MONUSCO

 

 

  • República Democrática del Congo: el contexto

    La sombra de la violencia.

    Mujeres y Fuerzas de Paz en Haití y el Congo

     

  • Mandato, historia y resoluciones

    Durante su historia turbulenta como Estado independiente, la República Democrática del Congo siempre mantuvo un vínculo con las Naciones Unidas. En 1960, la independencia concedida al Congo fue inmediatamente cuestionada por tensiones internas en relación a la unidad del país, que condujeron al despliegue de la primera misión de la ONU en el país: ONUC (1960-1964), con tropas argentinas y brasileñas, entre otras. El Congo atravesó un periodo agitado durante este mandato: el asesinato del Primer Ministro Patrice Lumumba, y la trágica  muerte del Secretario General de la ONU Dag Hammarskjöld, que murió en un accidente cuando estaba volando a la provincia de Katanga para participar en negociaciones de paz.

     

    La dictadura de Mobutu que luego se impuso por los treinta años siguientes (1965-1997) no dejó espacio alguno para la presencia de la ONU, hasta la rebelión de 1996, liderada por Laurent Désiré Kabila contra el ejército del Presidente Mobutu Sese Seko. Las fuerzas de Kabila tomaron la capital, Kinshasa, en 1997, con el apoyo de Uganda y Ruanda, este último con las secuelas del genocidio de 1994,  alrededor de 1,2 millones de Hutus Ruanda – incluyendo aquellos que habían formado parte del genocidio – se habían exiliado a la regiones vecinas de Kivu en el Congo oriental. En estas mismas regiones de Kivu, en 1998 comenzó una rebelión contra el gobierno de Kabila. Angola, Chad, Namibia y Zimbawe prometieron al Presidente Kabila apoyo militar, pero los rebeldes permanecían asentados en las regiones orientales, también apoyados por Ruanda y Uganda. La ONU volvió a la escena, haciendo un pedido para el cese del fuego mediante los Acuerdos de Paz de Lusaka en 1999 y el establecimiento, primero en julio, de un pequeño despliegue de 90 militares y civiles, y luego definitivamente el 30 de noviembre del mismo año, con la Resolución del Consejo de Seguridad 1279,  de la Misión de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC).

     

    Inicialmente, la MONUC tenía la misión de observar el cese del fuego y el desmantelamiento de las fuerzas. Pero luego, en junio de 2000, debido a la continuidad de las hostilidades, el Consejo de Seguridad inició una serie de resoluciones que extendieron el mandato de MONUC para la supervisión de le implementación del Acuerdo de Cese del Fuego y le asignó múltiples tareas relacionadas, tales como el fortalecimiento de la contribución de personal militar, el establecimiento de un componente policial y el desarrollo de departamentos civiles. Operando en todo el territorio, la MONUC enfrentó importantes desafíos en los años siguientes a su establecimiento: colaboración para sostener y desarrollar la transición hacia un proceso electoral; la reforma del sector de la seguridad; la persistencia de grupos armados; y las infraestructuras y el sistema institucional prácticamente destruidos. Los grupos armados tenían decenas de miles de adherentes; su dispersión y multiplicación debería ser abordada tanto militar como políticamente, con complicaciones serias ya que muchos de esos grupos operaban desde el exterior, con un tamaño estimado de 17.500 combatientes en 2002. Mientras tanto, los grupos nacionales respondían a diferentes sectores e ideas, usualmente persiguiendo motivaciones locales y el objetivo de la mera subsistencia.

     

    Las primeras elecciones libres y justas en 46 años se realizaron el 30 de julio de 2006, donde fue electo el Presidente Joseph Kabila (hijo del difunto Laurent Désiré Kabila, asesinado en 2001). El proceso electoral en su totalidad representó una de las elecciones más complejas que Naciones Unidas alguna vez tuvo que ayudar a organizar. Aunque el método de resolver las cuestiones políticas mediante conflictos armados disminuyó en intensidad, no terminó, y tampoco el involucramiento de países vecinos en la compleja situación de seguridad regional.

     

    Luego de las elecciones, la MONUC permaneció: la combinación del conflicto armado con fuerzas armadas insuficientemente formadas significó que las Naciones Unidas eran esenciales para proveer seguridad al país, y su intento de resolver los conflictos continuos en varias provincias del Congo, mientras seguían implementando múltiples tareas políticas, legales y de empoderamiento tal como lo establecía el mandato de las resoluciones del Consejo de Seguridad.

     

    En los años siguientes, el progreso alcanzado en materia desmovilización y semi-estabilización del país condujo a Naciones Unidas a diseñar la fase de transición hacia el trabajo de una misión de paz; el 1° de julio de 2010, el Consejo de Seguridad, mediante su resolución 1925  , renombró MONUC como la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en la República Democrática del  Congo (MONUSCO), reflejando la nueva fase alcanzada en el país. En realidad, la decisión de focalizarse en la estabilización respondía también a los deseos del gobierno congolés que, por razones domésticas, prefería una presencia internacional menor en el país

     

    La transición de MONUC a MONUSCO consistió también en autorizar a la nueva misión a usar todos los medios necesarios para llevar a cabo su mandato relacionado, entre otras cosas, a la protección de civiles, personal humanitario y defensores de los derechos humanos bajo la inminente amenaza de la violencia física y para apoyar al gobierno del Congo en sus esfuerzos de estabilización y consolidación de la paz. El Consejo decidió que la MONUSCO debería comprender, además de los componentes civiles, judiciales y de corrección adecuados, un personal máximo de 19.815  de personal militar, 760 observadores militares, 391 policías y 1.050 miembros de unidades de policía constituidas. El mandato de MONUSCO se detalló más profundamente en la resolucon 2053  aprobada por el Consejo de Seguridad el 27 de junio de 2012.

     

    Si bien la situación se estabilizó en muchas regiones, la parte oriental del Congo permaneció plagada de olas de conflictos recurrentes, crisis humanitarias crónicas y serias violaciones a los derechos humanos, incluyendo violencia sexual y de género. La presencia continua de grupos armados congoleses y extranjeros que se aprovechaban de los vacíos de poder y seguridad en la parte oriental del país; la falta de autoridad; la explotación ilegal de los recursos y la interferencia de los países vecinos; la impunidad omnipresente; los conflictos de tierras; y la débil capacidad del ejército y la policía nacional para proteger efectivamente a los civiles y al territorio nacional y garantizar la ley y el orden, cuando no cometían ellos mismo violaciones a los derechos humanos contra su propia población civil, fueron elementos que contribuyeron a la persistencia de ciclo de violencia, que devinieron particularmente serios en 2012. Con el fin de abordar las causas de raíz del conflicto y asegurar la paz duradera en el país y en la región, el 24 de febrero de 2013, en Addis Ababa, Etiopía, se firmó el Marco de cooperación, paz y seguridad para la República Democrática del Congo y la región por representantes de 11 países de la región, los presidentes de la Unión Africana, la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos, la Comunidad para el Desarrollo de África del Sur y el Secretario General de Naciones Unidas. Apoyando este acuerdo marco, el 28 de marzo de 2013 el Consejo de Seguridad decidió unánimemente crear, mediante su resolución 2098, una “Brigada de Intervención” especializada, por un periodo inicial de un año y dentro del tope de tropas de 19.815 autorizadas para la MONUSCO. Consistiría en tres batallones de infantería con la responsabilidad de neutralizar grupos armados y el objetivo de contribuir a la reducción de amenazas a la autoridad estatal y a la seguridad civil por parte de los grupos armados en el Este del Congo y colaborar con actividades de estabilización. El Consejo también decidió que la MONUSCO debía fortalecer la presencia de componentes militares, policiales y civiles en Congo oriental y reducir, lo más posible durante la implementación de su mandato, su presencia en áreas no afectadas por el conflicto, en particular Kinshasa y el Congo occidental.

     

    El 28 de marzo de 2013, el Consejo de Seguridad, mediante su resolución 2147, extendió el mandato de la MONUSCO hasta el 31 de marzo de 2015 y decidió que el nuevo mandato debería incluir también la Brigada de Intervención de MONUSCO –“excepcionalmente y sin crear un precedente o ningún prejuicio” – dentro del tope de tropas autorizado de 19.815 miembros del personal militar, 760 observadores militares y personal del staff, 391 policías y 1.050 unidades de policía constituidas.

  • La situación del género y la violencia sexual en el Congo

    La situación del género y

    la violencia sexual en el Congo

    Recolección de información

    sobre violencia sexual y

    de género en el Congo

    Las relaciones entre la violencia

    sexual y el género en el Congo

    Violencia sexual relacionada

     al conflicto:

    el caso de Walikale y

    el caso de Minova

    La desigualdad de género y la violencia sexual contra niñas, mujeres, niños y hombres son problemas de derechos humanos, de salud pública y socioeconómicos omnipresentes a lo largo del Congo.

     

    La violencia sexual ha definido por años el conflicto en el Congo oriental: ha sido, y es, comúnmente utilizada como arma de guerra, y es la causa de experiencias devastadoras para miles de niñas, mujeres, pero también para hombres y niños en sus hogares, en campos de refugiados, en el camino hacia el campo, el mercado y la escuela. En situaciones relacionadas al conflicto, suele ser cometida por actores armados, tales como las milicias o el ejército congolés. Con frecuencia, “los casos se repiten y comparten ciertas características comunes: los niños son forzados a estar presentes o a sostener a su madre mientras son violadas por grupos, se insertan objetos en los genitales, los individuos son atacados sin importa su edad (niños, mujeres, jóvenes o ancianos), y los hombres también son violados. Cuando dichos grupos ingresan a pueblos, tales actos se cometen masivamente, pero el modo operandi también incluye ataques a mujeres en el medio de las llanuras o de la selva, cuando van a buscar agua, o cuando están trabajando en el campo” (de la publicación de RESDAL: La sombra de la violencia. Mujeres y Fuerzas de Paz en Haití y el Congo).

     

    La violencia sexual, especialmente contra mujeres y niñas, también es perpetrada de manera atroz por actores civiles armados externos a las instituciones militares. El abuso sexual y la explotación se dan en escuelas, casas, lugares de trabajo, a lo largo del país, en zonas urbanas y rurales. La violencia constante en áreas afectadas por los conflictos, junto con la falta de educación y de alternativas socioeconómicas duraderas, generan un ciclo devastador que agrava la debilidad ya existente de la condición y la percepción de la mujer. Además, trastoca las relaciones sociales y engendra futuros actos de violencia sexual y de género de una crueldad sin precedentes. Las mujeres y las niñas suelen ser atacadas mientras recolectan comida, agua y leña para abastecer a sus familias. Las mujeres y niñas desplazadas están particularmente expuestas a la explotación, dada su vulnerabilidad social y económica y no es raro observar casos en los cuales se intercambia sexo por comida.

     

    Resulta extremadamente difícil brindar cifras reales que den a conocer la magnitud del fenómeno. Generalmente, las víctimas no pueden buscar ayuda o denunciar los casos debido a ciertas razones como la vergüenza, la estigmatización la inaccesibilidad o negación a la asistencia. Además, los mecanismos de recolección de información no logran cubrir la totalidad del país, y es complejo comparar el caso del Congo con aquellos de los países con conflictos similares, ya que raramente poseen mecanismos de uso generalizado para la recolección de información. La brutalidad de los casos de violaciones masivas, tales como Walikale (Kivu del Norte) y Minova (Kivu del Sur), durante los cuales fueron abusadas cientos de víctimas en pocos días, es emblemática del dramático escenario del país.

    Walikale y Minova son casos extremos de casos de violencia sexual relacionados al conflicto, aunque es importante entender que las agresiones contra grupos más pequeños o víctimas individuales ocurren diariamente en el Congo oriental. Esto incluye violaciones, esclavitud y explotación sexual, matrimonios forzados y otras formas de violencia sexual. Las agresiones sexuales cometidas por civiles son quizás menos violentas en términos de cantidad de víctimas por incidentes, no obstante su gravedad y consecuencias para las víctimas, y para la sociedad como un todo, siguen siendo sumamente importantes.

     

    La violencia sexual es definitivamente traumática en todos lados, aunque el apoyo de la comunidad, el acceso a asistencia adecuada para los sobrevivientes y la realización de juicios justos para los presuntos autores son indispensables para reconstruir la vida individual y de la comunidad. En el Congo no suele ser posible. Frecuentemente, la violencia sexual y la disparidad sexual, particularmente contra las mujeres, son tan comunes que las víctimas ni siquiera saben que poseen derechos. La estigmatización también suele estar muy presente, y las víctimas de la violencia sexual o de género temen represalias o rechazos. En definitiva, sufren en silencio o aceptan, impulsadas por sus familias, resoluciones alternativas, tales como el matrimonio con el autor del hecho o reparaciones que son pagadas con ganado. La distancia, la inseguridad y la inaccesibilidad geográfica son obstáculos diarios que impiden el acceso a las estructuras médicas, especialmente en las áreas rurales. Además, las estructuras médicas no siempre pueden ofrecer el servicio adecuado para las víctimas porque carecen de medicamentos específicos y de personal médico capacitado, o porque, ilegalmente, no proveen asistencia gratuita especializada. De hecho, en 2006, la legislación congolesa aprobó una ley que prohíbe la violencia sexual en todas sus formas, y establece que todas las víctimas de violencia sexual tienen derecho a asistencia médica y psicológica gratuita, presentando un certificado médico, que es extremadamente importante para iniciar una denuncia formal. Cada sector de la justicia, comenzado por los oficiales de la policía, debe estar capacitado y actuar adecuadamente frente a las denuncias. Sin embargo, la aplicación de la ley continúa siendo un desafío debido a la falta de recursos, la escasa accesibilidad y las actitudes sociales. Las víctimas enfrentan dichos obstáculos importantes que raramente siguen la vía legal, y apenas algunas buscan asistencia médica, aunque no siempre de manera exitosa.

     

     

     

    ¿Quién  y cómo debe responder a la violencia sexual?

    No obstante los actores nacionales e internacionales, el primer actor y el más importante para la protección de la población de la violencia sexual es el gobierno del Congo. Poner fin a la impunidad es el mayor desafío de la lucha del Congo contra la violencia sexual, pero es sabido que una intervención efectiva necesita cubrir todos los ámbitos transversales que estimulan la perpetración de este delito y violación. Estos ámbitos incluye: garantizar la asistencia adecuada a las víctimas, combatir la desigualdad de género, contar con un conocimiento profundo de la realidad del país gracias al constante análisis y recolección de información, y contar con fuerzas de seguridad y de defensa profesionales.

    Además de la ley adoptada en 2006 contra la violencia sexual (law 06/18-06/19 http://monusco.unmissions.org/LinkClick.aspx?fileticket=aXFfmf5vsm8%3D&tabid=11245&mid=14386&language=en-US), en 2009, el Presidente del Congo anunció una política de tolerancia cero contra los actos de violencia sexual cometidos por las fuerzas de seguridad y defensa congolesas. Además, de las obligaciones de las fuerzas de seguridad, en ese mismo año el gobierno declaró su intención de lanzar una amplia campaña para poner fin a la violencia sexual y asistir a los sobrevivientes. Para ilustrar su determinación, adoptó la Estrategia Integral de Lucha contra la Violencia Sexual, un proyecto desarrollado con el auspicio de la ONU y que constituye un pilar fundamental en la Estrategia gubernamental Nacional contra la Violencia de Género en el Congo. La estrategia se focaliza en 5 ejes principales:

    - Lucha contra la impunidad (copresidido por el Ministerio de Justicia del Congo y la Oficina Conjunta de Derechos Humanos): trabajo en conjunto con ONG nacionales e internacionales, estructuras de los sistemas de justicias civiles y militares, así como también con la policía y el ejército congolés. Este eje busca facilitar el acceso a la justicia a todas las víctimas de violencia sexual. El proceso completo debe incluir registrar el reclamo, garantizar el juicio justo para las víctimas y los actores del hecho y obtener reparaciones. Luchar contra la impunidad también comprende: el establecimiento de un mecanismo de referencia para todos los servicios de asistencia (médica, psicológica, legal, etc.); la capacitación para el personal de las agencias de aplicación de la ley y del sistema judicial; el fortalecimiento de las capacidades de las ONG locales e internacionales; la disponibilidad de servicios legales para las víctimas; y la lucha contra la corrupción dentro del sistema de justicia.

     

     - Prevención y protección contra la violencia sexual (copresidido por el Ministerio de Asuntos Sociales del Congo y ACNUR): creación de un entorno de protección para cada comunidad y concientización para todas las poblaciones de riesgo sobre prevención y accionar adecuado frente a casos de violencia sexual.

     

    - Asistencia multisectorial para los sobrevivientes (copresidido por el  Ministerio de Salud del Congo y UNICEF: trabajo en conjunto con el gobierno, la sociedad civil, ONG internacionales y otras agencias de la ONU. El objetivo de este eje es brindar una respuesta integral a los sobrevivientes de la violencia sexual, incluido el acceso a la asistencia médica, psicosocial, reintegración socioeconómica y derivación a la asistencia y asesoría legal correspondiente. La asistencia multisectorial para los sobrevivientes financia el acceso de los sobrevivientes a los servicios, y apoya el fortalecimiento de capacidades de los proveedores de servicios para garantizar el cuidado adecuado. Por ejemplo, los proveedores de capacitación en salud sobre el protocolo de violaciones y la distribución de profilácticos post-exposición es esencial para garantizar que las mujeres y niñas reciban el cuidado que necesitan. Las clínicas móviles y las actividades de difusión buscan llegar a las víctimas en áreas más remotas y pobres.

     

     - Reforma del sector de seguridad (copresidido por el Ministerio de Defensa del Congo y la Sección de Desarrollo del Sector de Seguridad de  MONUSCO): su objetivo principal es contribuir a la creación de un ejército y fuerzas armadas congoleses profesionalizados, que no cometan violaciones a los derechos humanos y que sean capaces de proteger a la población contra la violencia de género. Se ha desarrollado un manual oficial de capacitación sobre derechos humanos y lucha contra la violencia sexual que ha sido validado por el Ministerio de Defensa. La reforma del sector de seguridad pretende brindar apoyo a los procesos de evaluación de las fuerzas de defensa y seguridad para evitar que cargos de alto mando, tanto en las fuerzas militares como de policía, estén ocupados por violadores de los derechos humanos.

     

    - Recolección de información y mapeo (copresidido por el Ministerio de Género del Congo y UNFPA): este componente transversal intenta establecer un mecanismo regular y armonizado de recolección de datos sobre casos de violencia sexual o de género cometidos en el Congo. Se pretende realizar esto con la ayuda de la información recolectada por los servicios de asistencia a las víctimas (estructuras de salud locales, ONG nacionales e internacionales, estructuras de sistemas de justicia, entre otros). Un mecanismo regular y coherente de recolección de datos, que maximice la cobertura geográfica y minimice la duplicación de información, es una herramienta fundamental para analizar los incidentes, conocer los perfiles de las víctimas  y de los actores de los hechos, y tener capacidad de respuesta. De esta manera sería posible crear o ajustar las soluciones para prevenir y responder mejor a los incidentes de violencia sexual.

     

     

    Estrategia nacional de lucha contra la violencia de género en el Congo SÓLO FRANCÉS

     

    Plan de acción de la estrategia nacional de lucha contra la violencia de género en el Congo SOLO FRANCÉS

     

    Recolección de información sobre violencia sexual y de género en el Congo

     

    En 2011 se reportaron 11.641 incidentes, en 2012 18.795, y en 2013 5.214 (sólo en la provincia de Kivu del Sur). Las cifras de los incidentes y de las víctimas de violencia sexual y de género reportados en el Congo son alarmantes. Ponen en evidencia un problema de una magnitud sin precedentes, especialmente si se tiene en cuento que muchos incidentes no fueron denunciados todavía.

     

    Los datos son impactantes y parecen tener la capacidad de resumir en algunas cifras la situación que se vive en el Congo. Por dicha razón, muchas veces, los prestadores de servicios, los donantes y los medios de comunicación, consideran que los datos sobre incidentes de violencia sexual y de género son elementos indispensables. De hecho, los datos y las estadísticas son una herramienta esencial en la lucha contra la violencia sexual y de género, aunque la mayoría de las veces  no sean acompañados de análisis apropiados, o carezcan de componentes comparativos adecuados. En tales casos, el potencial de los datos es limitado: claramente generan un impacto en la audiencia, atraen la atención hacia el problema y contribuyen a brindar asesoramiento para reducir la violencia sexual, pero no constituyen una ayuda integral para el diseño de estrategias efectivas de prevención de y la respuesta a la violencia sexual o de género.

     

    De hecho, la recolección y lectura de los datos no es sólo una cuestión de cuantificación de los incidentes, el objetivo es más bien producir datos comparativos relevantes para un periodo de tiempo específico y un área geográfica determinada. Estos datos deberían ser lo suficientemente específicos para mostrar estadísticas sobre el perfil de los incidentes (ej.: tipo de violencia sexual y de género, lugar, hora y modalidad de la agresión), el perfil de las presuntas víctimas y actores del hecho (ej.: edad, profesión, educación), y el tipo y calidad de la asistencia recibida (ej.: asistencia médica, psicosocial, legal y reintegración socioeconómica). Si la información es correctamente recolectada, puede ser crucial para orientar y reorientar las estrategias de prevención de y respuesta a la violencia sexual y de género. Por ejemplo, si los datos revelan que en un área específica, las víctimas de violencia sexual son principalmente mujeres que suelen ser atacadas a la tarde cuando vuelven del campo, una solución posible sería que los peacekeepers realicen patrullajes nocturnos – si la accesibilidad al área y la población local lo permiten. El campo de la recolección de datos comprende: la provisión de asistencia a las víctimas (de calidad); los perfiles de las víctimas y de aquellas que buscan y obtienen asistencia; los perfiles de los autores de los hechos, sean miembros uniformados, de las milicias o civiles; y las motivaciones, condenas, y posible reintegración socioeconómica en la sociedad de los autores del hecho. Toda esta información es fundamental para brindar asistencia efectiva y prevenir nuevos incidentes.

     

    Sin embargo, obtener regularmente este rango tan amplio de información, analizarla debidamente, y aplicar las estadísticas a estrategias para la protección de civiles es una tarea que enfrenta enormes dificultades en el Congo. Generalmente, la denuncia de incidentes tan íntimos como la violencia sexual y de género es muy difícil para los individuos en la mayoría de las culturas. Por este motivo, es muy probable que una vasta cantidad de incidentes permanezcan sin denunciar. Además, en el caso del Congo, la recolección de información sobre violencia sexual y de género es agravada por otras dificultades:

     

    - La inseguridad y la inaccesibilidad geográfica en vastas áreas del Congo limitan la cobertura de los  sistemas de recolección de información.

     - La estigmatización de las víctimas por la sociedad local, y los riesgos de la protección debido a la  impunidad de los autores de los hechos, pone en cuestión la voluntad y posibilidad de las víctimas de  denunciar los casos de violencia.

     - Las dificultades de las víctimas para acceder a las estructuras de asistencia, o de recibir los servicios  adecuados, disminuye la cantidad de información recolectada. Además, los prestadores de servicio no  suelen estar capacitados o no tienen la capacidad para participar adecuadamente del mecanismo de  recolección de información (falta de equipamiento, tales como papel, computadoras o recursos para  enviar la información al sistema central).

     - Los altos riesgos de duplicación de la información, por ejemplo, cuando la misma víctima solicita  asistencia en diferentes estructuras, se reducen con la necesidad de aplicar principios de confidencialidad  en cada dato relacionado a la violencia sexual y de género recolectado.

     - Los riesgos de tener un “buen desempeño para los donantes” pueden da lugar a la producción de datos  superficiales o irreales.

     

    En el Congo, la recolección de datos sobre violencia sexual y de género es mayormente cuantitativa, más que cualitativa. Por ejemplo, los datos sobre la provisión de asistencia psicosocial a las víctimas de violencia sexual todavía están muy enfocados en la cantidad de víctimas que reciben asistencia, más que en la calidad del servicio ofrecido y el impacto en el paciente. Además, el interés todavía está puesto en el proceso de recolección de información y en la producción de estadísticas. La capacidad de utilizar estos datos para elaborar análisis integrales es limitada, y a largo plazo impide avanzar en la prevención de y la respuesta a la violencia sexual y de género, y en los impacto de estrategias más amplias de protección civil y de estabilización a largo plazo. Si bien un análisis más profundo puede revelar que tal aumento está de hecho relacionado a un aumento de los reclamos y denuncias, también puede deberse a una mejora de las estrategias de concientización y una mejor respuesta, mejor capacidad de denuncia, y mejoras del nivel de los prestadores de servicios tanto a la hora de denunciar como de responder a los incidentes. Así, lo que al principio es visto como una tendencia negativa puede en verdad ser muy positivo.

     

    Con el fin de enfrentar los desafíos de la recolección de información y brindar a los actores un instrumento completo y accesible de estadísticas, la Estrategia Integral Nacional de lucha contra la violencia sexual y de género adoptó una estrategia transversal que lidia con la recolección de datos y la localización de los actores que operan en el ámbito de la violencia sexual y de género. La estrategia de  datos y localización es copresidida por una entidad gubernamental, el Ministerio de Género del Cono, con el apoyo de una agencia especializada de la ONU, UNFPA. El rol del gobierno en la recolección y validación de la información sobre violencia sexual y de género en el Congo es un progreso emblemático, que muestra cierta voluntad por parte del gobierno de reconocer su responsabilidad en la lucha contra la violencia sexual y de género en el país. Además, la UNFPA está acompañada por todos los actores que proveen servicios de asistencia a los sobrevivientes (estructuras de salud, ONG locales e internacionales, y entidades estatales tales como el sistema de justicia). Esto garantiza un cierto balance en la validación de la información reportada sobre violencia sexual y de género. De hecho, muchas veces es exagerada, especialmente en el caso de la violencia sexual, por ejemplo, los datos pueden estar inflados para obtener fondos de los donantes, o minimizados en un intento de mostrar una mejor imagen del país. El componente de datos y localización de la Estrategia es un esfuerzo para asegurar una mayor cobertura de la recolección de datos, y para proponer un mecanismo oficial de recolección de información para el Congo. La existencia de este sistema no niega la presencia de otros sistemas de recolección de datos (tales como aquellos de las ONG nacionales e internacionales), aunque brinda un sistema oficial de datos y estadísticas para el país entero y validado por el Gobierno Nacional del Congo.

     

    El mecanismo de recolección de datos para el Congo se basa en datos recolectados de estructuras que brindan asistencia multisectorial a las víctimas de violencia sexual y de género (tales como ONG, el sistema público de salud y el sistema de justicia militar y civil), así como también de aquellas estructuras especializadas en iniciativas de prevención y concientización. Esto significa que cientos de diferentes actores participan en este esfuerzo de recolección de información, cada uno bajo el mecanismo de la provincia del Congo en la cual opera el actor. En cada provincia, los datos recolectados son centralizados mensualmente en una base de datos electrónica por el Ministerio de Género Provincial y UNFPA, y validados en sesiones regulares conducidas por el Ministerio de Género Provincial, con la participación de todos los agentes. Los datos validados son posteriormente enviados al nivel nacional, donde el Ministerio de Género Nacional, con el apoyo de UNFPA y de agencias especializadas de la ONU, aprueba la última validación y la publicación de los datos.

     

     

    “La magnitud de la violencia sexual en el Congo y las acciones de lucha contra el fenómeno de 2011 a 2012”

     

    Este complejo mecanismo enfrenta varios desafíos. Si bien las soluciones técnicas permiten garantizar la confidencialidad y evitar la duplicación de información, la cobertura del mecanismo sigue siendo limitada. Los problemas de inseguridad e inaccesibilidad geográfica, que ya de por sí complica la recolección de datos de áreas remotas, empeoran aún más con la resistencia de muchos actores a participar del mecanismo de recolección de información. Sin embargo, el trabajo del componente de datos y mapeo realizó importantes progresos en el transcurso del año pasado. El sistema oficial de datos se encuentra hoy plenamente operativo, y está en marcha el lanzamiento de una versión online. Cabe destacar, también que en las provincias orientales del Congo se han iniciado proyectos para evaluar la calidad de los servicios de asistencia médica y psicosocial brindados a las víctimas de violencia sexual. Sin embargo, los datos denunciados todavía están lejos de ofrecer un escenario completo de la realidad de la violencia sexual y de género en el país. Además, si bien los esfuerzos para recolectar información sobre violencia sexual están en progreso, continúa siendo un desafío brindar datos sobre los incidentes de violencia de género denunciados. Las cuestiones de género no son percibidas como tales por la población en sí, y la denuncia de la violencia relacionada, así como también la provisión de asistencia adecuada, sigue siendo escasa.

    Las relaciones entre la violencia sexual y el género en el Congo

     

    “A lo largo del año pasado, se le prestó más atención a la prevención relacionada a la violencia sexual en situación de conflicto. Pedí que se la prestara mayor atención al espectro completo de las amenazas a la seguridad que enfrentan mujeres y niñas. En este sentido, sigo preocupado sobre la calidad de los análisis sobre género y las recomendaciones de acción que llegan al Consejo de Seguridad”. El Secretario General comenzó uno de sus últimos informes del Consejo de Seguridad sobre mujer, paz y seguridad, en septiembre de 2013, con esta declaración. Dicha declaración refleja la situación de la República Democrática del Congo donde, en los últimos años, las intervenciones de prevención y respuesta se focalizaron principalmente en casos de violencia sexual, más que en violencia de género. No obstante, la adopción, en 2009, de la Estrategia Integral Nacional de lucha contra la violencia de género, cada actor en el Congo, desde el Gobierno hasta las agencias de la ONU, las ONG y los donantes trabajaron más sobre el aspecto de la violencia sexual que sobre el de género. Claramente, la lucha contra la violencia sexual, y especialmente contra la violencia sexual relacionada al conflicto, requiere estrategias de protección y respuesta específicas: cuando está relacionada al conflicto armado, la lucha contra la violencia sexual conlleva intervenciones relacionadas a la protección de civiles y a emergencias complejas, que generalmente implican la participación de actores específicos tales como las fuerzas militares de mantenimiento de la paz. Sin embargo, esos enfoques específicos para luchar contra la violencia sexual deberían desarrollarse junto a enfoques amplios sobre la promoción del género. El mantenimiento de la paz sostenido puede garantizarse sólo si se aplican perspectivas de género en todos los análisis e iniciativas de protección civil, mantenimiento de la paz y estabilización

     

    Todo el Congo sufre una profunda desigualdad de género contra las mujeres, acrecentada por el conflicto en la parte oriental del país. La desigualdad de género en el Congo puede observarse a diario. A la mayoría de las mujeres se les asignan tareas domésticas desde pequeñas, lo que suele desencadenar en falta de acceso a la educación y matrimonios a muy temprana edad. La última práctica también está generalizada en el ejército nacional y el gobierno congolés la considera una forma de violencia sexual. A menudo, los embarazos adolescentes resultan en complicaciones físicas graves para las niñas durante el parto, que pueden llevar a la muerte o generar fistulas obstétricas: lesiones graves que arruinan las vidas de las mujeres que sufren de ella. Estas situaciones están ampliamente generalizadas en el Congo, y ponen en evidencia la necesidad de implementar iniciativas fuertes y duraderas que tomen en consideración la concientización de la población local, y el cambio de comportamiento de la comunidad, con el foco necesario en la participación y responsabilidad de los hombres. Aunque también necesitan ser aplicadas en todos los dominios relacionados al mantenimiento de la paz y la estabilización. Por ejemplo, hay muchas cuestiones relacionadas al género que no son consideradas por el sistema de justicia congolés, tales como la limitación de herencia de propiedades para las mujeres, o la gran cantidad de arreglos amistosos que utilizan a mujeres y niñas para resolver cuestiones locales, condenándolas, generalmente, a matrimonios forzados. Este tipo de cuestiones también debería formar parte de la agenda del Gobierno, de los donantes y de los prestadores de servicios, dado que pueden influir en la promoción del género que, a su vez, impacta positivamente en la lucha contra la violencia sexual y en la participación de las mujeres en los procesos de paz.

     

    En cuanto a los actores de mantenimiento de la paz, si bien sus mandatos principales en el Congo son la protección de civiles y la estabilización, pueden tener un fuerte impacto en la promoción del género. La clave sería adoptar una perspectiva de género en todas las actividades analíticas y operativas. Esto implica que los actores deberían ser capacitados para comprender los aspectos de género que son inherentes a cada dominio de la protección de civiles y de la estabilización. Por ejemplo, el mejoramiento de las rutas, o la intervención de los actores de mantenimiento de la paz y estabilización contra las barreras ilegales, pueden ser de suma importancia para la promoción del género. Pueden brindarle a las mujeres, que usualmente son responsables de la mayoría de las actividades comerciales, carreteras más seguras para llegar a los mercados, que, al mismo tiempo, implica mayor seguridad y más tiempo para realizar otras actividades, tales como el cuidado de la familia y de los niños, mayores ingresos en los mercados, y tiempo para asistir, incluso, a cursos de alfabetización.

     

    Violencia sexual relacionada al conflicto: el caso de Walikale y el caso de Minova

     

    Las agresiones diarias de violencia sexual han afectado a la población del Congo durante años, particularmente a la parte oriental del país donde las violaciones, los secuestros sexuales, la esclavitud sexual y los matrimonios forzados, son algunas de las tantas violaciones que sufren mujeres, niñas, niños, hombres y ancianos en el Congo. Muchas de estas agresiones no son denunciadas, lo que aumenta la cantidad de víctimas condenadas a  vivir en sufrimiento, sin asistencia o protección de nuevos ataques, y dejando a los actores del hecho impunes, con la posibilidad de repetir la violencia contra la mismas víctimas u otras nuevas. No obstante, en otros casos la violencia alcanza proporciones tan masivas que se convierte en un tema internacional, mostrándole incluso a actores lejanos la gravedad del conflicto en el Congo.

    Hay dos casos de violencia sexual relacionada al conflicto que son drásticamente emblemáticas de las situación de conflicto en el Congo oriental: el caso de Walikale, ocurrido en agosto de 2010 en la provincia de Kivu del Norte, y el caso de Minova, ocurrido en noviembre de 2012 en Kivu del Sur. Estos dos incidentes de violaciones masivas muestran la complejidad de la situación en el Congo oriental, y la necesidad urgente del Gobierno y de los actores de mantenimiento de la paz, tales como los componentes civiles y militares y el sistema de la ONU, de fortalecer sus esfuerzos de coordinación, respuesta y prevención de emergencias complejas. Cientos de civiles fueron abusados sexualmente y violados durante estos dos ataques, cometidos por grupos armados en el caso de Walikale, y por las Fuerzas Armadas Nacionales del Congo (FARDC) en Minova.

    El problema no es causado por un único actor: no es solamente una falla de las fuerzas de mantenimiento de la paz, los componentes civiles de MONUSCO, o del Gobierno del Congo. La responsabilidad de dichos fracasos es compartida, y los actores deben trabajar conjuntamente para mejorar la situación. Aunque, generalmente, las fuerzas de mantenimiento de la paz son los únicos actores inmediatamente en el campo, y se espera que intervengan directamente para prevenir y proteger. Sin embargo, en el caso de MONUSCO, parece ser que no estuvieran preparadas para lidiar con la violencia sexual relacionada al conflicto, sea participando en estrategias de prevención o reaccionando adecuadamente en caso de incidentes. De manera similar, las secciones civiles sustantivas no están acostumbradas a analizar y actuar de acuerdo a una perspectiva de lucha contra la violencia sexual y promoción del género: no obstante los esfuerzos y algunos progresos, esto continúa limitando, en gran medida, la capacidad real de prevención y protección en dichas emergencias complejas.

     

     

    El caso de Walikale

     

    El centro de Walikale, el centro administrativo del territorio, está ubicado a 135 km al oeste de Goma, la ciudad cabecera de la provincia de Kivu del Norte, en el Congo oriental. El territorio de Walikale es rico en minerales, y consiste principalmente en montañas cubiertas de abundantes bosques autóctonos. Las infraestructuras y las carreteras son casi inexistentes, y la cobertura telefónica es muy limitada.

     

    En 2010, desde el 30 de julio al 2 de agosto, una coalición de grupos armados congoleses y extranjeros atacaron sistemáticamente a civiles en 13 pueblos ubicados a lo largo de un eje de 10 km en el territorio de Wailkale. Los agresores bloquearon la entrada a los ejes, y viajaron durante cuatro días a lo largo de los 13 pueblos, saqueando, matando, quemando casas, secuestrando personas y violando a cientos de mujeres, niñas, niños, ancianos y hombres.

     

    La debilidad de la autoridad estatal en el territorio de Walikale fue evidente incluso antes del comienzo de los ataques. La presencia de una autoridad estatal legítima fue casi inexistente, al mismo tiempo que se daba la proliferación de grupos armados que monopolizaban el control de la industria minera. Las fuerzas de defensa y seguridad nacional (FARDC y PNC, respectivamente) fueron extremadamente débiles: sólo alrededor de 10 miembros de la PNC, poco capacitados y escasamente armados fueron ubicados en el eje, mientras que las FARDC no estuvieron presentes en ningún momento, dado que el batallón que tenía la tarea de sustituir al batallón anterior, se rehusó a rotar. En tales condiciones, la responsabilidad primordial del Gobierno del Congo en la protección de civiles estuvo lejos de ser cumplida.

     

    Sin embargo, antes del ataque, algunos actores humanitarios solían movilizarse hasta el eje, y las tropas de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización del Congo (MONUSCO) estaban asentadas cerca del eje, en una “Base Operativa de Compañía” cuya área de jurisdicción incluía los pueblos atacados por la coalición de grupos armados. Si bien la protección de civiles fue el elemento principal del mandato de la MONUSCO, en el caso de Walikale, MONUSCO no pudo intervenir durante los ataques. Ésta apoyó la respuesta legal (desplegando equipos en el área, incluido personal de la Oficina Conjunta para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, para evaluar la situación de seguridad y las necesidades de protección de la población local y para verificar la presuntas violaciones a los derechos humanos, abriendo luego una investigación en profundidad) y la asistencia multisectorial a las víctimas, una vez finalizados los incidentes.

     

    La incapacidad de MONUSCO para prevenir, o al menos intervenir durante el incidente, se profundizó por las dificultades con las que se enfrentaron los peacekeepers: las tropas no habían recibido la capacitación específica en relación a la protección de civiles y a la interacción con comunidades en el contexto de la República Democrática del Congo; no tenían intérpretes locales; no se realizaban patrullajes nocturnos, y los que se realizaban durante el día no cubrían, o no podían cubrir, el área completa. Su capacidad de recolectar información  y de intervenir se vio limitada por la falta de logística militar, las malas condiciones de las rutas y de la red telefónica, la inseguridad, las largas distancias y las áreas remotas, y el hecho de que la rotación con las nuevas tropas desplegadas había sido hecha los días previos al ataque.

     

    Todos estos obstáculos y fallas resultaron en un incidente de proporciones dramáticas, con violaciones a los derechos humanos sistemáticas y generalizadas lo largo del territorio, posiblemente motivadas por los intereses políticos de los autores del hecho.

     

    Posteriormente, MONUSCO desplegó más bases temporales de peacekeepers militares en diferentes lugares, y el Gobierno del Congo también desplegó más tropas de las FARDC y de la PNC en la región. Sin embargo, la mayoría de los autores de los hechos aún se encuentran libres, y las víctimas todavía aguardan que se haga justicia, aunque nunca se borre el sufrimiento que cada una de ellas ha sentido y que todavía sienten.

     

    Ver también:

     

    See also:

     

    Informe final de las misiones de recolección de datos de la Oficina Conjunta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre violaciones masivas y otras violaciones a los derechos humanos cometidas por una coalición de grupos armados a lo largo del eje Kibua-Mpofi en el territorio de Walikale, Kivu del Norte, desde el 30 de julio al 2 de agosto de 2010.

    http://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/InWalikalevictimsattacksstruggletorecover.aspx

     

    Final Report Of The Fact-Finding Missions Of The United Nations Joint Human Rights Office Into The Mass Rapes And Other Human Rights Violations Committed By A Coalition Of Armed Groups Along The Kibua-Mpofi Axis In Walikale Territory, North Kivu, From 30 July To 2 August 2010

     

     

     

    El caso de Minova

     

    ““Una tarde de noviembre de 2012, cerca de las 8 pm, soldados del gobierno congolés tocaron su puerta. Sus cinco hijos se dispersaron y se escondieron en la habitación. Su marido ya se había ido. Se fugó cuando escucho los tiros más temprano. Cuando los soldados entraron a la casa, dos de ellos la tiraron al piso y la comenzaron a violar. Los otros empezaron a saquear su casa, llevando consigo los bienes que la familia acababa de recibir de una organización de ayuda – bolsas de arroz y maíz, latas de aceite de cocina. Su marido volvió esa mañana. Cuando se enteró que ella había sido violada, se fue. Nunca volvió. Su historia no era nueva.””

     

     Testimonio en el juicio militar del caso de Minova, marzo de 2014, de “Serán oídos: los sobrevivientes de la violación de Minova”, Diana Zeyneb Alhindawi, Al Jazeera.

     

    A fines de noviembre de 2012, miles de miembros de las FARDC (Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo), escapando del fracaso de los combates contra los grupos rebeldes M23 en Kivu del Norte, invadieron la pequeña ciudad de Minova y los pueblos de alrededor, en la parte norte de Kivu del Sur, saqueando y violando a miles de personas durante tres días y tres noches.

    Incluso previo al incidente masivo, la caída de Goma y la situación de combate cada vez peor en Kivu del Norte dispararon alertas de emergencia en Kivu del Sur, la provincia limítrofe, dados los importantes desplazamientos de población esperados, a partir del conflicto. Los actores humanitarios y de mantenimiento de la paz, junto con el Gobierno, ya estaban implementando planes de contingencia para prepararse para el flujo esperado de Personas Internamente Desplazadas (PID): por ejemplo, en las áreas donde más se esperaba que llegaran PID, se reforzaron las estructuras locales con medicamentos y capacitación al personal médico, incluido equipamiento para tratar casos de violencia sexual. Los actores nacionales e internacionales intentaron de muchas maneras estar mejor preparados para posibles emergencias, aprendiendo de los fracasos pasados. Pero ninguno esperaba semejante amenaza de las FARDC en sí, que se suponía que debían proteger a la población. Sin embargo, luego de la caída de Goma, miles de miembros enojados, frustrados y decepcionados de las FARDC se dirigieron a Minova y a los pueblos de alrededor, y atacaron brutalmente a la población de manera sistemática: pueblos enteros fueron saqueados durante días y noches, con al menos mil personas que perdieron sus propiedades, y se cometieron violaciones sistemáticas masivas antes, durante y después del saqueo. También se reportaron asesinatos y fusilamientos arbitrarios. La MONUSCO documentó 135 víctimas de violación, pero algunas fuentes estiman que podrían llegar a ser mil. En el caso de Walikale, las víctimas no podían encontrar la asistencia adecuada dentro de las 72 horas (plazo máximo parar recibir cuidado médico efectivo en caso de violación), porque los centros de salud locales no estaban preparados y las ONG llegaban demasiado tarde. Mientras que en el caso de Minova, varias víctimas buscaron y obtuvieron la asistencia médica adecuada dentro del plazo estimado. De cierta forma, el trabajo de coordinación de los planes de contingencia y concientización establecidos previo al ataque permitió a muchas víctimas encontrar ayuda médica. Aunque dichos planes de contingencia estaban preparados para un aumento de los casos de violencia sexual cometidos entre Personas Internamente Desplazadas (PID) y familias acogedoras de desplazados (debido al alto nivel de promiscuidad de las condiciones de vida), definitivamente no preveían la violencia de las FARDC. Además, esta vez la presencia de las Fuerzas de la MONUSCO no pudo prevenir ni detener la violencia. Según varias fuentes, las acciones de la MONUSCO básicamente fueron calmar a los agresores, y así, reducir el alcance de la situación. De cualquier modo, los desórdenes duraron tres días antes de que las autoridades de las FARDC pudieran recuperar el control de sus soldados.

    La MONUSCO y los actores humanitarios exhortaron enfáticamente al Gobierno del Congo a enjuiciar a los presuntos autores de los hechos tan rápido como fuera posible, y trabajaron arduamente para concientizar a las víctimas y testigos, protegiéndolos y facilitándoles el acceso a la justicia. El juicio se organizó para marzo de 2014. Muchas víctimas fueron lo suficientemente valientes para testificar de manera confidencial y protegida. La mayoría de los acusados se fugaron antes de la realización del juicio. De los 39 soldados congoleses enjuiciados, 37 enfrentaban cargos por violación. Veinticinco de los acusados eran soldados de bajo rango, y 12 eran oficiales a cargo de esos soldados. El juicio tuvo una audiencia internacional, pero fue una decepción: la corte condenó a 26 miembros de la FARDC, incluyendo a dos por violación, uno por asesinato y la mayor parte de los demás por “cargos menores” tales como saqueo y desobediencia. Catorce oficiales fueron absueltos y aparentemente, según las reglas operacionales de procedimiento de la corte militar, sin posibilidad alguna de apelación, aunque esto esté en contradicción con los estándares internacionales y la Constitución congolesa, los cuales garantizan el derecho de apelación.

     

     

    Ver también:

     

    “Serán oídos: los sobrevivientes de la violación de Minova”, Diana Zeyneb Alhindawi, Al Jazeera, 14 de marzo de 2014

    http://america.aljazeera.com/multimedia/2014/3/they-will-be-heard-therapesurvivorsofminova.html

     

    La Oficina de Derechos Humanos de la ONU “decepcionada” con el fallo del juicio a la violación masiva del Congo, 6 de mayo de 2014, Centro de Noticias de la ONU

    http://www.un.org/apps/news/story.asp?NewsID=47732#.U6x_bE1H7IV

     

    El Congo: Algunos progresos en la lucha contra la impunidad pero la violación sigue estando generalizada e impune – Informe de la ONNU, 9 de abril de 2014

    http://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=14489&LangID=E

     

     

    Estudio de Harvard sobre reintegración en el Congo

     

    "Más allá de los grupos armados”. Conflictos locales y subregionales. El ejemplo de Fizi y Uvira (Kivu del Sur, El Congo)  Sólo en francés.

     

    Violencia sexual y de género en las provincias de Kivu de la República Democrática del Congo: percepciones de excombatientes

     

    Delitos inenarrables contra niños

     

     

     

  • Estructura de la misión

    Introducción a la estructura de MONUSCO

     

    La Misión de Estabilización de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo – MONUSCO – es una de las misiones de paz en curso más grandes, tanto por la cantidad de personal como por la dimensión del área de responsabilidad. Los componentes militares, policiales y civiles pertenecen a la misión, mientras que el personal nacional e internacional cubre diferentes roles, desde los sustantivos hasta aquellos administrativos y logísticos. La fuerza actual de la misión en términos de personal en 2014 es de alrededor de 21.176 componentes de personal uniformado (de los cuales 19.523 son personal militar, 501 observadores militares y 1.152 policías) y 4.467 miembros civiles (incluidos 970 civiles del personal internacional, 2.967 civiles locales y 530 voluntarios de Naciones Unidas). El presupuesto total aprobado para permitir que esta maquinaria masiva opere es, de julio de 2013 hasta junio de 2014, $1.456.378.300. Éstas pueden parecer figuras colosales, especialmente si se compara con los números de otras misiones actuales (por ejemplo, la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití – MINUSTAH – que opera con alrededor de un tercio del personal civil y militar de MONUSCO, y un tercio del presupuesto). Sin embargo, para entender mejor el valor de dichas figuras, es necesario prestar mayor atención al contexto específico de la misión. MONUSCO opera en un país increíblemente vasto, cubriendo un área de responsabilidad de al menos 1 millón de kilómetros cuadrados (con el foco puesto en la parte Este del país). Las infraestructuras de transporte son casi inexistentes, sin formas directas de transporte entre las regiones del Este y la capital, ubicada en la parte Oeste del país. Las distancias entre ciudades y pueblos están obstaculizadas casi en todos lados debido a la falta de carreteras, la inseguridad y la inaccesibilidad geográfica, haciendo de las vías aéreas la única forma de transporte disponible usando aviones o helicópteros. Las condiciones de las pocas rutas existentes requieren el uso de vehículos 4x4 y sólo a baja velocidad. Esto significa que cada operación para llegar a la capital o a los pueblos para misiones de establecimiento, investigación o protección implica el uso de importantes recursos logísticos, financieros, de tiempo y de personal. Además, la ineficiencia de los sistemas locales de electricidad y agua son temporalmente resueltos usando grandes cantidades de combustible, generadores y sistemas para transportar y almacenar agua, especialmente para garantizar la provisión regular a las bases militares, tanto permanentes como móviles. Así, el vasto territorio, las infraestructuras colapsadas, y las violaciones generalizadas que ocurren a lo largo del país, determinan los importantes gastos y recursos para fines logísticos, sin embargo indispensables para permitir el trabajo de la MONUSCO en materia de mantenimiento de la paz, protección de civiles, promoción y protección de los derechos humanos, y estabilización

     

    Una importante cantidad de secciones civiles, policiales y militares participan conjuntamente en las funciones de MONUSCO. En total, MONUSCO contiene alrededor de 15 secciones civiles diferentes, un componente militar estructurado en cuatro brigadas (con la participación de contingentes provenientes de alrededor de 16 países diferentes), observadores militares y el componente policial, la Policía de la ONU (UNPOL). Los componentes civiles, militares y policiales son representados tanto a nivel nacional, con sede en la capital, Kinshasa, como a nivel provincial (ya que el sistema administrativo de Congo divide al país en provincias, y, a las provincias más grandes en distritos). Aunque, es importante mencionar que la mayor presencia se da en el Este del país, aún afectado por conflictos.

    Cada sección y cada componente se enfoca en tareas y mandatos específicos. Sin embargo, dado que la protección de civiles, la defensa de los derechos humanos y la restauración de la autoridad estatal – los objetivos principales de MONUSCO – resultan de acciones interdependientes, todos los componentes deben trabajar en conjunto para obtener los resultados deseados. Para obtener impactos positivos, son, entonces, indispensables el intercambio de información, los análisis conjuntos y la coordinación de acciones. Aunque suele ser difícil poner práctica dichas acciones debido a: problemas de comunicación causados por la distancia, cuestiones relacionadas con diferentes jerarquías (entre personal civil y militar, por ejemplo), contextos y entrenamientos diferentes (por ejemplo, contextos culturales), disparidad en los medios logísticos y diversas concepciones de los impactos (de corto y mediano plazo o de largo plazo). Para resolver estas cuestiones se establece un vasto mecanismo de coordinación entre los tres componentes de MONUSCO, además de la coordinación de reuniones diarias de cada componente de la sección. Asimismo, MONUSCO es el centro de varias iniciativas innovadoras creadas para promover la coordinación y las acciones conjuntas de los componentes militar, civil y policial para obtener más impactos efectivos en campo, tales como los Equipos de Protección Conjuntos. Éstos son misiones conjuntas realizadas en áreas de campo, generalmente remotas, con igual participación de unidades militares, policiales y civiles, con el fin de evaluar la situación de la protección y los derechos humanos en ciertas áreas, y de crear y sostener contactos regulares con la población local. Es de esta manera que resulta posible establecer, junto con la población local, las mejores medidas para prevenir, proteger y estabilizar un área específica.

     

    Los mapas interactivos debajo muestran las tareas básicas de cada sección de la MONUSCO, su ubicación y los principales métodos de interacción con otros componentes militares, civiles  y policiales.

     

    Clickea en cada sección para descubrir sus funciones y mecanismos de coordinación.

     

    Organigrama de MONUSCO

     

    Distribución regional de oficinas civiles y policiales de la MONUSCO

    Dungu

    Bunia

    Kindu

    Kalemie

    Kamina

    Distribución de las Fuerzas de MONUSCO

    Organización del gobierno de la República Democrática del Congo

     

    Dado que MONUSCO se lleva adelante en el territorio del Congo, el gobierno del Congo es el primer socio de la misión de paz. No sólo la MONUSCO no podría estar presente sin la autorización del gobierno del Congo, sino que dicha misión tiene también la función primordial de apoyar, estimular y cooperar en el desarrollo de las capacidades del gobierno congolés, siendo éste último el mayor responsable de la protección de civiles y del mantenimiento de la paz en su propio territorio.

     

    Por dicha razón, comprender la organización del gobierno del Congo es fundamental para el funcionamiento de la MONUSCO. Desde el sector de Justicia hasta el de Defensa, pasando por los de Género, Salud, Transporte, Interior, entre otros, los ministerios congoleses suelen ser los colegas habituales del trabajo de la MONUSCO.

     

    Conocer la organización del gobierno congolés implica tener en cuenta las dimensiones del Congo, y las difíciles conexiones entre la capital y el resto del país, tanto en términos de transporte como en términos de cobertura telefónica, que suele estar ausente o ser irregular a lo largo de todo el Estado. Para poder enfrentar parcialmente estos desafíos, el gobierno del Congo inició un proceso de descentralización: los ministerios nacionales ejercen sus funciones sobre todo el país desde Kinshasa, la capital, aunque también están representados por los ministerios provinciales que funcionan en cada provincia del Congo.

     

    De hecho, el Congo está actualmente subdividido en 11 provincias, incluida la provincia-ciudad de Kinshasa. De Oeste a Este, las provincias son: Bas-Congo, Kinshasa, Bandundu, Equateur, Kasai Oriental, Kasai Occidental, Maniema, Provincia Oriental, Kivu del Norte, Kivu del Sur y Katanga. Dadas las vastas dimensiones de ciertas provincias, algunas están aún más subdivididas en distritos, como es el caso, por ejemplo, de la Provincia Oriental o la Provincia de Katanga. Todas las provincias contienen entonces, territorios que se subdividien en divisiones administrativas más pequeñas.

     

    Kinshasa alberga a todos los representantes gubernamentales nacionales: el Presidente de la República en primer lugar,  apoyado por distintos ministerios nacionales. Cada provincia tiene una organización similar: el Gobernador de cada provincia, electo por la población local, es apoyado en el cumplimiento de sus funciones por ministerios provinciales, uno por cada ministerio nacional que funcionan a nivel nacional. Así que, por ejemplo, el Ministerio de Género, Asuntos Familiares y Niñez funciona a nivel nacional a través de su ministerio nacional; al mismo tiempo, también se encuentra descentralizado a nivel provincial, con ministerios provinciales de Género y Asuntos Familiares. Además, a nivel provincial, las divisiones ministeriales provinciales funcionan como estructuras técnicas de apoyo a cada ministerio provincial.

     

    Sin embargo, cabe destacar que no todos los ministerios están descentralizados: el Ministerio de Defensa funciona de manera centralizada, y no posee representantes ministeriales en niveles provinciales.

     

    La descentralización de los ministerios tiene un impacto directo en el trabajo de MONUSCO. Mientras que los altos cargos directivos de MONUSCO siempre trabajan en conjunto con sus colegas de los ministerios del Congo a nivel nacional, las oficinas en campo en las provincias interactúan con los representantes gubernamentales provinciales. Esto es particularmente evidente en las secciones de MONUSCO que tienen la función de conducir estrategias y programas junto con el gobierno del Congo, como en el caso de la Estrategia Integral Nacional contra la Violencia Sexual en el Congo, donde la Unidad de Violencia Sexual trabaja a nivel nacional directamente con el Ministerio de Género Nacional, y a nivel provincial interactúa con los ministerios provinciales de Género de Kivu del Sur, Kivu del Norte y Provincia Oriental, o las Oficina Gubernamentales de Género en el distrito de Ituri.

     

     

    Actores humanitarios en el Congo

     

    Junto con el gobierno del Congo, los actores humanitarios constituyen uno de los principales socios de MONUSCO, tienen la función de prevenir las crisis humanitarias y de facilitar la respuesta en caso de que dichas crisis sucedan.

     

    El conflicto, y consecuentemente los movimientos poblacionales, los servicios deficientes de salud y educación, la pobreza, los desastres naturales, y las condiciones habitacionales inadecuadas, constituyen algunos de los factores que requieren asistencia humanitaria en todo el Congo, y especialmente en la parte oriental del país. La complejidad de la situación demanda la presencia de una gran cantidad de actores especializados, desde Agencias de la ONU hasta organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales. Sus ámbitos de intervención abarcan desde la protección de niños y refugiados hasta la mediación en conflictos territoriales, la provisión de alojamiento adecuado, de servicios de salud y la distribución de comida o elementos de necesidad básica.

     

    El organismo a cargo de coordinar todas las intervenciones de los actores humanitarios en el Congo es OCAH (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios -

     http://www.unocha.org/drc/)Sin embargo, OCAH no es la única faceta de MONUSCO con colegas humanitarios. De hecho, cada sección de MONUSCO, según su ámbito de intervención, trabaja regularmente en cooperación directa con actores humanitarios especializados, tales como Agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales.

     

    Por ejemplo, en cuanto a la promoción del género y la lucha contra la violencia sexual en el Congo, UNICEF (Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas -

     http://www.unicef.org/infobycountry/drcongo.html), ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados -  http://www.unhcr.org/cgi-bin/texis/vtx/page?page=49e45c366&submit=GO), y UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas - http://www.unfpa.org/public/home) se encuentran entre las Agencias de la ONU que colaboran más directamente con MONUSCO (particularmente con las  Gender Offices y Sexual Violence Unit). Cada agencia trabaja en la provisión de asistencia médica y psicosocial adecuada a las víctimas de violencia sexual, en la promoción iniciativas y estrategias de protección y prevención de la violencia sexual o de género, y en la recolección de información sobre incidentes de violencia sexual o de género, respectivamente. Sin embargo, muchos otros actores humanitarios son socios indispensables para la implementación de iniciativas para combatir la violencia sexual. Por ejemplo, las organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales suelen proveer servicios médicos, fortalecer las capacidades del sistema judicial del Congo y promover actividades de concientización sobre la prevención de la violencia sexual. Es importante remarcar que todos los actores humanitarios, como tales, participan en conjunto en la prevención y respuesta a la violencia sexual dada la naturaleza transversal de todos los ámbitos de intervención.

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