Título: Perú. Propuesta de Libro Blanco de la Defensa Nacional - Capítulo II

MARCO POLÍTICO-ESTRATÉGICO
1. Entorno Globa o Mundial
1.1 El desarrollo del Derecho Internacional en el ámbito de la Seguridad
Las Naciones Unidas señalan explícitamente que la guerra y la agresión han dejado de ser mecanismos lícitos para la defensa de los intereses nacionales. En ese sentido, el artículo 2º, inciso 4 de la Carta de las Naciones Unidas prohíbe el uso de la fuerza y el Capítulo VII establece medidas de acción colectiva para restablecer la paz allí donde haya sido violada.
Este marco jurídico establece un contexto de seguridad entre los Estados y sus estrategias nacionales de seguridad y defensa. Cabe destacar, asimismo, que la Resolución 3314 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (NN.UU.) define el concepto de agresión y prohíbe tácitamente el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, por lo que la defensa nacional ha dejado de restringirse a los componentes estrictamente militares, ya que el derecho internacional nos da lineamientos de respuesta en tales casos.
En el ámbito regional, la Organización de los Estados Americanos (OEA) refiere los principios de seguridad colectiva en su Carta, creando un marco jurídico para la solución los conflictos y hacer frente a las agresiones que pongan en peligro la paz y la seguridad del continente. La seguridad colectiva se sustenta en el principio de solidaridad continental, tal como queda registrado en los capítulos V, sobre la "Solución Pacífica de Controversias", y VI, sobre "Seguridad Colectiva".
1.2 El Fin del a Guerra Fría
El fin de la Guerra Fría (1946-1991) abrió una nueva etapa en el ordenamiento mundial con el término de las políticas de confrontación y contención político-militar entre las grandes potencias del socialismo y el capitalismo. El enfrentamiento de las cosmovisiones dejó de ser en ese punto un elemento ordenador de la política internacional y de las relaciones entre los Estados, no existiendo un enemigo ideológico visible al que oponerse frontalmente. En ese contexto, se generaron esperanzas en torno a una nueva época de colaboración entre las naciones desarrolladas para hacer frente a los problemas en África, Asia y, en menor grado, América del Sur, aprovechando la paz producto del fin de la Guerra Fría.
Ese momento de optimismo histórico permitió que se destrabasen los mecanismos de seguridad colectiva de carácter multilateral en el ámbito de las Naciones Unidas, buscando la reforma del Consejo de Seguridad y ampliando la acción de las Operaciones de Mantenimiento de la Paz hacia la intervención humanitaria, con la declarada intención de crear mecanismos políticos y marcos jurídicos de alcance supranacional. Paralelamente, se expandió y consolidó la presencia de nuevos actores no públicos, empresas y Organizaciones no gubernamentales, entre otros, en el sistema internacional. El desarrollo de nuevas políticas y realineamientos de poder que configuraron un escenario en transición de reacomodos aún impredictibles. Estos cambios tuvieron como un importante marco jurídico-político, durante el período, la consolidación de la democracia liberal y la afirmación jurídica de los derechos humanos, así como en el campo económico, la del libre mercado, en tanto temas centrales de la nueva agenda internacional. Estados Unidos de América quedó en tal momento como triunfador de la Guerra Fría y como única potencia global.
1.3 La Globalización
El proceso de globalización intenta mostrarse idealmente como el de la realización de un viejo anhelo humano, el de la universalización del orden civilizado, expresada ahora en el mercado libre, el conocimiento como factor de producción y la expansión de los procesos productivos a escala. Sus manifestaciones políticas, económico-financieras, sociales, culturales y tecnológicas, generan una lógica de interdependencia que, en los hechos, se ha mostrado asimétrica y multidimensional, y de la cual ningún Estado, grande o pequeño, puede permanecer ajeno por sus influencias de carácter trasnacional.
Esta empresa civilizadora global no es diferente a la de otras épocas históricas en cuanto a sus contradicciones, limitaciones, fluctuaciones y las perturbaciones sociales o culturales que genera, sino en la magnitud de las fuerzas tecnológicas, económicas, políticas y militares que se pone en juego y que derivan en la distorsión hegemonista del proceso. La manera en que las actuales tendencias globalizadoras se han venido manifestando después de la euforia inmediata de la posguerra fría no parece contribuir a la seguridad mundial en la medida en que debilita las estructuras e instituciones de los Estados nacionales, erosiona las soberanías, genera presiones homogenizadoras sobre las diversidades culturales en función de modelos culturales hegemonizados, agrava las desigualdades dando lugar a nuevas polarizaciones y conflictos sociales, y agrava -con ellas- el autoritarismo, la pobreza extrema, el desempleo, la inseguridad social, la corrupción, el terrorismo y el crimen organizado. Se trastoca y distorsiona en tal proceso valores culturales y morales relacionados específicamente a las identidades civilizatorias, nacionales, religiosas y étnicas dando lugar a la emergencia de corrientes reactivas que se encuentran en acelerado crecimiento. Han renacido los sectarismos, los fundamentalismos, las seudoreligiones y tienden a multiplicarse nuevamente los conflictos.
Esta situación ha terminado por provocar la aparición de amenazas de carácter trasnacional que escapan del control de un solo Estado y que generan, con mayor frecuencia, las demandas de cooperación múltiples entre ellos. Para hacer frente a amenazas no tradicionales a la seguridad, como las del terrorismo internacional, el narcotráfico y el crimen organizado que crean redes criminales de alcance internacional, las instituciones castrenses han tenido que extender sus miras hacia nuevas modalidades de intervencionismo militar. Cabe destacar que aún permanecen vigentes la amenazas de carácter tradicional que son generadas por los conflictos entre Estados.
Emergen, de otro lado, fuerzas centrífugas en los Estados que no han logrado, en el curso de los siglos más recientes, una cohesión política, económica, social y cultural más sólida y que, debilitados por las presiones globalizadoras, no logran integrarse, sin embargo, a este contradictorio proceso de mundialización y quedan en la periferia del poder contemporáneo. Estos Estados se inestabilizan crónicamente por la anomia, la desintegración interna, las guerras civiles entre agrupaciones étnicas o religiosas que se enfrentan sin consideración alguna al Derecho Internacional Humanitario o los principios básicos de la guerra. Estos Estados, denominados fallidos, pierden el monopolio del uso legítimo de la fuerza dejando en su lugar una situación de caos y más pobreza, además de crueldad y desesperanza.
Su situación ha dado pretexto a una corriente internacional favorable a las "intervenciones humanitarias" en momentos de colapso gubernamental o cuando las poblaciones son arrasadas por el caos político y social. Implican, éstas, operaciones militares combinadas con complejas y a veces inviables operaciones de recomposición social y control político.
En el mundo que emerge de tales situaciones, la interdependencia parece hacer difusas las fronteras nacionales y relativizar el concepto y la práctica tradicional de la soberanía nacional. Sin embargo, las fronteras económicas, jurídicas, culturales y técnicas que crean los actores trasnacionales no reemplazan las fronteras físicas y el gobierno no abandona su ambición de ser el agente central y formal del control interno y de la seguridad externa del Estado, constituido en el único garante del orden y la estabilidad pública.
En este contexto, puede decirse que existen cinco rasgos fundamentales que caracterizan a la globalización:
- La trasnacionalización de fenómenos positivos y negativos en los planos jurídico, económico, cultural, técnico, así como el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado, entre los más destacados.
- El fortalecimiento de fuerzas centrífugas reactivas que afectan la existencia de los Estados más débiles.
- El surgimiento de nuevas amenazas que afectan a la estabilidad y viabilidad de los Estados.
- La economía de la información y la trasformación de la guerra.
- La aparición de actores no estatales que adquieren influencia cada vez mayor en el sistema internacional.
En el nuevo sistema internacional, los Estados buscan garantizar su soberanía y crear un marco adecuado que les permita hacer frente a los retos actuales a su seguridad, y que tienen un carácter múltiple porque no sólo abarcan el campo militar, sino el económico, político, social, humanitario, técnico y su ecosistema. En ese sentido, se puede señalar que la actual sociedad o civilización global es intrínsecamente inestable, parcialmente anárquica y aun principalmente gobierno-centralista, en sus vertientes político-estratégica y económica.
1.4 Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 alteraron radicalmente los conceptos de seguridad vinculados a la política mundial provocando una declaratoria unilateral de guerra de alcance global contra los terroristas por parte del Estado víctima del atentado y generando cambios fundamentales en las perspectivas de los intereses nacionales de seguridad de esa potencia. La nueva estrategia de seguridad de los Estados Unidos de América, candidato único para el unihegemonismo planetario hasta ese mismo instante, privilegia el componente preventivo: ir a las posibles fuentes de apoyo a grupos terroristas y de aprovisionamiento en armas de destrucción masiva, así como la amenaza disuasiva de represalias militares contra cualquier gobierno que apoye pasiva o activamente, de uno u otro modo, acciones hostiles contra ellos y se propone neutralizar o eliminar cualquier enemigo potencial que pueda ser identificado como una amenaza para su seguridad.
En el nuevo contexto internacional, la estrategia de los Estados Unidos de América ha dado lugar a que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), creada en el marco de la Guerra Fría y para la defensa de Europa frente a la amenaza soviética, asuma nuevas responsabilidades internacionales que van más allá del ámbito europeo. Asimismo, Alemania y Japón, que desde la II Guerra Mundial se encerraron militarmente en sus fronteras, hoy buscan proyectarse a otras zonas geográficas del mundo.
Esta realidad ha hecho que se revalore el papel del Estado en las relaciones internacionales, ya que es ésta la entidad finalmente responsable de crear, en el ámbito interno y externo, estructuras políticas y jurídicas estables y efectivas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. En ese contexto, las actuales políticas de seguridad otorgan nuevas responsabilidades a los Estados, que deben convertirse en los garantes del orden y la estabilidad internacional, la paz internacional y del enfrentamiento con las nuevas amenazas internacionales, tales como el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado, entre otros, en el marco de nuevas alianzas orientadas a esa finalidad, para lo cual se hace necesario crear un marco jurídico conforme al derecho internacional claramente definido para hacer frente a las amenazas que ello implica.
1.5 La evolución de la Seguridad Mundial
Esta serie de cambios, además de aquellos que se representan en la proliferación del armamento atómico y la reanudacion de la carrera armamentista, el progreso de las nuevas tecnologías de la guerra y del control social, la reemergencia y desmesura de los armamentos biológicos y químicos de destrucción masiva, así como el agotamiento de los recursos y materias primas y las alteraciones que sufre el ecosistema del planeta originan nuevas tensiones y desacuerdos internacionales y modifican las relaciones y equilibrios de poder, creando la necesidad de respuestas originales y adecuadas para enfrentar los nuevos desafíos. Ocurre que, como dijera Kant, "todas las guerras constituyen otros tantos ensayos por producir relaciones nuevas entre los Estados".
En el campo de la seguridad se discute nuevos enfoques y conceptos que ponen en perspectiva la dimensión militar dentro del creciente peso específico de los aspectos políticos, económicos, culturales, sociales y ambientales. Se introduce una diferenciación más clara entre los conceptos de seguridad y defensa referidos a la instrumentalización de consideraciones relacionadas con la preservación de la integridad territorial y la soberanía política de los Estados, y se están definiendo políticas nacionales de seguridad y defensa, en donde las instituciones internacionales se esfuerzan por incorporar instrumentos de trasparencia y fomento de la confianza entre éstos.
En tiempos, como éstos, de transición o bifurcación histórica en el panorama político-estratégico coexisten contradictorias manifestaciones de orden y desorden. Los acontecimientos tienden a seguir un curso impredictible y las acciones pueden provocar consecuencias no buscadas. Los analistas políticos tienden a calificar como paradojal la manifestación de fenómenos o trasformaciones aleatorias o fortuitas que en realidad podrían ser manifestaciones emergentes de órdenes subyacentes o configuraciones de mayor complejidad que aún no estamos en capacidad de percibir.
La emergencia del terrorismo global constituye, en esos términos, un enorme desafío para la seguridad mundial en la medida en que marca un punto de bifurcación histórica. Hasta antes del 11 de septiembre, la política exterior estadounidense tendía a ser extremadamente selectiva al momento de involucrarse en focos de conflicto de baja intensidad a nivel regional buscando intermediarios o por lo menos asegurarse una puerta de escape antes de intervenir. Esa política de mayor cautela ha llegado su fin y ha sido sucedida por otra unilateral y de alto riesgo.
La seguridad ya no puede concebirse dentro del clásico orden interestatal que se remonta a la Paz de Westfalia en 1648. El escenario político mundial ha devenido en un terreno abrupto, en un entramado de interrelaciones dinámicas, en una red de organización compleja descentralizada que ya no se puede describir como una estructura estática de círculos concéntricos. La complejidad dinámica descentralizada del juego interestatal y la simultánea presencia de agentes no estatales que ejercen cuotas de poder en fluctuaciones no se puede reducir a una simple dualidad centro-periferia, sino como un plano de poder con múltiples hoyas de atracción o puntos de equilibrio. Y aunque el Estado comparta espacios de poder con otras fuerzas, éstas de carácter trasnacional, continúa siendo irremplazable en el contexto de la seguridad y la gobernabilidad.
La incertidumbre de la política mundial y la reducción del horizonte de predicción conspiran contra los sistemas de seguridad y anulan el efecto equilibrador del poder canalizado a través de las instituciones o regímenes internacionales. La tendencia natural de adaptación y reequilibrio sistémico del poder interestatal es interferida ahora por la acción de fuerzas no estatales, lo que lo convierte en una realidad de carácter más difuso.
En ese contexto, los protagonistas se proponen como objetivo ya no el de un balance proporcional o una igualdad de fuerzas, sino el de una amplia superioridad y el máximo de ventajas en las circunstancias para reducir la carga de incertidumbre que acompaña las limitaciones de la dinámica estructural de su entorno. En un mundo que había, devenido en unipolar desde el punto de vista político-estratégico y amenazado por las fuerzas imprevisibles del terrorismo global, el hegemón se ha visto obligado a interiorizar un modelo de comportamiento político que lo lleva a maximizar los procesos de preadaptación, vale decir, anticipar determinadas condiciones en su entorno. Las previsiones y cálculos que acompañan a estos necesarios procesos de anticipación encierran el riesgo de resquebrajar o negar los esfuerzos de equilibrio, estabilidad y seguridad mundial o regional, así como debilitan también en el interior de los Estados, el ejercicio de la democracia misma cuya defensa justifica, en sus orígenes, al mecanismo preventivo.
La lucha contra el terrorismo global ha traído nuevamente a primer plano la importancia del Estado en todas las dimensiones de la seguridad. La función primordial, ineludible e irremplazable, es la seguridad para la supervivencia. Cuando proyectamos esta última variable al ámbito colectivo hay que entenderla como una manifestación de orden que brota de las fluctuaciones sistémicas. Un Estado puede inhibir sus propias tendencias hacia la agresividad, pero no puede controlar el medio interestatal que lo rodea, que tiende a alejarse del equilibrio lleno de irregularidades, comportamientos erráticos o irracionales, funciones reflexivas, formaciones intersubjetivas, entre otras.
Funcionalmente, los Estados no son equivalentes, pues cada cual tiene sus miedos, cargas culturales e idiosincrasias. Las alianzas no tratan de balancear fuerzas objetivas, sino percepciones sobre las amenazas. Estas dinámicas interestatales no sólo responden a consideraciones objetivas sobre los recursos del poder, sino que se entremezclan en ellas factores intersubjetivos de carácter social, político o ideológico.
Los acontecimientos del 11 de septiembre han erradicado los intentos de teorizar sobre la decadencia del Estado, corriente que se originó por la confusión entre la bifurcación histórica de la posguerra fría y la presunta extinción de la política. La conciencia sobre la necesidad de prevenir el peligro del terrorismo global ha devuelto a la política y la seguridad su primacía histórica. La nueva doctrina sobre la seguridad preventiva tiene como leit motiv el fortalecimiento del Estado y su papel irremplazable en la obra civilizadora.
El concepto de seguridad es multidimensional. Es en este sentido que Paul Kennedy, con tono maltusiano, nos recomendó prepararnos para el actual siglo XXI percibiendo más allá de la dinámica interestatal, para sopesar las turbulencias políticas que se avecinan por la presión que acumulan factores trasnacionales que amenazan a la seguridad, como la explosión demográfica, el desplazamiento global de poblaciones, el deterioro del ambiente y el apogeo de las nuevas técnicas. Y agrega que es imperativo preocuparnos sobre la situación de la seguridad global porque estas fuerzas trasnacionales causarán agudos conflictos y convulsiones sociales imprevisibles que pueden complicarse con disputas más tradicionales vinculadas a cuestiones territoriales o fronterizas.
Existen también otros factores de complejidad en las cuestiones de seguridad mundial que son las que señala Samuel Huntington. Su inquietante interpretación sobre la evolución de la política global cuando afirma que la dimensión central de la misma se ha trasladado del campo de los enfrentamientos político-ideológicos entre Estados-nación al de los peligros de conflictos entre civilizaciones o culturas. Para él la civilización es una realidad que se expresa en la historia, la lengua y la religión, pero conforme se incrementan las interacciones entre personas de diferentes culturas o civilización, más fuerte es la conciencia sobre las diferencias que las separan. Aunque tienen una incidencia, sus argumentos no son aplicables de manera generalizada, porque las guerras han sido comunes al interior de una misma civilización. En el otro extremo, las identidades culturales tienen potencialidad de generar encuentros o choques, surgen a veces por la raza, otras por el credo religioso, y hasta en función del lenguaje creando exclusiones dentro de la misma corriente civilizadora.
Ello no ha obstado, en las actuales circunstancias, a la tendencia ya evidente, hacia la recomposición de los conflictos de intereses, las alianzas y las contralianzas internacionales dentro del marco y las escalas que imponen las afinidades civilizacionales. Emerge de este modo un nuevo ordenamiento de naturaleza multihegemonista en el que los actores que compiten por el poder mundial se definen como supraestados continentalistas encarnados en grandes espacios geográficos, culturales, sociales, económicos y hasta religiosos como los de la Unión Europea, la Federación Rusa, la Gran China, la América del Norte, los de la Sudamérica integrada y el Islam que luchan aún por encontrar las vías efectivas de su articulación. Una compleja red de alianzas de segundo y hasta de tercer nivel como la de la llamada curva eurasiática de estabilización y el crecientemente complejo tejido de convenios entre los Estados de la región andina, los de la región meridional de la América del Sur y Brasil se muestra precursora de un futuro reordenamiento del mundo internacional que podría mostrar en el futuro derivaciones no previstas en la originaria visión unihegemonista de la globalización
Una de las grandes incógnitas de la seguridad gira también alrededor de la debilidad o naturaleza inviable de algunos Estados; en su mayoría de pequeña escala. Robert Kaplan sostiene que esta situación se da en regiones convulsionadas por conflictos y caos político. Las razones son múltiples: los lazos comunitarios, familiares o religiosos ya no resisten las fuerzas de la globalización. Las poblaciones no sólo sufren los efectos de la explosión demográfica, sino que su propia configuración se ha alterado; las agrupaciones rurales se han desplazado para incorporarse a atestadas masas urbanas, lo que significa menos solidaridad y más fricciones o choques grupales o culturales. La pobreza, la hambruna, las condiciones de insalubridad, la polución, el deterioro ambiental que destruye recursos económicos de subsistencia (bosques, tierras, aguas) son sólo algunos de los factores que se entremezclan con un entorno social hostil donde prolifera el crimen organizado, las turbas y la violencia irracional.
En los problemas que se van agudizando en estas regiones -y que pueden ser una premonición de los peligros estratégicos del futuro- la seguridad de los Estados-nación y sus fronteras se van erosionando por la acción de una compleja mezcla de corrientes de refugiados o desplazados, ejércitos mercenarios, facciones subversivas aliadas con cárteles de la droga, regresiones tribales, señores de la guerra, centros de autoridad política contemplativos o desbordados, elites que fugan o abandonan el poder y fuerzas militares o policiales inhibidas e inoperantes.
En el mundo contemporáneo, la amenaza del terrorismo, aunque orientada principalmente a los Estados Unidos de América como blanco, aumenta la sensación de inestabilidad globalizada, y la urgencia de tomar medidas preventivas y estabilizadoras para garantizar la seguridad y la defensa a nivel mundial y regional. A esta situación se agregan otros elementos de inquietud y perturbación nacionales y trasnacionales como los del narcoterrorismo, la criminalidad organizada, las crisis de gobernabilidad, los desastres naturales, las sucesivas burbujas y shocks económico-financieros cada vez más contagiosos, la recesión y la crisis económica de los hasta ahora gigantes de las finanzas y el comercio internacionales, las rebeliones violentas contra el establishment global, los colapsos de los Estados-nación y las guerras civiles catastróficas que afectan la paz y la seguridad internacionales.
2. Entorno Continental o Hemisférico
2.1 Orígenes del Sistema Interamericano de Seguridad
El Sistema Interamericano de Seguridad tuvo sus inicios con la independencia de los Estados de América Hispánica y sus objetivos principales eran, entre otros, la cooperación entre las nuevas repúblicas para defender su recientemente adquirida independencia, para abordar los asuntos que les concernían en el plano internacional vinculados al afianzamiento de las conquistas alcanzadas con las armas y a la defensa de sus intereses frente a las potencias que amenazaban con recuperar sus antiguos dominios en el Nuevo Continente para robustecer las relaciones entre los nuevos Estados y para fundamentar, sobre sólidos principios, la posesión del territorio y las relaciones internacionales.
En ese sentido, el concepto de seguridad continental o hemisférica se remonta a 1826, cuando en el "Congreso Anfictiónico de Panamá", convocado desde Perú, se intentó establecer una conferencia de Estados hispanoamericanos que tenía como objetivo principal defender y consolidar la independencia recién lograda. La idea, inspirada por Simón Bolívar, fue tomada, como ejemplo, de los antiguos griegos que acostumbraban celebrar asambleas con la participación de las ciudades para tratar los asuntos de interés para todos. La anfictionía aseguraba la promoción de soluciones para garantizar la estabilidad de la relación entre los pueblos griegos y preservar la paz entre ellos.
Este primer intento fracasó al no alcanzar sus principales objetivos de preservar la paz y estabilizar las relaciones entre los Estados hispanoamericanos. Sin embargo, se suscribieron una serie de tratados que buscaban resolver, por medios pacíficos, los conflictos entre los Estados, aunque éstos no fueron ratificados. En ese contexto, se produjeron diversos conflictos interestatales con el objeto de definir los límites fronterizos. A finales del siglo XIX, como producto -en la mayoría de los casos- de esas disputas, se suscribieron acuerdos bilaterales que permitieron la resolución de un número importante de controversias fronterizas.
Por esa misma época, la idea sobre un sistema interamericano adquirió características mayores, trascendiendo el entorno de los Estados hispanoamericanos a los Estados Unidos de América y a Brasil. Sus objetivos fueron promover el bienestar de la región, aunque se mantuvo la preocupación por el mantenimiento de un estado de paz en el continente.
Con la Primera Guerra Mundial se abre una etapa que no favoreció el progreso del sistema interamericano, mientras la guerra se desarrollaba en Europa y en otros escenarios extraregionales. Posteriormente, con el ingreso de los Estados Unidos de América en la conflagración mundial, se estableció el problema de la beligerancia. La potencia continental o hemisférica solicitaba una actitud más activa de parte de los Estados Hispanoamericanos, tomando como base para ello el principio de la solidaridad continental.
Con el surgimiento de la Liga de las Naciones, los Estados hispanoamericanos buscaron respaldar las iniciativas que permitieran establecer medidas para evitar una nueva guerra mundial.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados hispanoamericanos siguieron las posiciones adoptadas por los Estados Unidos de América, lo que reflejó la asimetría existente entre la potencia hemisférica y el resto que requieren que cualquier emprendimiento de envergadura en el ámbito de seguridad y defensa cuente con la participación del gobierno estadounidense.
En la primera etapa de la guerra, los Estados hispanoamericanos adoptaron una posición de neutralidad frente al conflicto mundial, conforme a la postura estadounidense, aunque frente a la amenaza de la expansión de la guerra, se tomó conciencia de la necesidad de adoptar políticas de seguridad y defensa de carácter continental o hemisférica, así como de considerar la agresión contra un Estado americano como una agresión contra todos.
Cuando los Estados Unidos de América ingresa en la guerra, los Estados hispanoamericanos adoptaron posiciones de compromiso con los aliados cortando los vínculos diplomáticos y económicos con los Estados del eje. En el frente militar, los Estados hispanoamericanos brindaron un apoyo simbólico a los esfuerzos de los Estados aliados que se expresó en el envío de contingentes reducidos -tropas- por parte de Brasil y México. Sin embargo, fue en el frente económico donde se expresó más el apoyo sudamericano, mediante la provisión de materias primas esenciales para el esfuerzo de guerra de los aliados.
2.2 La conformación del Sistema Interamericano de Seguridad
A finales de la II Guerra Mundial, los Estados del continente americano tomaron conciencia de la necesidad de crear un sistema de seguridad colectiva que respondiera a las exigencias de los desafíos que planteaba el escenario internacional de la época de posguerra e inicio de la guerra fría. Este sistema interamericano de paz y seguridad del hemisferio se edificó sobre dos documentos fundamentales: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas, más conocido como el Pacto de Bogotá.
El primero estaba orientado a establecer las medidas que habrían de aplicarse para la conservación o el restablecimiento de la paz, conviniendo en que "un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano, será considerado como un ataque contra todos". Por su parte, el Pacto de Bogotá estaba dedicado a establecer los mecanismos, como su nombre lo indica, para la solución pacífica de controversias.
El primer paso para la creación de este sistema fue la convocatoria de la Conferencia de Chapultepec, celebrada el 8 de marzo de 1945, que tuvo por finalidad proporcionar a los Estados americanos, que formaban parte de las Naciones Unidas, la oportunidad de considerar conjuntamente "la forma de intensificar su colaboración, así como la participación de América en la futura Organización Mundial y el impulso que debería darse tanto al sistema interamericano como a la solidaridad económica del continente".
Como producto de la Conferencia, se suscribió el Acta de Chapultepec sobre asistencia recíproca y solidaridad americana. Este documento consagró categóricamente el principio de que todo atentado contra la integridad o la inviolabilidad del territorio, o contra la soberanía o independencia política de un Estado americano, sería considerado como un acto de agresión contra todos los demás Estados americanos.
De esta manera, el Acta previó los principios para el establecimiento de un sistema interamericano permanente. Para tal fin, se celebró la Conferencia Interamericana para la Conservación de la Paz y la Seguridad Continentales, a cuya finalización se suscribió, en 1947, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
2.2.1 El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) tiene como base jurídica ciertas disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas que conceden competencia a las organizaciones regionales para la conservación de la paz y la seguridad. Por lo tanto, está sujeto a las estipulaciones de los acuerdos regionales de los Artículos 52º a 54º de la Carta de las Naciones Unidas y sus disposiciones están, igualmente, dentro de la esfera del derecho de legítima defensa individual y colectiva de acuerdo con el Artículo 51º .
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca distingue las obligaciones que deben emprenderse y los procedimientos a seguir en caso de ataque armado, así como las obligaciones que deben cumplirse y los procedimientos a seguir en el caso de otros actos de agresión o amenazas potenciales a la paz en el continente.
En el contexto del orden internacional que se iba desarrollando, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca reitera la obligación de los Estados parte "de no recurrir a la amenaza ni al uso de la fuerza en cualquier forma incompatible con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas o del presente Tratado".
Posteriormente, en 1975, se firmó el Protocolo de Reformas al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en San José de Costa Rica, el cual no ha alcanzado hasta la fecha el número de ratificaciones necesario para su entrada en vigor. No obstante, cabe mencionar que a pesar del proceso de reestructuración, el sistema continental o hemisférico todavía mantiene las mismas concepciones que el Tratado original.
En abril de 1982, se convocó a la Vigésima Reunión de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de TIAR, a raíz de la invasión de las islas Malvinas. En dicha ocasión se aprobó una resolución que, a pesar de reconocer "los derechos de soberanía de la República Argentina sobre las islas Malvinas", no dispuso sanciones para Gran Bretaña. Posteriormente, en mayo, se emitió una nueva resolución en la que se condenaba el "injustificado y desproporcionado" ataque británico y dejaba a los Estados parte en libertad para que "presten a la República Argentina el apoyo que cada cual juzgue apropiado". TIAR, a pesar de la reforma, resultó inaplicable durante el conflicto en las Malvinas.
Años después, con ocasión de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se convocó a la Vigésima Cuarta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, el 21 de ese mismo mes, en la que se aprobó una resolución que afirmaba que "estos ataques terroristas contra los Estados Unidos de América son ataques contra todos los Estados americanos y, de conformidad con todas las disposiciones pertinentes del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y el principio de solidaridad continental, todos los Estados Partes del Tratado de Río deberán brindar asistencia recíproca efectiva para enfrentar tales ataques y la amenaza de ataques similares contra cualquier Estado americano y para mantener la paz y la seguridad del Continente".
Es importante enfatizar que el 6 de septiembre de ese mismo año, México anunció formalmente su retiro de TIAR. El planteamiento mexicano se basó en la idea de que el tratado era obsoleto para hacer frente a los requerimientos de seguridad actuales en el ámbito continental o hemisférica, tales como las nuevas amenazas.
2.2.2 El Tratado Americano de Soluciones Pacíficas
El Pacto de Bogotá fue suscrito en 1948 y tiene por objetivo formular métodos eficaces para la solución pacífica de las controversias interamericanas. En ese sentido, el artículo 1º contiene una afirmación de principio mediante la cual los Estados parte, "convienen en abstenerse de la amenaza, del uso de la fuerza o de cualquier otro medio de coacción para el arreglo de sus controversias y en recurrir, en todo tiempo, a procedimientos pacíficos". Por su parte, el artículo 2º obliga a las partes a recurrir a los procedimientos establecidos en el tratado, pero continúa inmediatamente con las palabras "o, alternativamente, a los procedimientos especiales que, a su juicio, les permitan llegar a una solución".
Se hicieron cuatro excepciones importantes a la obligación de someter las disputas a procedimientos pacíficos para su solución. Los asuntos exceptuados fueron aquellos que estaban dentro de la jurisdicción interna de un Estado, los asuntos previamente resueltos por acuerdo o laudo arbitral o por juicio de un tribunal internacional los asuntos que entrañan la protección de ciudadanos cuando los interesados están en libertad de recurrir a los tribunales nacionales competentes, y en los casos en que puede ejercerse legalmente el derecho a legitima defensa.
El Pacto de Bogotá tiene por objetivo mejorar el mecanismo interamericano de paz con el fin de proporcionar un sistema que garantice el arreglo definitivo de las controversias interamericanas. La codificación y coordinación de procedimientos anteriores de arreglo pacífico de controversias fue de por sí un adelanto y también cierto mejoramiento en los procedimientos.
2.2.3 La Junta Interamericana de Defensa
Otro elemento fundamental de la estructura del sistema de seguridad continental o hemisférico es la Junta Interamericana de Defensa (JID), creada en 1942, en cumplimiento de la Resolución XXXIX de la Tercera Reunión de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores por la que se recomendó "la reunión inmediata, en Washington (donde es su sede), de una comisión compuesta por técnicos militares o navales nombrados por cada uno de los gobiernos para estudiar y sugerir a éstos las medidas necesarias a la defensa del Continente".
La Junta Interamericana de Defensa funciona bajo la dirección de un Presidente Permanente, quien es, ex oficio, el jefe de la delegación del Estado sede de la Junta.
2.2.4 La Organización de los Estados Americanos
La seguridad colectiva forma parte de la naturaleza y propósitos, así como de los principios de la Organización de los Estados Americanos (OEA), referidos en la Carta de 1948. El marco jurídico para la aplicación de aquélla se encuentra específicamente contenido en los capítulos I, X, XII y VI de la Carta de la Organización en donde se fijan los parámetros y las líneas de acción que puede emprender el organismo americano para solucionar los conflictos y hacer frente a las agresiones que pongan en peligro la paz y la seguridad del continente.
La seguridad colectiva se sustenta en el principio de solidaridad continental. En el capítulo VI de la Carta de OEA, artículos 27º y 28º específicamente, se establece que "toda agresión de un Estado contra la integridad o la inviolabilidad del territorio o contra la soberanía o la independencia política de un Estado americano será considerada como un acto de agresión contra los demás Estados americanos", y que "si la inviolabilidad o la integridad del territorio o la soberanía o la independencia política de cualquier Estado americano fueren afectadas por un ataque armado o por una agresión que no sea ataque armado, o por un conflicto extracontinental o por un conflicto entre dos o más Estados americanos o por cualquier otro hecho o situación que pueda poner en peligro la paz de América, los Estados americanos, en desarrollo de los principios de la solidaridad continental o de la legítima defensa colectiva, aplicarán las medidas y procedimientos establecidos en los tratados especiales, existentes en la materia", de conformidad con el artículo 51º y el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. En este contexto, fue el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca el instrumento jurídico que intentó garantizar la seguridad continental.
2.3 La Seguridad Continenal o Hemisférica en un Nuevo Contexto Internacional
El fin de la guerra fría y las profundas trasformaciones que ha experimentado el sistema internacional han planteado la necesidad de redefinir los conceptos y los instrumentos jurídicos internacionales e interamericanos que, por más de cuarenta años, definieron a la seguridad continental o hemisférica como la defensa colectiva en contra de la amenaza extracontinental que representaba el comunismo para los Estados del continente americano.
Cabe recordar que la guerra fría fue caracterizada como la confrontación entre la democracia liberal y el totalitarismo comunista, situación que en América del Sur produjo una doctrina de seguridad que no promovió el desarrollo ni la consolidación ni el ejercicio de la democracia en ese período, sino simplemente la sostenibilidad de regímenes definidamente anticomunistas, lo que permitió la generalización de gobiernos de facto que habían accedido al poder derrocando a los gobiernos legítimamente elegidos, en el marco de los cuales se aplicaron políticas de represión que generaron la violación de derechos humanos y de las libertades fundamentales. A esta política de seguridad se le denominó la "doctrina de seguridad nacional".
Es importante señalar que en la región a inicios de la década de los ochenta -antes del fin de la guerra fría- se inició un proceso de democratización. En ese sentido, al terminar la guerra fría, se consideró que se debía iniciar el desarrollo y afianzamiento de la democracia como forma genuina de convivencia social que se expresara en la plena vigencia del estado de derecho, los derechos humanos y en la erradicación de la exclusión y la marginalidad en las sociedades de América del Sur.
2.3.1 Contexto democrático
La democracia, con diversos problemas y algunos importantes tropiezos, se ha ido consolidando en la región en los últimos veinte años. Ello ha permitido ir desarrollando concepciones y valores comunes sobre el progreso económico y bienestar social. Esta situación ha creado a la vez condiciones para buscar nuevos mecanismos de cooperación en el ámbito continental o hemisférico. En este contexto, la consolidación de la institucionalidad democrática hace más previsible las decisiones de los Estados y somete la posibilidad de los conflictos a una serie de controles constitucionales, políticos y sociales que limitan el marco de decisiones que puedan llevar a grandes confrontaciones.
Por ello se consideraba que la finalización de los gobiernos autoritarios y la consolidación de la democracia, unida a la conclusión de la guerra fría, darían paso a nuevas formas y maneras de concebir y entender la seguridad en el hemisferio. De esta manera, se asumió que la política de seguridad continental o hemisférica, que hasta entonces había existido, era susceptible de trasformarse en una política de seguridad cooperativa al amparo de la cual se pudiera desarrollar nuevos mecanismos y formas de cooperación entre los Estados para prevenir conflictos y enfrentar las nuevas amenazas.
2.3.2 Nueva Agenda de Seguridad
Es en ese contexto que la Cumbre de los Presidentes de las Américas, celebrada en Miami en 1994, incorpora en su agenda el tema de la confianza mutua e incluye, en el Plan de Acción que adopta, la realización de una Conferencia sobre Medidas de Confianza y Seguridad, y otra de Ministros de Defensa de las Américas.
La primera Conferencia sobre Medidas de Confianza y Seguridad se realiza en Santiago de Chile, en noviembre de 1995, dando así inicio a un campo de trabajo en la materia que tiene seguimiento en la Conferencia de San Salvador, en febrero de 1998, en declaraciones adoptadas en ambos certámenes, así como en reuniones de expertos en la materia llevadas a cabo por la Organización de Estados Américanos.
Posteriormente, se celebra la Conferencia de Ministros de Defensa, en diciembre de 1995, en la ciudad de Williamsburg, Virginia, donde se traza una estrategia en la que destacan tres objetivos centrales: el fomento de las medidas de la confianza para disminuir las posibilidades de conflicto entre Estados en la región, la promoción de la democracia como marco propicio para establecer nuevas bases en las relaciones cívico-militares en el hemisferio, y la conveniencia de la consolidación de la economía de mercado en el hemisferio. A la fecha, se han realizado cinco conferencias de Ministros de Defensa, siendo la última la realizada en Chile en noviembre de 2002.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 eliminaron las esperanzas de una transición sencilla hacia políticas de seguridad cooperativa y dieron un grado de incertidumbre y desconcierto ante los cambios que vive la sociedad creando nuevos actores que actuaban al margen del Estado.
2.3.3 Conferencia Especial sobre Seguridad
Un componente fundamental de dicho proceso en el ámbito continental o hemisférico ha sido la Conferencia Especial sobre Seguridad que se realizó en México en octubre de 2003. Con ella se da inicio a la consideración del análisis que, en virtud del encargo de la Segunda Cumbre de las Américas (Santiago, 1998), ha efectuado la Comisión de Seguridad Hemisférica de la Organización de los Estados Americanos sobre "el significado, alcance y proyección de los conceptos de seguridad internacional en el Hemisferio," con el propósito de desarrollar los enfoques comunes más apropiados que permitan abordar sus diversos aspectos, incluidos el desarme y el control de armamentos e identificar las formas de revitalizar y fortalecer las instituciones del sistema interamericano relacionadas con los distintos aspectos de la seguridad continental o hemisférica.
Esta conferencia se realizó tomando en consideración que los conceptos de seguridad, propios de la guerra fría, que atendían principalmente las preocupaciones derivadas de la lucha ideológica entre dos superpotencias, resultan insuficientes para comprender los problemas de la seguridad actual derivados de lo que se ha venido a llamar las "nuevas amenazas". Por lo que es necesario ampliar el concepto de seguridad para que comprenda también dimensiones sociales, económicas, ambientales. En otras palabras, darle a la seguridad un carácter más amplio subrayando la interdependencia que existe entre la seguridad política y la seguridad económica.
Es importante señalar que, a pesar de los cambios referidos, no se puede negar que en este nuevo escenario los problemas de la seguridad convencional persisten. Todo esfuerzo por revitalizar el sistema de seguridad continental o hemisférica reconocen esta realidad y continúan promoviendo medidas de fomento a la confianza, el fortalecimiento de mecanismo de solución de controversias y el fortalecimiento del sistema de seguridad colectiva.
Por su parte, las "nuevas amenazas, riesgos y desafíos", rubro bajo el que se agrupan fenómenos trasnacionales, tanto de carácter delictivo como ambiental, y aquellos fenómenos sociales y económicos de carácter estructural requieren -a escala operativa- ser tratados en el marco de mecanismos de coordinación y cooperación, acordes con la naturaleza de dichos fenómenos y respetando el enfoque particular y soberano de cada Estado.
El proceso preparatorio de la Conferencia, que concluyó en la Declaración, se benefició con ciertas tendencias que se han desarrollado al impulso de la globalización y que favorecen enfoques de cooperación:
- Se afirma el compromiso por el fortalecimiento de la paz.
- La democracia y los derechos humanos emergen como valores universales que se consideran como condiciones de vida.
- Se fortalece el respeto a la persona y su dignidad.
Estos cambios que favorecen tendencias de cooperación coinciden con significativos progresos que en América del Sur se ha alcanzado en materia de democracia y seguridad:
- La consolidación de procesos de democratización, su promoción y defensa a través de mecanismos como la Carta Democrática Interamericana.
- La consolidación de una política de desarme en lo referido a armas de destrucción masiva.
- El establecimiento de una región libre de armas nucleares.
- Menor gasto militar en comparación con el resto del mundo.
- Avance en el establecimiento de medidas de fomento a la confianza y a la trasparencia en el gasto.
- Nivel controlable de conflictos interestatales.
- Desarrollo de mecanismos subregionales en los cuales poder desarrollar políticas comunes de seguridad.
- Establecimiento de zonas de paz.
- Desarrollo de una experiencia positiva en materia de solución de conflictos al establecer mecanismos de aproximación política que reemplazarán con ventaja a los instrumentos tradicionales de seguridad, como fue el caso del Grupo Contadora o el Grupo de Garantes en el caso Perú-Ecuador.
Pese a esta positiva plataforma para las negociaciones conducentes a México, la dinámica de las mismas también fue influenciada por los efectos negativos de la globalización correspondientes, principalmente al campo económico y político.
En el área política, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 generaron el endurecimiento de la política exterior estadounidense y la puesta en práctica de una estrategia de acción preventiva que tiene como eje de sus preocupaciones la seguridad nacional.
En este contexto, la asimetría entre Estados Unidos de América y los demás Estados del hemisferio ha seguido incrementándose. Sin embargo, se han abierto nuevas posibilidades para desarrollar lo que la Declaración define con una estructura flexible de seguridad en el ámbito subregional y bilateral, lo que permitirá establecer áreas de estabilidad en el marco de la cooperación, la trasparencia y la confianza. Por ello, la conferencia de México nos ofrece un espacio político para enfrentar este desafío y acordar valores y enfoques comunes a partir de los cuales articular nuestros esfuerzos en beneficio de la paz y el desarrollo.
Ello supone la oportunidad de pensar y trazar agendas autónomas que, superando las asimetrías existentes, conviertan a los Estados de la región andina en actores funcionales contra los desafíos de seguridad que confrontan sociedades que se desenvuelven en un mundo globalizado, generando una eficacia necesaria en el funcionamiento del Estado para garantizar la estabilidad.
Igualmente, supone que se debe conformar una agenda de seguridad que prevenga cualquier posible escalada de conflictos entre los Estados de la región que pudiera significar el uso de la fuerza promoviendo para ello mecanismos eficaces para la solución pacífica de controversias e intensificando las medidas para el fomento de la confianza.
Perú, en el marco de estas negociaciones, promovió el fortalecimiento del valor inmanente de la paz y contribuyó al reconocimiento y adopción de valores y enfoques que, tal como señala nuestra Constitución, aseguren el respeto de la persona y su dignidad: el derecho a la democracia, el respeto a los derechos humanos, el respeto al estado de derecho, tomando en consideración que nuestro objetivo era avanzar hacia una concepción de seguridad que tenga como eje la persona y su desarrollo.
El Estado seguirá siendo el referente insustituible y responsable de esta tarea, por lo que debe contar con los medios para enfrentarla con eficiencia. En ese sentido, Perú demanda que los compromisos internacionales para atender riesgos estructurales, como la pobreza que genera inseguridad y vulnerabilidad social, sean cumplidos. La viabilidad de nuestros Estados depende de alcanzar los objetivos de desarrollo humano.
Asimismo, Perú se preocupó por lograr que, en los enfoques de seguridad continental o hemisférico desarrollados en México, se atienda adecuadamente la dimensión convencional de la seguridad, promoviendo el examen de los mecanismos de seguridad colectiva, de solución pacifica de controversias y el fortalecimiento de las medidas de confianza mutua. Dichos mecanismos son necesarios para asegurar la paz y atender cualquier situación que atente contra la autonomía, soberanía e integridad territorial del Estado.
Dichos mecanismos resultaban indispensables para completar los esfuerzos que en el ámbito continental o hemisférico realiza Perú en el marco de una concepción de defensa no ofensiva para priorizar los gastos en la lucha contra la pobreza y la atención de los objetivos de desarrollo humano.
Este proceso de revitalización y fortalecimiento del sistema de seguridad requiere una acción integrada tanto en el ámbito global, hemisférico, regional, subregional y bilateral. Por ese motivo, a nivel internacional, Perú promueve el fortalecimiento del multilateralismo y el establecimiento de regímenes globales y regionales que respondan a las preocupaciones del concepto amplio de seguridad. En lo que se refiere a la seguridad colectiva, por ejemplo, nos interesa subrayar el papel del Consejo de Seguridad y nuestro propósito de participar activamente en las tareas que Naciones Unidas desarrolla en esta materia. En el caso de la Organización de los Estados Americanos, propugnamos que el Tratado Interamericanos de Asistencia Recíproca sea revisado para que responda a las necesidades de nuestros Estados y a la situación internacional.
Este proceso, que se inició con la Conferencia, nos ha permitido comprobar la necesidad de llevar, a estos foros, posiciones concertadas con Estados que compartan nuestra realidad y nuestros intereses. En este caso, el Grupo de Río, la Comunidad Andina y los grupos de negociación, como el Grupo ALADI, han contribuido a articular posiciones comunes y a lograr la atención de nuestros intereses. Este mismo ejercicio de concertación lo debemos realizar para llevar a la práctica los consensos que alcancemos en México.
2.3.4 Acciones de Perú en el Ámbito Multilateral
La ruptura del orden social, considerada actualmente como amenaza estructural a la Seguridad, principalmente debido al incremento de la pobreza extrema y a la exclusión social de amplios sectores de la población que ponen en riesgo la estabilidad y gobernabilidad democrática de los Estados, hacen ver la importancia en el cumplimiento de los compromisos internacionales como la Declaración del Milenio (2000), la Ronda de Doha (2001), el Consenso de Monterrey (2002) o la Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible (2002).
En un contexto internacional marcado por la incertidumbre resulta indispensable comprometemos a fortalecer el sistema multilateral basado en la Carta de las Naciones Unidas, en la Carta de OEA y en el derecho internacional. Reafirmando el papel del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como el órgano con la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales conjuntamente con una Secretaría General fortalecida en su función de prevención de conflictos y creación de operaciones de mantenimiento de la paz.
2.3.4.1 Operaciones de Mantenimiento de la Paz
En el tema de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, Perú ha sido incluido en el Nivel 3 de la nomenclatura de Naciones Unidas, lo que incrementará la presencia peruana tanto en el número de observadores militares con los que se contribuya al sistema de DPKO, como con los equipos y nivel de fuerzas disponibles, los que incluyen un batallón y una fragata misilera, entre otros.
2.3.4.2 Acción Contra las Minas Antipersonal
Perú en cumplimiento de la Convención de Ottawa, suscrita en Canadá, en 1997 -Tratado Internacional sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción-, mantiene desde 1997 una política de acción integral contra las minas antipersonal, con la finalidad de salvaguardar la vida de los seres humanos.
Esta política se hizo tangible en el año 2001, fecha en la que se completó la destrucción total de los arsenales de minas antipersonal. Perú es el primer Estado de Sudamérica y el segundo en el continente, en haber destruido las minas antipersonal, hecho que fue debidamente certificado por representantes de países amigos de Perú.
3. Entorno Regional Sudamericano
En la región sudamericana, el concepto de paz ha adquirido un valor estratégico y se ha diferenciando del mencionado concepto negativo permitiendo establecer una noción de proceso vinculado a la gobernabilidad democrática y al desarrollo, expresando así la diferencia del tratamiento entre la dimensión dura de la seguridad que remite al uso de la fuerza militar entre Estados y la compleja multidimensionalidad de otros asuntos de seguridad en un contexto democrático y de globalización.
La generalización del sistema democrático en la región, así como la superación de los asuntos territoriales más conflictivos dejando sin resolver sólo algunos problemas remanentes, han permitido crear un marco adecuado para el desarrollo del bienestar y la participación de su población.
Cabe agregar que la multimensionalidad de la seguridad está vinculada a temas tan diversos como el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado, las epidemias, el ecosistema, entre otros. Éstos son elementos que pueden debilitar el tejido social y que actualmente se convierten en las principales y más activas amenazas para el Estado. Estas nuevas amenazas han adquirido un carácter trasnacional que tiene modalidades operativas que superan la capacidad de control del Estado-nación. En este contexto, la consolidación de Gobiernos democráticos en la región requiere la expansión de su esfera de acción, mediante la cooperación, para hacer frente a estas nuevas amenazas.
Por los motivos expuestos, en América del Sur se ha podido avanzar en el desarrollo del nuevo concepto de paz mediante la propuesta de creación de una zona de paz que abarque toda la región tomando como base las declaraciones de la Comunidad Andina y del Mercosur.
Esta posición política quedó plasmada en el Comunicado de la primera reunión de Presidentes de América del Sur, suscrito en Brasilia el 1 de septiembre de 2000. En dicho documento, en el punto 5, se indica que "la paz, la democracia y la integración constituyen elementos indispensables para garantizar el desarrollo y la seguridad en la región... En ese tema, los presidentes acordaron crear una Zona de Paz Suramericana y para ello instruirán a sus respectivos Ministros de Relaciones Exteriores a adoptar las medidas necesarias para poner en práctica esa decisión. Los Presidentes estimularán igualmente la profundización del diálogo sobre seguridad en América del Sur teniendo en cuenta incluso los aspectos humano, económico y social de la cuestión".
Por su parte, los cancilleres de la Comunidad Andina de Naciones y del Mercosur, reunidos en La Paz el 17 de julio de 2001, reafirmaron que "la paz, la democracia, el respeto a los derechos humanos, la integración y la consolidación de la identidad común son elementos esenciales para el desarrollo de sus pueblos y resolvieron propiciar la convergencia entre sus respectivos procesos de integración". En esa reunión, manifestaron su convencimiento de que "la paz y la seguridad en la región deben ser fortalecidas, así como de que el fomento de la confianza, la solución pacífica de controversias y el rechazo al uso o amenaza del uso de la fuerza constituyen compromisos compartidos; formularon las 'Bases para un Proyecto sobre la creación de una Zona de Paz y de Cooperación Suramericana' que figura en el Anexo Nro. 1 de esta Declaración".
Posteriormente, los Presidentes de la región, en la II Cumbre Sudamericana, manifestaron que, "inspirados en la vocación y anhelo de sus pueblos por alcanzar un futuro de fecunda y pacífica convivencia y de permanente cooperación y bienestar, adoptaron la Declaración sobre la Zona de Paz Suramericana", en el convencimiento de "que la paz, la seguridad y la cooperación deben sustentarse en compromisos que afiancen la confianza mutua e impulsen el desarrollo y el bienestar integral de sus pueblos y de la región en su conjunto".
Asimismo, señalaron que "las Bases y Acciones para un Proyecto sobre la Creación de una Zona de Paz y Cooperación Sudamericana formuladas en la Primera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la Comunidad Andina-Mercosur y Chile,... constituyen un adecuado conjunto de directrices encaminado a construir, sobre fundamentos firmes y consagrados por el consenso de toda la región, dicha Zona de Paz".
En esa declaración, además, expresan su "compromiso de combatir las nuevas amenazas a la seguridad de los Estados y la necesidad de profundizar los esfuerzos de cooperación, con el fin de responder de forma más coordinada y articulada a tales amenazas".
En ese contexto, es necesario buscar medios para que se pueda iniciar un proceso encaminado hacia el establecimiento de una zona de paz suramericana que garantice la democracia y el desarrollo en la región al establecer un marco de confianza que genere estabilidad para todos nuestros Estados.
4. Entorno Subregional Andino
En el marco de la seguridad subregional, el 17 de junio de 2002 el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la Comunidad Andina, acompañados por los Ministros de Defensa, aprobaron el Compromiso de Lima intitulado "Carta Andina para la Paz y la Seguridad, Limitación y Control de los gastos destinados a la Defensa Externa". En el citado documento se establecieron las líneas de acción específicas vinculadas, entre otros asuntos, con la formulación de una Política Comunitaria de Seguridad, la instauración de una Zona de Paz, la lucha concertada contra el terrorismo, la reducción del gasto militar y, la ampliación y el fortalecimiento de las medidas de fomento de la confianza en la Comunidad Andina.
Los capítulos que comprende el Compromiso son los siguientes:
- Principios para la formulación de una política comunitaria de Seguridad de la Comunidad Andina.
- Compromiso para la formulación de una Política Comunitaria de Seguridad Andina.
- Compromiso para instaurar una Zona de Paz en el espacio de la Comunidad Andina.
- Compromiso regional en la lucha contra el terrorismo.
- Compromisos para la limitación de los gastos de la defensa externa, el control de las armas convencionales y la transparencia.
- Compromiso para propiciar que América latina sea declarada una Zona Libre de mísiles aire-aire más allá del alcance visual y de mísiles estratégicos de medio y largo alcance.
- Compromisos para consolidar la proscripción de las armas nucleares, químicas y biológicas.
- .Compromisos para erradicar el tráfico de armas de fuego, municiones, explosivos y otros materiales relacionados.
- Compromisos para la erradicación de las minas antipersonales.
- Compromisos para ampliar y reforzar las medidas de fomento de la Confianza.
- Mecanismo de seguimiento y verificación.
A nivel de cada Estado se observan iniciativas de carácter bilateral orientadas a fortalecer las medidas de fomento de la confianza y a incorporar en la legislación interna los Convenios y Acuerdos de interés en el campo de la seguridad y defensa. En lo que concierne a las actividades que debieran ser promovidas por la Secretaría de la Comunidad Andina conviene tener presente que del Compromiso del Lima se desprenden una gran tarea: promover la elaboración, por parte de los Estados Miembros, de un proyecto de política común de seguridad andina.
5. Entorno Vecinal
5.1 Con Bolivia
La relación bilateral entre Perú y Bolivia está caracterizada por sus antecedentes históricos, geográficos y culturales, por ello los objetivos de la vinculación bilateral han sido y permanecen siendo el fortalecimiento de una activa política de cooperación y concertación con el objeto de dinamizar el proceso de integración física, la ampliación de la interconexión vial hacia el Pacífico, la integración fronteriza y la complementación económica de los dos Estados, particularmente entre la macrorregión sur de Perú y la región noroccidental de Bolivia, lo que permitirá la consolidación de una integración profunda peruano-boliviana, todo ello en el marco de los acuerdos suscritos entre los dos Estados.
Tratados :
SECTOR NORTE
- Tratado de Rectificación de Fronteras, del 17 de setiembre de 1909.
- Protocolo de Ejecución del Tratado de 1909, del 30 de marzo de 1911
- Segundo Protocolo Ejecución del Tratado de 1909, del 15 de abril de 1911
- Convenio modificando el Protocolo de 30 de marzo de 1991 sobre demarcación entre el Manuripe y el Acre, del 06 de mayo de 1912.
SECTOR SUR
- Tratado sobre Demarcación de Fronteras, del 23 de setiembre de 1902.
- Protocolo para el Estudio y Demarcación de la Frontera, del 02 de junio de 1925.
- Protocolo Ratificatorio de la Demarcación de la Segunda Sección (Península de Copacabana), del 15 de enero de 1932
FRONTERA
- Acuerdo para el establecimiento de un Comité Ad-Hoc transitorio para la puesta en operación de la autoridad Binacional Autónoma de la Cuenca del Sistema Lago Titicaca, Río Desaguadero, Lago Poopó y Salar de Coipasa del 15 de junio de 1993.
- Acuerdo para la creación de la autoridad Binacional Autónoma de la Cuenca del Sistema Lago Titicaca, Río Desaguadero, Lago Poopó y salar de Coipasa del 15 de junio de 1993.
- Acuerdo entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de la República de Bolivia sobre el Reglamento del Comité de Fronteras, del 14 de diciembre de 1998.
Esta particular característica ha permitido desarrollar amplios esquemas binacionales de cooperación como lo testimonian los Acuerdos de Ilo, la creación de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca, el establecimiento de una Zona de Libre Comercio a partir de la suscripción del Acuerdo Comercial de 1992, entre otros.
En el marco de la tradicional relación con Bolivia, también debe considerarse la aprobación del Plan Director Global del Sistema del Lago Titicaca, Río Desaguadero, Lago Poopó y Salar de Coipasa (Sistema TDPS), el 6 de noviembre de 1995 y la posterior instalación de la Presidencia de la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca, en mayo de 1996, Perú y Bolivia iniciaron un acuerdo pionero en su género, mediante el cual ambos Estados se comprometen a la preservación científica y coordinada del ecosistema de la zona altiplánica compartida.
También es importante destacar los Acuerdos de Ilo que constituyen uno de los elementos centrales de la relación entre Perú y Bolivia debido a que sus proyecciones no se agotan en el componente bilateral teniendo objetivos más amplios que abarcan la región sudamericana, la Cuenca del Pacífico y la del Atlántico.
La Visita de Estado a Bolivia del Presidente de la República del Perú, realizada del 24 al 26 de enero de 2002, tuvo como objetivo impulsar dicho proceso de integración para convertirlo en un elemento dinamizador de la articulación regional y de la interconexión física bioceánica. Se celebró también la primera Reunión Binacional de Gabinetes de Ministros de Estado que sesionó en tres grupos de trabajo sobre temas de progreso económico, sociales y de defensa y seguridad, cada uno de los cuales elaboraron un programa de trabajo a través de la identificación de programas y proyectos que podrían desarrollarse de manera conjunta por ambos Estados.
Asimismo, fueron suscritos importantes instrumentos, entre los que destacan el Acuerdo de Regularización Migratoria, el Convenio Marco para la Cooperación y Desarrollo Sostenible del Turismo, el Memorándum de Entendimiento para CEBAF - Desaguadero y la Declaración Presidencial del Lago Titicaca, así como los acuerdos alcanzados por los Ministros de Estado. Al respecto, debe mencionarse que tanto los encuentros de jefes de Estado como las Reuniones Binacionales de Ministros de Estado fueron institucionalizados acordándose su celebración anual.
De esta manera, se ha profundizado, en forma global y concreta, el derrotero de una relación entorno a problemas comunes como la lucha contra las condiciones que generan la pobreza y a soluciones conjuntas como la cooperación energética, reforzadas éstas por la institucionalidad otorgada a los encuentros entre Presidentes y Ministros de Estado.
También se ha acordado promover una integración entre ambos Estados en las áreas política, económica-comercial, social y cultural, conviniendo para ello convocar a sus respectivos Gabinetes Ministeriales para que propongan acciones orientadas a tal fin.
En el marco de las medidas de confianza mutua, es importante mencionar la Ronda de Altos Mandos de las Fuerzas Armadas del Perú y Bolivia, que tiene por objetivo el fomento de la confianza mutua y el desarrollo de una concepción de seguridad dentro de un marco regional suramericano que, respondiendo a la estrecha amistad y la creciente cooperación entre ambos Estados, propicie un proceso gradual de limitación de gastos en la adquisición de armamentos.
5.2 Con Brasil
La relación bilateral con Brasil ha estado caracterizada por un diálogo fluido. Por ejemplo la delimitación territorial culminó con la firma del Tratado de Límites, Comercio y Navegación de 1909, que fijó la frontera entre ambos Estados. En este contexto, la evolución de las relaciones ha generado un espíritu de cooperación e integración.
Tratados:
- Convención Fluvial sobre Comercio y Navegación, del 23 de octubre de 1851.
- Tratado para Completar la Determinación de la Frontera, del 08 de setiembre de 1909.
- Acuerdo creación del Comité de Fronteras, del 21 de julio de 1999
En ese marco, las relaciones bilaterales con Brasil han progresado sobre la base de la cooperación e integración, complementación de las economías, impulso a la interconexión física, promoción del comercio, inversiones y turismo, desarrollo sostenible, lucha contra los narcotraficantes y lucha contra las condiciones que generan la pobreza, plasmadas, son los elementos centrales de la relación bilateral que dan un carácter estratégico a la relación, definida por la naturaleza complementaria de los intereses de ambos Estados.
El Plan de Trabajo de la Iniciativa de Integración Regional en América del Sur, especialmente en el eje del Amazonas y el eje interoceánico, considerando además el desarrollo de la infraestructura en sus tres componentes (transporte multimodal, energía y comunicaciones), así como el proceso logístico asociado a cada eje, es otro elemento que fortalece las relaciones bilaterales, habida cuenta de que todo ello es conducente a desarrollar el comercio entre el Pacífico y el Atlántico integrando nuestras regiones interiores en un esquema descentralizado.
Ha suscrito el Memorándum de Entendimiento entre los Gobiernos de la República del Perú y de la República Federativa de Brasil sobre Cooperación en Materia de Vigilancia y Protección de la Amazonia.
Con el objeto de iniciar un proceso de cooperación que conducirá a la integración peruana al SIPAM/SIVAM
Nuestros Estados han establecido las Rondas de Conversaciones entre los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas de Perú y Brasil, habiéndose celebrado la VIII Ronda en agosto de 2003, en Brasilia.
5.3 Con Chile
Perú y Chile han suscrito dos tratados de límites que han permitido definir la frontera terrestre común, lo que ha permitido desarrollar una paz duradera y una relación amistad y cooperación.
- Tratado de Paz y Amistad, del 20 de octubre de 1883
- Tratado y Protocolo complementario para resolver la cuestión de Tacna y Arica, que crea la Comisión Demarcatoria del 03 de junio de 1929,
Las relaciones bilaterales están basadas en los lazos de vecindad que los une y en los principios, valores, y objetivos comunes, vinculados a la búsqueda del desarrollo económico y el bienestar social.
Esta asociación entre Perú y Chile se sustenta en una lógica de convergencia, cooperación y confianza. Ello supone promover los intereses convergentes y abordar las diferencias en un marco de diálogo que garantice la preeminencia de una relación positiva, compleja y rica, que tolera y permite resolver los problemas preexistentes y abordar aquellos que se generan como resultado ineludible de una mayor y más rica relación bilateral.
En ese contexto, Perú realiza trabajos técnicos destinados a establecer de manera definitiva y de conformidad con el derecho internacional vigente, sus límites marítimos con Chile, para lo cual realiza los trabajos de campo para la determinación de sus líneas de base que se encuentran en curso y deberán concluir durante el primer semestre de 2004. La posterior aprobación de las mismas por el Congreso, permitirá proyectarlas hacia las 200 millas definiendo el límite exterior frontal marítimo del Perú.
La recuperación de la democracia en el Perú, ha colaborado a la profundización de los vínculos económicos y comerciales entre ambos países, la presencia en Chile de una numerosa comunidad peruana y la decisión política de ambos Gobiernos, todo lo cual ha generado un marco para la construcción de la asociación estratégica acordada por los Presidentes Alejandro Toledo y Ricardo Lagos en julio de 2001.
En la Declaración Conjunta emitida en dicha oportunidad, ambos Gobiernos, coincidieron en señalar que la vinculación bilateral se fundaba "en la voluntad de cooperación y coordinación de sus Gobiernos, en los principios, valores y objetivos que comparten, en su vecindad y en una percepción común sobre el destino de sus pueblos, con el fin de impulsar su desarrollo, fortalecer la integración regional y propiciar una activa presencia hemisférica e internacional".
La Declaración contiene los siguientes acuerdos en materia de seguridad y defensa:
- Fortalecimiento de las medidas de confianza mutua.
- Creación del Comité Permanente de Consulta y Coordinación Política, integrado por los Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de Perú y Chile (2+2), que tiene por finalidad analizar e intercambiar puntos de vista respecto de todas aquellas materias de interés para ambos Estados.
- Homologación del sistema de medición de los gastos de defensa en concordancia con la importancia de que los gastos del sector se realicen con un máximo de trasparencia.
- El Presidente de Chile "recibe con interés la propuesta del Presidente de Perú, de propiciar la limitación de gastos de defensa en la región sudamericana".
- Constitución del Comité de Seguridad y Defensa (COSEDE), integrado por funcionarios de Relaciones Exteriores y Defensa de Perú y Chile, con la participación de las Fuerzas Armadas.
Finalmente, es importante destacar las Rondas de Conversaciones entre los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas de Perú y Chile. Este mecanismo fue instituido a iniciativa peruana en 1985 con la finalidad de profundizar las acciones orientadas al fomento de la confianza mutua y el desarrollo de una concepción de seguridad dentro de un marco regional sudamericano que, respondiendo a la estrecha amistad y la creciente cooperación entre ambos Estados, propicie un proceso gradual de limitación de gastos en la adquisición de armamentos.
La XVIII Ronda tuvo lugar en Santiago de Chile, entre el 24 y 26 de noviembre de 2003.
5.4 Con Colombia
La relación con Colombia tiene características particulares, habida cuenta que, como lo señala Alberto Ulloa Sotomayor, ambos no desarrollaron grandes polémicas jurídico-diplomáticas, con excepción de la que determinó el conflicto de 1932.
Tratados:
- Tratado de Límites y Navegación Fluvial, del 24 de marzo de 1922.
- Protocolo de Paz, Amistad y Cooperación, del 24 de mayo de 1934.
Nuestra vinculación con Colombia está caracterizada por un diálogo fluido con un contenido político y social significativo, así como por un importante nivel de intercambio económico y óptimas experiencias en cooperación técnica y recíproca. Todo ello redunda en una estrecha coordinación de posiciones y políticas que favorece el logro de nuestros objetivos, tanto en el nivel bilateral como en el multilateral.
Perú y Colombia comparten una amplia gama de valores e intereses basados en la democracia, los derechos fundamentales, el crecimiento económico y la paz e integración interamericana. A la vez, tienen una comunidad de problemas y retos que se originan en su vecindad geográfica e historia común, como son, el subdesarrollo, la integración andina, la protección de la Amazonía la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la corrupción, el desarrollo social, el progreso económico y la afirmación de la presencia del Estado en la frontera compartida.
En la agenda multilateral, la coordinación con Colombia es fundamental para el tratamiento de diversos temas en el marco de la Comunidad Andina, el Tratado de Cooperación Amazónica, la Organización de los Estados Americanos y las Naciones Unidas, permitiendo a ambos Estados articular posiciones conjuntas respecto a terceros y a temas globales. Fueron de particular interés para ambos vigorizar el proceso de integración andina y las negociaciones para mantener y ampliar los esquemas de preferencias andinas otorgados por los EE.UU. (APTDEA), y por la Unión Europea (SGP Andino).
En cuanto a la situación en Colombia, el gobierno peruano ha manifestado su invariable solidaridad y apoyo a los esfuerzos que lleva a cabo el Gobierno colombiano para alcanzar la paz, reiterando su posición contraria a la intervención en los asuntos internos de un Estado y ha condenado firmemente a los grupos que actúan al margen de la Ley haciendo un llamado a que respeten los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Estos elementos son fundamentales no sólo para garantizar la estabilidad democrática y económica, sino para coadyuvar a lograr una paz justa y duradera.
Por tal razón, el gobierno peruano apoya los esfuerzos de pacificación del gobierno de Colombia y rechaza toda acción subversiva, porque comparte la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas, lo que indudablemente redundará en la estabilidad y seguridad en la Región.
En el marco bilateral, Perú promueve la realización de contactos periódicos, con la finalidad de actualizar y profundizar la agenda bilateral común. Estos encuentros permiten mantener un diálogo político fluido que promueve la adopción de acciones conjuntas tanto en el ámbito binacional como en el regional con el fin de fortalecer la asociación preferencial entre ambos Estados.
En el ámbito de seguridad y defensa, se busca consolidar una asociación estratégica, mediante la implementación de mecanismos que permitan adoptar posiciones conjuntas en esta área y la adopción de acciones en la frontera para restringir los riesgos del accionar de los terroristas y los narcotraficantes en dicha zona y su impacto en las poblaciones fronterizas.
En ese marco, se estableció un Grupo de Trabajo Bilateral de Defensa (GTBD). Este mecanismo tiene como propósito abordar todos los temas de interés dentro de las relaciones bilaterales en el ámbito de la defensa y la seguridad. Está presidido por los Ministros de Defensa quienes se reúnen en forma alternada en Colombia y Perú.
El Grupo de trabajo Bilateral de Defensa ha suscrito los siguientes instrumentos:
- Acuerdo entre la República del Perú y la República de Colombia para Combatir el Tráfico de Aeronaves Presuntamente Comprometidas en el Tráfico de Estupefacientes y Delitos Conexos
- Acuerdo entre el Ministerio de Defensa de la República del Perú y el Ministerio de Defensa Nacional de la República de Colombia para combatir las actividades Ilícitas en los Ríos Fronterizos Comunes
La Ronda de Conversaciones entre Altos Mandos de las Fuerzas Armadas de Perú y las Fuerzas Militares de Colombia es un mecanismo que contribuye significativamente a mantener un buen nivel en las relaciones entre ambas fuerzas armadas mediante la realización de encuentros periódicos entre sus representantes con la finalidad de acordar medidas de confianza y operacionales, así como realizar un adecuado seguimiento de las mismas. La XI Ronda de Conversaciones de Altos Mandos Militares entre Perú y Colombia se llevó a cabo en Lima, en agosto de 2003.
Asimismo se debe destacar la creación, en diciembre de 2002, del Grupo de Trabajo Bilateral para Asuntos Policiales (GTBP) así como del Mecanismo de Alto Nivel de Seguridad y Cooperación Judicial (MAN), instancia de cooperación y coordinación política que examine de manera integral los asuntos relativos al terrorismo, el problema mundial de las drogas y delitos conexos, el tráfico de armas, la corrupción, entre otras actividades ilícitas, y proponga e impulse las medidas concretas de confianza mutua.
5.5 Con Ecuador
Los Acuerdos de Brasilia de 1998 constituyeron una clara expresión de la decisión política de ambos Estados de consolidar una nueva etapa en la relación bilateral. Esta nueva etapa está caracterizada por un sustativo acercamiento entre todos los sectores del gobierno, así como de los diversos representantes de distintos sectores de la sociedad, particularmente los actores de la región fronteriza permitiendo complementar una cantidad significativa de actividades conjuntas destinadas a identificar áreas y proyectos de interés común en beneficio de ambos pueblos.
Tratados:
- Protocolo de Paz, Amistad y Límites, del 29 de enero de 1942.
- Acuerdo de Brasilia entre el Gobierno de la República del Perú y la República del Ecuador, de 26 de octubre de 1998.
- Acuerdo entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de la República del Ecuador aludiéndose que con la conclusión del proceso de fijación de la frontera terrestre común entre ambos países entran en vigencia los acuerdos suscritos en Brasilia el 26 de octubre de 1998 y que forman parte de la solución global y definitiva de las diferencias entre los dos países, del 13 de mayo de 1999.
- Acuerdo entre el Gobierno de la República del Perú y el de la República del Ecuador que constituye un mecanismo Ad-Hoc para la inspección, reparación, reposición y densificación de hitos en la frontera común, del 17 de octubre de 2000.
En este contexto, uno de los temas prioritarios de la agenda bilateral es la ejecución del Acuerdo Amplio Peruano-Ecuatoriano de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad que recoge la aspiración de ambos pueblos de que sus relaciones se desarrollen en un clima de concordia y entendimiento mutuo. Para tal fin, se estableció la Comisión de Vecindad Peruano-Ecuatoriana como instancia de nivel político y representativo; así como el Plan Binacional, con el propósito de elevar el nivel de vida de las poblaciones del norte y nor-oriente del Perú y sur del Ecuador.
Existen diversos mecanismos con el fin de consolidar la integración bilateral: los Comités de Frontera Tumbes-El Oro, Piura-Loja y Cajamarca-Zamora-Chinchipe, entre otros que coadyuvan a la consolidación de esta nueva etapa de las relaciones.
Tras la firma de los Acuerdos de Brasilia se crearon una serie de Comités Técnicos Binacionales (CTB), mecanismos encargados de impulsar acciones de mutuo beneficio y preparar programas y proyectos comunes en el ámbito de su competencia. Así se establecieron inicialmente el de Régimen Fronterizo, de Facilitación del Comercio, de Educación, de Salud y de Pesquería, a los mismos que se han sumado otros como el de Energía y Minas, Gestión de Riesgos y Gestión de Desastres, Cooperación Técnica y Científica, Facilitación del Turismo y el de la Zona de Protección Ecológica.
Igualmente, ha sido creado un Comité Binacional para la Promoción y Protección de los Derechos de las Personas en la Región Fronteriza y se espera que la próxima V Reunión de la Comisión de Vecindad establezca un Comité Binacional de Asuntos Indígenas. Estos mecanismos permiten un desarrollo integral y ciertamente privilegiado de la relación bilateral.
En el ámbito económico, se suscribió el Convenio de Aceleración y Profundización del Libre Comercio destinado a afianzar las relaciones económico-comerciales entre ambos Estados. Este ha tenido un papel fundamental en la medida que ha permitido lograr una nueva dinámica en esta área, aprovechando el alto grado de complementariedad entre la estructura productiva básica de ambos Estados, particularmente en los sectores minero-metalúrgico y minero-químico peruanos, y agropecuario, industrial y petrolero ecuatorianos.
Otro de los pilares de la relación bilateral está dado por el tema de la Seguridad. En este sentido, la "Comisión Binacional Peruano-Ecuatoriana sobre Medidas de Confianza Mutua y de Seguridad", creada el 26 de octubre de 1998, constituye la más alta instancia en esta materia.
Dicho mecanismo tiene entre sus objetivos asegurar la continuidad de la experiencia bilateral existente en materia de Medidas de Confianza Mutua y de Seguridad, desarrollarla y ampliarla y fortalecer la seguridad. Entre sus funciones esta las de identificar, diseñar y proponer medidas de confianza mutua en el campo militar y en otros, no militares relacionados con éste, y realizar el seguimiento y evaluación permanentes del proceso bilateral de fomento de la confianza y seguridad formulando las recomendaciones para su fortalecimiento. Para tal fin se crearon los siguientes grupos de trabajo:
- Grupo de Trabajo encargado de elaborar propuestas para la reducción gradual de los efectivos, armamento y unidades militares existentes en la zona de frontera
- Grupo de Trabajo para el "Establecimiento de una Zona de Confianza Mutua" que estudiará y recomendará las modalidades, las características, los componentes, los alcances y la denominación definitiva de esta iniciativa.
- Grupo de Trabajo de carácter permanente que evalúe el desarrollo de tales medidas y proponga otras medidas adicionales y acciones para avanzar en todos los ámbitos, incluida la promoción de la cultura de paz que orienta y debe orientar la convivencia y cooperación bilateral.
En la visita de Estado realizada por el presidente de Ecuador a Perú, en noviembre de 2003, con el fin de fortalecer aún más las relaciones entre ambos Estados se acordó, a fin de profundizar los vínculos en el ámbito de la seguridad, se acordó los mecanismos de consultas de Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de ambos Estados.
En el marco de las medidas de confianza mutua, se debe considerar la Ronda de Altos Mandos de las Fuerzas Armadas de Perú y Ecuador, mecanismo establecido en 1997. La VIII Ronda tuvo lugar en Quito, Ecuador, en noviembre de 2003.
5.6 La Antártica
La Política Nacional Antártica, aprobada por DS 016-2002-RE, de 27.02.02, establece como Objetivo General la "Consolidación de la presencia activa y permanente de Perú en la Antártida y de su status como Parte Consultiva del Tratado Atlántico".
Perú propicia el fiel cumplimiento del Tratado Antártico y contribuye al fortalecimiento del sistema emanado de éste, apoyando el mantenimiento de la Antártica como zona de paz y reserva natural consagrada a la ciencia.
En ese contexto, Perú reafirma el principio del uso pacífico de la Antártida y en su mantenimiento como zona desmilitarizada y desnuclearizada, por ser una de las bases políticas fundamentales del Tratado, garantía de su vigencia y supuesto de la libertad de investigación científica y de la cooperación entre las Partes.
Con la finalidad de asegurar el cumplimiento del Objetivo General de la Política Antártica, Perú, a través del Instituto Antártico Peruano, realiza des 1.988 expediciones científicas al Continente Blanco, donde en 1.989 instalo la Estación Científica Machu Picchu, en la isla Rey Jorge, Península Antártica. En este contexto Perú realiza esfuerzos para dotar a la referida Estación Científica de una dotación permanente a partir de 2.006
El Ministerio de Defensa, a través de los Institutos Armados, contribuye de manera fundamental en el apoyo logístico y la investigación científica que comprende el esfuerzo peruano en la Antártica.
6. Situación Geoestratégica de Perú
Perú tiene una privilegiada ubicación geográfica en el escenario mundial, continental y regional por tanto, es necesario proyectarlo en dichos escenarios resaltando sus múltiples ventajas y oportunidades que no pueden desaprovecharse en un mundo que es cada vez más interdependiente, interrelacionado y competitivo.
El fin de la guerra fría, el fortalecimiento del sistema democrático, la consolidación del mercado mundial y la globalización de las informaciones son las características más evidentes del nuevo siglo, por lo que el escenario estratégico global se ha transformado creando nuevas expectativas y posibilidades especialmente para Estados como Perú que buscan una integración económica no sólo en el subcontinente, sino incluso con Estados Unidos de América y Canadá, al igual que con los Estados de la cuenca del Pacífico.
Además, la excepcional oferta ambiental, la gran diversidad de flora y fauna y la heterogeneidad de sus recursos humanos y materiales, hacen que Perú sea atractivo para las inversiones económicas y el mercado mundial; pero los peruanos estamos conscientes de los cambios y peligros que conlleva la globalización del mundo. Esto obliga a replantear nuestras relaciones con los Estados del continente y a buscar inversiones, pero en un marco de equilibrio e igualdad de condiciones.
Sin embargo, pese a la desconfianza que aún genera la globalización, las ventajas que ofrece para nuestro desarrollo son innegables. Por ello las nuevas relaciones políticas, económicas, científico-tecnológicas y militares deben realizarse en un marco de trasparencia y participación de toda la sociedad para generar los niveles necesarios de confianza y seguridad y porque éstos son dos ingredientes esenciales para el desarrollo humano, el progreso económico, la inversión, el fortalecimiento del poder nacional y el logro de nuestros Objetivos Nacionales. También porque sin Desarrollo nuestro Estado no se fortalecerá ni tendrá los suficientes recursos para ejecutar sus planes.
En conclusión, al iniciarse el siglo XXI, Perú mantiene una posición geoestratégica expectante y que lo ubica en el futuro polo de dominio político-económico mundial y potencialmente puede constituirse en elemento de integración entre América del Sur, Asia y África. Esta nueva situación geoestratégica, en el contexto de las amenazas contemporáneas, no debe anular la evaluación de los riesgos, de las amenazas tradicionales, por lo que se debe potenciar los mecanismos de prevención y de concertación hemisféricas para evitar situaciones de crisis, así como alcanzar un elevado nivel de integración político-económica y el equilibrio estratégico militar entre los Estados de la subregión.
6.1 Perú en el escenario mundial
Perú está ubicado en la parte central y occidental de América del Sur. Si a ello añadimos que posee un extenso litoral en el océano Pacífico, entonces Perú se constituye en un centro estratégico para las comunicaciones, tanto terrestres como marítimas y aéreas y para el intercambio económico.
Esto representa un desafío para nuestro Estado porque le permite proyectar la creación de una importante infraestructura de carreteras internacionales, servicios de aeropuertos, puertos y megapuertos, facilitando así el comercio mundial. Es decir que se reúnen en nuestro territorio dos elementos fundamentales de la globalización: comunicaciones y economía.
Su posición geográfica también facilita un especial acceso a importantes zonas del continente y del mundo, lo cual le concede una ventaja competitiva dentro del mundo globalizado, en especial en la Cuenca del océano Pacífico donde existen numerosos Estados, intercontinentales e insulares, cuya población supera los 1.700 millones de habitantes y con una creciente producción económica que ofrece nuevos mercados para nuestras exportaciones tradicionales y no tradicionales.
Además, la cuenca hidrográfica del río Amazonas le confiere la condición de bioceanidad porque permite el acceso al Atlántico. Ello convierte a Perú en el eje articulador de los mercados ubicados en las cuencas de los océanos Pacífico y Atlántico, reduciendo los costes, el tiempo y las distancias, sin olvidar que el intercambio comercial no sólo trae progreso económico, sino también incentiva el intercambio cultural de las naciones.
Igualmente, el Estado Peruano, desde 1979, viene ejecutando acciones para mantener su presencia significativa en la Antártica -llamada por los incas, Ritti Suyo-. En 1981 nos adherimos al Tratado Antártico por la importancia geoestratégica que esta región representa para los intereses nacionales. Perú es reconocido por la Comunidad Antártica Internacional como Miembro Consultivo desde 1989.
Así mismo, un aspecto importante de su ubicación geoestratégica está determinado por el hecho de que parte de su territorio es cruzado por el Ecuador, lo que le permite acceder a las ventajas significativas en la atmósfera y estratosfera para el empleo de satélites artificiales.
6.2 Perú en el escenario continental o hemisférico
En el ámbito del continente americano, Perú, aprovechando sus valiosos recursos naturales y las ventajas que le ofrece su ubicación geográfica, busca el intercambio económico y cultural con los Estados del continente, como una forma de alcanzar su desarrollo y la consecución de su bienestar en un ambiente de seguridad nacional compatible con las amenazas del siglo XXI y las nuevas políticas de seguridad hemisférica.
Así, nuestro Estado promueve la integración hemisférica en los campos económico, como el tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de América; político, como miembro fundador de la Organización de los Estados Americanos, y militar, integrando la Junta Interamericana de Defensa. Además de fomentar, entre los Estados del continente, una democracia real con pleno respeto a los derechos humanos y promoviendo un clima de paz basado en el desarrollo integral y la defensa de los recursos naturales, el ambiente y el patrimonio cultural.
6.3 Perú en el escenario regional
Perú, como país, está ubicado en una zona ventajosa de América del Sur y es paso obligado para las comunicaciones en la región y facilita el acceso a diversas órbitas fluviales como las del Amazonas, Orinoco y La Plata. Limita políticamente con cinco países sudamericanos: Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia y Chile y los límites están establecidos por tratados internacionales. nuestro Estado, respetuoso del ordenamiento jurídico internacional, cumple fielmente los tratados concluidos libre y voluntariamente.
Participa activamente en el proceso de integración regional como la Comunidad Andina de Naciones, el Mercado Común del Sur, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, el Tratado de Cooperación Económica, igualmente, en la ejecución de proyectos binacionales de interconexión vial, aeroespacial y energética. Todos ellos tienen como objetivo común buscar medidas de confianza y cooperación regionales y subregionales dentro del marco de la democracia, el respeto a los derechos humanos, la defensa de la biodiversidad del ecosistema y la búsqueda de un equilibrio estratégico militar para eliminar los problemas comunes.
La integración regional, como política de Estado, debe ser un eficaz instrumento para responder a los retos de la globalización, las amenazas y las crisis, condicionando a su vez una equitativa participación y distribución de los beneficios.