Título: Perú. Propuesta de Libro Blanco de la Defensa Nacional - Capítulo I

FUNDAMENTOS DE SEGURIDAD Y DEFENSA
1. Seguridad
Desde el inicio de la historia, el comportamiento del hombre ha estado condicionado por las inclemencias de la naturaleza y las acciones de otros seres humanos. El hombre, ante la percepción de su vulnerabilidad, necesita protegerse.
En esta búsqueda, el ser humano comprendió que aislado no iba a poder subsistir, lo cual lo llevó a asociarse con otros hombres y a formar la familia, la sociedad organizada, la nación y luego el Estado, con la implementación de normas y medidas de seguridad para proteger sus formas de vida y sus bienes.
El hecho citado nos lleva a afirmar que la necesidad de seguridad es natural. Así lo demuestra su existencia en todos los pueblos del mundo, en todas las épocas y en todas las doctrinas filosóficas, sociales, económicas y políticas, cualquiera sea su grado de evolución y cultura. De esta manera, la seguridad puede ser asumida en forma individual, colectiva, cooperativa, nacional, subregional, regional, continental, hemisférica, mundial o global. En cada uno de estos escenarios existen responsables de su gestión.
La seguridad es una situación que denota un estado de confianza, de garantía y tranquilidad; implica una percepción de la situación real que permita la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales del ser humano. Al Estado le corresponde la responsabilidad de velar por su seguridad.
Al consolidarse el Estado-nación, surgen los intereses nacionales y se reafirman los conceptos de existencia, desarrollo, soberanía, territorio, entre otros asuntos, y entonces la seguridad se vuelve razón de Estado. En ese sentido, la Seguridad Nacional garantiza la posibilidad de que la persona disfrute plenamente de sus derechos.
Bajo esta concepción, la Seguridad Nacional es fuente prioritaria para garantizar confianza en materia política, económica, educativa, laboral, ambiental y demás aspectos de la convivencia social. El Estado debe proteger los derechos individuales y colectivos de la comunidad; organiza la defensa de éstos por medio de leyes e instituciones especializadas y es el ciudadano quien las mantiene con su compromiso de cumplir y fiscalizar las mismas.
La Organización de las Naciones Unidas resalta el carácter Integral de la seguridad que involucra aspectos políticos, económicos, sociales, militares y ambientales y en la que una nación se siente libre de amenazas, coerción económica o presión política alguna para continuar su propio camino de desarrollo.
En consecuencia, se entiende por Seguridad Nacional, la situación en que un Estado garantiza su existencia y soberanía, así como la integridad de su patrimonio mediante la defensa de sus intereses y objetivos nacionales.
2. Defensa
Los restos arqueológicos dejados por los pueblos primitivos y que datan de tiempos muy antiguos evidencian que desde el principio los hombres tuvieron que organizarse para su defensa. Sus moradas fueron refugios, al mismo tiempo que posadas, vivieron en cavernas ubicadas en lugares escarpados y de difícil acceso, o bien sobre pilotes ubicados en lagos y pantanos. Cuando las preferencias e intereses de los individuos entraron en conflicto, sus instrumentos de recolección y caza se convirtieron en armas para defenderse, individual o colectivamente de las agresiones y de la belicosidad de sus semejantes.
Surge así la necesidad de defenderse que obligó a los humanos a asociarse y organizarse para alcanzar su anhelada protección y resguardo. Conforme mejoraban sus condiciones de vida material y social, los mecanismos de defensa dejaron de ser individuales y pasaron a ser colectivos y más desarrollados. Como consecuencia de la vida sedentaria y la aparición de las primeras aldeas, construyeron fortalezas que sirvieron para proteger a la población y su producción. A partir de ello, los hombres y mujeres buscaron preservar su seguridad, desarrollo y objetivos comunes.
Con la vida urbana y la civilización surgieron las ciudades-estados. En aquel momento la sociedad se organizó racionalmente para su defensa. Las ciudades estuvieron fuertemente amuralladas y ubicadas en lugares donde la geografía les brindó una defensa natural. Así aparecen las milicias, los ejércitos y las fuerzas navales.
El desarrollo de las sociedades, la consolidación de las civilizaciones y la interacción entre los Estados trasladó la convergencia o divergencia de intereses al ámbito internacional e incrementó la posibilidad de conflictos. Ante esta situación, se concibió el concepto de Defensa como razón de Estado, dando origen a los ejércitos profesionales, al servicio militar y a la diplomacia profesional. Con la declinación del Estado Dinástico, la Revolución Francesa, y el advenimiento de los estados nacionales surgen los conceptos de Defensa Nacional, Bienestar General y Soberanía Nacional.
Así, el principio democrático incorpora la Defensa al servicio del Estado, y como obligación de todos los ciudadanos, porque se comprendió que era necesaria esta garantía para su desarrollo. Desde entonces el nivel de defensa de un Estado está dado por su capacidad preventiva, reactiva y disuasiva frente al riesgo o incidencia de amenazas efectivas y potenciales a su seguridad y desarrollo nacionales.
En ese sentido, se entiende que la Defensa es el medio para lograr la seguridad. Sin embargo, no debemos entender la Defensa en su significado puramente militar porque ella incorpora esencialmente a la sociedad en su conjunto. Más aún, si se tiene en cuenta que los Estados nacionales involucran un concepto claro de ciudadanía activa y participante en el manejo de los asuntos públicos y en el control de las acciones de gobierno.
La Defensa es, pues, componente necesario del bien público y por ello es cada vez mayor la convicción de que los ciudadanos deben asumir su responsabilidad y compromiso con ella. Esto supone la participación y coordinación de todas las personas naturales y jurídicas, instituciones y organizaciones, con la finalidad de que se logren los objetivos nacionales asegurando la satisfacción de las necesidades permanentes del Estado.
Al respecto, el poder político comprende que el fin supremo del Estado es el ser humano, y que la defensa de sus derechos es uno de los objetivos para lograr el desarrollo y seguridad que conduzcan al bienestar.
Es evidente que los estados, pese a la globalización, mantienen aún sus particularidades históricas, económicas, sociales, políticas y territoriales, recordándonos que hay realidades diversas. De ese modo, conserva latente las posibilidades de controversias sin importar las condiciones geopolíticas y estratégicas acordadas, siendo justificable la preocupación permanente del gobierno por la seguridad y defensa nacionales, porque sólo con ellas logra la tranquilidad y la paz indispensable para su desarrollo.
La Defensa Nacional, como acción permanente del gobierno, garantiza la seguridad del Estado, previendo toda actividad que lo amenace y respondiendo a las siguientes interrogantes: ¿cómo mantener la libertad de acción y conseguir el desarrollo?, ¿cómo resolver los diferendos con otros estados cuando existan pugnas de intereses? Por ello, la Defensa Nacional, como instrumento de acción de la política de Estado, abarca un conjunto de medidas y previsiones que tienden a proporcionar la tranquilidad interna y externa, prever las amenazas e identificar los conflictos, con la finalidad de preparar a la nación Estado y hacerles frente con éxito.
Por lo expuesto, se entiende por Defensa Nacional el "conjunto de previsiones, decisiones y acciones que el Estado, mediante el Gobierno, genera y ejecuta permanentemente para lograr su Seguridad y así alcanzar sus objetivos".
3. Estado, Nación y Gobierno
3.1. Estado
Es producto de un proceso histórico, aparece en un momento determinado del desarrollo de la sociedad, crece, se difunde al grado que es considerado como la unidad política predominante de la civilización. En el mundo antiguo y en el mundo medieval se conoció un vocablo que expresaba de manera precisa la relación entre los habitantes, su territorio y la organización de su sociedad: la Rex-pública o bien común, luego ésta fue sustituida por la palabra Estado con un significado equivalente.
El término Estado, tal y como lo conceptualizamos en nuestros días, tiene su origen en los inicios del Renacimiento y sirvió para definir la organización político-jurídica de una sociedad y su forma de gobierno. El concepto se generalizó como consecuencia de la aparición de "El Príncipe" de Nicolás Maquiavelo, no obstante, fue Thomas Hobbes, en el "Leviatán", el primero en enunciar que "el Estado se justifica si garantiza aquello para lo que fue creado: el mantenimiento de la seguridad, del orden, dentro del cual los hombres pueden disfrutar de sus bienes ".
Entre los siglos XVII y XVIII, el Estado adquirió mayor dimensión y se vinculó a nuevos conceptos, como: representación, división de poderes, contrato social, territorialidad y soberanía. Durante la Revolución Francesa se convirtió en el cuerpo político de la nación y quedaron definidos los principios a partir de los cuales se edificarían, durante los dos siglos siguientes, los Estados-naciones, que se consolidaron, no sólo como consecuencia del movimiento de las ideas y la concienciación de los pueblos, sino también como resultado de las luchas por el poder y de las confrontaciones sociales de las cuales el propio Estado fue tanto objeto, como instrumento.
Hoy entendemos al Estado como la nación jurídica y políticamente organizada sobre un territorio por el libre consentimiento de los individuos que la componen, para dar normas y leyes que garanticen el orden necesario para su supervivencia, defensa y desarrollo. Este conjunto de leyes se llama Constitución, que puede ser escrita o no, pero es aceptada como guía para el gobierno del Estado. La Constitución fija los límites y define las relaciones entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, garantiza al pueblo sus derechos y establece sus obligaciones para con la sociedad.
Otra característica distintiva del Estado moderno es el reconocimiento efectivo de su soberanía y de su autonomía gubernativa, tanto dentro del propio territorio como en el ámbito internacional. Desde esta perspectiva, un Estado se legitima cuando un número suficiente de otros Estados lo reconocen como tal. En la actualidad, la admisión en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en otros organismos internacionales acredita que se ha alcanzado la categoría de Estado.
En el siglo XX, prosperaron muchas instituciones mundiales, no obstante el Estado soberano continuó siendo el componente principal del sistema político internacional. En los albores del siglo XXI, la globalización de la economía, la movilidad de personas y capital, y la penetración mundial de los medios de información parecieron limitar la libertad de acción de los Estados. Sin embargo, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 nos recordaron que la seguridad nacional y su defensa es un derecho soberano de los Estados.
3.1.1 Elementos del Estado
3.1.1.1. Población
Es el elemento humano del Estado. Está constituido por el conjunto de personas que habitan un mismo territorio y están unidas por el vínculo jurídico, sustentado por la vigencia de valores comunes históricamente compartidos, al que denominamos nación. El pueblo es el elemento más importante del Estado-nación porque de él emana el poder y a la vez es el destinatario de sus fines.
3.1.1.2 Territorio
Es el entorno geográfico sobre el cual se asienta la comunidad nacional y donde el Estado ejerce soberanía. Es la tierra de nuestros antepasados, a la cual estamos vinculados ancestralmente por lazos afectivos, solidarios y de tradición. Es también el ámbito económico donde se encuentran los recursos naturales y la base de los medios del Estado. Comprende el suelo, subsuelo, las aguas fluviales y lacustre, el mar adyacente a sus costas, el fondo marino y el aeroespacio que se encuentra sobre él.
3.1.1.3 Poder
Es la potestad soberana, rectora y coactiva del Estado de imponer obediencia a las leyes en tanto cumple su objetivo primordial, es decir, el mantenimiento del orden en la sociedad. En un Estado-nación, este poder es legítimo en tanto se entiende como el poder político supremo y extraordinario ejercido por el gobierno en el marco de la Constitución.
Si bien la unidad del Estado requiere de un poder centralizador, es mejor diversificarlo para evitar excesos. Fue el barón de Montesquieu el primero en formular la triple división del poder, que es el eje fundamental de la mayoría de las constituciones contemporáneas. Estos poderes son: legislativo, ejecutivo y judicial. El primero, es ejercido por el Parlamento, que está encargado de redactar, promulgar, reformar y derogar las leyes; el segundo, cuyo responsable es el presidente del Estado, procura su cumplimiento, y el tercero, a cargo de los tribunales, administra justicia.
La separación de poderes es, en teoría, el principal garante del Estado de Derecho, cuya esencia es el "imperio de la ley" y suele ser sinónimo de comportamientos democráticos que garantizan los derechos y las libertades individuales y supone una garantía para el propio Estado y para el ciudadano, que queda protegido por un marco legal que dificulta los abusos de poder y posibles actuaciones arbitrarias de instituciones públicas.
3.1.2 Fines y medios del Estado
3.1.2.1. Fines
Existen diversas teorías acerca del fin primordial y último del Estado. Así se han acuñado sucesivamente términos tales como el "interés público", "paz social", "bienestar colectivo", "interés general", "bien público". Aristóteles consideró al "bien común" como el fin fundamental del Estado y a la luz de sus apreciaciones, entendemos el bien común como "una situación ideal por alcanzar con el fin de propiciar la plena realización de la persona caracterizada por un alto grado de progreso y perfección de la sociedad en un ambiente social propicio".
El concepto de Bien Común también incluye las nociones "bienestar" y "seguridad" de la persona. El primero promueve y el segundo lo garantiza. Así, el Bienestar "es la situación en la que el Estado propicia la satisfacción de las necesidades espirituales y materiales de la persona en forma adecuada y oportuna", y la Seguridad "es la situación en la que el Estado garantiza su existencia, la integridad de su territorio, su patrimonio y sus intereses".
3.1.2.2 Medios
Alcanzar los fines demanda la existencia de una voluntad. Pero la sola voluntad no es suficiente para tal cometido, debe generarse acciones sociales de diverso tipo, es decir, actitudes, conductas, prácticas que conlleven el uso de un medio o de una combinación de ellos.
Entonces entre fines y medios existen una relación de condicionamiento, puesto que para lograr un fin debemos contar con los medios necesarios. El Estado cuenta con bienes, recursos, técnicas, conocimientos actuales y latentes, que son los medios para alcanzar sus fines.
Cuando los medios se encuentran en capacidad de empleo inmediato se denominan Poder Nacional, que debemos entender como la capacidad del Estado para atender progresivamente las necesidades, impulsar las acciones individuales y colectivas y hacer frente a los obstáculos e interferencias que pueda confrontar.
Aquellos medios que muestran una disponibilidad para su empleo futuro se denominan Potencial Nacional y demandan, por tanto, la realización previa de acciones que redunden en su operativización, es decir, su cambio de situación de mera disponibilidad a la actitud de empleo.
El contexto que alberga al poder y potencial nacional se denomina Realidad Nacional; contiene una amplitud de medios, hechos, situaciones y fenómenos posibles de ser conocidos por el hombre y empleados para alcanzar los objetivos o fines del Estado, el cual debe abstraer de la Realidad Nacional aquellos elementos que permitan una adecuada acción política a los medios.
3.2. Nación
A partir del siglo XV la idea de nación se convierte en un elemento muy importante dentro de la teoría política. Antes, el término era sólo expresión de un origen común, la natio latina, mas no de una comunidad de carácter homogéneo y totalizador. Se entendía como el sentimiento que ligaba a los hombres con la tierra de sus ancestros y que los había visto nacer: era el patriotismo.
Pero fue Marsilio de Padua quien propuso reconocer el derecho de cada pueblo que hablaban una lengua común a organizar un gobierno o nación con soberanía sobre todos los que hablaban esa lengua y el territorio que habitaban, se añadía al estado un nuevo elemento: la territorialidad. Su proposición también insistía en la moderna idea que afirma que la legítima autoridad política sólo puede emanar de la nación, que confía a un determinado gobierno el cumplimiento de las leyes y demás ordenamientos legales.
A partir del siglo XVII, la tendencia a identificar al Estado con pueblos dotados de un cierto grado de identidad cultural común corrió pareja con una búsqueda de la legitimidad, derivada de la voluntad e intereses de esos pueblos. Esa teoría fue fundamental porque marcó el ocaso del absolutismo.
Durante la Revolución Francesa, surgió la fórmula Pueblo = Nación y esta última se convirtió en la depositaria de la soberanía del Estado, en una entidad moral capaz de conferir legitimidad, tanto a sí misma como a sus acciones que se encaminan a la búsqueda de un destino histórico común para quienes la integran. El modelo nacional se difundió por el mundo, pese a los obstáculos que impusieron algunas potencias hegemónicas.
Desde entonces la nación y el Estado nacional han ocupado el centro del devenir político internacional y se ha generalizado la percepción de la nación como la comunidad que reúne no sólo a quienes comparten un mismo pasado, una misma lengua o cultura, sino, fundamentalmente, a aquellos que comparten y respetan una misma ley, un mismo gobierno y una visión común de su futuro.
La Nación es la afirmación del interés común frente a los intereses particulares, del bien común frente al privilegio, de la conciencia colectiva, de la ciudadanía como expresión de la voluntad general, de la soberanía y de la idea que no puede existir gobierno legítimo fuera de las leyes.
3.3. Gobierno
El papel del Estado es proporcionar un marco de ley y orden en el que pueda vivir de manera segura y administrar todos los aspectos que considere de su responsabilidad. Todos los estados tienden así a tener instituciones políticas para el ejercicio y competencia del poder e instituciones burocráticas para administrar y estructurar los asuntos públicos. Esta última implica la actividad gubernamental.
Sin embargo no debe confundirse Estado con gobierno, porque éste es una organización política que engloba a los individuos y a las instituciones autorizadas para formular la política pública y dirigir los asuntos del Estado. Los gobiernos están autorizados a establecer y regular las interrelaciones de las personas dentro de su territorio, las relaciones de éstas con la comunidad como un todo, y las relaciones de la comunidad con otras entidades políticas.
La palabra gobierno puede referirse a las personas que forman el órgano supremo administrativo y a las instituciones autorizadas para formular la política pública y dirigir los asuntos del Estado. También se aplica, en este sentido, tanto a los gobiernos de Estados nacionales como a condados y municipios, universidades, sindicatos e iglesias.
La Ciencia Política establece que la función del gobierno es asegurar el bienestar común de los grupos sociales sobre los que ejerce control. En diferentes épocas históricas, los gobiernos han procurado lograr el bienestar común de sus pueblos. Platón y Aristóteles consideraron buenos los gobiernos que mejor servían al bien general y malos a aquellos que subordinan el bien general al bien de las personas en el poder.
En el medioevo, el desarrollo de los gobiernos se estancó, pero con el resurgimiento de la vida urbana y el comercio surgieron instituciones que contribuyeron a formular nuevas pautas de gobierno. Con la aparición de los Estados-nación, sus primeros gobiernos se convirtieron en monarquías absolutistas. Sin embargo, la demanda de un gobierno constitucional y representativo se hizo sentir y los poderes ilimitados de los monarcas comenzaron a cuestionarse.
En Inglaterra, la Revolución Gloriosa de 1688 restringió tales poderes y estableció la preeminencia del sistema parlamentario. Este hecho desencadenó dos acontecimientos de trascendencia histórica, la guerra de Independencia estadounidense, que comenzó en 1775, y la Revolución Francesa, en 1789, que marcan el inicio del gobierno democrático moderno. Entre los siglos XIX y XX se amplió la base política del gobierno mediante la generalización del sufragio y el concepto que, además de mantener el orden y la administración de los servicios públicos y sociales, debe proteger los recursos naturales. En el siglo XX también surgieron los gobiernos socialistas en la Unión Soviética y la Europa del Este.
Los gobiernos se clasifican de diversas maneras y según distintos puntos de vista. Una clasificación actual es la que distingue la monarquía de los gobiernos republicanos; otra, la distingue a los gobiernos democráticos de las dictaduras, y una tercera, distingue los gobiernos federales de los estados unitarios.
Otra clasificación los gobiernos parlamentarios o consejos de ministros difieren de los sistemas presidencialistas. En los gobiernos parlamentarios, el poder ejecutivo está subordinado al parlamento. En gobiernos presidencialistas, el ejecutivo es independiente del legislativo, aunque algunas de las acciones del ejecutivo se someten a una revisión del legislativo. Otras clasificaciones dependen de las diversas formas gubernamentales y poderes entre las naciones del planeta.
4. Riesgos, amenazas y conflictos
Los riesgos y amenazas, al igual que la seguridad y la defensa, son percibidos consciente o inconscientemente por el hombre como individuo. Así, los primeros riesgos y amenazas que enfrenta son aquellos que desafían su supervivencia, hábitat y su proceso de sociabilización. Pueden ser provocados por lo desconocido, por los rigores de la naturaleza, por el desorden o por un adversario y, especialmente, por todo aquello que es capaz de afectar su seguridad o atentar contra sus intereses. Ante estos riesgos y amenazas, el ser humano busca mecanismos defensivos y de amparo; se agrupa, se organiza, busca el orden necesario para su desarrollo, establece las costumbres y las normas, evoluciona su cultura y define el tipo de sociedad que desea.
4.1. Riesgos
Un riesgo es una situación conocida o desconocida, de condición latente, que representa un peligro potencial. El ser humano puede exponerse al riesgo desconociendo el resultado (o como un reto más o menos calculado de la manera que lo percibe), pero que no se siente necesariamente afectado por él; o lo reconoce, y su análisis puede hacer que lo considere como una situación aceptable (o como un peligro real que afecta sus intereses) y le intimida, en cuyo caso se podría configurar en una amenaza.
Un riesgo conocido es una incógnita que plantea dilemas al ser humano. Éste lo asume, lo ignora o lo evade. Finalmente, es su decisión responder al dilema tanto individual como social o políticamente o formando parte de Estados.
4.2. Amenazas
Se perciben como un peligro real y manifiesto, de mayor o menor proximidad, relativamente inevitable, que obligan a buscar su prevención mediante procesos defensivos, disuasivos, o la postergación, hasta que no quede otro camino que hacerle frente.
Con relación al Estado, se puede considerar que las amenazas son acciones reales o percibidas, provocadas consciente o inconscientemente por un eventual adversario, otro Estado, grupo de poder "lobby" a quien se le atribuye, con cierto fundamento, la intención y capacidad para afectar la Seguridad Nacional.
Conforme la civilización avanza, se crean nuevos patrones étnicos, sociales, filosóficos, políticos, científicos, técnicos y culturales y con ellos surgen nuevos riesgos y amenazas al Estado que se incorporan a los tradicionales: a la integración territorial, a la soberanía, a la independencia. Luego, le siguieron los paradigmas modernos, como la globalización, la limitación de la libertad, los derechos individuales, el despojo del patrimonio material y espiritual de la nación, la destrucción del ecosistema y otras que se consideran amenazas y riesgos genéricos a cualquier Estado moderno.
En la actualidad, la amenaza es una situación que incrementa el riesgo de ruptura del equilibrio entre la libertad y el derecho. Es una acción contraria al sentimiento de seguridad dando lugar a conflictos o desastres.
4.3 Conflictos
Es una situación que se da en las relaciones humanas configurada por la oposición de intereses entre dos o más actores en escenarios particulares, cuyo antagonismo se hace manifiesto en las acciones que realizan para la consecución de sus objetivos que pueden estar relacionados a factores: sociales, económicos, histórico-políticos, político-ideológicos y político- culturales.
El conflicto pervive con el ser humano y es parte de la relación entre las naciones. El desarrollo humano y la propia civilización, contradictoriamente, se convirtieron en fuentes de conflictos, sobre todo a nivel de la relación entre los Estados. Esta persistencia a lo largo del tiempo y su carácter universal hacen del conflicto internacional un fenómeno consustancial a cualquier defensa y ha sido objeto de múltiples teorías y escuelas desde las idealistas hasta las realistas. Pero todas justifican o impugnan el uso de la fuerza o la amenaza de su uso, con el propósito de neutralizar o dirimir un conflicto.
Los conflictos que ponen en riesgo la Seguridad Nacional son aquellos que atenten contra la existencia, la integridad del patrimonio del Estado, sus intereses, soberanía e independencia. Los conflictos surgen como amenazas y se desarrollan tanto en el ámbito externo como en el interno. La solución puede darse en forma violenta o pacífica. Así, el conjunto de espacios donde se localizan los intereses, los actores de éstos, así como las reglas de juego que se rigen en ellos, constituyen el escenario de los conflictos.
Los conflictos que afectan al Estado se pueden identificar por su temporalidad, como de larga y corta duración; por su dimensión, como de alta, media o baja intensidad; por el escenario, como locales, regionales y continentales, y por su relación, como simétricos y asimétricos; por lo tanto, el Sistema de Defensa deberá estar en condiciones de hacerle frente con éxito.
En ese sentido, los conflictos, al ser permanentes o recurrentes en las relaciones humanas, deben ser previstos y en la medida de las capacidades del Estado, solucionados por medio del entendimiento racional, el empleo de medios pacíficos o, en última instancia, con el empleo de la fuerza.