fin. Las reformas implican importantes cambios en los tres poderes del Estado y entre las más importantes se cuentan la reducción del período presidencial de 6 a 4 años sin reelección inmediata, se fortalecen las atribuciones fiscalizadoras de la Cámara y el sistema electoral deja de ser parte de la Constitución, lo que permitirá probablemente en el futuro su modificación.
En cuanto a las modificaciones que afectan directamente a la defensa y las Fuerzas Armadas, la reforma incluye la restitución al presidente de su facultad de remoción de los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y carabineros, se eliminan todas las disposiciones transitorias vinculadas con el régimen de Pinochet, se eliminan los Senadores Designados y Vitalicios reduciendo la Cámara Alta a 38 miembros (dentro del grupo de Senadores designados se incluía a cuatro ex miembros de las FFAA) y se establece que el Consejo de Seguridad Nacional será sólo un organismo asesor convocado exclusivamente por el presidente de la República.
Ciertamente se trata de un avance sustantivo en la materia, y a decir verdad, ante la dificultad de contar con una completamente nueva Constitución (que garantice un consenso general no expresado en la carta aprobada en 1980) las reformas son sustantivas en el camino de contar con instituciones más democráticas y representativas. En el camino hacia mejorar la calidad de la democracia en el país, el próximo paso será la reforma al sistema electoral binominal que sobre representa a las segundas mayorías de manera exagerada y excluye totalmente a las minorías del congreso, la mayor inclusión de todos los sectores y la mayor participación juvenil en el proceso electoral son sólo algunos de los desafíos futuros.